Por Irene Idris  – 22 marzo 2025

El reciente arresto de Mahmoud Khalil, un estudiante palestino de la Universidad de Columbia residente permanente en EE.UU, realizado por el  Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE), sin  una orden judicial y solo por  orden de Trump, con el propósito de deportarlo bajo el argumento de que “representa una amenaza a la seguridad nacional”, constituye un atropello  a las libertades democráticas.

Este arresto y detención en un centro carcelario de Louisiana, no es solo una ofensiva contra el movimiento pro-palestino y la comunidad palestina en Estados Unidos, sino un ataque a la libertad de expresión en EE.UU.

“Este es el primer arresto de muchos que vendrán”

Trump, inició con esta amenaza la purga contra los estudiantes pro-palestinos de las prestigiosas universidades de Estados Unidos, particularmente de la Universidad de Columbia en Nueva York, centro de estudios que fue el foco de las masivas protestas que se extendieron por los campus universitarios de EE.UU. en la primavera de 2024, bajo la administración Biden.

Mahmoud Khalil, activista de la causa palestina, fue uno de los líderes de las protestas estudiantiles que exigían el cese del genocidio en Gaza y detener la ayuda política, económica y militar de Estados Unidos a Israel.

De este modo, Trump concreta la amenaza formulada durante su campaña electoral de detener y expulsar a los estudiantes extranjeros que participaron en las protestas, e inicia la persecución contra la comunidad palestina y el movimiento pro-palestino.

Además, de los arrestos, el gobierno Trump canceló 400 millones de dólares en subvenciones y contratos federales a la universidad de Columbia y revocó  las visas a la estudiante gazatí Leqaa Kordia y a Ranjani Sirinivasa, originaria de India.

Mientras Trump mostrando su talante reaccionario, persigue con saña a los activistas que denuncian la limpieza étnica en Gaza,  como primer acto de su gobierno indultó  al líder del grupo de ideología nazi Proud Boys y a más de 1.600 activistas de ultraderecha, condenados a prisión por el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021.

 Un ataque a la libertad de expresión

La detención de Khalil, va más allá de las consecuencias individuales. Marca el inicio de la ofensiva de persecución contra el movimiento de apoyo a la causa palestina en Estados Unidos. Su objetivo es  silenciar las voces que exigen el fin de la limpieza étnica en Gaza perpetrada por cuenta de Israel.

Y, constituye una grave violación a la libertad de expresión, de organización, de reunión y de protesta, que son libertades fundamentales. No delitos.

Hace parte de una arremetida agresiva y más amplia del gobierno Trump-Musk a los derechos colectivos, que pretende desmantelar las conquistas democráticas («derechos civiles») y laborales alcanzadas por el entrelazamiento de las luchas de los movimientos por los derechos civiles y contra la discriminación racial, liderados por Martín Luther King y Malcon X; el movimiento feminista por la igualdad  salarial, social y política de la mujer es esta sociedad y ante el hombre; las protestas masivas contra la guerra de Estados Unidos en Vietnam y con las luchas de la clase obrera, así como los avances de las multitudinarias protestas que estallaron en mayo de 2020 contra el asesinato racista de George Floyd, que retomó la lucha contra el racismo en Estados Unidos.

Además de la criminalización de la protesta, la ofensiva del gobierno Trump incluye la intensificación de los despidos masivos de empleados estatales y desmantelar instituciones, como el departamento de Educación de EE.UU. y los de investigación científica.

Esta intimidación no solo busca golpear y desmovilizar a los activistas y a la clase trabajadora, sino también generar un clima de miedo entre los inmigrantes más marginados.

La respuesta del movimiento de masas: “No se puede deportar a un movimiento”

Tras el arresto del estudiante palestino, la respuesta de los estudiantes exigiendo su liberación no se hizo esperar.

La organización Voz Judía por la Paz, realizó una manifestación en el vestíbulo de la Torre Trump, coreando consignas como: “Los judíos piden dejar de armar a Israel” y «Lucha contra los nazis, no contra los estudiantes”, “No se puede deportar a un movimiento«. «Libertad para Mahmoud, Palestina libre«[1]

Por otro lado, cerca de 3.000 manifestantes, según el portal ‘Arte Informado’, entre los cuales se contaban artistas y académicos, marcharon por  las  calles de Manhattan.  Al grito de ¡Fuera las manos de nuestros estudiantes!  ¡Fuera el ICE de nuestros campus!  (Servicio de Inmigración y Aduanas) y marcharon desde el juzgado federal de Manhattan hasta Time Square, exigiendo la liberación de Khalil.

Foto AP

La ofensiva represiva de Trump: ¡una amenaza  para el mundo!

Las acciones implementadas  tendrán repercusiones fuera de Estados Unidos dado que se originan en la nación más influyente y poderosa del sistema (capitalista – imperialista), y de su régimen de dominación internacional, el cual define las políticas globales de dominio del mundo.

Este régimen colonizante viene avanzando desde  administraciones anteriores en imponer sus políticas e intereses contra los países pobres e incluso contra países que tienen influencia regional, como Irán.

Otro ejemplo reciente de esta embestida lo constituye los infames bombardeos lanzados por Estados Unidos contra Yemen que dejaron decenas de muertos y heridos.

En esta cruzada, Trump está acompañado sumisamente por gobernantes de extrema derecha y de derecha como Bukele, Milei, Noboa, Dina Boluarte y sus pares en el mundo, que es necesario enfrentar con movilizaciones decididas, lideradas por las organizaciones obreras.

La intervención militar  en Yemen no es un hecho aislado; representa la continuidad de la política estadounidense de defender sus intereses económicos y geoestratégicos sobre el sufrimiento y muerte de la población, por encima de la destrucción y devastación de países. Ahí está el ejemplo de la suerte corrida por la soberanía nacional de Ucrania, totalmente secuestrada y desgarrada entre EEUU y Rusia, con el apoyo en cada bando, de otras potencias –UE, China, Irán, Corea- y todo con la complicidad sumisa de el presidente de Ucrania, Zelensky.

Y, al igual que su antecesor Biden, la administración Trump respalda y arma plenamente la continuidad de la limpieza étnica en Gaza y la refuerza con su proyecto de que Estados Unidos tome el control de la Franja para construir un resort de lujo.

De allí que, con  el aval de Estados Unidos, Israel rompió la tregua pactada con Hamas que utilizó para atacar en Cisjordania y ahora reanudar el genocidio en la Franja de  Gaza, con bombardeos masivos ocasionando más de 400 muertos y cientos de heridos.

Los líderes de  del movimiento de masas tienen la palabra

Exigir la libertad de Mahmoud Khalil, no es solo una cuestión individual. Se trata de defender los derechos colectivos a la libertad de expresión, a la protesta y organización. Significa oponerse activamente a la limpieza étnica en Gaza, a la persecución a la comunidad palestina, a las deportaciones, a su política homofóbica, xenófoba y machista. Es defender amplias libertades democráticas y laborales.

Es fundamental que los líderes del movimiento de masas y de quienes se reclaman demócratas y «progresistas», se pronuncien con firmeza y organicen acciones unitarias al compás de las movilizaciones que hoy se suceden en EE.UU. y en otras latitudes contra en avance de la arbitrariedad y el autoritarismo.

Las organizaciones estudiantiles y sindicales en EE.UU y América Latina, al igual que los grupos feministas, que se movilizaron por miles recientemente, están ante al desafío de unirse a las demandas de los estudiantes y docentes de las universidades que actualmente se movilizan contra la administración Trump exigiendo la libertad de Khalil, el respeto a las libertades democráticas, en combinación con la solidaridad con Palestina y la exigencia del cese del genocidio.

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