Presentación

No hay duda que el voraz incendio que arrasa la selva de Brasil, Ecuador, Perú y Bolivia, y que amenaza con propagarse a los demás países de la cuenca amazónica, es uno de los mayores desastres ecológicos para la humanidad en los últimos tiempos. La importancia de este territorio en cuanto a recursos hídricos; su rol en la regulación del clima mundial y en la fertilidad del continente (base del sustento de las comunidades que lo habitan) así como su biodiversidad, han sido ampliamente difundidos por los medios de comunicación en los últimos días.

También se ha dado a conocer la responsabilidad del gobierno de Brasil, encabezado por un negacionista del cambio climático, el presidente Jair Bolsonaro, cuyas políticas impulsadas desde que tomó el poder (supresión y desmantelamiento de importantes organismos del Ministerio de Medio Ambiente; laxitud en el licenciamiento ambiental; legalización de áreas deforestadas ilegalmente, entre otras) han beneficiado enormemente a las empresas que se lucran de la deforestación de la Amazonía.

A la fecha, uno de los principales pulmones del mundo ha sido depredado en un 40% y esto se ha recrudecido desde que Bolsonaro tomó el poder hace 8 meses. Más de 500.000 hectáreas del bosque en el Amazonas han sido quemadas para dar paso a las empresas ganaderas, madereras y agroindustriales. “Entre enero y el 21 de agosto se han registrado 75.336 focos de incendio en Brasil, un 84% más que en el mismo periodo de 2018, según datos del Programa de Quemas del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE).”1 La irracionalidad y sed de ganancias de los empresarios que representa Bolsonaro (así como el gobierno de Duque en Colombia) tiene en jaque la supervivencia de uno de los bosques más importantes con que cuenta la humanidad para mitigar el cambio climático mundial. Para nadie es un secreto la estrecha relación de Bolsonaro con Trump

-el jefe de los negacionistas del cambio climático- a quien ha invitado a ser “socio en la explotación de los recursos del Amazonas”. Y ya sabemos lo que eso significa: que las trasnacionales yanquis que ya están en territorio brasilero amplíen su área de explotación de los recursos naturales y que otras más puedan instalarse para arrasar a su antojo la selva. Sólo así puede entenderse el apoyo expresado por Trump a la precaria política de Bolsonaro para detener el incendio forestal y su manifiesto interés por “trabajar para desarrollar de manera sostenible el Amazonas”, expresado en la reciente reunión sostenida

con representantes del gobierno de Bolsonaro para tratar el asunto.

Por su parte, los gobernantes de los siete países más poderosos del planeta, conocidos como el G7, mostrando su “preocupación” por el desastre en la selva amazónica discuten el tema como si este bosque les perteneciera. El presidente francés Emmanuel Macron, anfitrión del evento, cuyas políticas contra los trabajadores han sido combatidas con la lucha de los “Chalecos Amarillos”, anunció con bombos y platillos el desembolso de 20 millones de dólares que estos países acordaron destinar para ayudar a combatir el incendio: una muestra de “ayuda desinteresada” de estos ricachones, que desde sus mansiones y a miles de kilómetros del lugar de los hechos, pretenden erigirse como voceros legítimos de las poblaciones afectadas con esta catástrofe. ¡Nada más falso e hipócrita!

Aunque la ayuda material es muy importante y urgente, sólo si se coloca directamente en manos de las comunidades afectadas sería una ayuda real. En manos Bolsonaro, de los presidentes de las potencias, o de los gobiernos de los otros países afectados, el problema antes que resolverse se agravará. Las supuestas muestras de buena voluntad hacia la Amazonía, por parte de los representantes de los países que controlan el mundo, esconden sus mezquinos intereses económicos en este territorio. Sus empresas trasnacionales quieren aprovechar el desastre para, en un futuro no muy lejano, entrar a explotar a su antojo los recursos naturales de uno de los territorios más ricos y biodiversos del planeta. Se les hace “agua la boca” el hecho de poder lucrarse de NUESTRO BOSQUE AMAZÓNICO.

Por otro lado, no hay que dejarse engañar con la posición “nacionalista” de Bolsonaro de proteger la selva brasilera de la voracidad de los gobiernos (empresas capitalistas) europeos. Su cercanía con el gobierno de EEUU indica que quiere ser el socio privilegiado de Trump en la explotación rampante de los recursos naturales de Brasil, que lejos de pertenecer a los ricos empresarios yanquis, europeos o latinoamericanos, son patrimonio del conjunto de los trabajadores que con su trabajo transforman las materias primas y crean la riqueza de la sociedad.

Lo anteriormente planteado nos lleva a fijar la mirada en el desastre medioambiental que está siendo causado por la voracidad de las empresas capitalistas y sus representantes, los gobiernos de los poderosos. Su sed de ganancias no tiene límite y conducirá a la humanidad a la barbarie si los trabajadores y los pobres, que somos los más afectados, no se lo impedimos.

Como contribución para motivar y sustentar las necesarias y urgentes acciones de rechazo y denuncia al tremendo desastre al que asistimos, queremos dar a conocer un análisis e interpretación, desde un enfoque marxista, de las causas de la devastación del hábitat humano como consecuencia del sistema económico y social dominante en Brasil y en el mundo: el capitalismo. Este texto, elaborado hace casi un año, con los hechos recientes en el Amazonas cobra plena vigencia. Nuestro objetivo, como corriente política, es presentar a nuestros lectores una solución de raíz a este grave problema que plantea un nefasto panorama para la sociedad.

Los editores, septiembre de 2019.


1. SEMANA SOSTENIBLE. Bolsonaro niega ser un «capitán Nerón» que quiere incendiar la Amazonía, 2019,0822. https://sostenibilidad.semana.com/medio-ambien- te/articulo/bolsonaro-dice-que-no-quiere-incendiar-la-amazonia/45459

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