Mariupol- El Español

Después de un año del inicio de esta guerra de rapiña entre las potencias mundiales, consideramos que el análisis que desarrollamos en el presente artículo mantiene su vigencia y vale la pena tenerlo en cuenta a la luz de los nuevos acontecimientos.


OPCIÓN MARXISTA INTERNACIONAL Y  DEMOCRACIA DIRECTA

14 de diciembre de 2022


Introducción

La guerra de rapiña entre las potencias mundiales que desgarra Ucrania, determina no solo la situación de este país, Rusia o Europa, sino la economía y política mundiales, debido al peso en la economía mundial de sus contrincantes directos e indirectos. Tras casi diez meses, los hechos muestran que antes que aportar algo progresivo, impacta negativamente la vida cotidiana de la sociedad a nivel global, especialmente la de la clase trabajadora, aun para quienes se encuentran a miles de kilómetros del campo de batalla.

Nuevamente, la humanidad sufre las consecuencias económicas y políticas de la voraz competencia y rivalidad entre los imperialismos por dominar y repartirse el mundo.  Particularmente en esta confrontación militar, los efectos desastrosos del choque de los viejos estados imperialistas -Estados Unidos y la Unión Europea- que se niegan a ceder el espacio que el naciente imperialismo ruso –y el chino- reclama como cuota de reparto dentro del sistema de dominación y explotación mundial. Estados Unidos puja con este brutal choque para recuperar su debilitado dominio del mundo.

Hoy, el peligro de una tercera guerra mundial se cierne sobre el planeta con la amenaza de Putin de utilizar armas nucleares tácticas ante un ataque directo a su país y la advertencia del gobierno de Biden de que respondería de “manera decisiva” en caso de que Rusia las utilice.

Como se aprecia en la realidad mundial, el panorama de esta contienda es de recrudecimiento del hambre, la miseria, la muerte, el desplazamiento; de la destrucción de las dos Fuerzas Productivas fundamentales de la sociedad, la clase trabajadora y la naturaleza, a la par que avanzan las Fuerzas Destructivas con el incremento del armamentismo.  

Pero por fortuna, en medio de este panorama desolador, la clase trabajadora atacada con la galopante inflación, el costo de vida y demás estragos, responde con sus huelgas insinuando un camino de salida. Como tituló un periodista vamos “hacia un horizonte de puños en alto”.  Única vía que podría conducir hacia una solución positiva, favorable, para los pueblos oprimidos y los pobres del mundo con la acción transformadora de la clase trabajadora.

Un nuevo momento político y militar

Si bien la guerra sigue su curso de destrucción y muerte con los bombardeos rusos a los centros de energía en la capital ucraniana y a Jerson y Estados Unidos y la UE siguen reforzando militarmente a las tropas ucranianas, hay algunos elementos que permiten apreciar que la guerra entró en un nuevo momento político y militar. Marcado inicialmente por el avance de la contraofensiva ucraniana que recuperó el norte de Jerson y otros pueblos bajo control de las tropas rusas y la destrucción del importante puente del estrecho de Kerch que conecta Crimea con Rusia, que era una vía fundamental de abastecimiento para las fuerzas rusas y que, según expertos, fue un significativo revés para los planes de Putin.

Coyuntura que coloca a los Estados Unidos y sus aliados en una mejor posición de fuerza para avanzar hacia una eventual negociación con Rusia. Ambos bandos están trabajando en esa  dirección. Biden, líder de imperialismo “occidental”, en reciente rueda de prensa con ocasión de la visita del presidente francés Emmanuel Macron a Washington, afirmó que está “dispuesto a hablar con Putin”. Por su parte, el mandatario ruso declaró: Hemos dicho muchas veces que estamos listos para negociar y hace poco lo volví a mencionar públicamente hablando en el Kremlin…»[1].

Un factor muy importante radica en que el entusiasmo inicial de sectores de la población europea a favor de la guerra empieza a esfumarse. A medida que ésta se alarga, continúa al alza los precios por la inflación, y llega el invierno con los elevadísimos costos de la energía y un suministro limitado que conlleva mayores penalidades. Lo que se está traduciendo en huelgas y conflictos internos para los gobiernos involucrados directa o indirectamente en la guerra, lo cual acelera la erosión de su base social y limita su accionar.

Protesta en el centro de Teherán, Irán, el 21 de septiembre, contra la Policía de la Moral. Crédito: AP

A las importantes huelgas obreras en Inglaterra, Francia y Estados Unidos, así como el profundo proceso de movilización contra el régimen en Irán o las masivas huelgas y protestas en China contra el confinamiento, se agrega la negativa de importantes sectores de la población al llamado de Putin al alistamiento para la guerra. Luchas que impactan y colocan en aprietos a todos los gobiernos.

Elementos de este momento político nuevo, que expresan un cambio en el estado de ánimo de la población rusa y europea frente a la guerra y entre los trabajadores con su decisión de enfrentar con lucha directa las calamidades que esta confrontación bélica les acarrea.

Se aceleran las crisis mundiales

Así, a la difícil situación en que estaba la clase trabajadora como consecuencia de las políticas de los gobiernos para enfrentar la pandemia que aún no termina y la creciente inflación, se adicionó esta nueva catástrofe mundial.

Una mujer cruza un puente destruido mientras los civiles huyen de Irpin, Ucrania. (Diego Herrera Carcedo/Agencia Anadolu vía Getty Images)

La guerra disparó los precios de los alimentos básicos[2], de los combustibles, el dólar[3].  Las crisis preexistentes e inherentes al capitalismo se agudizaron:  elevó la miseria, la muerte y los 828 millones de hambrientos registrados en el 2021, ya incrementados en 150 millones desde el brote de la pandemia y los 3.100 millones de personas que a duras penas consumen un poco de alimento al día. “Cada año mueren 11 millones de personas a causa de dietas poco saludables”.[4]  «Nos enfrentamos a una crisis alimentaria mundial sin precedentes y todo indica que aún no hemos visto lo peor”, palabras del director del Programa Mundial de Alimentos (PMA).

Por otro lado, están la crisis energética, migratoria y de refugiados, que actualmente llegan a 100 millones de personas según Naciones Unidas. Y ni hablar del impacto climático. “Los miles de millones de dólares en armamento, aviones, tanques y camiones que impulsan el conflicto contribuyen a las emisiones directas que, en medio de la niebla de la batalla, siguen siendo difíciles de cuantificar…” «El aumento del gasto militar repercutirá en el total de la huella de carbono militar, además de las enormes emisiones derivadas directamente de la guerra».[5]

Simultáneamente, la apreciación del dólar que llega a máximos históricos disparó las deudas externas de los países pobres. En un círculo vicioso, propio de este sistema, la deuda de cada país crece y con ello suben las tasas de interés para pedir nuevos préstamos, lo que se traduce en un mayor dominio de Estados Unidos sobre la economía mundial. Los países pobres quedan a merced del amo yanqui. “Intentar defender cualquier moneda frente al dólar a estas alturas es como tratar de parar un tanque con una pistola”, describe un trader de divisas en Londres.

“Estamos en una situación frágil” [6], “un país tras otro está en luz amarilla y algunos ya están en luz roja”.[7] Basta ver el caso de Colombia: “La deuda externa de julio alcanzó un máximo histórico de US $176.098 millones, que equivale a $880,49 billones con el dólar actual[8]

Panorama calamitoso a consecuencia de las decisiones políticas de los gobiernos que dirigen el sistema económico mundial que se lanzaron a la guerra con la complicidad del gobierno de Zelesky y el sector de la burguesía ucraniana que representa, llevando a la humanidad de una crisis catastrófica a otra.

Es tan alarmante el panorama, que analistas burgueses lanzan voces de alerta por la situación actual. No porque les conmueva el sufrimiento de los pobres o les preocupe la caída en picada de los países semi coloniales, sino por las contradicciones y la situación explosiva de lucha que esta crisis del capitalismo está generando.

Los drones kamikaze iraníes con los que Rusia está intensificando sus ataques contra Ucrania.

Esta realidad social, económica y militar avanza acompañada de una acelerada tendencia al alza de los elementos totalitarios y fascistas, así como del armamentismo en los países más poderosos del mundo, pues el gasto en armamento militar, que ya venía en  aumento a nivel mundial, dio un salto [9].

En la UE se destaca Alemania, que aprovechó el respaldo a la guerra de la llamada “izquierda” y de la población, para dar un giro histórico en el presupuesto militar[10]. En el mismo sentido, Estados  Unidos, potencia militar número uno del  mundo, aprobó La gigantesca suma de $858 mil millones…aproximadamente un aumento del 10 por ciento sobre lo autorizado el año pasado y casi un 6 por ciento más de lo que pidió la administración Biden”.[11] Y,  la población en Finlandia y Suecia, dió su apoyo al ingreso a la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) poniendo fin a la “neutralidad”.

Los partidos de ultraderecha avanzan electoralmente[12] en Francia, Suecia, Alemania, Italia, Finlandia, Bulgaria, Hungría y España. Como ejemplos, en Italia, asumió como primera ministra la ultraderechista simpatizante del fascismo Giorgia Meloni y en Suecia, el partido “Demócratas de Suecia” con vínculos con los neonazis, se convirtió en el segundo partido más importante de ese país en las pasadas elecciones generales del 11 de septiembre de 2022.

Sectores de la extrema derecha lideraron las manifestaciones contra la OTAN y la guerra en Italia, Hungría y París, lo que muestra del espacio ganado por este sector burgués, para capitalizar la inconformidad de franjas de la población con la crisis económica, la inflación y la llegada de miles de inmigrantes a esos países.

Pueden canalizar la crisis e indignación, por el vacío dejado por las direcciones políticas del movimiento de masas, que, con su apoyo político a uno u otro bando, dividen al movimiento obrero, en vez de aprovechar las contradicciones y disputas por arriba para dirigir a los trabajadores a transformar este desastre, en movilización revolucionaria contra sus regresivos efectos.

Igualmente, es un síntoma de cómo se abre paso la desunión entre la oligarquía financiera imperialista, en combinación, con la ausencia de una oposición de tipo revolucionario.

La guerra altera bruscamente la realidad

Es muy claro hoy que no conviene minimizar una guerra que ha exacerbado todos los problemas existentes para la población mundial. Al inicio algunos dirigentes políticos y gobernantes presos de sus estrechos intereses nacionales y electorales, minimizaron sus repercusiones globales. Es emblemático el caso del actual presidente de Colombia, quien afirmó “¡Qué Ucrania ni qué ocho cuartos!”

Ataques con misiles a la ciudad de Kiev 25 febrero – El Español

De nuestra parte, al iniciarse este conflicto bélico, definimos que cambiaba drásticamente la realidad mundial y que sería desastroso para la vida de los trabajadores (Declaración 18 marzo 2022). Ocho meses después, el presidente de Alemania, Frank Walter Steinmeier, uno de los voceros de los responsables de esta crisis y ex aliado de Putin, afirmó en discurso a la nación que en el inicio de la guerra «cambió el mundo» y produjo un «abrupto cambio de época«.  “Se abrió una «época» de confrontación con Moscú…” y “se avecinan tiempos duros”, urgiendo a que Alemania se dote de un «ejército fuerte».

Claros tambores de guerra por cuenta de la élite de esta potencia imperialista, que pide sacrificios para su población al servicio de la confrontación y del militarismo.

Por su parte, otro de los principales responsables, Vladimir Putin, en alocución sobre asuntos exteriores en el Club de Discusión Valdai, afirmó: “en medio de la escalada de la crisis económica, humanitaria, militar y política mundial, es poco probable que algún país en cualquier lugar pueda ‘no participar´ pues “La crisis ha adquirido un carácter verdaderamente global y afecta a todos. No hay que hacerse ilusiones”.  Y para alejar las dudas sobre la nueva situación internacional, precisó: «Estamos parados en una frontera histórica. Por delante de nosotros está probablemente la década más peligrosa, impredecible y al mismo tiempo importante desde el final de la Segunda Guerra Mundial«. Más claro imposible.

La lucha por un nuevo reparto saltó al terreno militar

Putin en su discurso confesó los reales móviles de su invasión: “Rusia no busca la hegemonía, sino que “se reserva el derecho a desarrollarse” … “Moscú había querido “ser amigo” de Occidente y de la OTAN, pero no aceptaría los intentos de Estados Unidos, la Unión Europea y del Reino Unido de controlar a Rusia”. Reclamó quela economía y el comercio mundiales deben volverse más justos y abiertos«.

El Presidente Putin observando los ejercicios militares afuera de Vladivostok. Photo via AP.

En palabras comunes, expresó que la guerra es un instrumento para negociar un espacio para los intereses que su gobierno representa en el mundo capitalista. Intereses que no son otros, que los de la emergente oligarquía financiera rusa en dura pugna por abrirse paso e integrarse plenamente al sistema imperialista para la explotación gigantesca del globo: “Estoy convencido de que tarde o temprano tanto los nuevos centros de un orden mundial multipolar como Occidente tendrán que iniciar una conversación basada en la igualdad sobre nuestro futuro común”, afirmó Putin.

Además, afirmó que “su país estaba fortaleciendo su soberanía”. Por supuesto, sin aclarar que se trata de la soberanía de un país imperialista, así sea en consolidación y como tal, a expensas de Ucrania bajo la ideología de que no es una nación. Según Putin, «La Ucrania moderna fue creada enteramente por Rusia, más precisamente por la Rusia bolchevique y comunista…Lenin es el «creador y arquitecto».

La contienda expresa militarmente la lucha por repartir de otra manera las áreas de influencia, los recursos naturales o energéticos –viejos y nuevos- y los mercados. Y, Ucrania es sólo un botín de presa en esta pugna de potencias que buscan expandirse, a quienes poco importa la devastación de ese país y la masacre de su población o de parte de los trabajadores rusos que hoy portan uniforme.

Sintetizada en las afirmaciones de Putin de la necesidad de «un nuevo orden mundial» que reemplace al actual y en que “Occidente necesitaría comenzar a hablar con los crecientes centros de poder alternativos”. [13]

De nuevo, se hace presente la fuerza militar como uno de los rasgos fundamentales de los imperialismos para resolver sus discrepancias. Y, ¿que otro medio hay, bajo el capitalismo, para resolver las contradicciones si no es la fuerza?[14] . Por supuesto, sin importar si devastan países, masacran, desplazan y hunden aún más en la miseria a millones de personas.

Esta lucha por un nuevo reparto del mundo entre el bloque imperialista encabezado por Estados Unidos en confrontación con Rusia y que viene de tiempo atrás, saltó al terreno militar. La batalla en territorio ucraniano es así una “prolongación de la lucha de las «grandes potencias” por una nueva distribución económica y política del mundo, motivada por la aparición en el escenario mundial de Rusia y China como nuevos competidores imperialistas.

Sigue vigente lo afirmado en nuestra declaración conjunta a inicios de la guerra[15]: “… es iluso esperar que, del resultado de esta guerra entre las potencias, Ucrania surja como una nación soberana. Con cara gana Rusia con sello gana el campo de Estados Unidos-UE-OTAN. Y Ucrania pierde con ambas caras, pues este país es solo un pivote geográfico para ambos bandos reaccionarios. Un territorio en el centro de Eurasia, presa de la disputa y rapiña”.

Contrario y alejado al propósito “democrático” o “antiimperialista” que se atribuye desde la “izquierda” oportunista europea y de América Latina en su apoyo a alguno de los dos bandos en esta guerra. Unos la justifican como “gesta en defensa de la democracia “occidental” contra la Rusia totalitaria de Putin -apoyado por casi todos los partidos y gobiernos de extrema derecha (Bolsonaro, Trump, Horbán, Le Pen, Berlusconi, etc.). Otros, dan su apoyo a la supuesta “cruzada anti nazi” y para liberar al mundo de la nefasta influencia de “occidente”, esgrimida por Putin.

Esta guerra y la Rusia imperialista liderada por Putin son las más nefastas consecuencias de la restauración del capitalismo en la URSS, China y demás países conocidos como “socialistas”. Resultado final de la reaccionaria política del “socialismo en un solo país” y de “coexistencia pacífica con el imperialismo” practicada por las burocracias estalinistas gobernantes en esos estados y defendidas por las demás organizaciones estalinistas (Partidos Comunistas) y oportunistas en el mundo (Socialdemócratas y similares), con la cual llevaron a la derrota las luchas y revoluciones que estaban en desarrollo a mediados de los años 80s en distintas partes del mundo y a la destrucción de esos estados.

¿A quiénes beneficia esta guerra?

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su homólogo ucraniano, Volodimir Zelenski. – DOUG MILLS / ZUMA PRESS / CONTACTOPHOTO – Archivo

Tras nueve meses de guerra, de miles de muertos y destrucción generalizada, es válido preguntarse: ¿A quién ha beneficiado y a quien sirve?

En este contexto de carnicería, sufrimiento, privaciones y calamidades globales, las poderosas trasnacionales estadounidenses y europeas que dominan el planeta, se están beneficiando con la acumulación de ganancias fabulosas, tales como los fabricantes de armas, compañías energéticas y otras empresas proveedoras de todos los insumos que se requieren en el campo de batalla.

Estados Unidos, es el país que más se ha beneficiado económicamente, seguido de los otros imperialismos europeos. Se ha convertido en el principal  suministrador de Gas Natural Licuado a  Europa pues “Incrementará un 68% el envío de gas a la Unión Europea.”[16]  Además de las empresas petroleras, las industrias  más beneficiadas con esta confrontación bélica son las de armas, entre las que están las constructoras de bombarderos furtivos difíciles de detectar como la estadounidense Lockheed Martin, la industria naval que construye barcos de gran tonelaje para transportar gas licuado, como la surcoreana y otros proveedores de suministros bélicos.

De igual manera, la industria armamentista ha salido beneficiada. “Cuatro de las cinco empresas militares más grandes de Estados Unidos han ganado en conjunto 28,967 millones de dólares en valor de mercado en Wall Street desde el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania el pasado 24 de febrero…”[17], fabuloso negocio que Estados Unidos, el mayor exportador de armas del mundo, le rapiñó a Rusia, que era el principal proveedor del continente europeo.

El enfrentamiento militar atiza la crisis económica y las crisis políticas

Un manifestante sostiene una barra de pan durante una protesta en Túnez contra el presidente, Kais Said. La guerra en Ucrania agravó la crisis alimentaria. Foto de CHEDLY BEN IBRAHIM (GETTY)

Este enfrentamiento es el catalizador de las crisis económicas y políticas que venían en curso. La crisis económica en Europa, la alta inflación y escasez de gas por la guerra en Ucrania y varias crisis políticas en las alturas, como la de Inglaterra que llevó a la renuncia de la primera ministra tras solo 45 días en el cargo, dan paso al fortalecimiento de EEUU en detrimento de la UE y, además, están generando fisuras en el bloque imperialista “occidental”, entre la UE con Estados Unidos. Según medios de prensa:

El ministro de Economía de Alemania, Robert Habeck… se quejó de la «falta de solidaridad» de los «amigos» (en clara referencia a Estados Unidos) por la subida de los precios del gas. «Algunos países, incluso amigos, están consiguiendo precios astronómicos en algunos casos», se quejó.

Más directo se pronunció el diputado del parlamento europeo, Michael Bloss: «La congelación (de los suministros) de gas y la guerra estratégica de Rusia no deben debilitar a la UE. Como aliados, deberíamos apoyarnos mutuamente. Estados Unidos debería ofrecer un precio de Gas Natural Licuado (GNL) en base al nivel del año pasado», agregó Bloss. Y luego “fue el turno de su homólogo francés, Bruno Le Maire, quien consideró que la guerra en Ucrania no debe dar como resultado «una dominación económica de EEUU y un debilitamiento de la Unión Europea». «No podemos aceptar que nuestro socio estadounidense venda el GNL (gas natural licuado) cuatro veces más caro al que se lo vende a sus industrias», criticó durante la lectura del proyecto de ley de programación de finanzas públicas 2023-2027 en la Asamblea Nacional de París.[18]

Así, la unidad inicial ante este enfrentamiento militar, va dando paso a las discrepancias: “Mientras que el gobierno de Joe Biden tiene poco interés aparente en la diplomacia en esta etapa, Francia, Alemania e Italia todavía buscan el “diálogo” con Rusia. Macron lo mencionó en su discurso ante las Naciones Unidas, un diálogo juzgado necesario, dijo, porque “buscamos la paz”.

El sistema imperialista es el responsable de todas estas calamidades

Tanques: euronews – Foto de Thomson Reuters 2022

Se pone de presente que avanzan las fuerzas de destrucción con su amenazante componente nuclear, el militarismo, los gobiernos despóticos, mientras la rueda de las exorbitantes ganancias de los grandes pulpos empresariales y bancarios, sigue rodando. En simultánea, las dos fuerzas productivas fundamentales de la sociedad, y su parte creadora de riqueza, la clase trabajadora, así como la naturaleza, retroceden dramáticamente.

Como afirmara Lenin en su texto El Imperialismo fase superior del capitalismo: “las guerras inter imperialistas son absolutamente inevitables sobre la base económica de la propiedad privada de los medios de producción”. Son inherentes a los gobiernos imperialistas que están en lucha permanente por los mercados, las fuentes viejas y nuevas de materias primas y por nuevas zonas de influencia. En resumen, por la dominación del mundo por un puñado de trasnacionales de los países más poderosos, que con sus descomunales ejércitos y poder nuclear, amenazan la vida de todas las especies del planeta.

Revela la actualidad de lo afirmado en las Tesis de fundación de nuestra corriente política internacional: 

En su agonía, el capitalismo amenaza llevar junto con él la humanidad a la tumba. O, en el mejor de los casos, hundir a la gran mayoría de ella en un abismo sin fondo, de barbarie, miseria y degradación. Sin la menor exageración, y haciendo el más frío análisis del curso de los acontecimientos de este siglo, sólo es posible formular los más negros pronósticos, si la revolución socialista mundial no logra revertir este proceso.

Esta crisis no la va a solucionar ningún gobierno burgués ya sea de derecha o de extrema derecha. Tampoco, uno por “progresista” y “democrático” que se reclame, si se empeña en trabajar para mantener en pie este sistema dominado por los burgueses. No hay futuro con alguno de esos gobiernos, pues por diferentes que sean, todos se colocan al servicio de los intereses de un sistema económico y social dominado por las grandes transnacionales mundiales.  

Tutelados por el FMI, el BM o la OCDE, Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y China, buscarán la salida a la recesión económica mundial, por medio de brutales “planes de ajuste económico” o políticas de mayor explotación a la clase obrera mundial y opresión de los países pobres. Esa es la única forma en que este sistema supera sus crisis económicas.

Solo la movilización de los trabajadores en unidad con sus aliados del pueblo pobre, los obligará a retroceder en sus nefastos planes contra el nivel de vida de los más débiles.

Por eso, la solución depende completamente de la movilización masiva y combativa de la clase trabajadora del mundo, pues ningún gobierno burgués adoptará medidas a su favor o contra el saqueo y dominación del imperialismo mundial, a menos que se los obligue por la fuerza de la acción directa.

Las palabras de Lenin hoy cobran completa vigencia:

A la humanidad no le queda otro camino que pasar al socialismo, o bien sufrir durante años, e incluso durante decenios, la lucha armada de las «grandes» potencias por el mantenimiento artificial del capitalismo mediante las colonias, los monopolios, los privilegios y todo género de la opresión nacional.[19] 

Se cualifica la lucha de clases con la presencia obrera

Tras varias oleadas de movilizaciones e insurrecciones, nuevamente un “horizonte de puños levantados”, empieza a visualizarse. Esta vez con presencia de la clase obrera como uno de sus protagonistas centrales, marcando una perspectiva muy alentadora.

«El verano del descontento»: las crecientes huelgas y boicots en Reino Unido por la escalada imparable de los precios. BBC News Mundo. Getty Images.

Protagonistas de peso como los trabajadores de Europa, los más experimentados y de mayor tradición de lucha y organización del mundo, quienes están empezando a responder a la inflación y demás efectos de la guerra con la huelga y la acción directa. Así, lo atestiguan las recientes huelgas en Francia en las refinerías en Total Energies y Exxon Mobil y la huelga general de octubre pasado. Esa oleada de huelgas en Reino Unido, como la de los trabajadores del principal puerto de ese país continúan con las convocatorias a huelgas de varios sectores de trabajadores por un incremento salarial acorde con la inflación y mejora de las condiciones laborales, que amenazan con paralizar el país y calentar con la lucha de clases el crudo invierno. “Todos a una, las enfermeras, los paramédicos, los conductores de ambulancias, los trabajadores de correos, los empleados de ferrocarriles, los conductores de autobuses de Londres, los bomberos, los profesores y hasta los examinadores del carné de conducir amenazan con paralizar el país de aquí a Navidades, en un reflejo del creciente malestar social y económico”.[20]

En la misma senda, en Estados Unidos se ubica la histórica huelga de las enfermeras contra las condiciones laborales, organizada por el sindicato National Nurses United a la que se sumó la de 50.000 profesores universitarios en la Universidad de California y la amenaza de huelga en el decisivo sistema de ferrocarriles de transporte, que obligó a Biden a emitir un decreto para resolver sus demandas.

Movilizaciones en Perú contra la destitución del presidente Castillo. Foto- Jazmín Ceras-Rodrigo Talavera La República

Y, al cierre de este artículo, sectores de trabajadores mineros y de la población en Perú, quienes a pesar de la política de sus dirigentes en ciega capitulación al gobierno, exigen, con una combativa oleada de protestas y bloqueos a nivel nacional, la liberación del presidente Pedro Castillo, destituido por un parlamento dominado por la extrema derecha, que  aprovechando las vacilaciones, inconsecuencias y errores de Castillo, empeñado en conciliar los intereses de la clase trabajadora y las masas pobres con los de las élites capitalistas, pactó con ellas  antes que romper.

Huelgas y luchas en un contexto, donde presenciamos en Irán más de tres meses de un firme y multitudinario levantamiento femenino y juvenil, democrático-popular, al cual se incorporaron los asalariados petroleros, sumando la huelga y el combate por sus reivindicaciones económicas en masivas y continuas protestas callejeras contra la infame represión y asesinatos del régimen dictatorial.

Las oleadas anteriores de 2008 -insurrecciones conocidas como la “Primavera Árabe; varias huelgas generales en Grecia y España en Europa con, junto a la protesta “anti-neoliberal” de los Indignados.  Posteriormente, surgió la lucha de los “Chalecos Amarillos” en Francia en 2018 contra el alza de los combustibles, transformada en una gran movilización contra el gobierno de Macron y sin el control de las direcciones sindicales tradicionales y burocráticas (UGT-CGT). Oleada que se expresó en América Latina con el levantamiento de Ecuador (contra el alza de combustibles ordenada por el FMI), el proceso insurreccional en Chile en octubre de 2019, así como las multitudinarias protestas en Colombia ese año. Oleada que entró en una pausa por la pandemia.

Pasado el peor momento del confinamiento, la lucha de clases volvió con fuerza. Respuesta al manejo desastroso capitalista de la pandemia que profundizó la crisis social, el desempleo y la miseria, lo que detonó protestas callejeras y estallidos sociales. En Estados Unidos irrumpió el movimiento Black Lives Matter, en repudio al asesinato de George Floyd.  En Líbano e Irak las masas se lanzaron a las calles exigiendo solución a su insoportable situación de vida.

Y, en 2021 se dio el estallido social en Colombia. La más profunda y multitudinaria expresión de movilización popular en las calles en más de 40 años en ese país. Seguida por la multitudinaria movilización indígena y juvenil en Ecuador contra el alza de los combustibles del gobierno de Lasso, así como del significativo estallido en Cuba contra el autoritario régimen “comunista” (11 J), que fue duramente criminalizado y sofocado por éste. Luego se sucedieron los estallidos en Sri Lanka y Panamá.

La crisis de la dirección revolucionaria se agudiza

Ante la guerra de rapiña, las direcciones sindicales y políticas de Europa, con influencia entre los trabajadores y las masas se dividieron sobre cual “campo” militar burgués apoyar en este conflicto. Con esa política “campista” ante bandos reaccionarios, dividieron no sólo a sus seguidores sino al movimiento de masas. Algo explicable de parte de esas direcciones estalinistas y socialdemócratas que cargan en sus espaldas una larga historia de traiciones en defensa del statu quo.

La imagen que prueba cómo los gobiernos imperialistas lo consideran como el «gran estadista* de sus intereses.

Desgraciadamente, esta política de “campos” y no de clase, se trasladó al movimiento trotskista. En una lamentable división, muchas de sus organizaciones corrieron velozmente a colocarse a la cola de alguno de los bandos militares enfrentados, mientras otras minimizaban sus alcances mirando para otro lado. La mayoría del movimiento trotskista, se subió al carro militar de la Ucrania de Zelensky, Pretendiendo ocultar su capitulación, argumentan que es una “guerra justa” de “liberación nacional”, para ocultar que ese es el mismo bando militar y político de los EEUU y los imperialismos europeos representados por la OTAN como su brazo armado.

Quieren tapar el sol con un dedo, pues no explican por qué los imperialismos apoyan con armamento, asesores militares y enormes sumas de dinero “una causa justa de liberación nacional y antiimperialista”. ¿Acaso los imperialistas enloquecieron?

Dentro de este bloque de capituladores a los imperialismos de “occidente”, algunos llegaron a poner un signo igual entre Ucrania y la confrontación militar de Argentina contra los ingleses por Malvinas (LIT).  

Unos pocos, la minoría, amparados en la nefasta “lógica” según la cual “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” se encolumnaron detrás de Putin, justificando y apoyando su invasión de rapiña como legítima y progresiva. Todos siguieron la política “campista” de los estalinistas y oportunistas. Cambiaron la política obrera y de clase por la de los “campos” burgueses.

Por igual, descalificaron como “abstencionistas” y acusaron de “neutralismo estéril” a quienes definimos que no había ningún bando militar justo en esta guerra. Y, desde una postura de clase y revolucionaria, señalamos que los trabajadores ucranianos y rusos tenían que repudiarla y voltear sus armas contra sus respectivos gobiernos. Es decir, planteamos que antes de apoyar a algún gobierno burgués, era ocasión de aprovechar la crisis inter-imperialista para luchar por su derrota y labrar un camino de clase revolucionario e independiente.

Hoy, sus nefastos efectos sobre la clase trabajadora de Ucrania y Rusia, y los pueblos del mundo, son evidentes. Nos permiten ratificar esa caracterización y nuestro llamado a la oposición y lucha revolucionaria contra este nuevo episodio de rapiña y reparto militar entre potencias capitalistas.

Masivas movilizaciones en Reino Unido

Ni el triunfo de Estados Unidos o el de Rusia, así este último sea un imperialismo más débil en relación a los “occidentales”, finalizará este cruento conflicto bélico con un resultado favorable para clase obrera y las masas de Ucrania, de Europa o del mundo. Tampoco habrá algún resultado positivo de una engañosa negociación entre estos bandos depredadores, a la cual ya están apuntando ante el estancamiento militar.

Reafirmamos que solo una salida obrera, revolucionaria es la alternativa a esta catástrofe mundial. Eso señalará el camino para la construcción de una dirección obrera revolucionaria internacional que, con una postura desde los intereses de la clase trabajadora, direccione su lucha contra la guerra y por una revolución obrera y socialista. Esta es la única salida para eliminar las guerras inter-imperialistas y la amenaza latente de un conflicto nuclear, al mismo tiempo que suprimir definitivamente las penurias y calamidades de las masas trabajadoras y la perspectiva de barbarie para la humanidad con que los imperialistas hoy nos amenazan.

Así como la clase obrera rusa nos mostró un camino revolucionario ante la catastrófica Primera Guerra Mundial con la Revolución Rusa de 1917 que, gracias a una dirección obrera y revolucionaria consecuente de los bolcheviques bajo el liderazgo de Lenin y Trotsky, triunfaron y estremecieron los cimientos del sistema imperialista, abriendo el más colosal ascenso revolucionario mundial de la historia del siglo XX, hoy, está planteada la necesidad imperiosa para los trabajadores ucranianos y rusos de voltear sus armas contra sus respectivos gobiernos, al igual que para el proletariado estadounidense y europeo salir a la huelga, movilización y lucha directa con una política para derrotar esta carnicería y que dé base a la construcción de una organización internacional obrera y revolucionaria, para avanzar en la superación de la crisis dirección revolucionaria, derrotando la política de las direcciones tradicionales traidoras y conciliadoras. Esta es la única posibilidad de asegurar el triunfo sobre del imperialismo, causa de todas las calamidades que se ensañan con los trabajadores y la humanidad. Esta es una de las grandes enseñanzas de la revolución socialista rusa.

No se puede suprimir las guerras sin suprimir antes las clases, la oligarquía financiera y sin instaurar el socialismo obrero… Sigue la disyuntiva de hierro: ¡Socialismo o barbarie!

[1] Putin revela qué hace falta para que se reanuden las negociaciones de paz con Ucrania. Actualidad RT 27 octubre  2022.

[2] “Sin embargo, la escasez está impulsando los precios hasta niveles récord. El costo de los alimentos ha aumentado un 50 por ciento desde el comienzo de 2022. Está previsto que la subida de los precios del crudo —que ahora se sitúa en un 33 por ciento— alcance el 50 por ciento a finales de año. El costo del combustible para el transporte, una de las principales causas de la inflación en África en 2021, se ha incrementado todavía más desde el inicio de la guerra.

[3] La inseguridad alimentaria ya estaba aumentando antes del estallido de la guerra, con una cifra aproximada de 44 millones de personas al borde de la hambruna debido a la COVID-19, el cambio climático y los conflictos. En total, en 2022 hay unos 345 millones de personas de 82 países en una situación de inseguridad alimentaria aguda o de alto riesgo, unos 200 millones más que antes de la pandemia.

[4] https://www.fao.org/newsroom/detail/un-report-global-hunger-SOFI-2022-FAO/es

[5] DW. La guerra contamina: la huella de carbono militar y el conflicto de Ucrania.

[6] Mohamed El-Erian, presidente del Queens’ College, parte de la Universidad de Cambridge

[7] ‘Estamos en una situación frágil’: la fortaleza del dólar genera caos en los mercados emergentes. Joe Rennison y Isabella Simonetti. The New York Times. 10 de octubre de 2022.

[8] La Republica.

[9] El gasto militar mundial superó los 2 billones de dólares por primera vez el año pasado, alcanzando los 2.113.000 millones de dólares, un 0,7% más que en 2020, lo que supone un aumento por séptimo año consecutivo, según el influyente grupo de expertos en defensa.

[10] Alemania canalizará US$113.000 millones este año en un fondo para modernizar el ejército… Para 2024, el gobierno gastará al menos 2% del producto interno bruto cada año en defensa… Alemania anunció aumento masivo en gasto militar en su último cambio de política. 27 de febrero de 2022. La Republica.

[11] El Senado aprueba un presupuesto militar récord para 2022-2023. 21 junio 2022. https://www.wsws.org/es/articles/2022/06/21/mili-j21.html

[12] Las fuerzas euroescépticas suman un aliado en la tercera economía de la zona euro. Por primera vez, un país fundador del proyecto europeo estará gobernado por la ultraderecha. La victoria de los Hermanos de Italia, el partido comandado por Giorgia Meloni, abre el camino a la coalición tripartita junto a La Liga de Matteo Salvini y a la Forza Italia de Silvio Berlusconi. Los partidos de ultraderecha en Europa celebran el triunfo de Meloni en Italia. 26 de septiembre 2022.El Mundo.

[13] West’s Policy Toward Other Countries ‘Dirty, Bloody,’ Denies Nations Right to Sovereignty: Putin. Ilya Tsukanov. Sputnik international. 27, 10,2022.

[14] Como afirma Lenin en el Imperialismo fase superior del capitalismo.

[15]¡Esta no es nuestra guerra! ¡En defensa de la soberanía de ucrania y para derrotar la invasión: voltear las armas contra los gobiernos! [de Rusia, Ucrania, la UE y EEUU]”, 18 MARZO 2022.

[16] Estados Unidos se compromete a incrementar en 68% el envío de gas a la UE. 25,03,22. El País de España.

[17]Guerra Rusia –Ucrania impulsa la industria militar. Sebastián Díaz. 30 de mayo 2022. El Economista.

[18] Francia afirma que “la guerra no debe generar una dominación económica de EEUU” que debilite a la UE. 11-10-2022. apoliticaonline.com/espana/europa-es/la-guerra-no-debe-generar-una-dominacion-economica-de-ee-uu-y-un-debilitamiento-de-la-ue/

[19] Lenin.  El socialismo y la Guerra. https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/1915sogu.htm#parte3

[20] La «gran disrupción» de diciembre llega a Reino Unido con la convocatoria de siete huelgas. EL Mundo. Carlos Fresneda

 

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