Hugo Blanco en el Consejo Militar en Tacna
Adriana García 02 julio 2023 – Actualizado

El pasado 25 de junio, falleció Hugo Blanco Galdós, reconocido dirigente trotsquista del potente proceso revolucionario del campesinado quechua que,  iniciado en los Valles de La Convención y Lares en el departamento de Cusco, se organizó en la combativa “Federación Provincial de Campesinos de La Convención y Lares”. Este proceso se dio en un contexto regional en el que América Latina se conmovía con las réplicas del extraordinario triunfo de la Revolución Cubana de 1959, contra la dictadura de Batista, y devolvió la tierra a manos de quienes la trabajaban: los campesinos indígenas, liquidando el latifundio y el sistema de relaciones semi feudales existente en aquel momento en la sierra peruana.

Hoy, independientemente de su retiro de las filas de la corriente trotskista internacional que dirigió Nahuel Moreno y de las diferencias políticas que motivaron ese distanciamiento, así como del curso posterior de sus actividades, hacemos un reconocimiento póstumo a quien no claudicó ante la burguesía y el imperialismo, a pesar de que fue perseguido, encarcelado, sentenciado a muerte y exiliado. Todo por atreverse a liderar el masivo y aguerrido movimiento campesino indígena peruano, que se alzó en armas para reclamar sus derechos. Por combatir por la causa obrera y socialista. Por luchar para liquidar la explotación del hombre por el hombre y, no  por  meras reformas al sistema. Las diferencias políticas, programáticas e ideológicas que lo llevaron a separarse de nosotros, no cambian en nada su glorioso pasado.  

Al resaltar el rol fundamental que jugó en la lucha del pueblo trabajador peruano, particularmente, en la sublevación campesina de los años 60, obligadamente, tenemos que destacar que ese extraordinario proceso fue el resultado de una combinación de varios factores. En primer lugar, la arrolladora fuerza revolucionaria del ascenso en la lucha de las masas campesinas, protagonistas de esa revolución agraria, que él lideró.  En segundo lugar, las características particulares de Blanco: originario de la región, quechua hablante y aguerrido luchador formado con los criterios de clase y métodos combativos, adoptó las orientaciones políticas de la incipiente corriente trotsquista internacional forjada por Nahuel Moreno,  le permitieron identificarse y fundirse con las aspiraciones del campesinado indígena. Hugo Blanco colocó todas sus energías y capacidades al servicio de esa insurrección. Por su parte, la organización destinó, recursos y militantes a respaldar el proceso.

A inicios de este año, volvimos a ver una expresión de esa valentía y combatividad de las masas campesinas y populares del Perú, en el proceso de movilización contra el usurpador y pro imperialista gobierno de Dina Boluarte. No retrocedieron ante los asesinatos y brutal represión del régimen racista, explotador y oligárquico imperante.  A su vez, vimos la notoria ausencia de una dirección política revolucionaria y consecuente, como la que representó Hugo Blanco en los 60s. También la ausencia de una organización internacional revolucionaria, que acompañara el proceso con una política de clase acorde a la necesidad del triunfo.  A cambio, los dirigentes del proceso -estalinistas del PC, senderistas y oportunistas- con su estrecha política reformista limitada al regateo electoral, se encargaron de dejar desangrar el proceso, para conducirlo a la frustración y a un callejón sin salida.

Hugo Blanco, el gran líder trotskista de masas

Fuente: Foto archivo de Gilberto Hume

Hugo Blanco fue un gran dirigente revolucionario. Se hizo campesino, sin ser de origen campesino, porque su pasión, su energía, sus conocimientos, su vida, la puso plenamente a disposición de la causa de la revolución socialista y entregó toda su voluntad revolucionaria al proceso de sublevación de los campesinos indígenas por la conquista de la tierra. Su lucha fue una entrega a una de las grandes tareas democráticas e históricas, de los países latinoamericanos, y en particular de Perú, en el proceso de la revolución socialista.

De ahí que el escritor uruguayo Eduardo Galeano le dedicara el siguiente relato:

Hugo Blanco, nació dos veces
En el Cusco, en 1934, Hugo Blanco nació por primera vez.
Llegó a un país, Perú, partido en dos.
Él nació en el medio.
Era blanco, pero se crio en un pueblo, Huanoquite, donde hablaban quechua sus compañeros de juegos y andanzas, y fue a la escuela en el Cusco, donde los indios no podían caminar por las veredas, reservadas a la gente decente.
Hugo nació por segunda vez cuando tenía diez años de edad. En la escuela recibió noticias de su pueblo, y se enteró de que don Bartolomé Paz había marcado a un peón indio con hierro candente. Este dueño de tierras y gentes había marcado a fuego sus iniciales, BP, en el culo del peón, llamado Francisco Zamata, porque no había cuidado bien las vacas de su propiedad.
No era tan anormal el hecho, pero eso marcó a Hugo para siempre.
Y con el paso de los años, se fue haciendo indio este hombre que no era, y organizó los sindicatos campesinos y pagó con palos y torturas y cárcel y acoso y exilio su desgracia elegida. (subrayado nuestro)
En una de sus catorce huelgas de hambre, cuando ya no aguantaba más, el gobierno, conmovido, le envió de regalo un ataúd

Desde muy joven se ligó a una corriente revolucionaria que puso su norte en la clase obrera y en el método de la lucha revolucionaria de masas.  Organización que nunca guio su actividad por el sindicalerismo reformista, la pelea por los puestos y los votos en la rapiña electorera y, en general, las posturas liberal-reformista como rasgos característicos de la “izquierda” contemporánea, en su retroceso y decadencia, completamente adaptada al establecimiento capitalista y la conciliación de clases.

Luchó bajo las banderas del marxismo revolucionario y el leninismo, representadas en la corriente internacional trotsquista morenista, que supo interpretar el carácter de la revolución peruana y las necesidades más sentidas del campesinado: la eliminación del trabajo obligatorio y gratuito para los hacendados,  la posesión de la tierra para quien la trabaja y el derecho al voto, en el momento en que la ley electoral estipulaba que solo los alfabetos tenían derecho a votar, por lo cual la mayoría de la población de la sierra peruana quedaba excluida. 

“Hacia 1962 el 60% de la población peruana todavía estaba formado por seis millones de campesinos y comuneros indígenas. En la otra punta de la pirámide social, quinientas personas representaban la oligarquía peruana, formada por grandes terratenientes y empresarios. Hacia comienzos de los años sesenta, en el Perú la tasa bruta de mortalidad superaba el 12%; la esperanza de vida apenas alcanzaba los 46 años; el analfabetismo afectaba a casi el 50% de la población peruana, pero llegaba al 80% en el sector rural del Cuzco.”[1]

Blanco inició su militancia política en el partido trotsquista argentino, Palabra Obrera, cuando era estudiante universitario. Como muchos militantes en ese período, abandonó sus estudios universitarios para trabajar como obrero en una fábrica empacadora de carne en Argentina y vincularse directamente a la clase obrera. Posteriormente, a petición de la organización, se trasladó a Lima y luego a Cusco.

Como relata Hugo en su libro ¡Tierra o Muerte! ¡Venceremos!:

“…teniendo en cuenta la gran combatividad que estaba desplegando el pueblo cuzqueño, (que rebasando a sus direcciones se apoderó casi completamente de la ciudad en abril del 58) y otros factores, el partido dispuso que me trasladara a esa ciudad

Era el más indicado para servir a las necesidades del ascenso revolucionario de las masas campesinas de la sierra, por ser natural de esa región, hablar quechua, por su carisma, vehemencia y su firme compromiso con la causa de los oprimidos y de la revolución socialista.

En 1961, la corriente internacional,  el Secretariado Latinoamericano del Trotskismo Ortodoxo (SLATO), definió que “la vanguardia de la revolución son las masas campesinas, su motor la ocupación de tierras…”. En consecuencia, resolvió volcarse a la revolución peruana, y destinar todos sus recursos, empezando por los del partido argentino Palabra Obrera, al servicio de la sublevación. A partir de  ese momento, la corriente internacional y el Partido Obrero Revolucionario  (POR) peruano, enviaron a cuadros de la organización a militar a Cusco y al interior del movimiento campesino. El partido argentino reunió aportes y muchos militantes remataron sus bienes personales para apoyar la lucha.

A su vez, los campesinos vieron reflejadas sus expectativas, ilusiones y necesidades en el joven revolucionario cusqueño y en el programa que levantaba y lo convirtieron en su líder.

Blanco Galdós entró a trabajar como “allegado” en una hacienda de Chaupimayo. Los allegados eran campesinos a quienes les daban parcelas pequeñas con la obligación de trabajar varios días gratis para el patrón. Desde su condición de campesino, impulsó la construcción de nuevos sindicatos para organizar la lucha de manera democrática, de modo que todas las decisiones se discutieran y votaran en las asambleas de las bases. Funcionamiento totalmente contrapuesto al totalitarismo de las organizaciones dirigidas por el Partido Comunista peruano (estalinista), de gran influencia en la región.

Fue uno de los fundadores de la Federación de Campesinos del Cuzco y su secretario general.  También, estuvo como delegado de su propio sindicato, el de Chaupimayo,  ante la Confederación de Campesinos del Perú. Impulsó y ayudó a organizar a los campesinos en sindicatos. A lo largo de la lucha siempre habló quechua, lo que le permitió compenetrarse más con las bases en su lucha.

El Sindicato de Campesinos de Chaupimayo, se convirtió en “el baluarte de las posiciones revolucionarias frente a la burocracia que dirigía la FTC y sus seguidores”[2]. Así lo describe Hugo Blanco:

“(…) a causa de los atropellos del gamonal, de la represión y de la vanguardia trotskista, Chaupimayo se radicalizó en tal forma que casi la totalidad de sus miembros eran militantes sindicales revolucionarios bien disciplinados. Inclusive los miembros de base de este sindicato, desempeñaban el papel de organizadores y dirigentes en otras.[3]

Hugo Blanco se  hizo líder del movimiento campesino indígena venciendo también, la campaña del estalinismo que, con el método de calumnia típico de esta corriente, lo acusó de ser “agente de la CIA” y otras maniobras sucias, para impedir su liderazgo y que la política del trotskismo tuviera eco al interior del movimiento campesino. Además, de enfrentar la persecución y represión del régimen, en el Cusco se dio otro enfrentamiento entre la política revolucionaria del trotskismo y la reformista, de colaboración con los gamonales orientada por el Partido Comunista.

Hugo Blanco preso es traslado a Tacna por el riesgo de juzgarlo en Cusco.

En 1960 fue encarcelado, pero la movilización campesina logró su libertad tras dos meses de prisión, al obligar a la burocracia sindical de la FTC a exigirla  con un paro. Tres años más tarde, en 1963, fue apresado en una emboscada en el Cusco, juzgado y sentenciado a muerte.

Gracias a la intensa campaña mundial contra la sentencia a muerte, organizada por nuestra organización internacional, se logró salvar su vida. El Tribunal Supremo de Justicia Militar, detuvo su mano asesina y cambió su veredicto por 25 años de prisión en la isla penal El Fronton.

La campaña mostró la poderosa fuerza de la solidaridad internacional. Importantes personalidades políticas, sindicales, maestros, campesinos, artistas e intelectuales de varios países adhirieron a ésta, como Isaac Deutscher, Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Bertrand Russel y 400 intelectuales más de los Estados Unidos. El diario frances «Le Monde» publico un editorial en defensa de su vida, el cual terminaba así: «La vida de Hugo Blanco, un hombre no violento empujado a la violencia por la represión, esta en peligro…»[4]

Estando en prisión el gobierno de Belaúnde Terry le propuso amnistiarlo, a cambio de trabajar para su gobierno. La respuesta de Blanco fue un contundente ¡NO!

Yo pasé siete años en El Frontón, y vino una representante del gobierno de Belaúnde a proponerme que trabajara para la reforma, yo tenía que trabajar para los burgueses, así que definitivamente dije: no, no acepté. No podía trabajar para un gobierno que dispara y atenta contra mi pueblo.

En 1971, fue amnistiado, junto con otros presos políticos por el gobierno militar del general Velasco Alvarado y posteriormente, deportado. “Tuve suerte, había dos dirigentes presos por política, ellos aceptaron la propuesta, y para poder sacarnos a todos tuvieron que crear una amnistía general, así nos deportaron”. [5]

Hugo blanco llevado en hombros al ingreso a la Asamblea Nacional Constituyente

En 1978, los trabajadores y las masas peruanas dieron al traste con la  dictadura de Morales Bermúdez, quien se vio obligado a convocar una Asamblea Constituyente.

Hugo Blanco regresó victorioso al Perú, tras lograr la más alta votación obtenida por la izquierda, pues fue respaldado masivamente por el pueblo trabajador peruano  como candidato en la lista del Frente Obrero Campesino, Estudiantil y Popular-FOCEP. 

¡Tierra o Muerte! ¡Venceremos!

“Los abuelos trabajaban sin pago; a los peones los agarraban con látigo”[6]

El grito de ¡Tierra o Muerte! ¡Venceremos! que en los años 60 resonó en los valles de La Convención y Lares y en toda la sierra peruana, simbolizaba la lucha de decenas de miles de campesinos indígenas por la recuperacion de sus tierras,  quienes con mítines, paros de 24 y 48 horas, huelgas, marchas masivas, liberación de presos en forma directa por las masas, se rebelaban contra años y años de trabajo forzado y gratuito para los hacendados, contra el maltrato brutal por parte de los gamonales, la exclusión, el racismo y la opresión.  Se sublevaban contra la burguesía, sus gobiernos y su régimen racista y opresivo, parte del sistema de dominación capitalista imperialista.

En 1962, las masivas y aguerridas invasiones en Chaupimayo, La Convención y Lares, fueron la vanguardia en la ejecución de la revolución agraria, decretada por la Federación Departamental de Campesinos de Cuzco, FDCC, por decisión democrática de las bases[7], bajo la consigna TIERRA SI, PAGO NO”.

Al respecto Hugo Blanco declaró:

“En la convención nuestra posición activa militante es clara: “¡No pagar ni un centavo al enemigo! La tierra es nuestra, la hemos conquistado con nuestra lucha, con la sangre de nuestros mártires, con las torturas y prisiones sufridas por nuestros dirigentes![8]

Pero, dejemos que sea el propio Hugo quien describa lo sucedido:

En Chaupimayo nos convertimos en dueños de la tierra: -Las parcelas cultivadas por los campesinos para sí, y por cuyo arrendamiento estaban obligados a trabajar gratis para el patrón, quedaron como propiedad de los campesinos. -Los cultivos y las casas del hacendado pasaron a ser propiedad colectiva del sindicato. –Se inició el reparto de la tierra incultivada a todo el que quisiera cultivarla.Estas medidas fueron formalizadas a través de la Ley de Reforma Agraria que emitió la Federación Departamental de Campesinos de Cusco.[9]

…En esa zona se escuchó el crujir de las cadenas que se rompen.

El aire se hizo puro, colectivo, respirable.

El agua, la tierra, las plantas adquirieron su verdadera dimensión, un significado profundo de complemento del hombre. 

Historia de la lucha

Hugo Blanco como dirigente indiscutido de los campesinos indígenas, junto con la organización trotskista,fue la dirección política que encauzó ese torrente revolucionario para ejecutar la tarea que las masas rurales se habían propuesto: recuperar sus tierras. Y, dirigió ese caudal hacia la ejecución de la revolución agraria como parte de la revolución socialista, con un método democrático.

Hugo Blanco se fundió con la grandiosa rebelión de las masas campesinas y a través de él y de los demás militantes de la organización, el trotskismo morenista incidió en la lucha combativa del campesinado por medio del Programa de Transición marxista – trotskista, que Hugo supo transmitir con pasión revolucionaria bajo los lemas: ¡TIERRA O MUERTE!  ¡VENCEREMOS! ¡TIERRA SÍ, PAGO NO! ¡EL PATRON YA NO COMERÁ DE TU MISERIA!

El partido, con todas sus deficiencias y errores fue, a través de sus representantes, el elemento de conciencia política del significado de la fuerza y furia de la rebelión del campesinado quechua. Así, Hugo y el trotskismo se hicieron parte de la historia de la lucha de clases peruana contra el latifundio y el gamonalismo y de la lucha para que los indígenas adquirieran su ciudadanía, le guste o no a la burguesía y a sus militares que, en el 2020 intentaron censurar el documental: Hugo Blanco, Rio profundo.

El partido trotskista de ese momento, incansablemente, enseñó a las masas que solo pueden confiar en sus propias fuerzas, en la unidad combativa de los trabajadores y campesinos. Que no hay lideres supremos, ni leyes burguesas, ni parlamentos o presidentes que solucionen sus necesidades. Solo el empuje combativo de masas organizadas democráticamente, puede conquistar sus derechos. Ningún líder o grupo puede sustituirlas. Tambien, enseñó que podian organizarse al margen del Estado y que podían salir analfabetismo. Asi, con el aporte de los campesinos y la solidaridad del pueblo trabajador se construyeron escuelas, puestos de asistencia médica:

Desde hacia tres años el campesinado de Cahupimayo pedía la creacion de una escuela y una posta médica. No fueron escuchados, por lo cual gracias a la iniciativa de Hugo Blanco,  miembro del sindicato de Trabajadores Campesinos y con su direccion, a costa del sudor y sacrificios, han conseguido construir una Escuela Rural Mixta, pagando tambien con cuotas voluntarias y dineros obtenidos en diversas actividades, a una directora y una Maestra Auxiliar. De igual modo se ha construído una posta sanitaria del Sindicato en la cual se atiende gratuitamente a todos los campesinos.[10]

Algo que Hugo Blanco tuvo el mérito de señalar categóricamente:

Conociendo esta historia afirmamos que la Reforma Agraria no la debemos a ningún individuo ni partido, tenemos que agradecer por ella al largo proceso de organización y lucha de miles de campesinos convencianos y a los campesinos del resto del Perú, que lucharon sacrificando muchas vidas. La Historia la hacen los pueblos no las personalidades ni las leyes que sacan los gobiernos.

La Reforma Agraria de Velasco Alvarado

La reforma agraria decretada por el general Velasco Alvarado, se la impuso el campesinado con su lucha combativa. El gobierno y la burguesía se vieron obligados a tomar esta medida reformista, para contener y evitar que la explosión social se extendiera y quebrara el sistema capitalista, dado el contexto de ascenso de la lucha obrera y campesina en la región y en el continente, impulsado por el triunfo de la revolución cubana, el acontecimiento más importante del siglo XX en América Latina. Por supuesto, la burguesía, con la ayuda del reformismo han tratado de mostrar que fue el gobierno de Velasco Alvarado quien la concedió, para no reconocer que fue un fruto de la lucha. En palabras de Hugo Blanco:

 Ante estos procesos que amenazaban por remecer al sistema y desbordar, el general Velasco intentó buscar una salida que no amenazase la raíz del problema de la tierra, histórico problema en el continente americano desde la invasión y conquista. Es así que él dio inicio a un proceso de reforma agraria o sea de redistribución de la tierra, pero conciliando con los hacendados.

Por tanto, Velasco defendía los intereses del sistema capitalista que deseaba deshacerse de los vestigios feudales para dar paso a un sistema de explotación de la tierra más acorde con el capitalismo. Mientras que yo obedecía órdenes de las organizaciones campesinas quienes deseaban que la tierra fuese no solo trabajada sino además organizada de acuerdo a los criterios propios, probablemente inspirados en formas históricas de organización de la agricultura.[10]

Es más que reveladora la similitud de esta denuncia con las políticas agrarias impulsadas hoy en día por el reformismo, “para dar paso a un sistema de explotación de la tierra más acorde con el capitalismo”, como la del actual gobierno en Colombia.

Es notoria la diferencia abismal entre aquella política del trotskismo para conquistar la tierra para el campesinado por medio de la movilización y lucha de masas, con la actual caricatura de reforma agraria que impulsan en Colombia el gobierno de Gustavo Petro y las organizaciones de la izquierda procapitalista, que conforman el Pacto Histórico. Quienes promueven la compra de tierras, no para reivindicar al campesinado excluido y sin tierra, sino para desarrollar los negocios de los capitalistas en el campo y pagándolas a los latifundistas al precio del mercado. En un pacto con los ganaderos y terratenientes, se proponen convertir a los campesinos en mano de obra barata. Política que se expresa incluso en haber nombrado a Lafaurie, un prominente dirigente de la burguesía terrateniente, acusado de complicidad con los paramilitares, como asesor o ministro sin cartera del gobierno.

Defensa armada vs. el «foquismo guerrillero»

En contraposición a la concepción del “foco guerrillero” aislado de las masas, promovido por el Che Guevara y el castrismo, así como también en contravía de la política conciliadora del estalinismo, los delegados del movimiento campesino quechua agrupados en la Federación de Trabajadores de la Convención, aprobaron democráticamente conformar las “Brigadas Sindicales de Defensa”, para protegerse de los ataques armados de los hacendados, quienes, además contaban a su servicio con las fuerzas policiales y militares del régimen.

Nahuel Moreno en polémica con algunos compañeros trotskistas que se inclinaban por el “foco guerrillero”, expuso con absoluta claridad la política revolucionaria del trotskismo:

Nahuel Moreno

“Existen compañeros que creen que el problema insurreccional es un mero problema técnico: preparar un grupo de cincuenta, cien o quinientos guerrilleros. Se trataría para ello de liberar una zona lo más rápidamente posible para desarrollar una fuerza revolucionaria. El movimiento de masas tiene menos importancia, en esa perspectiva, que el factor geográfico o técnico (hombres preparados y armamentos). Por eso las diferencias entre esos compañeros radican en la cantidad, tipo de instrucción o armamento requerido. Discrepamos completamente con esta perspectiva. Estamos en contra de la organización de grupos guerrilleros en Perú. Creemos que hay que desarrollar, en oposición a los grupos guerrilleros, las milicias armadas campesinas y partidarias (o del frente único revolucionario). La diferencia entre éstos últimos y aquellos es sencilla: el guerrillero se aísla, se prepara independientemente de la lucha de clases; las milicias en cambio son parte de la vida sindical y política, no la abandonan ni por un minuto (…) nosotros estamos a favor, por ejemplo, de que todo sindicato tome tierras y las defienda, o que en el Valle de La Convención ya impongan su autoridad los campesinos, con sus milicias, dirigidos por la federación: pero estamos en contra de que se llame ‘zona liberada’ o se constituya allí un gobierno o ejército de liberación (…) la lucha abierta se trasforma así en un medio de las ocupaciones de tierra y del poder dual. ¡Lucha y organización armada para defender la toma de tierras por el campesino, sí! ¡Como objetivo en sí mismo, no!”[11]

Proceso completamente opuesto a las guerrillas populistas de América Latina que asumieron la concepción y práctica elitista, del «foco guerrillero», alejadas de los procesos reales de movilización de las masas; con un nefasto programa y política de conciliación y colaboración de clases, como el M19, las ex Farc o el Ejército de Liberación Nacional, ELN, en Colombia. Esta fue una de las razones para que el Che Guevara se negara a respaldar las milicias de defensa armada campesina en la sierra peruana, a pesar de habérselo planteado. Con este objetivo, “Nahuel Moreno se entrevista en Punta del Este (Uruguay) con el Che, pero no encuentra receptividad. Después viaja a Perú”.[12]

Estas Milicias Sindicales de Defensa, fueron organizadas por el mismo movimiento con un funcionamiento democrático. Sometidas y respetuosas de las decisiones democráticas de las masas. Con un programa de total independencia política frente a los gobiernos, del régimen y del imperialismo. Planteamiento político y de funcionamiento, completamente contrario al “foquismo” en el que un grupo de valientes decide agarrar las armas para liberar al país y reemplazar a las masas.

Al respecto Hugo Blanco dice:

«Quisiera aclararles que no fui “guerrillero castrista” ni “terrorista”. El proceso colectivo del cual fui parte, fue una reacción frente a los abusos y explotación al campesinado de La Convención y el servilismo policial ante los latifundistas de tipo feudal, quienes hacían abuso de poder y violentaban a los campesinos. Es entonces la asamblea de delegados del campesinado indígena de la provincia de La Convención, departamento del Cusco, quienes decidieron organizar la autodefensa armada, y fue en esa asamblea que se me designó en forma democrática para dirigir dicha autodefensa».

Posiciones políticas que desmienten contundentemente las declaraciones en las redes sociales a raíz de su muerte, tildándolo de “terruco”. Calumnian y destilan odio, para, desde el anonimato de Twitter y demás redes, contribuir con el sistema explotador, racista y opresor peruano. Estos personajes reaccionarios cumplen su cometido, para poder seguir comiendo de las migajas que caen de la mesa del patrón.

Las lecciones de la revolución agraria en el Perú, no sólo están vigentes sino que son una necesidad. Para las nuevas generaciones que empiezan a salir a la lucha en Latinoamérica y en Europa, éstas pueden constituir un faro en el océano de confusión y reformismo que esparcen los medios de prensa y las redes sociales, al servicio de intereses creados, tanto de los gobiernos de los imperialismos como de las semicolonias. Y lo más nefasto, la izquierda reformista,  los oportunistas y liberales que canalizan las reivindicaciones levantadas por  la población hacia opciones electorales  de  la “izquierda procapitalista”. Lo hacen para poder ahogar los justos reclamos y aplazar las soluciones de las masas laboriosas.  


[1] El primer debate en el trotskismo latinoamericano sobre la lucha armada. Polémica con el putschismo, entre Nahuel Moreno y Daniel “Che” Pereyra en Perú entre 1961 y 1963. por Sabrina Cordal* Recibido: 30/03/2016 – Aprobado: 30/05/2016. UBA

[2] Ídem.

[3] Ídem.

[4] Ídem. Pagina XV. Introducción.

[5] ¡Tierra o Muerte! ¡Venceremos! Hugo Blanco. Siglo XXI Editores, pag.54.

[6] Faustina Meza Huincho (78 años) Huancavelica / De la hacienda Yanaututo – Lircay https://landportal.org/node/85598

[7] “Ley de Reforma Agraria decretada y ejecutada por el movimiento campesino de la Convención en 1962: 1. Que la tierra pase a manos del campesino sin pago alguno. 2. Que los organismos ejecutores sean comités de Reforma Agraria elegidos por las organizaciones campesinas en forma democrática”. Ídem. Pág. 130.

[8] Ídem. Hugo Blanco

[10] El Comercio. Cuzco, 24 de septiembre de 1962.

[10] Perú – Hugo Blanco: “No fui ‘guerrillero castrista’ ni terrorista”. [Entrevista – Manifiesto de Apoyo]. https://correspondenciadeprensa.com/?p=12453

[11] Ídem. Carta de Moreno a Pereyra del 5 de enero de 1962 en Moreno, N. (2015): Perú: dos estrategias. La rebelión campesina encabezada por Hugo Blanco y la polémica con el putchismo (1961-1963). Op. Cit.

[12] Nahuel Moreno, Un marxista al servicio de la clase obrera y la Internacional. https://issuu.com/nataliagranato/docs/una_historia_con_ra_ces_y_futuro_-_

2 COMENTARIOS

    • Hola. Muchas gracias por su comentario compañero Ancizar.

      Importante la divulgación amplia de la «semblanza» pues Hugo Blannco ha sido invisibilizado por sus enemigos.
      Y quienes han escrito a raiz de su muerte, en su mayoría, han hecho reivindicaciones ante todo históricas y centradas en el «individuo».

      Un saludo fraternal,
      OMI

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