Los revoltosos y petroleuses disparando edificios públicos en París durante la Comuna de París, 1871 (1906). Artista: Desconocido.

H. Klement       31-03-2021   

Entre el 17 y el 18 de marzo en el París de 1871, los obreros protagonizan una insurrección, que por primera vez en la historia llevó a la clase obrera al poder y que aportaría lecciones decisivas para futuras luchas y revoluciones, como la rusa de 1917.

La clase obrera de la ciudad, que ya en ese entonces  laboraba en  grandes concentraciones industriales, con alrededor de 70.000 en los astilleros, así como en la fábrica de armas del Louvre y de locomotoras en la Govin, junto con las obreras de la industria textil  que llegaban a 62.000, fueron los protagonistas de la gran insurrección obrera en Paris contra el gobierno y su ejército, obligándolos a huir a Versalles.

Con una contundente decisión revolucionaria, decretan la disolución del ejército regular y organizan el armamento del pueblo, ocupan varios puntos neurálgicos de la ciudad y se apoderan de la sede del gobierno (el Hotel de Ville), lo que provoca  la huida del  gobierno burgués de la capital, que se refugia en la vecina Versalles.

¿Qué había sucedido? Los obreros conformaron un gobierno en beneficio de las grandes mayorías de trabajadores y pobres de la ciudad. Gobierno apoyado en la movilización y acción de multitud de comités y organismos propios, en cada distrito y barrio, que discutían en asambleas democráticamente  para  definir el qué hacer y nombrar delegados y responsables de las tareas de gobierno.

Arrebataron el control de la sociedad, a quienes por toda una vida la tuvieron en sus manos: los representantes políticos de los banqueros, usureros, industriales, comerciantes y terratenientes. Así, instauraron un gobierno de los trabajadores y sus aliados del pueblo pobre: “El primer gobierno obrero de la historia”[1]

Con La Comuna, los obreros mostraron a la humanidad que otra sociedad era y es posible. Una sociedad gobernada por los representantes de los productores directos de la riqueza (mujeres y hombres de la clase obrera y el pueblo trabajador en general) y no dirigida por funcionarios al servicio de los intereses de los banqueros, financistas, comerciantes, industriales y de todos los parásitos que, hasta el día de hoy, viven y se enriquecen gracias al trabajo ajeno.

El gobierno de La Comuna entre las muchas medidas y resoluciones que tomó, reorganizó completamente la educación abriendo todas las instituciones de enseñanza de manera gratuita para el pueblo. Dio un vuelco total a la salud pública, separó el Estado de la Iglesia y confiscó las enormes riquezas del clero, eliminó las deudas del pueblo pobre con los usureros y banqueros y, algo decisivo, suprimió el ejército permanente y definió funciones muy diferentes a la policía.

Como señaló Marx, “convirtió en realidad el tópico de lograr ‘un gobierno barato´, al destruir las dos grandes fuentes de gastos: el ejército permanente y la burocracia del Estado”, mientras que la policía “…fue despojada de sus atributos políticos y convertida en instrumento de la Comuna, responsable ante ella y revocable en todo momento…”[2].

Los Comuneros se unieron como clase obrera, más allá de su nacionalidad o etnia. Aceptaron la participación de obreros alemanes, rusos, polacos y de otros países, nombrando en el gobierno a algunos dirigentes obreros no franceses.

Actualmente, para muchos jóvenes y trabajadores profundamente afectados por el confinamiento y la pandemia, el desempleo y la miseria que se expande como otro letal virus y críticos ante esta realidad, conmemorar este acontecimiento, conocer sus lecciones y lo que aportó a la lucha social, les puede sonar algo añejo o inútil. Peor aún, opinar que no hay nada que aprender de la experiencia de La Comuna o algún otro gran acontecimiento del pasado.

Tal actitud, guardadas las diferencias, equivaldría a ignorar acontecimientos de inmensa magnitud y el gran impulso que significaron para la humanidad. Tales como el descubrimiento de la naturaleza y función del ADN o el conocimiento de nuestra galaxia y el cosmos, la invención de la penicilina o la electricidad, entre otros  grandes avances que sentaron las bases para los posteriores y vertiginosos desarrollos científicos y tecnológicos actuales. Voluntaria o involuntariamente, significaría menospreciar o ignorar el tremendo impacto e impulso que trascendentales eventos del pasado y sus lecciones nos han legado, para la dura tarea de labrarnos un futuro mejor.

Con estas reflexiones buscamos atraer las miradas sobre La Comuna, de quienes en diversas latitudes, a su manera, luchan por cambiar la sociedad, dado que compartimos su inconformidad e indignación. Dialogar con quienes están asqueados con la corrupción e impunidad reinante, indignados con la violencia policial, el racismo, la discriminación a las minorías o los inmigrantes, los feminicidios, los asesinatos de activistas sociales, el constante abuso de los gobiernos, la injusticia social, la destrucción de la naturaleza y el planeta, la falta de oportunidades, el desempleo, los bajos salarios y la explotación del trabajo ajeno.

Y con quienes, por supuesto, compartimos la convicción de que se necesita un cambio, no solo de algún gobierno o funcionario corrupto, sino un cambio profundo del estado de las cosas y de esta sociedad.

Para nosotros, eso no solo es posible sino urgente. Se necesita  un “mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”, como señaló La Comuna y diría Rosa Luxemburgo, esa gran revolucionaria asesinada por el gobierno Alemán.

Para quienes están dispuestos a luchar contra los peores síntomas de esta sociedad enferma y, más aún, para quienes se reclaman de izquierda, consideramos crucial el conocimiento y estudio de la experiencia de La Comuna.

Igualmente de su heredera, la Revolución en Rusia de 1917, que tuvo como referente  y recogió las lecciones de los comuneros, y bajo el liderazgo del partido bolchevique con Lenin y Trotsky como sus dirigentes, en sus años iniciales llevó a la práctica las principales enseñanzas de La Comuna. Recogieron y superaron todo lo aprendido por Marx, Engels y los marxistas de la época, sobre este formidable acontecimiento histórico y las enseñanzas que dejó para las futuras generaciones, pues como afirmó Lenin en su escrito: “La Comuna enseñó al proletariado europeo a plantear de forma concreta las tareas de la revolución socialista[3].

La rusa y demás revoluciones, superaron a La Comuna para bienestar y beneficio de un tercio de la humanidad. Y a pesar de sus limitaciones,  pues no llegaron al socialismo, sino sólo a insinuar una posible transición, si permitieron mostrar al mundo que es viable una sociedad que no esté dominada y gobernada por los representantes de los dueños de los grandes pulpos financieros, los banqueros, los terratenientes y los magnates del capital y su sed de ganancia.

Todo esto, antes de que la traición interna y la degeneración que significó la labor reaccionaria de la burocracia estalinista gobernante en la URSS y demás países conocidos como “socialistas” actuando, como correa de trasmisión de las trasnacionales y gobiernos del capitalismo imperialista, destruyera esas inmensas conquistas y se restaurara el capitalismo en esos países.

A partir de esta gran experiencia llevada a efecto por el proletariado de Paris   -así como las posteriores revoluciones obreras- y con una mirada crítica hacia los errores, limitaciones, traspiés y retrocesos del pasado, queremos  aportar al dialogo crítico con quienes hoy se indignan con el estado de cosas en que vivimos y quienes quieren cambiar esta sociedad por otra, en particular con quienes lo llevan a la práctica siendo protagonistas de movilizaciones, levantamientos y protestas.

Por ello de nuestra parte, otorgamos toda la importancia a conmemorar lo que representó La Comuna de Paris. Proceso, que a pesar de ser aplastado y ahogado en sangre por los voceros de la reacción francesa en alianza con el ejército de Prusia (Alemania), permitió a la humanidad avizorar una sociedad muy diferente, como posibilidad real. Una sociedad sin las lacras y decadencia a que los trabajadores, los jóvenes, las minorías y, en general, quienes estamos en los escalones más bajos de la sociedad actual, nos vemos sometidos día tras día. Sociedad cuya validez científica y práctica, sigue mostrándose como algo completamente real y posible.

Para contribuir a ello, queremos colocar al juicio de los lectores directamente dos textos. Uno con extractos de un texto del propio Marx que aporta una espléndida y profunda descripción de La Comuna (link aquí). Y otro de Vladimir Lenin, que resume sus principales lecciones (link aquí).

En la sección Teoría del sitio pueden acceder a otros textos muy valiosos de León Trotsky, Engels y de Lenin.


[1] K. Marx y F. Engels, Obras Escogidas, Volumen II, pág. 230 a 256.

[2] Ídem. pág.. 233.

[3] LENIN Vladimir, Las Enseñanzas de la Comuna,

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