Norma Ruíz – 11 de Febrero de 2024

Mientras en muchas ciudades a nivel mundial se han llevado a cabo multitudinarias manifestaciones pidiendo un alto a la masacre de los palestinos, en diciembre de 2023 Sudáfrica presentó una denuncia contra Israel ante el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) de la ONU por el genocidio en Gaza. Se exigía, entre otras cosas, el cese el fuego.

Aquellos que se solidarizan con la causa palestina vieron bien la denuncia de Sudáfrica. Sus ilusiones en que la masacre iba a ser detenida por esta vía fueron alimentadas gracias a que gobiernos como el de Colombia, Bolivia, Venezuela, Brasil, Nicaragua, Cuba, así como los gobiernos agrupados en la Liga Árabe y también los gobiernos de Irán, Turquía, Namibia, Jordania, Malasia, Pakistán, Bangladesh y Maldivas, entre otros, apoyaron la denuncia de Sudáfrica. Ilusiones reforzadas por los dirigentes de las organizaciones sindicales y políticas, que los llaman a confiar en instituciones como la ONU.

Pero si se observa la realidad de manera objetiva, se puede desentrañar que el reciente fallo del TIJ, que ordena a Israel que “adopte todas las medidas necesarias para impedir actos de genocidio contra la población palestina en Gaza” ya que “aún no determina si Israel ha cometido o no genocidio, pues es un proceso que puede llevar años”, en los hechos es un aval a los asesinatos cometidos por el ejército sionista, que resta importancia a la conducta y responsabilidad del gobierno de Netanyahu. Y mientras se determina jurídicamente si es un genocidio o no lo que se está cometiendo con los palestinos, continúa la matanza. Al parecer para el TIJ no es suficiente la muerte y destrucción ocasionadas hasta el momento, que tiene a los gazatíes al borde del exterminio.

Por otro lado, el fallo plantea que “Israel debe limitar la muerte y la destrucción causadas por su campaña militar, así como prevenir y castigar la incitación al genocidio y garantizar la provisión de ayuda humanitaria a Gaza”. Es decir, tiene el permiso de asesinar y destruir, pero con cuidado, sin sobrepasarse. ¡Por eso no se pronuncia con relación al alto el fuego! Y aunque en el juego de la democracia burguesa internacional las decisiones del TIJ son vinculantes, el gobierno israelí respondió, desde antes del fallo, que no reconocería ninguna de sus determinaciones.

Contradictoriamente, aunque el TIJ determina que se debe garantizar todas las medidas de ayuda humanitaria en Gaza, los gobiernos imperialistas de EEUU, Inglaterra, Italia, Canadá, Australia y Finlandia, decidieron retirar los fondos destinados a la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos, ubicada en Gaza, basados en una acusación de Israel que algunos de sus empleados habían participado de los ataques del 7 de octubre llevados a cabo por Hamas.

Todo lo anterior deja evidente el carácter de esas instituciones, que se autodefinen como garantes de la “democracia” y defensoras de los “derechos humanos”. Sus acciones, que se limitan al terreno jurídico burgués y a “dar recomendaciones”, corroboran que nunca han estado para defender a los pobres y oprimidos, sino para garantizar los intereses políticos y económicos de los países que dominan el mundo, es decir, los países imperialistas.

Es por ello que Petro, luego de haber recibido una carta de primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, donde le pide interceder para la liberación rehenes israelíes en manos de Hamás, se pronunció de esta manera frente al fallo de la TIJ: “Triunfo de la Humanidad: Israel debe impedir el genocidio. Lo que se impone es un cese al fuego para la liberación integral de los rehenes en ambas partes».

De manera maliciosa Petro y los demás gobiernos “progresistas”, así como los dirigentes de las organizaciones sindicales y políticas, incluyendo algunos del trotskismo, magnifican los alcances y efectos reales del fallo, calificándolo de “triunfo de la humanidad” los unos y de “derrota política a Israel” los otros, sin plantear en qué se traduce esta derrota política con relación al genocidio. Esto para que los jóvenes y los trabajadores mantengan sus ilusiones y no se movilicen, a la espera que la acción jurídica de este organismo surta efecto. Pero, contrario a lo que dicen estos dirigentes, la realidad permite evidenciar que Israel no va a ceder en su empeño de destruir al pueblo palestino, a menos que los trabajadores y las masas se lo impidan.

 Lo que se impone, según lo evidencia la humanidad actualmente, es que se derrote a Israel para que cese la masacre y el pueblo palestino pueda ser liberado. Los trabajadores y pobres debemos observar estas acciones como lo que son: un respaldo a la masacre y al genocidio de Israel contra la población palestina, que históricamente ha osado a rebelarse contra la ocupación colonial de su territorio por parte del sionismo, respaldado por los imperialismos y el estalinismo desde 1948.

Desafortunadamente la concepción social demócrata, muy en boga actualmente, llama a confiar en la ONU, lo que oculta su verdadero papel: ser la cara “humanitaria” de las potencias y gobiernos burgueses. Al votar en 1947 la partición de Palestina, que llevó a la creación del estado de Israel en 1948, legitimó su existencia y dio un barniz legal a la expulsión a sangre y fuego del pueblo palestino de sus tierras conocido como la Nabka, con lo cual se constituyó como la responsable indirecta de esta catástrofe.

Como se puede ver, con la venia de la ONU Israel -gendarme del imperialismo en la región- ha usado históricamente métodos de exterminio contra Palestina, propios del nazismo, para aplastar la resistencia de los oprimidos y garantizar su dominio en el área.

Por otro lado, el actual genocidio del sionismo contra la población en Gaza es otra muestra más de la barbarie y la decadencia de los de arriba, representantes del sistema capitalista imperialista, que en su afán de lucro y dominación, se ensañan contra los de abajo.

Las ilusiones de aquellos que confían en la democracia burguesa, han recibido un mensaje: ¡El TIJ de la ONU no va a impedir el genocidio de los palestinos! Por eso Israel recrudeció su ofensiva contra los gazatíes, mientras Netanyahu declaró recientemente que «No transigiré con el pleno control de la seguridad israelí sobre todo el territorio al oeste de Jordania, y esto es contrario a un Estado palestino»

Es por ello que la solución al problema histórico en Palestina y al actual genocidio contra su población NO está en manos del imperialismo con sus instituciones, sino en manos de las masas y los trabajadores unidos, que con sus movilizaciones masivas en todo el mundo han demostrado su fuerza y han puesto a muchos gobiernos en aprietos frente a su apoyo al sionismo.   

La solidaridad con la causa del pueblo palestino no debe decaer; por el contrario, debe extenderse y profundizarse, exigiendo con más fuerza en las calles y con otras acciones de lucha directa, el fin del genocidio.

Es equivocado por parte de las direcciones sindicales, políticas y del movimiento de masas llamar a depositar confianza en la ONU. Esto, en vez de fortalecer la lucha, la debilita. Si realmente están por la defensa del pueblo Palestino, la tarea de continuar impulsando con mayor fuerza la movilización, vinculando a la clase obrera como protagonista político, con sus métodos: la huelga, los mítines, las tomas de fábrica, se vuelve decisiva. Es el elemento que podría inclinar la balanza a favor del pueblo en Gaza. La lucha por la derrota de Israel y la liberación palestina es una lucha de toda la clase trabajadora.

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