Soldados kazajos, detrás de un automóvil calcinado durante las protestas por el alza del precio de los combustibles, en Almaty (Kazajistán). Foto: REUTERS

H. Klement – 21 enero 2022

A inicios de enero en la república de Kazajistán, un enorme país del tamaño de Europa Occidental (2,7 millones de kilómetros cuadrados y 18 millones de habitantes), que comparte fronteras con China Y Rusia (ver mapa), fue escenario de un estallido social sin precedentes recientes en el país.

Empezó cuando los obreros del centro petrolero de Zhanaozen salieron a protestar en respuesta al aumento del gas para automóviles, detonante de la insatisfacción general acumulada. Rápidamente la lucha se extendió a todo el país. Las movilizaciones de la protesta obrera y la población apuntaron luego contra el nepotismo y la corrupción del presidente Tokáyev y de su predecesor Nazarbáyev, quien tras treinta años en el poder había sido obligado a renunciar en 2019, por unas protestas similares. Hoy nuevamente la sublevación lo obligó a dimitir a su cargo vitalicio de presidente del Consejo de Seguridad Nacional .

Este levantamiento obrero y popular ha sido respondido con la represión sangrienta del ejército, la cual, para lograr controlar la situación,  contó con el casi inmediato apoyo militar de las tropas de Rusia que invadieron y aplastaron la sublevación, a nombre de una “misión de paz”. Todo al amparo de un organismo de defensa reciproca llamado CSTO[1]. Putin declaró: «no permitiremos revoluciones». El saldo: 225 muertos, más de 4.500 heridos y cerca de 8.000 detenidos.

Como no podía ser de otra manera, esta respuesta represiva ha sido avalada por Estados Unidos y demás imperialismos. Así reaccionan  ante un levantamiento obrero que arranca no por limitadas cuestiones democráticas, sino en exigencia de solución a necesidades vitales. Más allá del libreto acostumbrado de frases hipócritas sobre los Derechos Humanos, expresaron “su preocupación por los disturbios sin precedentes registrados en Kazajistán”; es decir, se EEUU se pronunció en contra del estallido social.

En postura simétrica, estalinistas y oportunistas de “izquierda”, guardan un vergonzoso silencio ante la conducta del gobierno ruso -que denominan “poder contra hegemónico”- y, de hecho, se colocan en contra del legítimo y justo levantamiento obrero y popular en su rechazo al paquetazo que les descargó el gobierno, es decir avalan la política contrarrevolucionaria de Putin y sus aliados.

Este levantamiento y exigencias del pueblo en Kazajistán, así como la demanda del cese de la represión y el retiro de las tropas rusas, son una lucha y tareas más que justas. Por ello merecen el respaldo de quienes se reclaman no sólo demócratas, sino de todos los internacionalistas partidarios de la causa obrera, como nuestra organización OMI.

Con ese objetivo de divulgación y solidaridad con esa lucha, publicamos textos de organizaciones obreras y dirigentes de la región y de Kazajistán que, desde el mismo lugar de los acontecimientos, reseñan lo sucedido.

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A continuación, la posición del Sindicato Libre de Metalistas de Belarús sobre los hechos en Kazajistán:

En este momento se están llevando a cabo manifestaciones masivas en Kazajistán. Las demandas de los manifestantes incluyen precios más bajos para el gas, estabilización de los precios de los bienes de consumo y mejores niveles de vida.

Todo comenzó el 1 de enero, cuando los obreros del campo petrolero de Zhanaozen solicitaron a las autoridades que revoquen la decisión de duplicar drásticamente el precio del gas licuado de petróleo (de $ 0,11 a $ 0,29 por litro). No hubo reacción del gobierno, y el 2 de enero se reunió un mitin en el centro de la ciudad. Los manifestantes contaron con el apoyo de obreros de toda la región de Mangystau, conocida por su extenso desarrollo de la industria de gas. El 3 de enero, los manifestantes, que pararon su trabajo desde varios campos se dirigieron a pie al centro administrativo de la región, la ciudad de Aktau, donde también comenzó la acción solidaria contando dos mil participantes.

El presidente Tokayev creó urgentemente una comisión, que el 4 de enero decidió reducir los precios del gas a 50 tenge por litro. Sin embargo, este decreto se refería solo a la región de Mangistau, y en ese momento comenzaron a ocurrir protestas, como una avalancha, en muchas ciudades del país, incluida la capital de Kazajistán, Nur-Sultan, y la ciudad más grande de Almaty.

Además de las demandas de precios más bajos del gas, los manifestantes en todo el país también exigieron precios más bajos para los bienes de consumo, mejores niveles de vida y la renuncia del gobierno y el presidente. Comenzaron los enfrentamientos con la policía y aparecieron las primeras bajas en ambos lados. En Kazajistán han aparecido problemas con el acceso a internet. En su discurso en televisión, Tokayev llamó a los manifestantes al diálogo y dijo que el gobierno no caería. Al mismo tiempo, se utilizaron granadas paralizantes contra los manifestantes en Almaty.

En la noche del 4 al 5 de enero, se introdujo el estado de emergencia en la región de Almaty y Mangistau. Por la mañana, el estado de emergencia fue extendido a toda la región de Almaty y, al mediodía, introducido el estado de emergencia en la capital. En la mañana del 5 de enero, los manifestantes irrumpieron en la akimat (oficina del alcalde) de Almaty, incendiaron filial del partido pro presidencial Nur-Otan y la antigua residencia del presidente. En un discurso televisado, Tokayev se declaró jefe del Consejo de Seguridad de Kazajistán e instó a la gente a confiar solo en fuentes oficiales de información. Internet prácticamente no funcionó en todo el país. De fuentes oficiales comenzaron a llegar informes sobre la multitud de víctimas entre policías y ciudadanos, dicen que los manifestantes obstruyeron el tráfico de ambulancias e incluso mostraron agresiones hacia los trabajadores de la salud. También se producen enfrentamientos con la policía en otras regiones de Kazajistán.

Estas no son las primeras manifestaciones masivas en Kazajistán, que comenzaron con los trabajadores de la región de Mangistau. En 2011, durante la dispersión de una huelga de obreros petroleros en Zhanaozen, la policía abrió fuego contra los trabajadores, como resultado de lo cual 15 personas murieron y cientos resultaron heridas y arrestadas. Como resultado de los acontecimientos de 2011, se asestó un fuerte golpe al movimiento sindical independiente en Kazajistán.

El Sindicato Libre de Metalistas de Belarús se solidariza con los trabajadores de la región de Mangistau en la lucha por la justicia social.

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Por su parte Aynur Kurmanov del Movimiento Socialista de Kazajistán escribió: 

“Los trabajadores de Janaozen fueron los primeros en levantarse. La subida del precio del gas solo sirvió como detonante de movilizaciones populares. Después de todo, la montaña de problemas sociales se ha estado acumulando durante años. El otoño pasado, Kazajistán se vio afectada por una ola de inflación. Hay que tener en cuenta que los productos se importan a la región de Mangistau y que allí siempre han sido de 2 a 3 veces más caros. Pero en una ola de alza de precios a fines de 2021, el costo de los alimentos ha aumentado aún más y sustancialmente. También se debe tener en cuenta que el occidente del país es una región donde el desempleo es alto. Durante las reformas neoliberales y las privatizaciones, la mayoría de las empresas cerraron allí. El único sector que todavía funciona aquí es el de los productores de petróleo. Pero en su mayor parte, están en manos de capital extranjero. Hasta el 70% del petróleo kazajo se exporta a los mercados occidentales, y la mayoría de las ganancias también se destinan a propietarios extranjeros.»

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Además, según un manifestante entrevistado por el diario inglés The Guardian, las razones van más allá del aumento del gas, como la corrupción, el nepotismo, las desigualdades sociales: “Nazarbayev y su familia monopolizaron todos los sectores, desde los bancos hasta las carreteras y el gas. Estas manifestaciones tienen que ver con la corrupción (…) Todo empezó con la subida del precio del gas, pero la verdadera causa de las manifestaciones es la mediocridad de las condiciones de vida de la gente, los precios altos, el desempleo, la corrupción», explicó.


[1] Tratado de Seguridad Colectiva, CSTO, integrado por Rusia, Bielorrusia, Armenia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán.

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