12 Febrero. 2023

Con un llamado a “discutir en las calles las reformas que se avecinan”, el gobierno Petro-Francia convocó el 14 de febrero a manifestaciones en apoyo político incondicional a sus políticas. Es para apoyar unas reformas que sirvan al objetivo central de este gobierno: desarrollar el capitalismo. Y, además, aunque no lo digan, lo hacen con la mira puesta en las elecciones regionales, para seguir en esa ruta a favor del capitalismo en las regiones.

Cruel paradoja, mientras sindicatos y trabajadores van a la huelga en Europa (España, Francia, Reino Unido, Portugal) y otros pueblos se movilizan, como valientemente lo hacen los trabajadores, campesinos y el pueblo pobre de Perú, en contra del gobierno, en Colombia los dirigentes sindicales y de la izquierda parlamentaria, convocan a marchar en apoyo al gobierno. Gobierno que se declara “demócrata” y partidario de la vida” pero que ante la brutal represión en Perú que ha cobrado 60 asesinatos y 1.200 heridos, no levantó su voz de condena enfática ante esa masacre.

Burocracia Sindical con Petro

En ese mundo en blanco y negro que promueven al interior de las organizaciones de los trabajadores, los dirigentes de esta “izquierda” argumentan de forma simplona que quien no apoye al gobierno Petro yendo a su marcha, se coloca del lado de la extrema derecha uribista y su otra marcha. Quieren satanizar la crítica desde el punto de vista de los intereses de la clase obrera y desde la izquierda revolucionaria, no petrista. No admiten sino unanimismo respecto de todo lo que hace este gobierno. Y eso lo hacen quienes dicen ser partidarios “del respeto a la diferencia, la tolerancia y el disenso”. Buscan sofocar la mínima crítica para emblocar a sus seguidores presentándose como radicales anti-uribistas. Eso hicieron en la campaña electoral para la presidencia. Sin embargo, es sólo una estrategia electoral. Como es bien conocido, Petro, tan pronto asumió la presidencia corrió a reunirse con el expresidente Uribe. Y recientemente, de nuevo se reunió con él a discutir su proyecto de reforma a la salud, luego de lo cual y tras reunirse con los gobernadores, Petro se apresuró a aclarar que las EPS continuarán y ese negocio no corre peligro.

Por supuesto el uribismo y sus marchas no merecen más que el repudio y el rechazo total de todo trabajador serio o joven luchador. Y nuestra trayectoria política de combate a esa extrema derecha, así como también a la derecha de la burguesía, está completamente fuera de discusión.  Agitar el “coco” de Uribe sólo es para juntar votos para sus candidatos. El masivo levantamiento popular nacional del 28A ya saldó cuentas con Duque y ese sector de la extrema derecha de los explotadores. Por eso hoy está completamente deshilachado. Fue Petro y su gobierno quien les arrojó un balón de oxígeno y los revivió, al reunirse y pactar con Uribe, con los ganaderos o terratenientes que le son afines, encabezados por Lafaurie, el nuevo flamante “negociador de paz” del gobierno.

Los dirigentes y el propio Petro impulsan esta marcha gobiernista, presentándola como si se tratara de una protesta, “la voz de la calle” la llaman. Lo hacen mientras mantienen total silencio frente a las protestas reales que vienen desarrollando sectores de la población, exigiendo soluciones a apremiantes necesidades locales, con cerca de 80 bloqueos en veinte departamentos del país o ante la de los maestros del Cauca frente al Capitolio. Igual procedieron frente a las ocupaciones de tierras, las cuales rechazaron y reprimieron. Estos compañeros que se presentan como demócratas y partidarios de la lucha popular, completan el cuadro con su silencio ante la brutal represión a la lucha del hermano pueblo peruano y la ausencia de algún evento de solidaridad con esa lucha que ya completa dos meses.

Hay necesidades muy urgentes

Los discursos acerca de la necesidad de reformas se refieren a problemas reales que la protesta social ha puesto sobre la mesa. Este texto no se ocupará en detalle de las anunciadas reformas, cuyos alcances al día de hoy siguen siendo un secreto. En posteriores artículos nos ocuparemos de ellas.

Son tantos los problemas del país y las urgentes soluciones a las demandas de las mayorías, aplazadas indefinidamente por todos los gobiernos de los grandes empresarios, que muchos maestros, trabajadores asalariados, jóvenes críticos y sectores de la población pobre, ven con buenos ojos que el nuevo gobierno prometa menos injusticia, combatir la desigualdad social y proponerse arreglar las cosas , o, al decir de algunos al menos, mejorarlas un poco.

Que la salud sea un derecho y no un negocio de los potentados como establece la Ley 100, es más que urgente, para conquistar que los usuarios dejen de padecer el paseo de la muerte y demás atropellos que las EPS hacen para no afectar las ganancias de sus dueños. Vital garantizar que los médicos y demás trabajadores de la salud tengan contratos a término indefinido y salarios justos. Acabar con los ritmos endemoniados de trabajo, las extenuantes jornadas laborales y todos las arbitrariedades que cometen estos negociantes en clínicas, hospitales privados y hasta centros de estética.

Igualmente, urge una ley laboral que acabe con las horas nocturnas pagadas como diurnas, con los contratos temporales y de prestación de servicios y con el abuso a los miles de trabajadores a quienes no se les paga ni el mínimo legal. Terminar con los salarios de hambre y todas las condiciones de trabajo abusivas. 

Así mismo, el reconocimiento del derecho a una pensión digna sin aumento de la edad o del monto de los aportes, para el conjunto del pueblo trabajador y  establecer el derecho de sindicalización libre y automática, que en el sector privado sólo existe en el papel.

La inflación ya va casi en 14%, por lo que apremian medidas contra la carestía. Detener las alzas continuas a la gasolina, de los precios de los alimentos básicos (canasta) y de las tarifas de los servicios públicos domiciliarios básicos y que éstos no sean lucrativos negocios como lo son actualmente.

Enfrentar la pobreza generalizada y la exclusión social que padece casi la mitad de la población sin acceso a lo básico: comida, vivienda, servicios públicos, salud y educación. En suma, la defensa del nivel de vida del trabajador. Y, en general, de todos los derechos arrebatados a los trabajadores en más de treinta años de ofensiva de los grandes capitalistas contra los asalariados.

Por otro lado, está la necesidad inaplazable de terminar de una vez por todas con la violencia estatal y paramilitar que llevamos decenas de años padeciendo, y que continúa imparable bajo este gobierno y el régimen político autoritario, en medio de la más grosera impunidad, cobrando víctimas a diario.

Es más que justo anhelo de trabajar y vivir en paz con nuestras familias, en un país donde la violencia policial y paramilitar así como las muertes, son el pan de cada día. Pero, el gobierno y sus defensores se aprovechan de esta aspiración, para decir que la población podrá vivir en “paz”, sólo como resultado de un armisticio con el ELN y las disidencias de las FARC, así como un pacto que otorgue mas beneficios e impunidad a los paramilitares y narcos. Pretende que haciendo eso podrá evitar ir a fondo contra las causas sociales y económicas que están en el origen de la violencia rural y urbana.

Pues, por un lado, esa violencia hunde sus raíces en la existencia de la propiedad latifundista de la tierra en el campo. Y, por el otro, en el sometimiento y entrega del país a los dictados e intereses de los EEUU y otras potencias capitalistas que saquean y expolian a nuestro país, en beneficio de sus trasnacionales e imponen su “guerra al narcotráfico” con las secuelas de violencia y muerte, mientras sus militares se mueven como pedro por su casa al interior del país.

Por ello, la urgencia de eliminar la gran propiedad en el campo y repartir la tierra, entregándola gratuitamente a quien la trabaja, el campesino pobre. Al igual que luchar contra la centenaria sumisión y entrega del país a los intereses de EEUU y finalizar con la pertenencia del país a la OTAN, el motor militar de la guerra en Ucrania, lo cual merece más que comentarios sarcásticos, como hace Petro para eludir ese acuerdo de sumisión militar ante las potencias imperialistas.

Estos aspectos centrales, además de oponerse a la destrucción de la naturaleza o la persecución, violencia y discriminación de las minorías étnicas o de género, son más que justas y apremiantes de resolver.

Como trabajadores y jóvenes socialistas revolucionarios, coincidimos completamente y respaldamos los anhelos de los trabajadores, para que se resuelvan esos problemas que nos afectan como pueblo. Pero ¿Cuál es la diferencia que nos lleva a no respaldar y llamar a no concurrir a las marchas de apoyo al gobierno Petro?

Consideramos que es una enorme confusión valorar que este gobierno podrá resolver cabalmente o en parte alguna de esas necesidades claves. Porque éstas riñen con el programa de gobierno de Petro-Francia, cuyo eje es desarrollar el capitalismo.

¿Gobierna Petro contra el establecimiento?

Petro con José Félix Lafoaurie, burgués de extrema derecha, presidente de Fedegan.

Si bien es cierto que este gobierno es muy diferente al de Duque o al de Uribe que dominó por años, y ese odiado sector de la extrema derecha de los empresarios, no tiene ministros en el actual gobierno –aunque en rigor Lafaurie es un Ministro sin cartera-, ese hecho le facilita a esta administración y  sus partidos, ocultar que estamos gobernados en coalición con otros sectores burgueses pertenecientes al establecimiento que Petro dice combatir. A  la oligarquía y sus políticos voceros de los capitalistas, que han gobernado y dirigido el país desde siempre, en complicidad con los todos los gobiernos imperialistas de EEUU.  

¿No es acaso un hecho que el gobierno Petro-Francia es apoyado desde el Parlamento por una coalición y co-gobierna con partidos y políticos claramente representantes de ése establecimiento,  que Petro dice que se “opone» a sus reformas y al cambio?

O alguien seriamente puede argumentar que el partido de la U. de Santos con el cual co-gobierna Petro (Roy Barreras, Prada, Dilian Fancisca Toro, etc.) ¿no pertenece a la oligarquía sino al pueblo? O ¿no pertenecen a esa élite, los miembros del partido Conservador (Cancillería y Ministro de justicia)? ¿O los liberales del  sector de Ernesto Samper (Ministros de Hacienda y Agricultura)? O ¿Gaviria y el Partido Liberal que es partido de gobierno y no oposición? 

¿En qué momento estos políticos y partidos dejaron de representar los intereses de la oligarquía del país? ¿De la clase social de los grandes empresarios capitalistas, asociados a las trasnacionales gringas, para lo cual han gobernado siempre? El que esos políticos gobiernen con Petro y Francia, ¿significa que se trasformaron en gentes de izquierda y ahora representan los intereses del pueblo?

Y para empeorar, el gobierno Petro, más allá de los discursos para sus seguidores, ha pactado además el fortalecimiento de la injerencia  imperialista en detrimento de la ya menguada soberanía de nuestro país. Ha pactado con el Comando Sur de Estados Unidos y con los representantes políticos y económicos del gobierno Biden la intromisión militar yanqui en la Amazonía colombiana, la fumigación de zonas rurales y la extradición de nacionales, escudados en la política del combate militar al narcotráfico. Algo, como poner a los ratones a cuidar el queso. ¡Antes que independencia, lo que hay es más entrega del país y sumisión completa! 

Es por eso que los trabajadores desconocen el fondo de las reformas, pues están siendo cocinadas con los políticos patronales en reuniones secretas de cúpula, en secreto con distintos sectores de los empresarios y terratenientes. Por eso no es casual que esas reformas tengan el aval de los “organismos multilaterales” dominados por los representantes de las potencias y de los capitalistas del mundo: el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Banco Mundial (BM).

En este punto, algún activista de esa izquierda reformista de los que hoy hacen parte del gobierno, con ministros y funcionarios, al igual que algún dirigente sindical -quienes hace años no velan por los intereses de sus agremiados, sino por los propios- o algún activista estudiantil con intereses creados, dirá que esos pactos y entrega «es la única forma de que dejen gobernar a Petro» o hasta que «no lo maten». O sea “que no hay de otra y… tocó”.

Más allá de ese argumento sumiso y colaboracionista, lo que no pueden negar es que Petro-Francia gobiernan en un pacto con sectores de los partidos tradicionales de la oligarquía, de la patronal de este país y aliado a los gringos. Así, maliciosamente lo oculten. 

En consecuencia, con esos partidos y políticos  con los que administra el país el presiente Petro y más aún, atado como está al imperialismo yanqui ¿las reformas, que los trabajadores anhelan, serán “del pueblo y para el pueblo” como pregonan? ¿Será que los representantes de los intereses del establecimiento dentro del gobierno, van a renunciar a esos intereses sólo porque Petro lo dice? O ¿lo harán por la presión y el supuesto “temor” que pequeñas manifestaciones hechas en clave electoral, les producirá? No. Esos pactos con sectores del establecimiento son así porque responden al programa real del gobierno Petro-Francia: ¡desarrollar el capitalismo! Es decir, que unos pocos vivan en un mudo de opulencia, se lucren y aumenten sus ganancias, con base en la explotación del trabajo ajeno. Algo que, sin duda, beneficiará los grandes medianos empresarios y terratenientes, pero por su esencia irá en contra de la solución cabal de las urgentes necesidades de la clase obrera y del pueblo trabajador y en deterioro de su calidad de vida y condiciones de trabajo. Y que Petro como depende ellos y no a la inversa, aún en el supuesto caso que quisiera hacer reformas profundas y “el cambio” no les podrá imponer esas reformas de que habla. Las terminará pactando y negociando con los potentados del país. Y el sistema económico y social capitalista que Petro y sus aliados del establecimiento quiere desarrollar y «hacer más humano», seguirá su marcha llevando más miseria, violencia, desempleo, y degradación para el pueblo trabajador.  

Y entonces… ¿sólo esperar?

Los cambios que resuelvan la angustiante situación del pueblo trabajador, deberían ser de fondo y siguen siendo inaplazables. Pero, para desencanto de muchos, no provendrán de esperar pasivamente que este gobierno de coalición con los partidos de la patronal y en pacto con los EEUU, los conceda. Tampoco caerán del cielo producto de seguir elección tras elección, votando por políticos “progresistas”.

De nuestra parte, somos ajenos a la lógica reinante según la cual “algo es algo…peor es nada”. Estamos convencidos de que los trabajadores y la población podrán lograr los cambios. Podrán remontar las derrotas que los gobiernos uribistas y los anteriores han propinado a los trabajadores durante los últimos 30 años y lograr nuevas conquistas. Esos cambios necesarios son posibles de alcanzar. Este gobierno así no lo quiera defraudará, tarde o temprano, las expectativas y esperanzas de las mayorías y los trabajadores serán obligados a salir a la lucha, para lograr soluciones, como ya hacen en varios sitios del país.

Entonces, los cambios serán posibles si es que nuevos luchadores se proponen lograr que las organizaciones de la clase obrera y las de sus aliados del pueblo trabajador, se liberen de la dependencia de un gobierno de coalición entre representantes de los empresarios y algunos colaboradores de “izquierda”. Que se propongan desarrollar su lucha de manera completamente independiente de la tutela de los partidos -tradicionales y nuevos- de la burguesía y de la clase media, que con promesas buscan al trabajador y a los pobres, sólo como clientela electoral y base social para el logro de sus intereses particulares. Es decir, dependerá de que la clase trabajadora logre movilizase y luchar de manera políticamente independiente y de que se proponga construir un partido político propio.

Si las organizaciones de la clase obrera y los trabajadores, actuando como líderes del pueblo pobre, logran encabezar la lucha para articular una Huelga General que paralice la producción, el transporte y los servicios, seguida de un serio Plan de Lucha dirigido a alcanzar soluciones efectivas a las urgentes necesidades que nos agobian, se podrá iniciar el proceso de alcanzar un cambio real y de fondo en las condiciones de vida y de trabajo, factible si se logra acabar con esta sociedad dominada por los grandes capitalistas y sometida al imperialismo.

Los nuevos luchadores y activistas están ante el reto de re-organizar la lucha nacional, desde la discusión democrática al interior de las organizaciones obreras y populares, para retomar las enseñanzas positivas que dejó el estallido social. Proponerse superar las equivocaciones tanto de la tibia política de los dirigentes sindicales partidarios del pacto y colaboración de clases con el gobierno, así como la de los grupos de vanguardia ultraizquierdista, empeñados en actuar por su propia cuenta y riesgo, sin consultar o disciplinase a ninguna organización de las masas.

Re-organizar una lucha masiva y nacional podría ir más allá de las reformas que aparecen como urgentes y conquistar cambios de fondo. Que son posibles de lograr si la clase obrera desde sus organizaciones y en forma completamente independiente y a caballo de esa lucha, lidera la pelea con el objetivo de postularse para dirigir los destinos del país. Sin delegar esa tarea a los políticos profesionales de la burguesía o la clase media. Si, en últimas, se propone erigirse para gobernar apoyada en las organizaciones de los asalariados del campo y la ciudad, como nueva clase dominante del país, para erradicar la opresión, la violencia, los abusos, la entrega del país y la explotación de la clase trabajadora en beneficio de un puñado de magnates.

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