Artículo escrito en octubre de 2018, en conmemoración de los 200 años del nacimiento de Karl Marx.


La actual guerra comercial internacional y el proteccionismo iniciado por los Estados Unidos de Trump, así como las agresivas y guerreristas políticas contra los pueblos del mundo, los trabajadores e inmigrantes, incluidos los de su propio país, deberían ser suficientes para mostrar la utilidad de las definiciones básicas del marxismo sobre el imperialismo. A la vez, para ver el error de quienes hace años creyendo innovar, optaron por definirlo genéricamente como “Imperio” o quienes se encogieron de hombros y tomaron a broma el triunfo electoral de Trump.

Sin embargo, afirmar que esas definiciones sobre el imperialismo en cien años no han sufrido cambios, sería alejarse del método de Marx. A ese respecto, es imprescindible reconocer la aparición de fenómenos completamente nuevos, especialmente a partir del fin de la segunda guerra mundial.

En primer lugar, “el dominio total de la economía mundial por el imperialismo yanqui y sus monopolios”[1].

Su dominio, con la explotación de los países atrasados “es un fenómeno global que ha afectado el curso de la revolución mundial y que ha originado todas las `anormalidades` no previstas…ni por Lenin y Trotsky. Y es este fenómeno nuevo, precisamente, el causante directo e indirecto de…el retroceso de la revolución proletaria en los países avanzados y la degeneración burocrática del primer estado obrero…de la degeneración de la Segunda y Tercera Internacional, el carácter burocrático de los nuevos estados obreros, así como su aislamiento. Pero [una de las] consecuencias más espectaculares…la aparición de una aristocracia y burocracia obreras…dicho de otra manera, ha originado una división de la clase obrera y de los trabajadores de todo el mundo en dos sectores claramente diferenciados y muchas veces antagónicos, uno privilegiado y el otro, más explotado”.[2]

En segundo lugar, algo que no pudo ser analizado por Marx o Lenin. La transformación de los monopolios en algo distinto, las actuales trasnacionales como “monopolios que abarcan países, que intervienen en el mercado mundial, pero al mismo tiempo, su punto de apoyo, su defensa política es un Estado nacional… [existiendo una] estrecha dependencia  de los monopolios con los Estados nacionales…” [3], contrario a la afirmación que estas transnacionales “por principio van contra los estados nacionales, entonces van a unificar a Europa y después Europa con Estados Unidos y esta con Japón…”[4].  

    Si apreciamos la realidad veremos que ante la crisis económica mundial, o lo que es lo mismo, “la caída de la cuota media de ganancia monopolística, que es superior a la de los capitalistas individuales”[5], la actual guerra comercial iniciada por los Estados Unidos de Trump con Europa, China, Irán, Turquía y otros países, muestra de la feroz competencia de esas trasnacionales en el mercado mundial

Esos fenómenos nuevos y la realidad actual, antes que mostrar como caduco al marxismo, reafirman la actualidad de las leyes básicas vislumbradas por Marx y expuestas por Lenin sobre el imperialismo. Permite analizar con mayor amplitud de miras las agresivas políticas internacionales del imperialismo yanqui liderado por Trump. Su chantaje proteccionista al servicio de su disputa con los demás imperialismos (Unión Europea, Japón) y con otras potencias económicas como China, Rusia o Turquía, y también las intervencionistas y agresivas sanciones económicas o amenazas militares contra la postura independiente de Irán, Venezuela y otros países en América Latina, así como contra Cuba o México, a la par de sus provocadoras medidas económicas y políticas colonizantes respecto del continente. Son hechos que revelan la plena actualidad del análisis marxista del imperialismo:

la época del capital financiero y de los monopolios, que provocan en todas partes una tendencia a la dominación, y no a la libertad. Sea cual sea el régimen político, el resultado de esa tendencia es la reacción abierta y la extrema intensificación de las contradicciones en este campo. Particularmente se intensifica la opresión nacional y la tendencia a las anexiones, es decir, a la violación de la independencia nacional (pues la anexión no es más que la violación del derecho de las naciones a la autodeterminación).[6]

Esto es así, pues las políticas de injerencia colonizante e incluso de ataque militar, hunde sus raíces en que:

Cuanto más desarrollado está el capitalismo, cuanto más se hace sentir la escasez de materias primas, cuanto más cruda es la competencia y la búsqueda de fuentes de materias primas en todo el mundo, más encarnizada es la lucha por la posesión de colonias De ahí la tendencia inevitable del capital financiero a extender su territorio económico, e incluso su territorio en un sentido general…el capital financiero, pensando en las fuentes potenciales de materias primas y temeroso de quedarse rezagado en la fiera lucha por las últimas tierras no repartidas o por conseguir un nuevo reparto de las ya repartidas, se esfuerza generalmente en apoderarse de las mayores extensiones posibles de toda clase de tierras, estén donde estén y sirviéndose de cualquier medio…[7]

Y respecto de quienes apostaron por una meritoria postura independiente del imperialismo (países o gobiernos, organizaciones políticas, jóvenes y activistas de «izquierda«) que sostienen que esa intensificación de la opresión nacional se puede vencer con tibias medidas nacionalistas, sin tocar de raíz la propiedad privada capitalista o «resistir aisladamente» sin desarrollar una amplia y enérgica movilización continental antiimperialista, como es el caso de Venezuela y el chavismo, es importante tomar en cuenta que: 

…El capital financiero es una fuerza tan considerable, puede decirse tan decisiva, en todas las relaciones económicas e internacionales, que es capaz de someter, y realmente somete, incluso a los Estados que disfrutan de la más completa independencia política…Por supuesto, el capital financiero encuentra mucho más “conveniente” y ventajosa una forma de dominación que implique la pérdida de la independencia política de los países y los pueblos sometidos. A este respecto, los países semicoloniales son un buen ejemplo de “fase intermedia”. Es natural, por tanto, que la lucha por esos países semi-dependientes haya llegado a ser particularmente cruda en la época del capital financiero, cuando el resto del mundo ya está repartido…[8]

Para quienes justamente espantados por la descomposición, la corrupción y “chachullos” que a diario inundan los medios de prensa y las redes, cuyo caso emblemático en América Latina lo constituye Odebrech, conviene destacar que para el marxismo, esto no constituye una anomalía o defecto del sistema, sino uno de sus rasgos centrales y que no es aconsejable hacerse ilusiones en erradicar estas lacras con alguna nueva ley:

…el desarrollo del capitalismo ha alcanzado tal punto, que, aunque la producción…sigue “reinando” como antes y es considerada la base de toda la economía, en realidad ha sido socavada y el grueso de los beneficios va a parar a los “genios” de las intrigas financieras. Esas maquinaciones y chanchullos tienen su base en la socialización de la producción; pero el inmenso progreso de la humanidad, que ha conducido a esa socialización, beneficia… a los especuladores…“basándose en esto”, los críticos pequeñoburgueses y reaccionarios del imperialismo capitalista sueñan con volver atrás, a la “libre”, “pacífica” y “honesta” competencia…[9]

Para concluir:

…la base económica más profunda del imperialismo es el monopolio…El imperialismo es una enorme acumulación en unos pocos países de un capital monetario…De ahí el incremento extraordinario de una clase o, mejor dicho, de una capa rentista, es decir, los individuos que viven del “corte de cupón”, que no participan en ninguna empresa y cuya profesión es la ociosidad…los monopolios capitalistas ocupan la primera posición en la economía nacional y en la política; el reparto del mundo se ha completado; pero… lo que vemos es a un pequeño número de potencias imperialistas luchando por el derecho a participar en ese monopolio…[10]

H.C. – I.I.


[1] MORENO Nahuel, Escuela de cuadros 1984-85, desgrabación.

[2] KARIM Darioush (MORENO Nahuel), La dictadura revolucionaria del proletariado, pág. 278-279.

[3] MORENO Nahuel, Escuela de cuadros 1984-85, desgrabación.

[4] Ídem.

[5] Ídem.

[6] LENIN V.I. El imperialismo fase superior del capitalismo, Ediciones en lenguas extranjeras, Moscú, pág. 156.

[7] Ibídem, pág. 104 y 106, subrayados nuestros.

[8] Ibídem, pág. 103 subrayados nuestros.

[9] Ibídem, pág. 126, 127 subrayados nuestros.

[10] Ibídem, pág. 126, 139 subrayados nuestros.

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