Irene García – 27 de enero 2024 – Actualizado 

El 25 de enero se cumplieron 37 años del fallecimiento se Nahuel Moreno, el más destacado dirigente marxista revolucionario latinoamericano. El fundador del trotskismo obrero en la Argentina y Latinoamérica, así como de la principal corriente internacional, que en su momento y antes de su disgregación, se agrupó bajo el nombre de Liga Internacional de los Trabajadores, LIT-CI.

Este nuevo aniversario de su muerte se dá mientras la humanidad asiste al atroz genocidio de los palestinos en Gaza, a manos del sionismo israelí.

Moreno se caracterizó por su lucha para ligar el trotskismo al movimiento obrero y así lo hizo con su organización inicial, el Grupo Obrero Marxista, GOM, en su país de origen. Planteó que “lo urgente, lo inmediato, hoy como ayer es: aproximarnos a la vanguardia proletaria y rechazar como oportunista todo intento de desviarnos de esta línea, así se presente como una tarea posible”. Dio la misma batalla por insertar en la clase obrera a los grupos y partidos de la corriente internacional que se construyeron bajo su liderazgo y cimentar una Internacional obrera, democráticamente centralizada, lejos de la concepción de constituir sólo federaciones laxas de partidos nacionales, tan en boga hoy en día en el movimiento trotskista.

Por ello, dedicó la mayor parte de su militancia política a la construcción de una organización internacional en la ruta de reconstruir la «Cuarta Internacional» fundada por León Trotsky. Firmemente convencido de que: “El partido mundial es la prioridad número uno del movimiento obrero, porque existe una economía y una política mundial, a la cual están supeditadas las realidades nacionales. El imperialismo aplica una sola política, a través del FMI, a todos los países, adelantados o atrasados, que tengan deudas con la banca internacional. Y esto que decimos con respecto a la deuda externa, es cierto en todos los terrenos de la política y la economía” tal como lo expresó en el libro Conversaciones con Moreno (1986).

Nahuel Moreno, no excento de errores y rectificaciones, fue parte de una generación de revolucionarios marxistas, que reflejaron las experiencias del potente proceso revolucionario que se abrió en la segunda posguerra y él y su organiización, la lucha del proletariado argentino, el que más luchó en ese período, seguido de cerca por el boliviano y otros del Cono Sur de América Latina y, al mismo tiempo, del esfuerzo por responder con las herramientas del marxismo, a los nuevos problemas y fenómenos planteados por este poderoso ascenso de la lucha mundial.

Este aniversario de su muerte se da en una coyuntura mundial donde, en un polo, avanza una terrible crisis económica y política del sistema global, que está haciendo retroceder al conjunto de la humanidad. Crisis y decadencia expresada de manera protuberante en la masacre genocida contra los palestinos y la destrucción total de la Franja de Gaza, que están perpetrando las fuerzas de ocupación israelíes; mientras en el otro polo, vemos las multitudes que se movilizan en varios países del mundo en protesta contra el genocidio y exigen un alto el fuego inmediato y definitivo, sumadas a cada vez más huelgas obreras, movilizaciones juveniles y populares en distintos países del mundo, que apuntan a revertir la situacion globalmente desfavorable abierta desde finales de los años 80.

Luchas que ponen de presente la imperiosa necesidad de que las direcciones de las organizaciones de la clase obrera, particularmente en Estados Unidos, Inglaterra y la Unión Europea, asuman la cuestión Palestina como parte de la causa obrera. Camino para obligar a sus respectivos gobiernos a romper y aislar al sionismo con bloqueos, huelgas y otras acciones de solidaridad internacional, única vía para obligarlos a parar la financiación y el apoyo político a la campaña militar sionista de limpieza étnica contra los palestinos y de arrasamiento de su historia y cultura.  

De colocarse a la cabeza para organizar la lucha contra a los gobiernos que sustentan el genocidio, en vez de apoyarlos. Como hoy hace, entre otras, la dirección del poderoso sindicato automotriz, United Auto Workers de Estados Unidos, que vergonzosamente pide  a la base obrera de la UAW y a la clase trabajadora estadounidense,  apoyar electoralmente a Biden, quien no solo es cómplice, sino patrocinador del genocidio en Gaza. En vez de enfrentarlo, levantar una alternativa totalmente independiente de Demócratas y Republicanos, y   marcar una ruta de clase para los trabajadores en EEUU y el mundo; renuncian a un principio esencial del proletariado: la independencia política frente a los los patronos y sus gobiernos.

Se requiere una alternativa obrera, revolucionaria internacional, que vez de contemporizar y llamar a confiar en las instituciones del decadente sistema imperialista, como al ONU, de la cual  también hace parte la monstruosidad sionista, se posicione a favor de los trabajadores y los pueblos oprimidos del mundo, para organizar la lucha solidaria mundial contra la masacre en Gaza.  Un  partido mundial que organice y coordine la movilizacion sistemática  de los trabajadores contra  las graves calamidades que los aquejan, como la regresiva guerra de rapiña entre las potencias en Ucrania, el cambio climático, la hambruna y miseria generalizadas. Todas, generadas por el modo de producción capitalista mundial. Una Internacional revolucionaria que tenga como estrategia la construccion de una sociedad socialista que  reemplace este decadente y descompuesto sistema.

Esa fue la ruta marcada por la lucha de Nahuel Moreno, centrada en la construcción de una dirección obrera revolucionaria a escala mundial, por pequeña que fuera, como vía expedita para tratar de organizar la solidaridad internacional y el levantamiento generalizado de los trabajadores del mundo. Hoy, objetivamente, la causa de los palestinos pone de presente esa necesidad imperiosa.

Tal como hace años precisó Moreno, hoy la ofensiva militar israelí ha revelado a los ojos del mundo las características nazis de la entidad sionista. Y la total justeza de apoyar la lucha de resistencia de los palestinos contra la colonización y por la recuperación del territorio histórico de Palestina.

Moreno y la corriente internacional del momento, apoyándose en las elaboraciones de Carlos Marx y del gran marxista de origen judío Abraham León, se esforzaron por ubicar con rigor y precisión científica,  el carácter y el rol político que cumple el estado de Israel en Medio Oriente, conscientes de que eso era fundamental para posicionarse correcta y principistamente frente a la cuestión palestina.

Sus valiosísimos aportes políticos y teóricos y  de su organización, frente al enclave colonial israelí, así como las propuestas de salida para la liberación de palestina, mantienen completa vigencia y utilidad. Sin duda siguen siendo una guía para la acción revolucionaria en favor de la nación palestina, que él acertadamente definiría como “nación sui géneris” por haber sido despojada de su territorio por el ocupante israelí.

Como tributo a su trayectoria revolucionaria y muestra de la actualidad de sus contribuciones, pero en especial, sobre la problemática del pueblo palestino, publicamos en este aniversario unos fragmentos de algunas de sus elaboraciones, relacionados con el carácter del “estado” de Israel y el rol que cumple  a favor de los intereses imperialistas.

Nahuel Moreno, definió a Israel como un estado nazi por los métodos de sistemática eliminación física de la población palestina, persecusion masiva y sometimiendo a los palestinos a condiciones infrahumanas, al igual que hizo Hitler en Alemania contra los judíos. Además, ubicó que ésta no es una «anomalía», sino que es una tendencia inexorable del capitalismo en su etapa de decadencia y descomposición: “El nazismo retoma esos métodos empleados por el capitalismo en su primera etapa y luego abandonados en su apogeo: es la tendencia más profunda del capitalismo en su decadencia”.

Hoy, ese carácter nazi del estado judío ha quedado en evidencia ante los cientos miles de trabajadores y jóvenes que se movilizan masivamente exigiendo detener la masacre. Para un sector de la humanidad está quedando claro que el asesinato en masa, la expulsión masiva, el asedio, el despojo de sus tierras a los palestinos, ha sido una política invariable y sistematica del sionismo desde antes de 1948, con el objetivo de deshacerse de la población árabe para fundar, consolidar y mantener la entidad racista judía, como un «estado artificial».

Por otra parte Moreno, conjuntamente con los dirigentes de la organización internacional, identificó que Israel cumple el papel de “portaviones” en el Medio Oriente como punta de lanza de los imperialismos, especialmente de Estados Unidos, para servir a sus intereses, controlar el mundo árabe y aplastar las rebeliones en esta zona del mundo.

Estos análisis y caracterizaciones se desarrollan en el documento “Israel Historia de una colonización” (1973), elaborado como explicación científica, marxista; como aporte teórico y programático del partido liderado por Moreno; el cual ssirve de apoyo a la casi totalidad de organizaciones trotskitas que escriben sobre el tema, incluso las que niegan o deliberadamente ignoran sus aportes. Aspectos y precisiones fundamentales, que posterior y parcialmente, han desarrollado  importantes intelectuales y académicos como Ilan Pappé (La limpieza étnica de Palestina- 2006) o Ralph Schoenman (La historia oculta del sinonismo-1988), entre otros. 

Elaboración que echa por tierra todas las mentiras y mitos levantados por el sionismo, el imperialismo -y la ONU- para justificar la colonización de Palestina, su partición,  la existencia del “estado” artificial de Israel y la política de «los dos estados». Tras, ello, además,   esconden lo que hoy llaman el “derecho de Israel a existir”,  y el genocidio como  el «derecho a defenderse”. 

Moreno, con base en la definición del  Israel como un estado nazi, sostuvo la necesidad imperiosa de destruirlo y trazó una política para impulsar la movilización hasta alcanzar ese propósito:

«Como marxista, parto de la base de que el proletariado de una nación que explota y oprime a otra, como Israel a los árabes y palestinos, no puede liberarse. La clase obrera judía es heredera de una gloriosa tradición en la lucha de clases: el camino del proletariado occidental, incluido el argentino, está sembrado de una multitud de heroicos luchadores judíos. Pero ese proletariado no podrá seguir hasta el fin, ni reverdecer y superar su gloriosa tradición, mientras no se ponga de parte de los palestinos y los árabes, que son reprimidos, perseguidos, y esclavizados por el Estado de Israel. El genocidio es una constante del sionismo, desde los primeros años hasta la reciente invasión del Líbano y la masacre de los campamentos de Sabrá y Chatila. Eso de llamarnos antisemitas es una trampa para incautos. Es como decir que un alemán que quería la derrota de la Alemania nazi era anti alemán; o que quien quiere barrer del mapa a la república bóer porque es anti negra, es un racista porque está contra los campesinos bóer.»

Por eso, la corriente internacional incorporó a su programa permanente el apoyo incondicional a la causa nacional de los palestinos y la lucha “Por una Palestina laica, democrática y no racista”, con amplios derechos democráticos para todos sus habitantes, árabes, judíos o de otras religiones o nacionalidades. El cual, Opción Marxista Internacional incorporó a su programa.

También, el establecer que Israel es un estado nazi, permitió interpretar las causas que originan el arraigo de “Hamas” entre la población. Así lo expresó en el texto “Conversaciones con Moreno”: “…nosotros seguimos al lado de los palestinos y los árabes, defendiendo a esos luchadores, aunque empleen tácticas aberrantes y monstruosas, que van contra los intereses de sus pueblos…. Lo esencial para nosotros es que ese terrorismo es producto de la desesperación de los jóvenes palestinos que viven en condiciones similares a los campos de concentración nazis”. 

Por todas esas razones, a continuación, publicamos unos fragmentos de sus elaboraciones. En primer lugar, una parte de su intervención en el Congreso Mundial de la LIT-CI (1985): “Israel, un estado nazista”. Luego, una carta de respuesta a compañeros chilenos, que desde una postura sectaria se oponían a levantar la consigna democrática de “Palestina laica, democrática y no racista”,  por ser, supuestamente, opuesta a la lucha por el socialismo. Texto publicado en la revista Correo Internacional (septiembre de 1982), como eje de un programa para abrir paso a la movilización revolucionaria del pueblo palestino y a la revolución socialista.

A continuación, los textos:


Israel, un estado nazista

Por: Nahuel Moreno  

La Nakba o Catástrofe, 1948. Expulsión y asesinato masivo de palestinos, por medio de los cuales los sionistas ocuparon Palestina y fundaron la entidad de Israel.                                                                                                          

[…] Quiero tocar de pasada a Israel. Primero para hacer una autocrítica: Israel no es un Estado fascista sino, en el sentido que lo definimos nosotros, es nazista. El nazismo aporta métodos de guerra civil, no sólo contra el proletariado sino también contra las razas, sobre todo la raza judía y la eslava. Es una de las máximas monstruosidades del imperialismo.

No quiero dedicarme al problema histórico, de que el nazismo ha dado en potencia todo lo que es el futuro de la humanidad si triunfa el capitalismo. Desde el punto de vista de la monstruosidad, la dinámica nazista es el intento de transformar a los explotados en especies distintas, en razas distintas. La monstruosidad del capitalismo, en ese sentido, apuntó perfectamente bien. En monstruosidad humana no puede haber más: el intento de dividir a la humanidad en sectores que van a terminar en especies distintas, unas trabajando y otras viviendo a costa de las otras. Por eso existieron los métodos de guerra civil contra razas, no sólo contra la clase obrera […]

Nosotros sabemos perfectamente bien que a la clase obrera de Israel — sobre todo asquenazi (es decir, judíos de origen europeo)— no la persiguen; sabemos que tienen Histradrut (la central sindical), que tienen todo. […] Lo que nosotros denunciamos es que hay un genocidio sistemático de tipo racial. Eso es típico del nazismo más que del fascismo. Por eso me autocritico.

Nosotros no pescábamos la profundidad de esto que ahora hemos aprendido. También uno de los más grandes juristas israelíes, miembro —si mal no recuerdo— de la Corte Suprema, decía que Israel era nazi. Nosotros cambiamos y dijimos que era fascista, sin captar lo profundo que era. El entendía más que nosotros, y sabía que incluso como miembro de la Suprema Corte se podía dar el lujo de decir que Israel era nazi, tenía libertad para decirlo. Tenía razón él, era nazi en ese sentido: los métodos de guerra civil contra una raza. Donde se persigue a una raza con métodos de guerra civil, hay métodos nazistas, porque son métodos de guerra civil […]

***

“Palestina laica, democrática y no racista”

Por: Nahuel Moreno.  

Estimados compañeros:

Hemos recibido su carta del 31 de julio con preguntas “sumarias” y críticas implícitas y explícitas a nuestras posiciones sobre el Oriente Medio. La clave de nuestras diferencias, incluso en lo que hace al método para abordar el problema, radica en vuestra afirmación que la política y consigna Palestina laica, democrática y no racista son burguesas y sólo pueden llegar a apoyarse “si surge un Estado de esas características, en lucha contra el sionismo y el imperialismo”.

Por otra parte, nuestras diferencias se precisan más cuando, al final de la carta, afirman que “naturalmente” coinciden con nosotros en “la caracterización de la guerra del Líbano, con las consignas centrales antiimperialistas y en hacer eje en la destrucción del estado sionista”. Además, cuando aprueban nuestra consigna “eje” de apoyo militar a la OLP y a las tropas sirias.

De modo que en una primera aproximación las diferencias parecieran ser meramente tácticas. Según ustedes, estaríamos completamente de acuerdo en “el eje” y “la base”, que sería la “destrucción del Estado sionista”, y ustedes marcan su desacuerdo en lo que habría que construir “después”: para nosotros, sería la consigna “burguesa” de un estado palestino, laico, democrático y no racista; para ustedes, en cambio, la consigna que consideran “transicional” y “clásica del trotskismo”: asamblea constituyente palestina sobre la base de la destrucción del Estado sionista. Veremos que no es así:

¿Quién lo destruye?

Al formular esta primera pregunta, lógicamente derivada de nuestro acuerdo principista, comienzan las profundas diferencias de método, que luego se reflejan en las políticas y consignas. Si el propósito decisivo y fundamental es la destrucción del Estado sionista, se trata de establecer cuáles son las fuerzas objetivas que en este momento están embarcadas en esa tarea progresiva, histórica, y cuáles las mejores consignas para apoyarlas y lograr que cumplan su cometido con el mayor entusiasmo y fuerza.

¿Acaso lo están haciendo los explotados y discriminados sabrás y sefardíes de Israel? ¿O son los trabajadores asquenazis?

En este momento, esas fuerzas son baluarte del Estado sionista y no la vanguardia de su destrucción. La aristocracia obrera asquenazi, a través del Partido Laborista, está con todo en el sionismo. Los sabras y sefardíes le dieron la base electoral a Begin y apoyan con entusiasmo sus planes de colonización de las tierras árabes.

Esto deja actualmente como único sector social en lucha permanente contra Israel al movimiento árabe y mahometano, a cuya vanguardia indiscutida están los palestinos, arrojados de su patria por los sionistas. Desde hace 34 años, cuando se construyó el Estado racista, la forma de luchar por su destrucción es apoyar la justa guerra de los palestinos y musulmanes. No vemos otra, porque no hay otra fuerza en la realidad objetiva que se enfrente, armas en la mano, contra el sionismo.

Como trotskistas, debemos tratar de hallar entonces las consignas adecuadas a esa realidad objetiva, es decir, que ayuden a la movilización y al combate árabe. Ese es nuestro método, pero no el de ustedes.

¿Consigna para cumplir la tarea o para después de cumplida?

Cuando nuestras diferencias metodológicas se corporizan en distintas consignas, surge el nuevo problema del papel y la ubicación que ellas deben desempeñar en la lucha. ¿Cuándo y para qué debe utilizarse una consigna?

Si nos guiamos por la vuestra — constituyente palestina— se levanta para después de cumplida la tarea “base”. No es para ayudar a cumplirla mejor sino para resolver una problemática posterior a ella, en este caso, la que surgiría después de la destrucción del Estado sionista.

Esa es la metodología que Trotsky definió como disolver lo concreto en lo abstracto y futurológico. En efecto: ustedes están disolviendo lo concreto, que es la lucha mahometana y palestina por destruir el Estado fascista, racista y basado en el Viejo Testamento, en la abstracción futurológica de que, una vez que el Estado sea destruido, llamarán a sus habitantes actuales, que son sionistas y tienen mayoría absoluta sobre los palestinos, a una constituyente para discutir la reorganización del país, dándoles a cada uno de ellos un voto, igual que a los palestinos.

Nosotros, en cambio, creemos que la consigna debe estar al servicio de la tarea, en este caso, de la destrucción del Estado israelí. No para dar respuesta a la problemática posterior a esa destrucción, sino para implementarla, para mejor movilizar a los palestinos. Y mucho menos cuando la abstracción futurológica es completamente reaccionaria.

Vuestra consigna no sirve para que los únicos agentes actuales de la destrucción del Estado sionista tengan cada vez más audacia y coraje, sino que atenta contra ese propósito. La asamblea constituyente palestina, consciente o inconscientemente, hoy sirve al sionismo, contemporiza con él, y es la causa por la cual la levanta Lambert, no todo el trotskismo y menos el revolucionario.

La trampa del apoyo vergonzante

 Uno de los problemas básicos de la guerra que, bajo diversas formas, se desarrolla desde hace 34 años, es la disputa sobre quién tiene derecho a permanecer en Israel. O sea, si los sionistas van a seguir o no, si el enclave imperialista apoyado en los judíos va a quedar o será destruido. Los palestinos dicen y pelean para que los sionistas —y los ocupantes que llegaron a fortalecer el enclave— se vayan.

Si el enclave permanece, es decir, si Israel gana la guerra, puede adoptar distintas formas. Puede llegar a asimilar a una minoría palestina colaboracionista y permitirle algunos derechos; incluso, ¿por qué no? los electorales. Pero si es destruido por la guerra palestina significará que los sionistas salgan de Israel y, con ellos, quienes les dan su base social y política. Esta consigna: fuera los sionistas de Israel, es la decisiva, la que da contenido a nuestra formulación de destrucción del Estado sionista. No hay otra manera de destruir el Estado sionista que no sea echando a los sionistas. ¿Qué clase de destructores del Estado sionista somos si nuestra bandera principal es la de permitirles a los sionistas que ganen o participen en una elección de asamblea constituyente, por la cual nos comprometemos a luchar junto a ellos y contra los palestinos, pues éstos no consideran voto útil al de los sionistas?

La asamblea constituyente palestina después de la destrucción del Estado sionista es precisamente la manera vergonzante de apoyar a los sionistas y de convalidar su presencia, dándole un barniz “democrático” a su usurpación “fascista” [Nazi].

Si se quiere insinuar que esa constituyente se haría con pobladores judíos no sionistas, implícitamente ya hemos contestado antes. Esos habitantes imaginarios no existen. Si el proletariado judío llegara a romper con sus aparatos sionistas (a lo que nosotros llamamos), deberíamos estudiar la mejor manera de que empalmara con la lucha palestina. Pero eso es música del futuro.

En vuestra carta hay un error teórico que los conduce hacia la consiga de la constituyente, a pesar de que, como hemos visto, no sirve para movilizar a los palestinos y es pro sionista. Ustedes creen que es “transicional”, por ello superior a la nuestra, que es burguesa.

Eso es falso. Es una consigna estrictamente burguesa, tan burguesa como la nuestra. Ninguna de las dos tiene un solo elemento clasista. La constituyente es un reclamo democrático burgués, que no se basa en clases sino en ciudadanos. A cada habitante, un voto. Es la máxima expresión del derecho político burgués.

Como toda reivindicación, independientemente de su origen histórico, puede desempeñar un papel transicional, progresivo, regresivo, revolucionario o contrarrevolucionario, que depende del contexto. Por ejemplo, es criminalmente contrarrevolucionaria en todo enclave colonial, por lo que suele esgrimirla el imperialismo para defenderlos. Nosotros no le reconocemos ningún derecho democrático burgués a los pobladores de los enclaves enviados por la metrópoli. Cuando ocupemos Guantánamo no llamaremos a una constituyente con igualdad de derechos para los cubanos y para los colonizadores de la base. Nuestra consigna es, desde ya, fuera yanquis de Guantánamo, la misma que tenemos en Israel.

En Israel, actualmente, la constituyente es igualmente contrarrevolucionaria. Sólo podíamos levantarla ultra propagandísticamente —y no serviría para nada—, precedida por una larguísima explicación diciendo que sólo se realizará, siempre y cuando los palestinos lo quieran, cuando se haya echado de Israel a todos los judíos sionistas, fascistas, racistas y que no quieren convivir con los árabes.

Si no se aclara esto debidamente, o se disuelve en una fórmula abstracta como la de la destrucción del Estado israelí, sin explicitar que esa destrucción implica obligatoriamente el alejamiento de sus habitantes actuales, la consigna significa aceptar el hecho consumado de la ocupación judía de Israel y decir que a partir de ahora vamos a ser todos democráticos, inclusive los fascistas […]

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