Manifestantes, a favor de Pedro Castillo y en contra del Congreso, protestan en las calles del centro de Lima, Perú. 11 de diciembre de 2022. Foto: Aldair Mejía – EFE.

OPCIÓN MARXISTA INTERNACIONAL Y  DEMOCRACIA DIRECTA

28 de diciembre de 2022 – actualizado


Desde el pasado diciembre, Perú se convulsiona por las protestas masivas tras la detención del presidente Castillo después de su destitución, el 7 de este mes, por parte del parlamento dominado por los partidos de la extrema derecha.

El Congreso de la República, que desde el primer día intentó destituirlo, aprovechó el paso en falso dado por el mandatario para lograr su objetivo. Esa medida reaccionaria, disfrazada de “defensa de las instituciones democráticas”, fue inmediatamente respaldada por la embajada de los Estados Unidos. 

Castillo, asediado desde el parlamento y la calle por la extrema derecha y la derecha, en vez de apoyarse en la movilización obrera y popular, prefirió buscar el respaldo a su desesperada acción entre la cúpula militar y sectores de las élites.

El gobierno encabezado por el maestro rural, que prometió mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y campesinos, desoyó las protestas del magisterio, los obreros, los campesinos indígenas, que le exigían la ejecución de sus promesas de cambio, y un plan para enfrentar la creciente inflación, el alto costo del combustible y de los alimentos básicos.

Pedro Castillo conjuntamente con los dirigentes de los partidos de la “izquierda” tradicional, de los sindicatos y organizaciones populares, convencieron a sus seguidores que la mejor política para derrotar a la extrema derecha fujimorista y lograr los cambios urgentes en las condiciones de vida y trabajo de la población pobre, era colaborar con la patronal y el imperialismo.

En solo diez y siete meses, esa política de pacto y conciliación se tradujo en planes de ajuste contra el pueblo trabajador, erosionó el apoyo inicial que había obtenido entre los pobres y finalmente lo desplomó.

Hoy la imagen de un Castillo, detenido y bajo amenaza de ser procesado, muestra la tragedia de un gobierno que apostó a la colaboración con un sector de las élites políticas y empresariales, como “hábil estrategia” para enfrentar a la ultraderecha fujimorista y la derecha tradicional del país, en vez de solucionar las demandas más sentidas del pueblo trabajador y apoyarse en su lucha para hacerle frente.

Las masas se levantan

A pesar de que el mandatario defraudó las ilusiones electorales depositadas en su gobierno, la   respuesta de lucha no se hizo esperar. Con masivas movilizaciones callejeras, bloqueos de carreteras y tomas de edificios del gobierno, los sectores empobrecidos del campo y la ciudad, enfrentan heroicamente el estado de emergencia y el toque de queda, así como la brutal represión y la militarización. Aunque el proceso, al parecer, es más fuerte en el interior del país y más débil en Lima, su capital, asistimos a un levantamiento popular nacional que persigue la caída del gobierno y el cierre del parlamento.

Bajo la careta de “la defensa de la democracia y sus instituciones” el gobierno Boluarte y el Congreso reprimen y asesinan con saña. Tras más de 27 muertos, cientos de heridos y detenidos, queda al desnudo el carácter totalitario y dictatorial que significa para los trabajadores y los de abajo, la “democracia” de los de arriba, de los poderosos.

Está demostrado: la democracia burguesa no soluciona nada.

¡GOBIERNO OBRERO Y POPULAR!

Desde la distancia, pensamos que la profunda crisis de gobierno y régimen político en ese país, que ya lleva seis presidentes en cuatro años, así como la experiencia con Castillo que probó que no hay salida de fondo con sólo ganar las elecciones en el marco de las instituciones dominadas por la burguesía y con un gobierno que amordazó al pueblo trabajador para pactar y conciliar con los empresarios y el imperialismo, mientras sigue girando la rueda de la opresión y explotación de los oprimidos.

Una vez más sale a la luz que con esta democracia burguesa, no se come, no se educa, no hay salud, ni vivienda, en suma, el futuro próspero sólo está garantizado para los potentados nacionales y extranjeros.

¿Quién debe gobernar el país?

Hoy, una vez más en el continente, ante la lucha política ofensiva de las masas, que con su coraje enfrentan en las calles la represión asesina de la “presidenta” Boluarte, del Congreso y del régimen político de los capitalistas, mientras exigen “que se vayan todos” y un gobierno favorable a sus intereses, se pone de relieve la imperiosa necesidad de dar un vuelco completo a la sociedad y conquistar que la clase obrera tome las riendas del país.

Un gobierno  obrero y popular es una exigencia imperiosa de la realidad peruana. ¡O continúa gobernando la burguesía con sus instituciones corruptas o gobierna la clase obrera por medio de sus propias organizaciones independientes!

Conducir el levantamiento popular a nuevas elecciones desmovilizaría y desviaría la lucha directa colocándola en el terreno de la burguesía y su “democracia” de represión, corrupción y arbitrariedad. Eso es lo que buscan la extrema derecha fujimorista, la derecha tradicional y el imperialismo. ¡Se trata de una trampa para sacar al pueblo movilizado de las calles y derrotarlo y, una vez más, abrirle el espacio electoral a los partidos y demás instituciones corruptas de la desprestigiada burguesía!

Lamentablemente las consignas que levantan las direcciones políticas y sindicales que se reclaman de izquierda son: “Elecciones ya”, “Cierre del Congreso” y “Asamblea Constituyente”, bajo el argumento de buscar “una salida democrática a la crisis”, pero, hacen el juego a esa maniobra de la patronal y el imperialismo.

A pesar de la gravedad de la crisis y la experiencia propia, quieren replicar el nefasto resultado de la reciente experiencia chilena, con las elecciones y su Asamblea Constituyente. Los dirigentes de la Central General de Trabajadores del Perú, CGTP, y de las demás organizaciones del movimiento de masas, suman a esta política electoralista, sus vacilaciones ante el levantamiento popular y la protesta nacional, pues no llaman a desarrollarla y fortalecerla, ni proponen la caída de Dina Boluarte.

Hace falta una dirección política y sindical consecuente, que se ponga al frente de la pelea y privilegie las urgentes necesidades de la clase trabajadora, los campesinos indígenas y sectores populares. Que trace un plan para centralizar las acciones de lucha que hay en el país y rompa los obstáculos impuestos por la misma burocracia sindical y política, para que la clase obrera ingrese a fortalecer y liderar la pelea con el paro nacional de la producción, el transporte y los servicios. Una Huelga General.

Teniendo en cuenta la ausencia de esta dirección política revolucionaria con influencia en el movimiento obrero, es imprescindible que los trabajadores se organicen democráticamente y lideren la pelea conjuntamente con las organizaciones de los campesinos pobres y los sectores populares.

No perder de vista las tareas centrales que tiene planteado objetivamente el proceso: derribar la “presidenta” Dina Boluarte, desmontar el parlamento y demás instituciones del régimen político represivo y corrupto que son el instrumento del dominio de los capitalistas para dar paso a un gobierno que legisle a favor de los de “abajo” y transforme totalmente la sociedad. Por eso, es esencial que la clase trabajadora se vincule al levantamiento popular con el paro nacional de la producción, para centralizar, fortalecer el combate y liderarlo.

Los dirigentes de la CGTP declararon que en los próximos días acordarán la convocatoria a un Paro Nacional, en el marco de un conjunto de acciones. Sin duda hablan de una tarea urgente e indispensable. Es inaplazable y vital la discusión democrática en asambleas de las bases obreras y de los sectores que están luchando, para definir la fecha del Paro. También un Plan de Lucha que le dé continuidad.

Urge fomentar que las masas creen sus propias organizaciones independientes y buscar su centralización y total independencia de los partidos de la burguesía, designando de su seno, comités de defensa ante la brutal represión. Denunciar la represión, pero plantear la democratización y derecho de sindicalización del ejército, la policía y las FFAA en general, así como construir sus organismos de control obrero, con un programa que recoja las demandas más urgentes tanto de los trabajadores como de los campesinos pobres y sectores populares, respaldado con un plan de movilización permanente.

Dichas organizaciones pueden invitar a las centrales sindicales y organizaciones populares de América Latina a brindar solidaridad efectiva y material con el levantamiento del pueblo peruano. A exigir de los presidentes que se reclaman de “izquierda” en el continente (México, Argentina, Colombia, Brasil, Bolivia, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Chile), la condena y exigencia del cese inmediato a la represión, el respeto a plenas libertades democráticas y de movilización, así como a romper relaciones diplomáticas con Boluarte, para aislar internacionalmente ese gobierno reaccionario e ilegítimo.

No obstante, nuestra posición crítica frente al  mandato de Pedro Castillo, es justo exigir su libertad inmediata. 

¡CGTP: ¡FECHA, FECHA YA… AL PARO NACIONAL!  PARA ECHAR A DINA BOLUARTE DEL GOBIERNO!

¡NO MAS GOBIERNOS Y PARLAMENTO DE LA BURGUESÍA! ¡GOBIERNO OBRERO Y  POPULAR!
¡NO MÁS ASESINATOS Y REPRESIÓN, ESTADO DE EMERGENCIA Y TOQUE DE QUEDA!
¡LIBERTAD INMEDIATA PARA PEDRO CASTILLO  Y TODOS LOS DETENIDOS EN LA LUCHA!
¡SOLIDARIDAD INTERNACIONAL CON LA LUCHA!

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