
Huber K. – 25 de abril de 2025
Hace 4 años se produjo una inmensa movilización popular y juvenil en protesta contra el gobierno. Una acción espontánea e independiente de las masas. Una de esas ocasiones excepcionales en que sectores importantes del pueblo trabajador, dejan por un momento sus sacrificadas y agobiantes vidas, para rebelarse contra las arbitrariedades del orden establecido y reclamar con acciones colectivas y masivas, sus derechos y soluciones a sus necesidades apremiantes.
Explotó un fenómeno sin precedentes en la historia reciente en Colombia, que estremeció profundamente al país. Algo que no se había presenciado desde el Paro Cívico Nacional de 1977 y desde el ascenso y efervescencia de luchas que acorraló al gobierno en 1985.
Una explosión de indignación juvenil y popular que puso a temblar al gobierno de Iván Duque, a todos los políticos y partidos tradicionales de la patronal –de extrema derecha uribista y de derecha liberal, conservadora, de la U y Cambio Radical, etc.-.
Esta situación, por supuesto, llenó de nerviosismo también a sus aliados de las potencias, especialmente al gobierno de EE.UU., ante la crisis que atravesaba el principal aliado en su patio trasero, por lo que sólo atinaron a llamar a la calma. [También le puede interesar: “EEUU y las grandes potencias ante el estallido social”].
Ese 28 de abril se dio inicio a la más grande y multitudinaria acción de masas contra el gobierno uribista. De una dimensión tal, que en solo tres días lo obligó a retirar su proyecto de Reforma Tributaria y solo un día después, a despedir fulminantemente a su ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, cerebro del proyecto. ¡Fueron los dos iniciales y contundentes triunfos de ese estallido social!
De acuerdo con los hechos, se trató de la lucha de los trabajadores y sectores más empobrecidos de la sociedad, las clases explotadas y oprimidas, contra el gobierno, los partidos políticos y parlamentarios, representantes de los grandes empresarios nacionales y extranjeros. Una potente acción de rebeldía contra las clases pudientes (banqueros, financieros, terratenientes, comerciantes, industriales, etc.). ¡Se expresó la tan temida lucha de clases!
Por eso, durante estos años, la clase dominante y el establecimiento oligárquico, se han empeñado en que la población olvide lo sucedido. Los sectores más retardatarios de ellos han desarrollado una sistemática campaña de estigmatización y desprestigio de la movilización popular, por todos los medios a su alcance. Paradójicamente, desde la otra orilla y con distintos argumentos, algo similar han hecho quienes se reclaman los ‘promotores’ de la protesta, distorsionando lo sucedido y con referencias rituales a la fecha. Todos coinciden en buscar que se olvide lo sucedido y sus alcances.
Nosotros nos empeñamos en lo contrario: esforzarnos para que esa experiencia de lucha colectiva y masiva no se olvide y reivindicar sus importantes logros. Sin dejar por eso de señalar sus errores limitaciones y la política inconsecuente de las direcciones sindicales y políticas que estuvieron al frente, todo lo que se requiere superar en una nueva acción nacional similar. [Ver artículo relacionado: “La política del comando nacional de paro (CNP)”].
Para el día 28, los directivos de las centrales obreras y sindicatos, agrupados bajo el llamado Comando Nacional de Paro (CNP), convocaron con justeza a la protesta en rechazo al proyecto de Reforma Tributaria y a otras medidas lesivas impulsadas por el gobierno Duque, que en medio la pandemia y sus terribles consecuencias, significaban un mayor agravamiento de las ya usuales penurias del pueblo trabajador.
Bajo el nombre de Paro Nacional, convocaron a una Jornada Nacional de Protesta limitada a un día. Su objetivo era movilizar a la población a marchas pacíficas para ‘presionar’ a los parlamentarios a votar en contra del proyecto. De allí que su eslogan fuera: “por el hundimiento de la Reforma Tributaria”. Lenguaje típico de la actividad parlamentaria, que reveló su orientación de usar al movimiento de masas para poder influir en el parlamento y “hundir” el proyecto. Tal como ha sido y sigue siendo la práctica habitual entre los líderes sindicales y los partidos de izquierda con los que están vinculados.
Sin embargo, de manera imprevista, los acontecimientos tomaron un rumbo diferente.
Tal como luego escribió un profesor universitario:
No estaba en las posibilidades reales del CNP convocar a una revuelta social, tampoco tenía la intención de hacerlo. Pero la convocatoria desencadenó el estallido social. [1]
El CNP, sin siquiera proponérselo, abrió una Caja de Pandora que desencadenó el reclamo de todas las necesidades básicas de grandes sectores populares y medios. Necesidades aplazadas por años por todos los gobiernos de los potentados y agravadas a niveles insoportables por la pandemia y su desastroso manejo, con sus secuelas de muerte, enfermedad, confinamiento o encierro.
Una combinación de circunstancias internas y externas al país —de las cuales no nos ocuparemos en este escrito— detonó esa acción histórica, espontánea e independiente de sectores muy amplios de la población y la juventud popular.
El Gobierno y partidos políticos de la oligarquía y sectores de la clase media, presenciaron espantados cómo las multitudes perdieron el miedo, salieron a la ofensiva y, por semanas, llenaron calles y plazas con sus protestas e indignación.
Desafiando las amenazas del gobierno nacional, rompiendo el Toque de Queda en Cali y las prohibiciones de otros gobiernos locales, decenas de miles se lanzaron movilización callejera desde el día 28 y se mantuvieron por varias semanas en ella.
Tres días después, el 1° de mayo, la masiva protesta adquiriría un pico especial, con la inédita y multitudinaria acción de masas como conmemoración de la fecha en Cali, Bogotá, Pereira, Barranquilla, Cartagena y otras ciudades del país. ¡La realidad de la furia popular se expresó en un inédito y apoteósico 1° de mayo!
Los dirigentes del CNP en la capital y la mayoría del país, citaron a una conmemoración virtual de la fecha. En Cali a una movilización tan rutinaria como la que por años han convocado. Convocatorias de espaldas a la nueva realidad surgida, que probó su desconcierto, pero, ante todo, la clara finalidad de sacar presión a la olla que había explotado y buscar apaciguar la protesta.
Los activistas y militantes de lo que luego se llamaría Primera Línea y las organizaciones políticas y guerrilleras tras de ellos, empezarían sus bloqueos y coparían los que habían surgido espontáneamente en algunos puntos, sólo tres días después, el 3 de mayo. Completamente al margen de ese apoteósico 1° de mayo y descolgados de las subsiguientes acciones de masas que caracterizaron el estallido [También le puede interesar: “¿La primera línea hizo el estallido social?”].
Los de abajo evidenciaron un método de lucha para arrancar a los de arriba la solución a sus urgentes necesidades: la acción masiva directa de las masas. Salió a la luz que los intereses de la juventud pobre y del pueblo trabajador son opuestos y contrarios a los de quienes han gobernado el país por siempre, los grandes capitalistas, socios menores de las transnacionales de EE.UU. y otras potencias.
El gobierno y la oligarquía contra las cuerdas
Pero no solo el gobierno de extrema derecha y su régimen asesino y represivo fueron enfrentados. También los demás partidos políticos e instituciones de este sistema económico y social de explotación y opresión capitalista, que con la pandemia se demostró que no pueden solucionar cabalmente ningún problema para la mayoría de la población, por mínimo que sea.
Fue esa contundente movilización popular la que realmente asestó un duro e inédito golpe político al gobierno y derrotó, al menos de momento, a Duque y al uribismo. Esa es la única explicación seria, del actual retroceso y división interna de esa expresión política burguesa de extrema derecha y de la evidente crisis de los restantes partidos tradicionales de la burguesía, que entre otras cosas no pudieron articular una campaña electoral y se vieron obligados a colocarse detrás de un candidato emergente, un “patán y payaso”, como Rodolfo Hernández. Todo esto a pesar de que los ‘demócratas de izquierda’ expliquen esa profunda crisis de los partidos tradicionales de la patronal, sólo cómo un logro gracioso de su triunfo electoral.
Por esa combinación de hechos, luego de algunos días de iniciado el proceso, de nuestra parte definimos que habíamos entrado en una situación dónde “las clases dominantes no podían mantener inmutable su dominación”. También que la oposición de casi toda la burguesía (incluido el mismo Uribe) a la Reforma Tributaria de Duque significaba una “crisis de las “alturas”. Y que eso abrió “una grieta por la que irrumpió el descontento y la indignación de las clases oprimidas”. A consecuencia de que la pandemia y el confinamiento significaron “una agravación, fuera de lo común, de la miseria y de los sufrimientos de las clases oprimidas”. Esa realidad, las empujó a “una acción histórica independiente”, el estallido juvenil y popular del 28 A[2]
No obstante, el gobierno de Duque con su brutal represión y hábil política de engaño y dilación como pudo, adelantó una ofensiva para desarticular la lucha con el apoyo de todos los políticos del establecimiento y los medios de comunicación, para descalificar y desprestigiar la protesta, con la maniobra de que esta era constituida solo por los bloqueos de los grupos minoritarios a quienes estigmatizó como “terroristas”.
Finalmente, el gobierno y los dirigentes sindicales, así como la “izquierda” reformista, cada uno desde su orilla, lograron sacar de las calles el proceso de indignación y furia, para encauzarlo hacia la confianza en las elecciones y demás mecanismos e instituciones de esta democracia recortada y corrupta. [Ver artículos relacionados: “La política del comando nacional de paro” (CNP) y “Petro ¿organizó o apaciguó el estallido social?”].
Rasgo característico del estallido: ¡la inédita acción directa de las masas movilizadas!
Más allá de la dolorosa cantidad de asesinados y víctimas de la represión, el 28 A significó un fabuloso impulso hacia delante de la lucha en el país y, ante todo, de la realidad política de los trabajadores y las grandes mayorías desposeídas.
Tras muchos años de retroceso, masacres, asesinatos, reino del paramilitarismo, derrotas y hegemonía de la extrema derecha uribista, tanto del gobierno como de las principales instituciones de dominación burguesa, sectores importantes de las masas salieron a la ofensiva y avanzaron en aclarar quienes son sus enemigos.
No por casualidad los medios de la gran prensa ligados a ellos, a sus políticos o a sus voceros desde el parlamento, han hecho lo imposible por tapar, bajo una montaña de mentiras y calumnias, esas grandes acciones de las masas trabajadoras. Todos buscan desprestigiar lo sucedido, colocando un signo igual entre el estallido y los bloqueos e igualando los excesos autoritarios de los activistas radicalizados de la primera línea y sus acciones descolgadas, como sinónimo de lo sucedido. Así quieren que las capas más acomodadas de la clase media, pero también los trabajadores y el pueblo trabajador rechacen y olviden lo sucedido.
Desafortunadamente, igual camino han recorrido quienes, desde los puestos de mando de los sindicatos y de los partidos de la “izquierda” instalada hoy en el gobierno y en el parlamento, quieren minimizar las movilizaciones espontáneas e independientes de las masas. A lo sumo mostrarlas como obra de sus directrices y políticas. Igualmente, mostrar el resultado electoral que los favoreció, como la consecuencia directa y legítima de los acontecimientos del 28 A y a ellos como depositarios únicos de la rebeldía popular.
Los hechos de las conductas de conciliación y pacto con Duque, sostenidas por el CNP y ellos, mientras las masas ocupaban las calles y los activistas enfrentaban la feroz represión, así como los continuos llamados de Petro y sus seguidores, antes que buscar avivar y extender la protesta, como los acusa falazmente la derecha, trabajaron afanosamente para suspenderla y conjurarla. Esa es una realidad que muchos quieren ocultar y que desde el actual gobierno utilizan deformándola, para poder llenarse de “gloria” y ante todo de votos. [Ver artículo relacionado: “La política del comando nacional de paro” (CNP)].
El que ese avance y las posibilidades que abrió, hayan sido totalmente dilapidadas y echadas a perder por el actual gobierno, que, sin hacer méritos para ello, terminó capitalizando electoralmente lo sucedido, no invalida que incluso ese mismo gobierno, inédito en el país, y muchos logros en la realidad del pueblo trabajador del país, son el resultado directo o indirecto de esa tremenda lucha.
Por extraño que parezca, esa paradoja es algo muy usual en el resultado de las luchas. Cuando una organización o un líder capitaliza el proceso y aparece representando al pueblo, pero en realidad lo hace para salvaguardar el dominio de la clase dominante, en una etapa de crisis. Se asiste entonces, en vez de a una transformación profunda del orden político y social, se abre paso una salida que se apropió del lenguaje y los símbolos de la lucha, para encubrir intereses conservadores y personales y devolver la calma al establecimiento. Todo resultado de las características de las clases protagonistas del proceso y de cada momento[3]. Por eso no es casual que el nuevo gobierno desde el momento de su poseción, se comprometió a “desarrollar” el sistema de opresión y explotación imperante en el país, el sistema capitalista y, en verdad, más allá de contradicciones y tropiezos, lo ha hecho. [Ver artículo relacionado: “Petro ¿organizó o apaciguó el estallido social?”]
Revivamos las imágenes de lo sucedido
Por todas esas razones, en esta ocasión, de nuestra parte queremos sacar a la luz lo que realmente sucedió en la lucha masiva de los desposeídos y desheredados de esta sociedad: una acción de masas no vista antes en el país.
Queremos contribuir a ello, compartiendo de nuevo con nuestros lectores las imágenes y videos de esas acciones directas de masas, que más allá de tergiversaciones, ocultamientos y mentiras, constituyeron la contundente realidad de esos casi sesenta días de la protesta generalizada de las masas en el país.
[2] V.I. Lenin sobre la situación revolucionaria: “Seguramente no incurrimos en error si señalamos estos tres síntomas principales: 1) La imposibilidad para las clases dominantes de mantener inmutable su dominación; tal o cual crisis de las “alturas”, una crisis en la política de la clase dominante que abre una grieta por la que irrumpe el descontento y la indignación de las clases oprimidas. Para que estalle la revolución no suele bastar que “los de abajo no quieran”, sino que hace falta, además, que “los de arriba no puedan” seguir viviendo como hasta entonces. 2) Una agravación, fuera de lo común, de la miseria y de los sufrimientos de las clases oprimidas. 3) Una intensificación considerable, por estas causas, de la actividad de las masas, que en tiempos de “paz” se dejan expoliar tranquilamente, pero que en épocas turbulentas son empujadas, tanto por toda la situación de crisis, como por los mismos “de arriba”, a una acción histórica independiente”.
[3] Ver: MARX Carlos, “El 18 de Brumario de Luis Bonaparte”
Presentamos algunas de las imágenes más importantes de lo que significó el masivo y grandioso estallido de las masas movilizadas en Colombia:





