
– Primera parte –
Nota: Cuando el presente artículo estaba concluido, sucedió el atentado contra el candidato del partido Centro Democrático, Miguel Uribe. Lo reciente del hecho y las posibles repercusiones, requieren un tratamiento serio y detenido, criterio que en este momento, impide un pronunciamiento de nuestra parte. Por tal razón el presente artículo y su segunda parte -así como las publicaciones subsiguientes- no se referirán a este hecho”.
Los Editores
10-06-2025
Esta serie de dos artículos busca presentar cómo los jóvenes pueden contribuir a la transformación de la sociedad y qué forma de lucha obtiene mejores resultados.
Bernard R. y Nath H. – 09 junio de 2025
Hoy, la conmemoración del Día del Estudiante transcurre en un panorama donde la juventud vive con una profunda preocupación por su futuro, marcado por la incertidumbre, la precarización laboral y la exclusión educativa producto de la desigualdad social. Incluso los jóvenes que logran estudiar y prepararse durante años, sienten que en la sociedad actual no se les garantiza una vida digna con estabilidad laboral.
Frente a esta realidad, cabe preguntarse: ¿Cuál es el papel de los jóvenes en esta sociedad que parece condenarlos a la falta de oportunidades y, con ello, a condiciones de vida precarias? ¿Acaso debemos resignarnos a un porvenir de angustia, donde la única salida sea el entretenimiento vacío con la tecnología, los medios de comunicación, las drogas o el alcohol, que las trasnacionales y las élites del país promueven para su lucro?

En este artículo, presentamos que algunos jóvenes que están dispuestos a luchar en contra de los regímenes represivos y denunciar la opresión de la mayoría por una minoría privilegiada, para alcanzar conquistas de diversa índole. Si nos lo proponemos, tenemos la posibilidad de desempeñar un rol activo en nuestros colegios, universidades y lugares de trabajo. Aportando con una conciencia crítica y acciones de lucha masiva a favor de la transformación de la sociedad, con el ánimo y la energía que nos caracterizan, en la defensa de nuestros derechos. Nuestro vital protagonismo en las masivas manifestaciones del Estallido Social del 28A en 2021 en Colombia y de forma similar en Chile, EEUU, Panamá, Cuba, Ecuador o Serbia, así como en las recientes movilizaciones estudiantiles en Europa, Estados Unidos y otras regiones del mundo en rechazo al genocidio del Estado sionista de Israel en Gaza, son un ejemplo de ello.
Situación actual de la juventud y los estudiantes
Una mirada general permite entender que la situación actual de los jóvenes y estudiantes, hijos de los pobres y la clase trabajadora, es similar a nivel mundial.
En América Latina, por ser países subordinados a los intereses de EEUU y otras potencias, esta situación se agrava. La desigualdad social se expresa en desempleo, pobreza, hambre en las familias y falta de oportunidades que empujan a la juventud a un futuro incierto y desesperanzador. Muchos jóvenes, ante la ausencia de alternativas, optan por salidas desesperadas: migrar en busca de una vida digna, vincularse a grupos de delincuencia como sicarios o incluso caer en redes de prostitución para poder ayudar en sus hogares. Es una realidad dolorosa, pero que se reproduce sistemáticamente bajo este sistema capitalista desigual e injusto que explota, excluye y oprime.
El ingreso al mundo laboral resulta angustiante para millones de jóvenes en Colombia y el mundo. En Colombia, a inicios del 2025, 2,68 millones eran ‘ninis’, es decir, ni estudiaban ni trabajaban[1]. A nivel mundial, más de 60 millones de jóvenes se encuentran desempleados.
Esta situación nos reduce a sobrevivir en condiciones de informalidad o rebusque, sin espacio para pensar, tener esparcimiento, desarrollar actividades artísticas o deportivas. En el mejor de los casos, el estudiante o joven que ingresa al mundo laboral se convierte en víctima de los contratos basura. Los empresarios aprovechan la necesidad que tenemos los jóvenes de trabajar, para contratarnos bajo condiciones precarias, despojándonos de todos nuestros derechos, lo que se traduce en jugosas ganancias para sus bolsillos. Con esto se benefician de nuestra explotación y exclusión sistemática.
Tener vivienda propia es una aspiración central para las familias y en especial para la juventud, que busca alcanzar estabilidad, autonomía e independencia. Sin embargo, este objetivo se vuelve cada vez más inalcanzable debido a la inestabilidad laboral, los bajos salarios, muchas veces sin prestaciones sociales, el alto costo de los inmuebles y las múltiples trabas impuestas por los bancos y constructoras al momento de solicitar un préstamo, sin contar con la eliminación de la cobertura a la tasa de interés para el crédito hipotecario y las crecientes restricciones para acceder a programas como «Mi Casa Ya». En este contexto, el derecho a la vivienda es papel mojado sustituido por un negocio multimillonario, donde la construcción y venta de viviendas se orienta únicamente a maximizar las ganancias de una minoría, excluyendo a las mayorías empobrecidas del país.
Gracias a que el derecho a educación ha sido transformado en un negocio privado, la opción de estudiar para mejorar las condiciones de vida es cada vez más escasa, especialmente para los hijos de las familias trabajadoras. Quienes desean ingresar a la universidad pública se enfrentan a la escasez de cupos y quienes no logran acceder deben endeudarse con bancos para pagar sus matrículas. En Colombia, en 2021, de aproximadamente 1,1 millones de jóvenes aspirantes, poco más del 50% -623.000- quedaron por fuera[2].
Así, la educación incluso la que está a cargo del Estado, se consolida como un lucrativo negocio financiero que condena a los estudiantes a una deuda de por vida, atrapándolos en un sistema que mercantiliza sus aspiraciones y precariza su futuro.
Del otro lado la privatización de la educación pública [Ley 30], se evidencia también en su abandono y degradación: plantas físicas en ruinas, calidad académica deficiente y presupuestos constantemente recortados.
¿Qué opción le queda a quién no ve en el estudio una salida para aliviar el hambre en su hogar? Para muchos, abandonar la escuela no es una decisión, sino una necesidad. La deserción escolar se convierte en la única alternativa cuando estudiar deja de ser una oportunidad y se transforma en un lujo incompatible con el hambre cotidiana.
En Colombia, por ejemplo, menos de la mitad de los estudiantes que inician la educación primaria logan graduarse de bachillerato[3], siendo la principal causa de la deserción escolar la precaria situación económica de las familias que impide sostener los estudios de sus hijos. En 2023, 335.000 estudiantes abandonaron la escuela, la segunda cifra más alta en la última década. De qué sirven más cupos en las escuelas si no se resuelve la pobreza que impide estudiar.
La raíz del problema: un sistema en descomposición
Esta cruda realidad que vivimos millones de jóvenes y estudiantes en todo el mundo no es una casualidad ni una crisis momentánea. Es consecuencia directa del sistema capitalista en el que vivimos: un sistema decadente y en descomposición, donde reina la desigualdad porque una minoría rica y poderosa, que gobierna el mundo, dueños de las empresas, las tierras y bancos, se lucran del trabajo de la mayoría, condenándolos a la pobreza y a la exclusión.
Un ejemplo claro de esta lógica es el gobierno de Donald Trump en Estados Unidos. Este magnate inmobiliario, al llegar al poder, lanzó un ataque frontal contra los inmigrantes, incluidos los jóvenes, que a menudo obligados por la pobreza inician a trabajar desde muy corta edad y son empleados en trabajos riesgosos y mal pagados, como fábricas y el sector de la construcción. Lo que ha permitido precarizar aún más las condiciones laborales y aumentar las ganancias del empresariado. Pero ese fue sólo el primer paso de su ofensiva. También emprendió una cruzada contra los estudiantes extranjeros, recortando las libertades democráticas y castigando a quienes se solidarizan con la causa del pueblo palestino. Esto deja en evidencia que, para el poder económico y político global, los derechos centrales de la juventud son un obstáculo cuando se oponen a sus intereses.
¿Ante esta realidad que hacer?
Frente a esta realidad, son muchos los jóvenes y estudiantes que han decidido no rendirse y dar la pelea. A lo largo de los últimos años, se ha demostrado que cuando la juventud se une a las luchas de las masas trabajadoras y populares, pueden sacudir los cimientos de regímenes enteros.
En la actualidad los estudiantes de Panamá se han sumado a las protestas de los docentes, obreros, y otros sectores, en rechazo a las políticas que atentan la soberanía nacional, como el acuerdo que permite una mayor presencia militar de Estados Unidos en el Canal de Panamá y a las medidas contra los trabajadores por parte del gobierno y los empresarios, dejando claro que las nuevas generaciones no solo exigen un futuro digno, sino que están dispuestos a hacerlo con determinación y en alianza con los sectores obreros y populares del país.
Igualmente, en Chile, en 2019, fueron los estudiantes secundarios quienes encendieron la chispa de una revuelta popular que comenzó con el rechazo al alza del pasaje y desembocó en una insurrección obrera y popular que expresaba la situación de desesperación del pueblo pobre bajo el lema: “no son 30 pesos, son 30 años”. Por la masividad y fuerza del movimiento, obligaron al gobierno de Piñera a implementar cambios a favor de las masas.
Más recientemente, en 2024, estudiantes universitarios en EEUU y Europa protagonizaron masivas protestas en solidaridad con la resistencia del pueblo palestino, enfrentando los ataques de los sionistas y la represión del gobierno. Estas movilizaciones son un ejemplo de unidad internacional por una causa justa y se constituyen en un ejemplo a seguir para los jóvenes y el movimiento estudiantil en Colombia y Latinoamérica.
En Colombia, el Estallido Social del 28A en 2021, fue una de las movilizaciones más poderosas de las últimas décadas, una explosión de masas populares y de rebeldía juvenil que expresó el hartazgo de millones frente al abandono estatal, la pobreza, el desempleo, el hambre y los abusos de las fuerzas de represión del gobierno. En éste la juventud jugó un papel crucial al lado de trabajadores y sectores populares que decidieron no callar y salieron a pelear por sus derechos.
¿El gobierno Petro-Francia, ha resuelto las necesidades de los jóvenes?
Como resultado indirecto del estallido social de 2021, en Colombia fue electo el primer gobierno “de izquierda” en 2022. Como en sus promesas de campaña estaban ¨Garantizar la educación superior pública gratuita y de calidad a nivel tecnológico y universitario[4]¨, miles de jóvenes fueron convencidos de abandonar las movilizaciones para volcarse a la campaña electoral y lo votaron con la esperanza o ilusión de un cambio real por esa vía. Sin embargo, al cierre de 2024, los resultados están lejos de responder a la expectativa.
Si bien el gobierno ha presentado un aumento del 4% en el acceso a la educación superior pública respecto al 2023, ese incremento está lejos de cerrar la brecha y miles de jóvenes siguen quedando por fuera del sistema universitario. Este incremento ha sido presentado como un triunfo de las políticas educativas implementadas por el gobierno actual de Gustavo Petro, en particular del programa de gratuidad ‘Puedo Estudiar’, anteriormente conocido como ¨Matrícula Cero¨ en el gobierno Duque, el cual fue un triunfo una conquista del Estallido Social de 2021.
Es relevante mencionar que cambió negativamente y no sólo el nombre del programa. Con la llegada del nuevo gobierno, una de sus primeras acciones fue imponer nuevos requisitos para acceder a la ¨Matrícula Cero¨. Ya no basta con pertenecer a los estratos 1, 2 y 3; ahora es obligatorio estar registrado en el SISBEN IV y pertenecer a los grupos A, B o C. Estas nuevas condiciones hechas a nombre del ¨pueblo¨excluyeron a miles de estudiantes de bajos recursos, mientras que para el resto las matrículas aumentaron significativamente, echando por tierra una de las principales conquistas de las movilizaciones masivas del estallido social del 28A.
Ahora bien, miremos qué tanta verdad hay en los informes y avances educativos presentados por el gobierno, sobre todo para los estudiantes de bajos recursos. En primer lugar, en cuanto a la educación básica y media el porcentaje de deserción escolar continúa siendo alarmante: de cada 100 estudiantes que ingresan al primer grado, aproximadamente 44 logran graduarse de bachillerato a tiempo[5]. Mientras se habla de ‘educación de calidad’ mientras persiste el hacinamiento en las aulas con 40 y 45 alumnos, que impide a los docentes cumplir ese criterio tan publicitado por el Ministerio de Educación.
Para el caso de la educación superior referenciaremos sólo dos casos: La Universidad Nacional, recibió más de 54 mil aspirantes a programas de pregrado para el primer semestre de 2024, de los cuales sólo fueron admitidos 7.125 [6]. En la Universidad del Valle, sede Cali, según los datos publicados por el Área de Admisiones de la Universidad aproximadamente 14.000 jóvenes pagaron la inscripción, pero sólo 4.000 alcanzaron la admisión[7]. Situación que se agravó con la improvisada reforma del ICETEX, que, a nombre de proteger la universidad pública, pero sin implementar una real gratuidad y sin ampliar los cupos, significó dejar a miles de estudiantes sin la opción de acceso a la educación superior.
Con esta realidad, una vez más, miles de jóvenes de familias pobres nos estrellamos con la cruda realidad de vernos obligados a renunciar al sueño de estudiar una carrera profesional, al no encontrar cupo en las universidades públicas y menos aún poder pagar una matrícula en universidades privadas. Esto deja en evidencia que garantizar el derecho a la educación pública y gratuita para las mayorías pobres del país, no era más que promesa de campaña y una vana ilusión.
El papel de la juventud en la transformación social
Como se evidencia, estas no son problemáticas nuevas. Históricamente la juventud y los estudiantes en particular han expresado su descontento contra las lacras que atraviesan la sociedad, muchas veces sin comprender que su origen radica en el sistema capitalista de explotación y opresión, en que se basa esta sociedad. En estas legítimas luchas han surgido compañeros que, por su entrega y capacidad de lucha, se convierten en referentes que desean mantener y profundizar la pelea por la reivindicación de los derechos sociales.
Sin embargo, ante un panorama que no cambia, algunos optan, atrapados por la desesperación, por confrontar al régimen y su política, mediante acciones de apariencia radical pretendiendo alcanzar de forma veloz los cambios sociales. No obstante, estos métodos del accionar de pequeños grupos de ¨elite¨, aunque nacen del deseo genuino de transformación, han demostrado históricamente ser ineficaces para combatir los abusos de las fuerzas de represión, la ya indescriptible y generalizada corrupción política y a la cada vez más profunda desigualdad social. [Ver: “8 y 9 de junio…- segunda parte”]
Desafortunadamente estas acciones, al no surgir de decisiones colectivas, democráticas, construidas en amplias asambleas estudiantiles, ni contar con el respaldo de organizaciones sindicales u obreras, les terminan aislando de los procesos reales de lucha de las masas. Peor aún, se convierten en excusa para que los medios las utilicen como herramienta de desprestigio contra la protesta social. Enfocándose en los efectos negativos de acciones como, por ejemplo, los bloqueos impuestos a rajatabla y “tropeles” que afectan principalmente a la población y a sectores populares que dependen del transporte público—, mientras las clases media y burguesa pueden sortear los bloqueos con sus vehículos particulares o rutas alternas. Consiguen así, lo contrario de lo que dicen proponerse, pues vuelcan a la población en su contra.
¿Debe la juventud luchar sólo por migajas?
Así pues, las acciones individuales o impulsadas por pequeños grupos, aunque puedan servir momentáneamente como válvula de escape frente a la rabia acumulada contra los gobiernos burgueses y sus aliados, no bastan para liberarnos de la soga asfixiante de esta sociedad regida por el sistema capitalista.
En los últimos años, muchos líderes juveniles con posturas radicales en sus formas, pues en su política han terminado canalizando las luchas hacia las votaciones por candidatos que haces coalición con curtidos politiqueros del establecimiento o promoviendo la movilización únicamente por reformas parlamentarias. Sin embargo, esta vía no ha resuelto las problemáticas de fondo: la desigualdad social no se soluciona con simples ajustes parciales en las políticas públicas de un gobierno. Los reclamos de la juventud son históricos y responden a causas estructurales del sistema social capitalista en que vivimos.
¿Y el cambio para los jóvenes?
Conocemos bien cuáles son nuestras necesidades. Por eso cabe preguntarse: ¿qué nos ofrecen realmente las reformas? Porque la falta de oportunidades o el hambre no se sufre a medias, ni podemos seguir luchando por derechos laborales sólo para los que están formalmente empleados o garantizar la gratuidad en la educación sólo para los que padecen las peores condiciones de pobreza.
Sería un error conformarnos con propuestas superficiales, que dejan intactas las raíces del problema. En la segunda parte de este artículo, expondremos las alternativas existentes para quienes, desde la juventud, estamos decididos a organizarnos y luchar por un cambio real.
Por primera vez, el país cuenta con un gobierno calificado de izquierda, elegido con el respaldo electoral diversas organizaciones políticas, incluyendo colectivos estudiantiles de universidades y colegios públicos, que lo presentaron como la gran solución a nuestros males. Las mismas organizaciones que en el pasado criticaron con firmeza a gobiernos anteriores por su negligencia frente a la educación pública.
Sin embargo, tras casi tres años de ser parte del gobierno, persisten problemas graves: el deterioro de la infraestructura en instituciones educativas, la precaria situación económica de miles de estudiantes endeudados con el ICETEX[8], la pérdida de la matrícula cero para sectores de los estratos 1, 2 y 3 y el aumento de las matrículas.
Frente a esta realidad, muchos activistas vinculados a esas organizaciones “perdieron” su postura crítica. Se demoraron tres años en cuestionar la actual política educativa del gobierno. El mismo que hace un año impulsó una Ley Estatutaria de Educación que era tan perjudicial, que incluso sectores de ultraderecha como María Fernanda Cabal y Paloma Valencia la respaldaron, evidenciando el tipo de modelo que se pretendía imponer. Fue gracias al paro del magisterio que ese proyecto fue derrotado.
Hoy, estos activistas concentran y limitan sus críticas a los rectores de las universidades, a quienes acusan de no ejecutar adecuadamente el presupuesto. Apoyándose en el hecho real de que muchas instituciones públicas están atravesadas por la lógica clientelista y las cuotas burocráticas para los partidos a los que se les concede su administración.
Pero en ese señalamiento omiten un aspecto central: el gobierno nacional, en su conjunto, es responsable de la política educativa actual, la cual, a pesar del tiempo transcurrido, no ha significado mejoras sustanciales para los jóvenes de sectores más golpeados por la pobreza, que siguen viendo vulnerado su derecho a la educación y donde aún un manto de impunidad cubre a los responsables de los jóvenes asesinados en el Estallido de 2021 y tras una montaña de excusas jurídicas, no liberó a los presos políticos.
La Causa Obrera los Necesita
Tanto para los estudiantes de base que no tienen ninguna filiación política como aquellos que están organizados, que día a día deben enfrentar a la crítica situación de sus campus universitarios y colegios, así como para los jóvenes que siguen teniendo la ilusión de acceder a un programa profesional, no todo está perdido. Por el contrario, tienen una opción de que sus reclamos y sus luchas se abran paso, si las desarrollan al compás y al lado de la clase trabajadora. Unir fuerzas con la clase social que tiene en sus manos la producción de todos los productos existentes, de extraer de la naturaleza toda la riqueza que existe en la sociedad y que, por su condición social, es la clase social que cuando sale a la lucha es la que tiene en sus manos la posibilidad real de paralizar la sociedad y colocar a sus gobernantes corruptos contra las cuerdas.
Los jóvenes tienen entonces la opción de aportar su energía, iniciativa y dinamismo a su propia causa, uniéndose a la causa de los trabajadores y sus luchas. Significaría aportar a buscar soluciones a las problemáticas de la juventud y los estudiantes, codo a codo, con la clase social que puede cumplir un papel decisivo en el enfrentamiento a los poderosos y su régimen despótico y asesino.
Hechos de la realidad han demostrado que con gobiernos que trabajan para los intereses de los burgueses sean de derecha o llamados de “izquierda”, ninguna de sus reivindicaciones de los jóvenes va a ser solucionadas de fondo, sólo se obtendrán, en el mejor de los casos, soluciones parciales, “pañitos de agua tibia” que simplemente posponen la crisis educativa.

Estrechamente ligado al problema de la educación, se encuentran los otros problemas eje por los cuales la juventud luchó, peleó y se sacrificó durante el Estallido Social de 2021. El desempleo en general, y en particular el juvenil que azota a miles de jóvenes que ni estudian, ni trabajan y que golpea en gran medida la salud mental de los jóvenes. La carencia de acceso a la salud para las familias pobres del país, y menos aún se cuenta con la posibilidad de acceder a una vivienda digna para las familias que hoy viven de alquiler.
Comprender, que, si bien defender el derecho a la educación atañe en primer lugar a los estudiantes inquietos, activos y críticos en las universidades y colegios, no se puede avanzar de manera aislada. Desligados de la lucha por los demás derechos sociales que deben ser conquistados por las familias obreras y de sectores populares, por lo tanto, se necesita que los estudiantes independientes u organizados vinculen su inconformidad y rebeldía, así como sus movilizaciones, a las luchas de los trabajadores, solidarizarse con sus reclamos ante las patronales y sus gobiernos, que apoyen sus huelgas cuando se presentan. La unidad de los estudiantes y maestros con los trabajadores en sus luchas es necesaria, así las direcciones sindicales burocráticas se empeñen en mantener divididas las luchas y reclamaciones, cada una peleando por separado.
En este momento, tenemos la imperiosa tarea de sumarnos a la solidaridad internacional contra la limpieza étnica del pueblo palestino, perpetrada por el sionismo israelí, con el apoyo de EEUU y Europa, allí a diario mueren familias enteras, entre ellos niños y jóvenes, que han sido arrancados de las escuelas y privados de todos sus derechos fundamentales, a manos de la invasión colonialista e imperialista.
Desde abajo, desde las bases, se debe luchar por imponer en mayoría una política de unidad sectorial, superando el error cometido durante el Estallido Social de 2021, cuando desafortunadamente las organizaciones políticas tras los líderes de La Primera Línea impusieron su política divisionista del “no nos representan”, que en la práctica favoreció al gobierno para profundizar la división de las organizaciones en lucha, bloqueó la discusión democrática de las bases movilizadas y evitó unificar las demandas en un solo pliego de peticiones.
El movimiento estudiantil y sus organizaciones pueden ayudar a la mantener su independencia política de las organizaciones obreras y de sectores populares, respecto de los partidos y organizaciones de los capitalistas. Como quedó demostrado durante las multitudinarias jornadas de movilización que caracterizaron el Estallido Social del 28 A, la lucha conjunta nos hace más fuertes ya que por primera vez en décadas, pusimos a la burguesía y su gobierno contra las cuerdas, logrando varias conquistas.
Sin embargo, carecimos de unidad para enfrentar con éxito las políticas represivas con sus infames asesinatos, violaciones y persecución, así como la dilación del gobierno. Quedando claro que cada sector por separado no puede alcanzar los logros que requieren los jóvenes y pobres del país. Por tanto, es imprescindible coordinar esfuerzos, propuestas y acciones para golpear unificadamente a los políticos voceros de los grandes conglomerados económicos nacionales y extranjeros, que históricamente han gobernado el país y definen los planes económicos para descargar sus ‘paquetazos’ y los déficits fiscales, sobre los hombros de los de abajo, mientras conceden alivios a los de arriba, bajo el viejo argumento de generar empleo.
Unidad hacia la que podremos avanzar si observamos críticamente y aprendemos de nuestras lecciones de luchas recientes y de las experiencias que con nuestros hermanos en América Latina hemos vivido con gobiernos de izquierda o alternativos, que dicen estar del lado de los pobres, pero que en lo concreto sólo han garantizado el aumento de las ganancias de los sectores burgueses que representan[9], y las escasas acciones de beneficio social que se ven obligados a dar se pierden rápidamente en medio de la creciente crisis social que recae con mayor fuerza sobre una juventud frustrada.
Esa unidad la podemos alcanzar si nos damos la oportunidad de construir un partido político propio, un Partido de los Trabajadores, de los de abajo y para los de abajo. Genuinamente independiente de las élites burguesas del país. Partido donde no tenga cabida ningún politiquero oportunista y corrupto como los Benedetti, los Roy Barreras, ni sectores o alas de partidos burgueses como los liberales (samperistas y santistas) y conservadores (tipo Álvaro Leyva), que han demostrado hasta la saciedad sus verdaderos intereses políticos. Un partido que se caracterice por rescatar el principio de la independencia de clase, de unidad de los de abajo para movilizarse y luchar contra la minoría burguesa y sus gobiernos que sirven a los de arriba por medio de sus representantes políticos, incluso cuando se presentan como ‘progresistas’.
La conquista plena de la educación, la salud, el empleo, la vivienda para los pobres del país, están y seguirán sin resolverse si no se unifican los intereses de la clase trabajadora, del pueblo pobre, de los estudiantes, de las minorías oprimidas, etc., en una lucha conjunta, desechando las ilusiones en que las cosas van cambiar en serio por vía de las elecciones y el parlamento dominado por los voceros de capitalistas y terratenientes. Se necesita una lucha nacional en serio, a través de una verdadera Huelga General, definida en asambleas estudiantiles, obreras y populares, que paralice la producción de bienes en las empresas y fábricas, que suspenda el trabajo de prestación de servicios y el transporte.
Una Huelga General que golpeé los intereses económicos de la burguesía, dueños de las empresas y fábricas que se lucran del trabajo de los obreros y trabajadores. Una Huelga General discutida y decidida democráticamente desde las bases obreras, populares y estudiantiles en sus organizaciones, no decretada desde arriba por algún gobierno, así sea el Petro-Benedetti, sin consultar a nadie. Una Huelga General que le exija al gobierno definir verdaderos planes de empleo y solución a la problemática social del país y de los jóvenes. Que distribuya la riqueza nacional producida por los trabajadores priorizando la solución a las necesidades de las familias pobres por encima del pago de la deuda externa a esos “gota a gota” de la banca internacional (Banco Mundial, FMI, etc.) que hoy se llevan el 54,1% de lo producido en el país.
[1] UNIANDES. Noviembre 2024. Disponible en: ¿Qué pasa con el mercado laboral juvenil en Colombia? | Universidad de los Andes
[2] Equipo de redacción El Espectador. Julio 2023. Disponible en: https://www.elespectador.com/educacion/el-sueno-de-entrar-a-una-universidad-publica-solo-pasa-el-48-de-los-inscritos/
[3] FEDESARROLLO, Junio 2022. Disponible en: https://www.larepublica.co/economia/por-cada-100-ninos-en-primaria-44-logran-graduarse-y-39-acceden-a-educacion-superior-3374954
[4] Equipo de redacción. El Espectador. Junio 2022- Disponible en: https://www.elespectador.com/educacion/cuales-son-las-propuestas-en-educacion-de-gustavo-petro/
[5] FEDESARROLLO. 2024. Disponible en: DiarioLaRepública+8RepositorioFedesarrollo+8campusvirtual.udenar.edu.co+8
[6] UNIVERSIDAD NACIONAL. Octubre 2024. Disponible en Agencia de Noticias UNAL
[7] hrome-UNIVERSIDAD DEL VALLE 2024. Disponible en: extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://admisiones.univalle.edu.co/new/estadisticas/anexos/ESTADISTICAS%20-%20CALI%202024-1.pdf?
[8] REYNOSO, Lucas. EL PAIS de ESPAÑA. Marzo 2025. Disponible en: El aumento de las tasas del ICETEX ahoga a los estudiantes endeudados: “Estoy pensando en usar la tarjeta de crédito” | EL PAÍS América Colombia
[9] SALA DE PRENSA PRESIDENCIA DE LA REPUBLICA DE COLOMBIA. Marzo 2025. Disponible en: https://www.presidencia.gov.co/prensa/Paginas/Palabras-del-presidente-Gustavo-Petro-en-la-ceremonia-de-premiacion-al-Empr-250305.aspx