TESIS XX
Los estados obreros burocratizados.
El caso Cuba
Los estados obreros burocratizados que surgieron en los países periféricos a los grandes centros imperialistas han sido el resultado de una combinación nación al excepcional de cuatro fenómenos mundiales: la crisis aguda del imperialismo, un colosal ascenso revolucionario, el tremendo poderío de los aparatos burocráticos pequeñoburgueses y la debilidad de nuestra Internacional.
La guerra de guerrillas que llevaron adelante las direcciones pequeñoburguesas oportunistas originó el triunfo de la revolución de febrero; después, un gobierno obrero y campesino que llegó a expropiar a la burguesía y que transformó al país en estado obrero burocratizado. En el ejército guerrillero oportunista se dan todas las condiciones del futuro estado obrero burocratizado: el movimiento de masas es disciplinado militarmente por la burocracia. La expropiación de la burguesía transformará a ese movimiento burocrático en estado obrero, pero sin cambiar su carácter. Por el contrario, es el movimiento guerrillero burocrático el que tiñe con sus características a ese nuevo estado obrero. Por culpa de sus direcciones pequeñoburguesas, las revoluciones se dieron sin que las masas se dieran organismos democráticos revolucionarios que les permitieran seguir desarrollando su movilización.
Cuba no ha sido una excepción. Al igual que todos los nuevos estados obreros, ha sido producto de un ejército burocrático hasta los tuétanos, el Movimiento 26 de Julio. El hecho de que el partido de Fidel Castro no fuera stalinista no cambia su carácter de ejército que controlaba militar y políticamente al movimiento de masas, sin dejar el menor resquicio para que se organizara independientemente en forma democrática y para que tuviera iniciativas revolucionarias.
Este carácter ha hecho que Cuba desde sus inicios sea un estado obrero burocrático, al igual que los estados obreros controlados por los partidos stalinistas.
Esto no quiere decir que no haya diferencias coyunturales y específicas entre unos y otros. Las diferencias radican en que el movimiento castrista era pequeñoburgués, nacionalista, antiimperialista y democrático en sus inicios y, en ese sentido, tendía a apoyar al movimiento nacionalista y democrático latinoamericano, aunque con métodos pequeñoburgueses, a través de la guerrilla foquista alejada del movimiento de masas. Desde su propio comienzo, Cuba fue un estado obrero dirigido por una corriente pequeñoburguesa que controlaba burocráticamente a los trabajadores a través de su ejército.
El voluntarismo guevarista en relación con la economía cubana está emparentado con el voluntarismo maoísta y con el stalinista de los años del tercer periodo: era un típico voluntarismo pequeñoburgués. Su concepción del “hombre nuevo” era un típico planteo humanista pequeñoburgués que no creía en la clase obrera, sus luchas y sus iniciativas.
El hecho de haber dirigido una revolución obrera triunfante y de no ser stalinista no le cambia su carácter de clase pequeñoburgués al partido castrista. Es ese carácter de la dirección cubana lo que explica por qué pudo transformarse posteriormente, sin mayores sobresaltos y sin ningún salto cualitativo, en un partido stalinista: porque su carácter de clase la unía al stalinismo mundial.
Tanto los que sostienen que la dirección cubana es revolucionaria, como los que dicen —hoy en día— que es una dirección burocrática pero que en un momento fue revolucionaria y que hay que buscar el momento en que se transformó, atentan contra nuestro método y contra el análisis de la realidad. La dirección cubana permanentemente ha sido una dirección pequeñoburguesa, que se transformó de nacionalista revolucionaria a directamente burocrática, conservando siempre el mismo carácter pequeñoburgués y sin mayores sobresaltos, como ocurre con todas las corrientes pequeñoburguesas que dirigen al movimiento de masas.
El desarrollo económico orientado por la burocracia y aristocracia obreras hacia el desarrollo nacional lleva a una crisis crónica de la economía en los estados obreros deformados y los aproxima a la contrarrevolución burguesa. El desarrollo económico nacional no los independiza, sino que, por el contrario, los liga cada vez más al imperialismo mundial. En otras palabras, mientras el imperialismo siga siendo dominante a escala de la economía mundial, los estados obreros nacionales estarán supeditados y serán parte, aunque contradictoria, de esta economía y de este mundo capitalista.
Hoy día vemos con toda claridad que la situación económica de los estados obreros deformados o burocratizados está íntimamente ligada al desarrollo de la economía capitalista mundial. Si observamos las distintas etapas de los estados obreros, veremos que la URSS se desarrolla en forma autárquica justamente cuando los distintos imperialismos entran en una etapa de autarquía. Posteriormente, cuando se produce la reconstrucción de la economía capitalista e imperialista mundial, paralelamente se produce la reconstrucción de la economía de los estados obreros. A medida que avanza el proceso de extraordinario desarrollo capitalista, de fantástica acumulación capitalista en los países más avanzados, comienzan a desarrollarse lazos cada vez más estrechos entre la economía de los estados obreros y la economía capitalista mundial. Y, a partir de 1974, cuando comienza una crisis creciente de los países capitalistas más avanzados, este fenómeno se refleja en la economía de los estados obreros que también entran en una crisis económica creciente, habiendo superado la etapa de la reconstrucción de la economía y de acompañamiento del extraordinario desarrollo del capitalismo mundial.
Respecto de los estados obreros, podemos señalar que tanto la política burocrática como la revolucionaria han originado y originan dos orientaciones económicas diametralmente opuestas. La de la burocracia es una economía de supeditación cada vez más grande al imperialismo. Cada etapa del desarrollo provoca crisis y contradicciones cada vez más agudas de sus economías, y las acerca a una situación de crisis crónica y de miseria agravada de los trabajadores. Esto plantea un dilema de hierro para que esa economía funcione: o se incorpora al mercado y a la producción capitalista mundial o se avanza a la revolución política para hacer que el movimiento obrero democráticamente acomode sus planes económicos al desarrollo de la revolución mundial.
La política de la burocracia de construir el socialismo en un solo país, lleva por consiguiente a una crisis crónica de la economía de los estados obreros, a agudas contradicciones y al planteo de la posibilidad de la contrarrevolución burguesa; en oposición a la política revolucionaria de Lenin y Trotsky de extender la revolución socialista mundial como única garantía de lograr una economía socialista en expansión. Sólo la política de desarrollar la revolución puede solucionar los problemas de las economías de los estados obreros, equilibrar su desarrollo, supeditándolo a los triunfos de la revolución socialista mundial.