Julio 9 – 2023
OPCIÓN MARXISTA INTERNACIONAL Y DEMOCRACIA DIRECTA
La juventud y sectores del pueblo francés se toman, de nuevo, las calles de las principales ciudades en protesta por el asesinato a manos de la policía de Nahel M., un joven de 17 años de ascendencia argelina, quien trabajaba como repartidor de comida.
1350 autos incinerados, 260 edificios incendiados, 1300 detenidos, 79 policías heridos, varias comisarías quemadas, declaratoria de Toque de queda y el transporte público detenido tras varias noches de protestas, muestran la airada respuesta de los manifestantes y la rabia acumulada por soportar el marginamiento y desprecio racista y clasista. La situación se tornó tan crítica que obligó al presidente Emmanuel Macrón, a suspender una visita a Alemania.
No es casual que sean los inmigrantes e hijos de inmigrantes las principales víctimas de la brutalidad policial y la xenofobia, de gobiernos defensores de los intereses de los capitalistas, que no admiten que el sistema que defienden y representan es la causa de la desigualdad, la miseria y la violencia. Para eso las clases dominantes tienen la policía y los ejércitos, para poder aplastar las protestas que esa situación genera, como es el caso de estas expresiones en rechazo al asesinato a quemarropa, del joven Nahel. Por eso, las manifestaciones de inconformidad se extendieron a varias ciudades francesas (París, Lyon, Montpellier, Marsella) e incluso a Bélgica.
Esto se agravó desde 2017 cuando el gobierno Macrón promulgó una Ley que flexibilizó las condiciones en las que la policía puede disparar contra los vehículos que no acaten las órdenes de control. De allí que el año pasado (2022), 13 personas murieron víctimas de los retenes policiales.
“Vivimos en un país donde no estamos seguros. Cuando salimos a la calle podemos morir en cualquier momento”. “Vivimos en Francia, que se supone significa “libertad, igualdad, fraternidad, pero eso ya no existe. Ahora la policía dicta las normas y hace lo que quiere. Si deciden matan a alguien, lo hacen y punto”, dijo un manifestante a la prensa.
“La degradación de las relaciones entre la policía y los jóvenes de la clase trabajadora, pertenecientes a las minorías étnicas es un elemento clave de la situación en Francia” afirmó por su parte Jacques de Maillard, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Versalles.[1] Esto que sucede en Francia es similar a la brutalidad policial en EEUU con el caso de George Floyd, así como en las demás potencias imperialistas, donde las minorías étnicas y los inmigrantes son el principal blanco del racismo, la represión y la xenofobia. Algo que está en su naturaleza como naciones que se creen superiores a los pueblos de los países pobres, semicoloniales, que oprimen.
Estas protestas son un recordatorio de las de 2005 motivadas también en la angustiante situación de miseria y marginación a que los gobiernos de países desarrollados como Francia, someten a los inmigrantes. Y en esta ocasión parecen representar una continuidad de las extraordinarias movilizaciones de los “Chalecos Amarillos”, así como de las multitudinarias manifestaciones y huelgas en todo el país, hace unas semanas, contra la regresiva reforma pensional de Emanuel Macrón.
Francia es la nación europea, y quizás del mundo dónde la clase obrera y la juventud más se movilizan por sus derechos, especialmente los trabajadores inmigrantes y sus hijos, que son los que más sufren la violencia y la brutalidad policial ante sus reclamos.
En el contexto de la derrota internacional a las luchas de la clase obrera y de las distintas revoluciones que había en curso, a fines de los años 80s y la restauración capitalista en los países que se conocieron como «socialistas», la burguesía capitalista proclamó “el fin de la historia” y lanzó una ofensiva sin precedentes. Las luchas quedaron aisladas y dispersas. En Francia, eso se expresó con la derrota sufrida por la gran oleada de huelgas de 2010 contra las reformas laboral y pensional del entonces presidente Sarkozy, y la nueva derrota de las huelgas y jornadas de protesta de 2017 en contra de la reforma laboral del socialdemócrata Hollande. A partir de 2018 con la irrupción de la lucha de los “Chalecos Amarillos”, nuevamente la lucha de clases irrumpió con fuerza en Francia, teniendo triunfos significativos y no ha parado desde entonces.
Siguió avanzando con la lucha contra la reforma pensional de Emmanuel Macrón en los meses de abril y mayo de éste año, en las que se movilizaron en toda Francia más de 3 millones (3`000.000) de trabajadores. Luchas que expresan una situación de cambio de ese escenario de derrota mundial, motivado por el desespero de la clase trabajadora, especialmente de su sector más dinámico, la juventud, ante la crisis, la creciente inflación, el desempleo y demás calamidades producto de la descomposición de la sociedad y la creciente falta de oportunidades para jóvenes e inmigrantes.
La crisis económica, los efectos de la pandemia, la participación de Francia como miembro de la OTAN en la guerra de rapiña en la invasión rusa a Ucrania (apoyando económica y militarmente al gobierno pro imperialista de Zelensky), y los planes de ajuste económico en contra de los trabajadores y las masas, son el telón de fondo tras el que se expresan el desempleo (especialmente el desempleo juvenil), la pobreza (1 de cada 7 franceses viven bajo el suelo de la pobreza), la falta de oportunidades y las diversas expresiones de descomposición social. Fenómenos por supuesto no son exclusivos de la sociedad francesa. Más allá de las desigualdades, son comunes a toda la sociedad capitalista y manifestados desde 2008 con mayor fuerza en las principales potencias y naciones imperialistas que evidencian su curso decadente (EE.UU., Europa, Japón, etc.).
La cancelación del viaje del presidente y la creciente situación de alarma de las autoridades en Francia, muestran, una vez más, que son la movilización, la lucha callejera y las acciones de lucha realizadas por las masas, el medio más eficaz para detener las arbitrariedades, exigir castigo a los culpables, así como para rechazar la represión, los planes de hambre, miseria y sobreexplotación que los gobiernos capitalistas descargan sobre los jóvenes, los trabajadores o las masas y el camino más corto para obtener nuevas conquistas.
Como es notorio, disposición de lucha y valentía de las masas hay. Y cada vez hay más. Hace falta una dirección independiente de los gobiernos y sus partidos, consecuente y decidida, que ayude a los trabajadores, la juventud y sectores en lucha, a triunfar y conseguir sus objetivos. Una dirección nueva que permita desplazar del camino el obstáculo que representan las direcciones tradicionales y su política de conciliación, completamente adaptada a la institucionalidad burguesa y que en vez de buscar que las luchas triunfen, se aferra a empantanarlas por medio de pactos con los gobiernos y la clase dominante.
Por ello, nos solidarizamos completamente con la lucha que la juventud y las masas francesas libran en contra de la brutalidad policial y contra el gobierno Macrón. Rechazamos la brutal represión, y señalamos la urgencia de que los trabajadores y jóvenes latinoamericanos y del mundo, expresen su solidaridad y apoyo a las masas francesas movilizadas.
[1] DW, 30 de junio de 2023