Norman Bastidas 20-01-2025
Con la nueva elección de Donald Trump como presidente de EE. UU, más las mayorías obtenidas en el congreso, retoma el gobierno del país económica y militarmente más poderoso del planeta, y el más influyente en América Latina, el sector de ultraderecha de la clase dominante de esa potencia imperialista, organizada en el partido republicano. Ese triunfo le permite reasumir la dirección de ese país y liderar bajo sus términos el sistema capitalista imperialista mundial.[1]
Este personaje de la burguesía estadounidense, quien viene siendo investigado por varios delitos, siendo los principales: “denunciar sin pruebas un supuesto fraude y promover el asalto al capitolio después de perder las elecciones con Joe Biden,” tuvo la popularidad más baja de un presidente de ese país desde finales de la segunda guerra mundial, con un 41%, y que llegó al 34 al terminar su mandato,[2] se suponía que había llegado al final de su carrera política, pero vuelve de nuevo a controlar el poder en este país.
¿Qué expresa que alguien con el pasado oscuro de Donald Trump, gane las elecciones en la primera potencia imperialista del mundo?
No creemos que todos los que votaron por Trump, sean negacionistas del cambio climático, opositores al aborto, racistas, misóginos, antiinmigración, etc. No consideramos válidas esas generalizaciones y análisis que carecen de rigurosidad, pues no buscan las causas concretas del fenómeno político. Y contrario a lo que plantean algunos comentaristas, quienes terminan culpando a los electores ante los fracasos electorales de los gobiernos que apoyan, calificándolos de ignorantes, vemos ante todo trabajadores, jóvenes y sectores de la población, buscando soluciones a la difícil situación económica por la que pasan y tratan, equivocadamente, en candidatos como Trump mejoras en esas condiciones.[3].
La elección de Trump nos dice mucho de la situación económica, política, social de la población y del estado de la lucha de clases y de sectores de clases de ese país. De manera distorsionada expresa una serie de problemas de esa sociedad.
Y, aún más distorsionadamente, expresa el estado de la lucha de clases internacional, de ausencia o retroceso de grandes luchas obreras que se dieron en un momento (Francia, Gran Bretaña, Alemania, América latina, etc.) y avance de la reacción mundial liderada por los avances del sionismo israelí y su nueva limpieza étnica esta vez en Gaza. Abonado por el debilitamiento de las grandes movilizaciones de rechazo al genocidio y en solidaridad, tanto en los países centrales como en el “mundo árabe”. Así como otros hechos regresivos (guerra de rapiña en Ucrania; avance electoral de las fuerzas burguesas y de clase media más reaccionarias: Milei, Bukele, Orban, Le Pen, etc.), se manifiesta en que esos figurones burgueses de extrema derecha, ahora todos se pavonean con Trump, como los grandes líderes del mundo.
EL ESTADO DE LAS PROTESTAS
La elección y el nuevo gobierno son un resultado indirecto de que el mayor estallido social en EEUU, detonado por el asesinato de George Floyd integrante de la comunidad negra, no tuvo continuidad y fue conducido por sus dirigentes al respaldo electoral a Biden. Ese claro acto de discriminación ejecutado por un oficial de policía blanco que detonó la protesta general en EEUU y que se extendió por muchos países del mundo en contra del racismo y la violencia policial, fue cancelado y llevado a la ilusión de que las elecciones eran el camino a seguir. Ese estallido y otras luchas importantes que se dieron en EE. UU., como las huelgas que protagonizaron los trabajadores del sector automotriz, magisterio, salud, universidades, guionistas de Hollywood, algunas de las cuales obtuvieron logros, tampoco se profundizaron.
Durante las elecciones de 2020, ganadas por Joe Biden, su partido político, el Demócrata y sus voceros al interior del movimiento Black Lives Matter, (“Las vidas de las personas negras importan”) encauzaron la ola de inconformidad de amplios sectores de la población estadounidense, prometiendo que votando por el partido Demócrata y Biden-Harris, empezaría la solución a los problemas de racismo, discriminación, desempleo, bajos salarios, vivienda, salud, etc., que los afectan.
Sin embargo, después de cuatro años de gobierno Demócrata, no solo no se logró, si no que se incrementaron las calamidades; esto ocasionó una desmoralización en la mayoría, que optaron por darle, equivocadamente, el voto a Trump. Por encima de todo su pasado siniestro, la gente decidió reelegirlo con la ilusión de mejorar su situación.
La frustración fue aprovechada por la extrema derecha trumpista para reacomodarse y volver a la ofensiva. Igual con las movilizaciones en el mundo en protesta contra la agresión sionista en Gaza que de igual manera retrocedieron. El retroceso de las luchas de la juventud y de la clase obrera, el momento desfavorable para la lucha de los asalariados y los de abajo, en combinación con otros aspectos, explica el triunfo de Trump. También, el resultado de esta elección es la expresión de una sociedad en crisis, en retroceso, descompuesta, de un sistema que no le ofrece alternativas a futuro. Nos detendremos luego en esto.
LAS PROMESAS DE BIDEN-HARRIS EN EL 2020
La apuesta Biden-Harris en 2020 no fue solución a ninguno de los graves problemas de racismo, desempleo y crisis social. El resultado fue el desengaño y frustración. La población que vota siguió atrapada en la lógica electoral y ahora apostó a una mano fuerte, decidida, que asegura solucionar todo con firmeza y sin vacilaciones. Eso resultará en otra nueva frustración, pues se trata de un engaño. Pero el espacio para hacerlo lo labraron los Demócratas (los liberales), y los sectores voceros de grandes y medianos empresarios, de extrema derecha, ni cortos ni perezosos aprovecharon el terreno de inconformidad abonado.
Hay, sin embargo, otros factores que se combinan para ayudar a resurgir políticamente a Trump y le han permitido llegar nuevamente a la Casa Blanca:
- El crecimiento económico y profunda desigualdad en la distribución de la riqueza
- Las propuestas en campaña
- Intención del imperialismo yanqui de recuperar el liderazgo perdido
EL CRECIMIENTO ECONÓMICO Y LA DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA.
“Una encuesta de Gallup publicada a inicios de octubre indica que 90% de los consultados señalaron que la economía era “extremadamente importante” o “muy importante” a la hora de decidir su voto. Y que 54% de los votantes creía que Trump podía manejarla mejor que Kamala Harris.”
Pese a que Estados Unidos, durante el gobierno de Biden ha venido teniendo un crecimiento aceptable en su economía, por encima de la unión europea y de otros países,[4] dicho crecimiento se concentró en una minoría; los sectores más ricos de la población; sector financiero, industriales, comerciantes, sector servicios, pero no generó más empleos, ni mejoras salariales que dignificaran la vida de la clase obrera y de los sectores populares en general, quienes votaron por Biden en 2020, ilusionados en que mejoraría sus condiciones de vida, pero vienen manifestando su descontento con el alto costo de la vida, y que cada día tienen que esforzarse más para cubrir sus gastos fundamentales; de hecho, muchos trabajadores tuvieron que recurrir a la huelga y el paro para presionar a la patronal por mejoras salariales; la más importante de ellas fue la del sector automotriz, también lo hicieron los docentes, el sector de la salud, los guionistas de Hollywood, etc.
“El crecimiento económico” implica automáticamente en este sistema una desigual “distribución de la riqueza”. Si hay “crecimiento” es porque los grandes, pequeños y medianos empresarios lograron arrancar más riqueza del trabajo ajeno (más explotación). Significa que, si en un polo una minoría de dueños de empresas y especuladores financieros se enriquece, en el otro polo, aumentan las mayorías de desempleados, mal pagos, marginados y desheredados en esta sociedad. Como lo afirma el marxismo, la política es expresión concentrada de la economía, y esa es una herramienta para mejor entender los fenómenos electorales que se dan en cualquier país y es conveniente analizarla.
El proletariado norteamericano viene sufriendo una perdida continua de conquistas durante los últimos años, que, ante la falta de una nueva alternativa que se plantee como una opción para solucionar sus problemas, quedan a la merced del engañoso juego electoral dónde todo el espacio es ocupado por los partidos tradicionales, Demócrata y Republicano, voceros de las grandes corporaciones que históricamente han gobernado, quienes aprovechan para hacerse con los votos de la clase media, los asalariados y los sectores populares.
LAS PROPUESTAS DE CAMPAÑA
Mientras Harris y los Demócratas representantes del continuismo, apostaron a políticas con respuestas a activistas ambientalistas, de género y etnia, demócratas, luchadores anti corrupción, etc., a los sectores identitarios, minoritarios y de clase media (Wok), pues no podían hacer campaña como voceros del cambio, sino continuistas de inexistentes logros sociales alcanzados, Trump se centró en las mayorías y las urgentes necesidades sociales. En las necesidades de los sectores menos favorecidos con el gobierno Biden y sectores medios de inmigrantes que han ascendido socialmente (empresarios y gentes de negocios) y quienes odian volver atrás como los miserables nuevos inmigrantes, de clases populares y desempleados, que llegan por miles. Pues en el “fenómeno de la migración” de que hablan los diarios, esos “migrantes” en abstracto no existen. Algunos son propietarios de medianas y grandes empresas o y otros son asalariados y no propietarios). Aunque sean todos inmigrantes, pertenecen a diferentes clases sociales.
Por otro lado, las organizaciones de la clase trabajadora no levantaron una candidatura propia, que representara los intereses de los trabajadores y los sectores populares, como alternativa independiente a las candidaturas de los oligarcas estadounidenses y buscar canalizar el latente descontento social frente a problemas cruciales como la salud, vivienda, desempleo, educación, la violencia racial y la descomposición social, entre otros.
Por el contrario, lamentables ejemplos como el del poderoso sindicado de los trabajadores del sector automotriz, United Auto Workers (UAW), que respaldó la candidatura de Joe Biden y luego la de Kamala Harris.
EL PROBLEMA ES EL SISTEMA, NO SOLO EL MODELO
Se mencionó arriba que esta elección expresa, por otro lado, la decadencia y descomposición de la sociedad actual –tanto en EEUU como en el mundo-. Una sociedad que no aporta ninguna salida de fondo favorable a la población, la cual, ante la falta de opciones diferentes, que le muestren otra salida a su crisis, opta por elegir entre varios males el que consideran, equivocadamente, mal menor. Italia, Argentina, Hungría, El salvador son muestras similares de ellos.
Hay hechos para mostrar esa afirmación sobre la descomposición y decadencia de la sociedad yanqui y en general del capitalismo. Un caso puntual que generó un revuelo enorme, podría ejemplificarla:
El asesinato del director ejecutivo (CEO) de la aseguradora de salud United Helthcare en Nueva York, y la exaltación de quien lo asesinó como un “héroe popular”, sacaron a flote la ira de muchos estadounidenses con su sistema de salud:
Anthony Zenkus, profesor de la Escuela de Trabajo Social de Columbia, habló en nombre de muchos en una publicación en X:
“Hoy, lamentamos la muerte del director ejecutivo de United Healthcare, Brian Thompson, quien fue asesinado a tiros… espere, lo siento, hoy lamentamos la muerte de los 68.000 estadounidenses que mueren innecesariamente cada año para que ejecutivos de compañías de seguros como Brian Thompson puedan convertirse en multimillonarios”, escribió. [5]
De acuerdo al periódico británico The Guardian:
“Cientos de miles de estadounidenses se declaran en quiebra cada año por deudas médicas y muchos de ellos pierden sus hogares. Miles mueren porque las compañías de seguros encuentran razones para no pagar el tratamiento, incluida UnitedHealthcare, que rechaza aproximadamente un tercio de las reclamaciones.
“…La industria de los seguros de salud es sólo una parte de un sistema médico que los economistas de Princeton Anne Case y Angus Deaton, que ganaron el premio Nobel de Economía en 2015, han descrito como una “redistribución del Sheriff de Nottingham” en la que se despluma a los estadounidenses comunes para dárselo a corporaciones ricas”[6]
Al respecto, tres columnistas del diario New York Times analizan esta reacción social, que va más allá del descontento contra el sistema de salud y evidencia algunos de los profundos problemas sistémicos de esa sociedad. Colocamos a continuación, algunos comentarios de estos periodistas:
El deshumanizante sistema de salud que solo sirve a los empresarios de la salud:
“Solo los muy ricos pueden comprar su salida de nuestro pantano de atención médica”… “El sistema tiene que obtener ganancias y al hacerlo victimiza a mucha gente”.McMillan Cotton.
“Creo que las aseguradoras de salud destilan mucho de lo que parece cruel y roto en nuestro sistema…Cuando tratas con ellas, {empresas de salud} te recuerdan constantemente que las decisiones sobre tu salud y bienestar se toman sin tener en cuenta tus mejores intereses: es literalmente lo opuesto a que te cuidan. Son un ejemplo de la precariedad despiadada que subyace en gran parte de la vida estadounidense”. Michelle Goldeberg.
El problema de la vivienda y el transporte:
La vivienda es una soga de intereses de propietarios, explotación de promotores y amento de costos. El transporte es un nudo gordiano de infraestructuras deficientes y visión limitada que nos atrapa en barrios [7] y estilo de vida que nos hacen más enfermos y malo. Nuestra economía moral es basura”. McMillan Cotton.
El desempleo y los altos costos de la vivienda impide que muchas personas pobres tengan un espacio para habitar y trabajadores tengan que dormir en sus autos.
“En conjunto, el mercado de vivienda se ha convertido en una especie de trauma colectivo de dimensiones nacionales. Y esto con un trasfondo de un año electoral en el que la economía es la principal preocupación de los votantes a raíz del altísimo costo de la vida, que se ha instalado como una característica esencial en todo el país desde la pandemia. Desglosando lo que sostiene este pesimismo económico, la vivienda sobresale como una de las dos mayores preocupaciones al ser el mayor gasto mensual para cualquier familia o persona en el país —la otra es el precio de los víveres, el gasto más recurrente”.[8]
“Parece algo ilógico, pero es una realidad que cada día se acrecienta en Estados Unidos. En efecto, el fenómeno de trabajadores que no pueden costear una vivienda es una situación que se repite en varias ciudades y corre el riesgo de extenderse”.[9]
Descrédito en las instituciones y la ausencia de una alternativa para la clase trabajadora
“También estamos en un momento en el que hay una clara falta de héroes, especialmente para aquellos que no se sienten inspirados por la derecha.”…La gente está hambrienta de alguien a quien apoyar contra los enormes e implacables sistemas que odia, y a menos que se haya unido a Donald Trump y Elon Musk, en realidad no tiene muchas opciones. La idolatría de Mangioni es una oscura señal de lo enorme que es el vacío . Golderg.
Los analistas de los grandes medios de comunicación, así como toda la izquierda que se propone sólo reformar esta sociedad (progresistas), si bien reconocen el fenómeno político, tratan de explicarlo desde el punto de vista del modelo económico neoliberal implementado fundamentalmente por los demócratas, desde Bill Clinton hasta Biden, y compartido por los republicanos.
Pues si bien los datos estadísticos son muy importantes y ayudan a identificar esa realidad, no dan una explicación clara y objetiva del fenómeno, el cual hunde sus raíces en el sistema capitalista imperialista. Sistema donde la economía responde a las necesidades de ganancias de un sector minoritario, dueño de los grandes medios de producción y de cambio, que acaparan en un altísimo porcentaje las riquezas como producto del trabajo de millones de obreros, asalariados y campesinos. Que tienen, además, que competir con las burguesías de otros países, y, en esas circunstancias, no son para solucionar las necesidades fundamentales de los trabajadores, que son cada día más explotados. Realidad que todos los gobiernos, sean de ‘derecha’ o de ‘izquierda’, si actúan como representantes de esas burguesías, se encargan de mantener, haciendo ver la misma como normal y proyectando hacia las mayorías oprimidas la creencia de que no se puede cambiar. Y que, por lo tanto, insisten en que solo deben confiar en que a través del voto se logrará un mayor compromiso de uno u otro sector para mejorar su situación de explotación y pobreza.[10]
En consecuencia, para nosotros, como defensores del método científico marxista, la explicación no está en el modelo, sino en el sistema capitalista imperialista, que explota la fuerza laboral para obtener su riqueza (plusvalía); sistema que desde hace ya más de un siglo viene en decadencia y descomposición, el cual agotó sus potencialidades que le permitieron en sus inicios desarrollar enormemente las fuerzas productivas y el dominio y colonización de todo el planeta poniéndolo a su servicio.
Sistema que al ver reducidas sus nuevas fuentes de explotación para aumentar sus tasas de ganancia explota muchísimo más a la clase trabajadora, extrayéndole mayor riqueza, extendiendo la jornada de trabajo, disminuyendo salarios y pauperizando a los trabajadores; explota de manera irracional los recursos naturales en busca de aumentar sus ganancias, atentando contra el medio ambiente y amenazando la estabilidad de la vida en el planeta. Por ello, Donald Trump, al igual que Bolsonaro y otros políticos de la extrema derecha, niegan este problema y ayudan a empeorarlo. Por esas profundas razones, como defensores de este sistema social caduco, todos han avalado y siguen avalando el genocidio contra los palestinos y seguirán dando su pleno respaldo a Israel, su gendarme en el cercano oriente.
De allí que la nueva elección de Trump, contradictoriamente, antes que soluciones seguirá ocasionando no sólo discriminación racial y de todo tipo, violencia racista y de género, miseria, drogadicción, marginamiento, desempleo, hambre, frustración, y mayores agresiones contra las naciones oprimidas del mundo. Es decir mayor decadencia, incubando una mayor inconformidad y eventuales protestas y luchas, a futuro.
INTENCIÓN DEL IMPERIALISMO YANQUI DE RECUPERAR EL LIDERAZGO PERDIDO FRENTE A OTRAS POTENCIAS CAPITALISTAS.
El slogan de campaña Trump Make America Great Again significa la búsqueda la hegemonía del reparto mundial entre potencias, para sacar la mayor tajada. Es la respuesta a los imperialismos emergentes (Rusia y China), así como las otras potencias, que le compiten y disputan la hegemonía política, económica y comercial a Estados Unidos.
Trump amenaza con profundizar la guerra comercial, aumentando los impuestos 60% a China, 20% a la Unión Europea y México; pero también amenaza con tomar, otros espacios que le son vitales para el desarrollo del comercio y las tecnologías, tal como lo ha anunciado con la amenaza de controlar el Canal de Panamá, a Groenlandia, rica en recursos minerales, amenazando a Dinamarca y Panamá con castigar a los países con altos aranceles o utilizar la fuerza militar si no ceden a sus pretensiones. Igualmente insinuó que su gobierno re-nombraría el golfo de México como “golfo de América”.
Al ser la mayor potencia del sistema, EE. UU es la que más manifiesta la decadencia y descomposición de esta sociedad, tanto a nivel social como en el ideológico, cultural y político. Regida por las grandes corporaciones (trasnacionales) y los grandes pulpos que dominan la sociedad a su completo arbitrio y sed insaciable de ganancias, haciendo harina a la mayoría de la población mundial. ¡EEUU no es el líder de la prosperidad sino de algo descompuesto y decadente!
LUCHA Y MOVILIZACION, UNICA ALTERNATIVA DE LOS TRABAJADORES
Todos los sectores de clase dominante y sus medios de comunicación, tanto de EEUU y demás potencias, así como los restantes gobiernos, quieren mostrar que el triunfo electoral de Trump (Milei, Bukele, etc.) es algo fatal e imparable! ¡Que no hay nada que hacer! Buscan con ello desmoralizar y acobardar, para evitar que la inconformidad se traduzca en lucha. Lamentablemente, a ese coro fatalista se suman los líderes de la izquierda reformista.
No obstante, las desgracias que este nuevo gobierno Trump descargará sobre la clase trabajadora y sus aliados así como sobre los pueblos del mundo, los obligará a salir de la pasividad y reorganizar la lucha y la movilización de todos los trabajadores en general y el enfrentamiento a las agresiones expansionistas de esta potencia y sus trasnacionales. El nuevo gobierno puede llevar a retroceder, pero ¡sólo mientras los asalariados y los pueblos se lo permitan! ¡La movilización y las huelgas son la única vía segura que permitirá lograr mejoras en las condiciones salariales y laborales! así lo han demostrado las diferentes luchas y huelgas realizadas por varios sectores de ellos. ¡La movilización continental contra esta potencia y sus aliados, está a la orden del día! Para, en últimas, lograr dar al traste no sólo con estos gobiernos imperiales retardatarios como el de Trump, sino con el sistema político, económico y social que los produce y les permite florecer y dominar.
“Las organizaciones de la clase obrera, así como los trabajadores y jóvenes de vanguardia del continente, están ante el reto de aprovechar las grietas existentes entre las oligarquías yanquis y entre las potencias capitalistas (imperialismos), para organizar la movilización antimperialista en América Latina.”[11]
[1] Varias opiniones incluidas en este escrito recogen, en gran parte, con modificaciones, lo escrito por IDRIS Irene y PODOLSKY Ana, sobre el primer gobierno Trump, Revista Perspectiva Marxista Internacional Nº 11, 2017.
[2] Ángel Bermúdez – BBC News Mundo – 6 noviembre 2024
[3] Quienes han votado por Trump no es porque sean racistas, sexistas o todos los demás calificativos con que los pontífices de lo «políticamente correcto» los atacan. Seguramente entre los más de 71 millones de votantes republicanos habrá quienes merezcan ese calificativo. Pero no estamos ante un movimiento electoral ni una organización política que defienda esas ideas o promueva esos valores. Pedro Medellín…..ibid.
[4] La economía de Estados Unidos mantiene su velocidad de crucero y continúa creciendo casi el doble que la de la eurozona. En el trimestre veraniego, el producto interior bruto (PIB) aumentó a una tasa trimestral anualizada del 2,8%, frente al 3,0% del segundo trimestre.
[5] The Guardian
[6] The Guardian
[8] La crisis de vivienda en Estados Unidos marca el pesimismo economico que define las elecciones. Nicholas dale leal. El Pais de España. 9 sep. 2024
[9] ‘Trabajo pero vivo en mi carro’, un fenómeno que crece en Estados Unidos. Benjamín DeYurre. Nuevo Herald. 17 de marzo de 2019
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[10] En 2021, el 1% más rico de los estadounidenses poseía el 34.9% de la riqueza del país. En 2023, Estados Unidos tiene 22 millones de millonarios, lo que representa el 6,6% de la población del país. “Entre diciembre de 2019 y diciembre de 2021 la nueva riqueza generada ascendió a 42 billones de dólares. El 1 % más rico acaparó 26 billones de dólares (o el 63 % de esta nueva riqueza), mientras que tan solo 16 billones de dólares (el 37 %) fue a parar al 99 % restante de la población Mundial.” La republica.co
[11] IDRIS Irene y PODOLSKY Ana, Revista Perspectiva Marxista Internacional Nº 11, 2017