H. Klement. 3-julio-2020

La ilusión de miles de personas en “aprovechar los descuentos” llevó a que el día 19 de junio en Colombia, miles se amontonaran en las puertas de los grandes almacenes de cadena. Algo absolutamente “normal” en otras circunstancias en una sociedad consumista como esta, pero desastroso en la nueva realidad en que ahora vivimos, signada por miles de contagiados y muertos que avanza día a día y a saltos.

Las imágenes aterradoras y para muchos indignantes, del día 19, con multitudes agolpadas sin distanciamiento físico y ausencia de mecanismos adecuados de protección, cayeron como un baldado de agua fría mostrando la irresponsabilidad de haber programado ese día de ventas, existiendo el enorme riesgo de enfermedad y muerte, que significa el avance de la Pandemia del COVID19.

En la noche del 19, Duque, sin disimular el júbilo por las ganancias enormes obtenidas por empresarios y comerciantes, declaró que “Fue todo un éxito”.

Por su parte, todos los comerciantes grandes y medianos, desde dentro y fuera de FENALCO, se frotaron las manos, contentos por el logro: ¡cinco billones de pesos en ventas! Sus cuentas bancarias están de nuevo a reventar. Igual alegría debe rebosar en los corazones de los industriales, los dueños de bancos y financieras, en caso que posean tal órgano vital.

Gobiernos y empresarios ignoraron olímpicamente el eventual contagio incubado ese día.

Algo también subestimado por muchos de los que salieron a comprar ese día, consecuencia, entre otras cosas, del individualismo reinante en las capas medias, sumado a la falta de credibilidad en la Pandemia, que lleva a menospreciar las dimensiones de expansión del contagio y mortalidad que provoca el coronavirus. Muchos jóvenes y trabajadores, siguen ignorando esta nueva realidad que la humanidad no vivía hace cien años. Algo que se expande por la desconfianza histórica de amplias capas de la población en los gobernantes (gobierno e instituciones: parlamento, partidos políticos, policía o ejército), por la ineficiencia y corrupción que los impregna. Muchos sectores no creen ni confían en nadie, ni nada. Además, en las redes y otros medios, se diseminan las teorías conspiracionistas que minimizan el riesgo y se insiste en hablar de todo, menos de la pandemia y en mirar para otro lado. Lamentablemente, así se hace el juego al gobierno uribista y a gobernantes como Trump y Bolsonaro (Brasil), que con su actitud ignorante y negacionista insisten en que es algo pasajero y secundario, lo cual solo aumenta las muertes y sirve a sus fines de mayor dominación.

Esas aglomeraciones, sumadas a los efectos de la salida masiva de la población con el llamado “aislamiento inteligente” del gobierno Duque, se expresan hoy en el ritmo vertiginoso de propagación del virus en Colombia. El número de muertos diarios en el país se ha multiplicado por diez, con un contagiado por cada 480 habitantes, desde que se “flexibilizó” el aislamiento. Y en el mundo ya pasa de medio millón de muertos, en EEUU un muerto por cada 1000 habitantes y 10 millones de contagiados. Por eso la llegada del famoso “pico” de la Pandemia, sigue muy esquiva tanto en el país como en América Latina. 

La montonera del día sin IVA, sucedió justo en un momento de brutal ascenso del contagio y mientras el jefe de la Organización Mundial de la Salud, OMS, advertía: «El mundo entró en una fase nueva y peligrosa. Mucha gente está evidentemente cansada de quedarse en casa. Los países están deseosos de reabrir su sociedad y su economía”.

¿Qué pasó?

Después de lo sucedido, muchos de los que se manifiestan en las redes sociales, youtubers y columnistas de prensa, reaccionaron indignados y rechazaron lo sucedido. Hablan de la enfermedad del “consumismo” que sigue latente “en la gente” (realmente en esta sociedad) y que después de estar contenida por meses, explotó sin control.

Eso sí, no se detienen en mencionar que allí también pudieron estar muchos comerciantes, medianos y pequeños, buscando aprovechar el supuesto “descuento”, para luego re-vender lo adquirido, en pequeños mercados de barrio o en poblaciones más pequeñas del país. Igualmente, evitan describir que lo sucedido solo cobija a capas medias de la sociedad, con cierta capacidad de consumo o de endeudamiento, pues allí no estaban los trabajadores de salario mínimo y la población más pobre, quienes siguen esperando los auxilios y migajas prometidas por el gobierno, que solo llegan selectivamente a los allegados de los politiqueros que manejan la distribución o a los corruptos que siguen trabajando para que los recursos de esos contratos lleguen a sus bolsillos.

Lamentablemente, como es usual, la mayoría de los dardos de condena se dirigieron en primer lugar contra “la genteel pueblo”.

Como novedad “descubren” que la clase media es consumista. Y, con esa “mesura y respeto” que impera en las redes, explican lo sucedido como consecuencia de que la gente es “inconsciente” o “irresponsable”. Otros, insisten en asociar esa conducta de consumo desaforado e inconsciencia, a las convicciones políticas de extrema derecha (quienes se amontonaron serían, según estas versiones, votantes de Duque y seguidores del uribismo). En todo esto, hay algo de cierto. Pero es solo una parte de la verdad y, como siempre, la menos importante.  

Una verdad completa tendría que dar cuenta de que ese día sin IVA y los otros, son iniciativa y parte de una política del gobierno Duque y su partido para favorecer a los empresarios, presentada como una medida “para reducir la pobreza de la gente”.

Patraña en que cayeron no solo quienes se agolparon ante los almacenes, sino políticos y activistas opositores del gobierno que hoy se rasgan las vestiduras. Ninguno alertó o denunció antes, que esta medida del gobierno, como muchas que ha tomado -como el llamado “subsidio a la nómina”, los “planes de vivienda” y otras medidas- presentadas como “ayudas a los trabajadores y la gente pobre”, son realmente para favorecer a los empresarios, quienes pregonan y escandalizan a diario sobre sus supuestas millonarias pérdidas. Otra patraña, porque si bien temporalmente han dejado de obtener las acostumbradas ganancias, es falso que hayan perdido sus capitales, pues no ha sucedido alguna destrucción, como si se daría en una guerra, inundación o terremoto.

Los sectores de capas medias de la población que se amontonaron en busca de las supuestas gangas, fueron durante semanas motivados e impulsados por la publicidad en los grandes medios de prensa y las redes con un trabajo sistemático. Convencieron a “la gente” de salir masivamente ese día a consumir.

Incluso ahora, a causa de lo ocurrido el 19, el gobierno sigue en su labor para que, en los otros días sin IVA, igual consuman con compras en línea, llenen los bolsillos de los mismos comerciantes y las cuentas de los banqueros que dominan el sistema financiero.

¡La principal irresponsabilidad!

Sabemos que saldrán los defensores de oficio de los gobernantes, que insistirán en decir que el día sin IVA era bueno, pero que la gente es irresponsable. De acuerdo a ese razonamiento, aunque el gobierno no organice los supuestos días sin descuento y los impulse por todos los medios a salir todos en un solo día, la gente igual saldrá a amontonarse. Desde su posición que no concibe otra sociedad que la dominada por los dueños de industrias, comercios y empresas, es algo explicable.

Sin embargo, para muchos jóvenes y trabajadores conscientes podría ser claro que en toda sociedad los gobernantes son los que tienen la mayor responsabilidad con los integrantes de ella y que ésta es enorme. Y en este caso específico, el principal responsable es el gobierno y su partido. No por casualidad, Duque insiste en su programa de T.V.: “No hay que buscar culpables” dice, en una confesión manifiesta. También, aunque en una escala menor, los gobernantes locales que por acción o por omisión, fueron cómplices de la iniciativa de Duque y los empresarios.

En esto hay responsables y responsables. Y para nosotros, la principal irresponsabilidad corresponde al gobierno y no a “la gente”

El desastre de ese día 19, es una prueba más de que, siempre –y en medio de esta Pandemia eso no cambia- el objetivo que tienen gobiernos de favorecer los intereses de sus representados, que contrario a la leyenda en boga, no son otros que los comerciantes, banqueros, financistas, industriales y terratenientes.  

Por eso y aunque muchos de los que hoy se indignan con lo sucedido dejen de lado ese aspecto, desde nuestro punto de vista es necesario insistir en algo cada día más evidente: que Duque y con algunas diferencias, todos o casi todos los gobiernos, así sean electos y respondan a diferentes partidos, tienen algo en común en un sistema como este: trabajan para los magnates, para los más poderosos de la sociedad, dominada por los propietarios del capital y sus negocios.

Así, sin dejar de señalar que este gobierno es de extrema derecha y arrodillado a los gringos, se requiere no quedarse ahí e ir más allá. Denunciar que además responde a una clase social, la de los grandes propietarios de tierra, bancos, empresas, comercios e industrias. Que este gobierno y sus pares de otros países, gobiernan para garantizar los intereses y necesidades de esos capitalistas en cada país y sus socios de las trasnacionales de las grandes potencias, como EEUU o Europa. No hacerlo, es quedarse en lo superficial y evitar referirse a lo que está en el fondo de las cosas.

Algunos gobiernos, como el de Claudia López en Bogotá, el de Cali, Medellín u otros, es cierto que no comulgan con el uribismo ni con la más rancia oligarquía del país y positivamente se han distanciado de lo que impulsó el gobierno Duque. Claudia López escribió en Twitter ¿Subir las ventas y bajar las vidas?» señalando correctamente la responsabilidad de Duque en lo sucedido.

La Alcaldesa, quien ha mostrado más coherencia y seriedad en el manejo de la pandemia que Duque y muchos otros alcaldes, incluidos los del partido Verde como el de Cali, en algo alertaron a la población sobre el alto riesgo del tal día sin IVA. Pero, algunos apoyaron eliminando el pico y cédula para ese día, como hizo Jorge Iván Ospina en Cali. Sin embargo, todos, son tibios al momento de llamar a rechazar claramente que se realicen los días sin IVA. Por  su carácter muy distanciado de los intereses de la clase obrera, no se atreven a exigir que, si de verdad el gobierno quiere favorecer a la población, debería decretar que se elimine completamente el IVA, al menos mientras dure la Pandemia.  

Así, es lamentable que para los dirigentes de la oposición parlamentaria al gobierno lo fundamental no sea Pandemia y la tragedia para los pobres que está causando las medidas del gobierno para enfrentarla. Usan sus teledebates para mantener la atención de sus electores, hablan de muchos temas pero no toman la Pandemia como un asunte vital y central. Por eso no alertaron a sus seguidores y a la población sobre el riesgo que significaba el día sin IVA y no oponen a esa trampa de los comerciantes. Muchos de ellos se oponen solo a lo accesorio, pero cuando se trata de cuestiones serias y de fondo, no desenmascaran las políticas que afectan de fondo la vida del conjunto de la población más pobre y los trabajadores, como sucedió el 19.

Los resultados del desastre incubado en el día sin IVA se están empezando a reflejar en las cifras de contagiados y muertos. Como señalan todos los informes, la curva de contagio y muertos está subiendo en forma alarmante. La OMS declaró recientemente “entramos en una fase nueva y peligrosa. Los países [léase los gobiernos] están deseosos de reabrir su sociedad y su economía…”.

Eso hace imperioso denunciar y oponerse, seria y claramente, a esos días sin IVA. Igual al tal “aislamiento inteligente” y al conjunto de políticas del gobierno de seguir abriendo todos los negocios y empresas. Denunciar que no busca el bienestar o beneficio de “la gente”, como argumenta Duque, pues habla y habla de la Pandemia, pero para trazar políticas que privilegian los negocios frente a la vida. Se hace decisivo denunciar y llamar a oponerse claramente a esa patraña de los falsos descuentos y de conjunto a todas las políticas, que se están trazando para “favorecer la economía”, es decir los negocios y ganancias de comerciantes, banqueros, industriales y empresarios.

¿Por qué los gobernantes trazan estas políticas nefastas?

 Muchos atribuyen estas actuaciones desastrosas de los gobiernos y las calamidades que ocasionan a los trabajadores y los sectores más pobres de la sociedad, a una especial perversidad o malignidad de algunos políticos y gobernantes. Incluso a la falta de inteligencia de Duque y su séquito  o de algunos líderes de la extrema derecha. Por eso es muy popular y “bien visto” criticar sólo a los gobiernos de extrema derecha como el de Duque, Trump o Bolsonaro, a los cuáles se oponen desde los políticos liberales hasta los progresistas (socialdemócratas), pasando por no pocos dirigentes sindicales y activistas estudiantiles. Esa visión crítica es justa y se apoya en hechos ciertos. Pero es incompleta, parcial y muy limitada.

De nuestra parte llamamos a buscar una explicación no sólo en las cabezas de estos líderes, sino en las razones materiales que los llevan a actuar como lo hacen, para ir a la raíz de los males que nos aquejan y no solo a lo que se ve en la superficie.

De allí que, desde abril pasado en nuestra primera Declaración ante la Pandemia, afirmamos que estábamos ante una catástrofe que “amenaza directamente a la especie humana”. Se explicaba que era y es consecuencia no del virus sino de que este se presenta en una sociedad regida por un sistema económico y social concreto: “el capitalismo mundial”. Sistema que debido las leyes de ganancia y lucro que lo rigen, a pesar de “contar con extraordinarios recursos económicos, científicos y tecnológicos”, no resolverá esta crisis “sin causar más destrucción, miseria y hambre…”.

Hoy después de ver lo que sucedió el 19 en Colombia y el ascenso en número de contagios y muerte, tanto acá como en el mundo, las imágenes aterradoras como las de Guayaquil en Ecuador, las fosas comunes en Brasil y EEUU y las que empiezan a verse en Perú, amenazan con convertirse en la realidad de nuestros barrios y ciudades. Tal vez al día de hoy, nuestras afirmaciones al inicio de la Pandemia, pueden parecer  más cercanas a la realidad de lo que aparecían en ese momento. 

Esa Declaración expuso las razones por las cuales eso estaba sucediendo y sucedería: “los gobiernos de estos países, que dominan el mundo (definidos por el marxismo como imperialistas) y sus socios menores, las burguesías nacionales, privilegian las ganancias de sus negocios por encima de la vida de la población”. ¿Y no es esa, acaso, la razón de fondo que impulsó al gobierno Duque a organizar los días sin IVA? ¿No fue para garantizar los negocios y las ganancias de los comerciantes y demás empresarios por encima de la vida de la población?

El gobierno organizó esos días sin IVA y todas las políticas que están elevando el contagio y muerte, pues responde a los intereses y móviles de un sistema económico dominado por esa minoría de oligarcas, que mangonean la sociedad a su antojo.

Desde esa fecha, cuando muchas voces de los empresarios ya escandalizaban sobre el monumental desastre de la economía, empezó una campaña presionando, por todos los medios, para que el confinamiento se relajara. Eso sí, bajo el discurso de “mantenerlo estrictamente y con medidas de protección”, palabras vacías  si no van acompañadas de pruebas masivas, dotación gratis y suficiente de elementos a la población, así como campañas de sistemática desinfección de calles, locales, negocios, barrios, etc.

Desde esa fecha, se alertó de nuestra parte que “…de nuevo privilegiando la marcha de los negocios, los gobiernos en varios países se alistan para sacar a la población al llamado `aislamiento inteligente`…”. Hoy está a la vista, que los gobiernos regidos por las necesidades de ganancia de los grandes propietarios de tierra y empresas, harán que la Pandemia se prolongue y cobre cada día más víctimas.

¿No hay salida?

Con la pandemia, si bien puede haber diferencias de cantidad ¿existe alguna diferencia sustancial entre lo que está pasando en EEUU y Brasil, Perú, Chile o Ecuador, con lo que pasa en México? ¿O, en Venezuela o Nicaragua, cuando se conozcan las cifras? Lamentablemente, esta se convirtió en un desastre, en países con gobiernos de extrema derecha, de derecha y de “izquierda”.  Un desastre de contagio y muerte, bajo gobiernos neoliberales [capitalistas] y gobiernos capitalistas contrarios a ese modelo.

Consecuencia de que todos o casi todos los gobiernos del mundo, más allá del modelo, responden al mismo sistema. Gobiernan de acuerdo a las necesidades e intereses de lucro incesante de los empresarios y no para responder a las necesidades del pueblo trabajador como dicen en sus discursos.

Entonces ¿estamos condenados? No. Ahora es más claro que antes que se necesita un cambio. Afortunadamente muchos jóvenes en EEUU, el mundo y América Latina, con sus protestas han venido reclamando cambios favorables a los trabajadores y los pobres.

Las masivas movilizaciones de protesta en EEUU y potencias de Europa, muestran los primeros pasos de una inconformidad y deseo crecientes de cambiar esta realidad. Es algo que avanza en grandes capas de la juventud y de los asalariados. De ese mismo cansancio y hastío con los gobiernos, surgió el estallido social que se inició en América Latina con la explosión en Ecuador y Chile, así como las protestas del 21N en Colombia. Expresión de una inconformidad y rebeldía similar.

Un desencanto no solo con algunos gobiernos o modelos, sino con el sistema de conjunto. El desastroso manejo de la pandemia, obligó un paréntesis en ese proceso. Pero el avance letal de esta y las medidas económicas de desempleo, miseria, hambre y violencia de los gobiernos contra los trabajadores y la población, incuban mayores respuestas y nuevos métodos de movilización y acción, superiores a las meras marchas callejeras.

Respuestas que irán abonando el terreno para avanzar en la imperiosa causa de conquistar otro sistema económico y social antagónico a este, por medio de la lucha revolucionaria. Algo no solo posible sino urgente. Más profundo y avanzado que lo presenciado con los gobiernos “de izquierda” en América Latina. Confundir las reformas hechas por esos gobiernos que no se atrevieron a erradicar el capitalismo, con algún tipo de “socialismo adaptado al Siglo XXI”, es algo malintencionado o una seria confusión.

Aún muchos jóvenes y trabajadores críticos, influenciados por los dirigentes políticos, sindicales y estudiantiles tradicionales (limitados a posturas socialdemócratas), ponen sus esperanzas en que con un cambio electoral de gobierno o de algunos políticos, esto se arregla. Otros, coinciden en que se necesita ese cambio electoral, pero cambiando el “modelo” económico neoliberal, a uno menos salvaje y más humano, con fuerte intervención estatal. Un sistema económico y social capitalista, pero que se guiaría, nos dicen, no por las ganancias sino por el bienestar de la población y sería respetuoso con la naturaleza.

Desafortunadamente, la experiencia refuta estas ilusiones. El “modelo anti-neoliberal” de capitalismo humano, ya se ensayó. Se hizo en varios lugares y los países de América Latina donde los gobiernos de izquierda gobernaron por 15 y 20 años, presentándose como “socialistas”.

Hay un pequeño problema. Los gobiernos que se rebelaron contra las imposiciones de EEUU y con mayor intervención estatal hicieron una tímida redistribución de la riqueza, que les permitió paliar temporalmente la miseria y el hambre más angustiosas de la población más pobre y ganar su apoyo. Tales gobiernos, condujeron a una positiva independencia política y a una prosperidad, pero pasajera. Trataron de hacer más “humano” el mismo sistema económico y social por lo que no hicieron lo necesario para lograr cambios de fondo en el sistema económico y social capitalista. Por eso, el modelo anti-neoliberal ensayado, condujo a esos países y sus pueblos a un callejón sin salida y llegaron a su ocaso. Desde 2013, al entrar de lleno en la región la crisis económica mundial, empezaron a recortar los subsidios a la población, lo que erosionó su apoyo popular. Sin ese apoyo, debilitados por la crisis y más aislados que antes, iniciaron su retroceso, resultado de las limitaciones por su carácter de gobiernos “de izquierda”, nacionalistas e independientes, pero defensores del sistema capitalista, burgueses y no obreros.

Ese fue el momento aprovechado por EEUU y la Unión Europea (imperialismos) y otras potencias, que redoblaron su agresividad contra las posturas independientes de estos gobiernos, incrementaron sus políticas colonizantes de saqueo de sus recursos y mayor dominación, asediándolos, en particular a Venezuela y de paso a todos los pueblos latinoamericanos, aprovechando su fracaso para desprestigiar la lucha de los trabajadores y el socialismo.

A consecuencia de sus vacilaciones, se han debilitado para enfrentar el asedio político y bloqueo económico de los imperialismos y se ha hecho aún más difícil, la irrenunciable tarea de defender su soberanía nacional y la postura independiente que sotienen Venezuela o Cuba.

Entonces, más allá de distintos gobiernos y “modelos” hay una verdad de a puño: el manejo desastroso de esta Pandemia y la crisis global que ha significado, desnuda que el problema es de fondo. Está en el sistema capitalista y no solo en su modelo neoliberal.

Radica en el sistema económico y social capitalista, que depreda la naturaleza y en el cual los problemas mínimos pueden ser paliados temporalmente, pero no pueden ser resueltos cabalmente. Sean de salud y supervivencia de la humanidad ante un virus como este o uno más letal, así como el hambre, la miseria, el desempleo, la falta de vivienda y la educación y en general el bienestar, mientras amenaza la supervivencia de la humanidad y el planeta. Un sistema caduco, con pies de barro y fallido.

De allí nuestra insistencia de denunciar y combatir la actuación de los gobiernos de todo pelaje ante el desastroso manejo de la Pandemia y la tragedia que está significando para la humanidad, así no sea de idéntica forma, que se basan y defienden las reglas del juego de este sistema capitalista, más allá de sus diferencias y diferentes modelos.

Esta realidad pone sobre la mesa la urgente necesidad de un sistema económico y social realmente nuevo. Para trabajadores y jóvenes de mente abierta, se abre la posibilidad de luchar por un nuevo sistema económico y social guiado por las necesidades de la población y de los trabajadores, es decir de las mayorías de la sociedad. Una sociedad que planifique racional y democráticamente todos los recursos económicos, científicos y tecnológicos alcanzados, para colocarlos al servicio de satisfacer las necesidades básicas como la salud, comida, educación, vivienda y el bienestar de la mayoría de la población y no de alguna minoría privilegiada. Esa alternativa, que esta realidad desnuda, es la del socialismo obrero, internacionalista y con real democracia interna.

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