Sergio Bernal con la colaboración de Huber Klement.

22-01-2025

El 25 de enero se cumplen 38 años del fallecimiento de Nahuel Moreno (Ver: Link Esbozo Biográfico), el más destacado dirigente marxista revolucionario latinoamericano. El fundador del trotskismo obrero en la Argentina y Latinoamérica, así como de la principal corriente internacional, que en su momento y antes de su disgregación, se agrupó bajo el nombre de Liga Internacional de los TrabajadoresLIT-CI.

Tras su muerte, la corriente internacional que luchó por construir, al quedar en manos de    dirigentes menos experimentados no pudo responder a los profundos cambios negativos en la realidad mundial, a causa de la derrota sin precedentes de finales de los 80s. Ésta, no solo se disgregó en múltiples agrupamientos, sino que, salvo excepciones marginales, cedió de conjunto al avance ‘nacionalista’ de las fuerzas de la reacción mundial y perdió el norte de la necesidad de una internacional centralizada.

Más allá de esas dificultades impuestas por la realidad objetiva que sea abrió, hasta ahora, ningún sector del movimiento trotskista logró reconstruir una organización internacional similar a la que Moreno se empeñó en construir y dedicó la mayor parte de su vida militante.

Este nuevo aniversario de su muerte y las consecuencias fatales de la ausencia de su propósito internacionalista y sus métodos de acción, como conductor revolucionario, se da mientras la humanidad asiste a la barbarie del sionismo israelí con la atroz limpieza étnica y genocidio de los palestinos en Gaza; además de su avanzada colonizadora en Siria, Líbano y CisJordania.

Brutal agresión que ha contado con la financiación y el apoyo de los imperialismos norteamericano, europeo y la complicidad de las restantes potencias y gobiernos burgueses.

En otro plano, asistimos a las agrias disputas por un nuevo reparto del mundo expresadas en la guerra inter-imperialista en Ucrania y las declaraciones agresivamente colonialistas y expansionistas del presidente de EE. UU. Donald Trump, sobre retomar el control del Canal de Panamá, anexarse Canadá o comprar Groenlandia (bajo influencia de Dinamarca) y su intención de ampliar la frontera sobre México así como un sospechoso silencio sobre Venezuela.

Las atrocidades en Gaza y los despiadados ataques económicos y militares de los gobiernos de los poderosos del mundo y sus ejércitos, son respondidos en una lucha dispersa y desigual por los trabajadores y las masas, que en distintos momentos protagonizan  acciones de indecible firmeza, así sean de forma desarticulada, como en el caso de la solidaridad con el pueblo palestino y su causa nacional.

Se han sucedido diferentes estallidos sociales, en distintas oleadas de flujo y reflujo, paros, huelgas y movilizaciones e incluso algunos levantamientos revolucionarios como la rebelión popular que derrocó al gobierno en Sri Lanka y obligó a no pagar la deuda externa o el fulminante derribo de Sheik Hasina la dama de hierro de Bangladesh en Asia -2024,  tras 16 años en el poder.

En ese contexto general, ocupan lugar destacado las masivas movilizaciones realizadas a nivel mundial desde el 8 de octubre de 2023, especialmente en Europa y Asia, en defensa de la causa palestina y en contra la masacre y limpieza étnica del sionismo.

De esta manera, miles realizan acciones de solidaridad y resistencia, pero dispersos en algunos puntos del orbe. Resisten, luchan, tratan de enfrentar la ofensiva sea militar (como en Gaza o Cercano Oriente); sea económica, social o política (en el resto del mundo).

Por ello, cualquier trabajador o luchador honesto puede preguntarse: ¿por qué a pesar de las huelgas, los paros, los estallidos sociales, las revoluciones y las luchas o acciones de movilización realizada por los trabajadores y las masas, nuestra situación no mejora?

Una de las razones radica en que resisten, pero sin continuidad, de manera desarticulada, débil, dispersa, sin una coordinación internacional de la solidaridad y de la lucha. Esto es consecuencia, entre otras, de no contar con una organización internacional –sindical o política- que busque coordinar y centralizar las acciones de solidaridad con la lucha, el boicot y las diversas actividades de denuncia. Y lo más grave, con direcciones y organizaciones que en su gran mayoría, más allá de hacer difusión por redes electrónicas no buscan esa coordinación y tampoco hacer triunfar las luchas, sino, sacar réditos electorales de ellas.

Mientras la realidad objetiva plantea la necesidad urgente de una coordinación de la solidaridad internacional, muy pocos se proponen hacer algo al respecto. Organizaciones que busquen superar la dispersión y luchar para que el apoyo a las luchas se centralice. Que partan de saber que el enemigo, los gobiernos de las potencias y países, sean de derecha y extrema derecha, así como liberales ¡si se coordinan para enfrentar los desafíos! ¡Y lo hacen con unidad de mando!

Esa realidad de dispersión exige la necesidad de que las organizaciones socialistas se propongan centralizar las acciones y las campañas de apoyo a las luchas, combatiendo el nacionalismo que impulsan las organizaciones burguesas y la “izquierda” institucionalizada (estalinista y reformista), bajo la tutela de sus gobiernos.

 Y es en este crucial aspecto que hoy adquiere relevancia señalar la importancia de la batalla internacionalista librada por Nahuel Moreno “con su trayectoria de más de cuatro décadas en la dirección del movimiento trotskista mundial y conocedor, por su propia experiencia, del movimiento obrero de muchos países”[1]. Pues Moreno dedicó la mayor parte de su vida a construir una internacional, revolucionaria democráticamente centralizada.

De todos, su mayor esfuerzo siempre estuvo orientado a lograr este objetivo. Hoy en día dicha organización internacionalista no existe y es una desgracia que impide el avance continuo de los trabajadores y que las masas triunfen con sus luchas.

El legado de Moreno

La necesidad urgente de una internacional la expuso con precisión Nahuel Moreno en el libro  Conversaciones con Moreno:

“El internacionalismo proletario surgió en respuesta a un problema objetivo, no es algo inventado por Marx en su escritorio. El Manifiesto Comunista publicado en 1848, es un documento de Obreros emigrantes, las ligas obreras europeas, que se encontraban sumergidas en un proceso de ebullición revolucionaria. Eran alemanes, franceses, belgas, ingleses, italianos…”[2]

Señaló que esa postura internacionalista dio una respuesta a una problemática que sigue siendo muy actual, como la de los inmigrantes:

En 1863 surge la Primera Internacional, fundada por dirigentes sindicales de distintos países, quienes llaman a Marx a colaborar. En Inglaterra había muchos obreros inmigrantes, entre ellos alemanes, quienes recibían salarios muy bajos. Esto les creaba problemas a los obreros ingleses, que se quedaban sin trabajo debido a esa mano de obra barata. En Francia existían problemas similares. Los dirigentes obreros de esos países se reunieron, descubrieron que tenían problemas comunes que requerían una organización internacional. No solamente nacional. Es decir, el problema en Inglaterra no se resolvería con el enfrentamiento entre obreros ingleses y alemanes sino con la unidad de ambos proletariados y los de todo el mundo contra el enemigo de clase común”[3]

Por tanto, el movimiento obrero desde que se organizó políticamente se hizo internacionalista. A través de la Primera y Segunda internacionales, señaló que su lucha era mundial: “proletarios de todos los países uníos” proclamó.

Con la fundación de la III Internacional apoyada en el triunfo de los marxistas revolucionarios en Rusia, ese proceso tuvo un avance espectacular ya que los asalariados y pueblos del mundo empezaron a contar con una internacional con mando unificado, para coordinar y orientar sus luchas en el mundo. Proceso que se truncó cuando la burocracia soviética, en una acción completamente reaccionaria, disolvió la III Internacional.

Por ello para Nahuel Moreno, el máximo crimen, la máxima traición de la burocracia stalinista fue la disolución de la Tercera Internacional, exigida a Stalin por sus aliados Churchill y Roosevelt.

Es decir, como señalamos arriba, el resultado negativo de muchas de las luchas actuales muestra la necesidad imperiosa de construir una organización mundial centralizada. Partido político y central sindical que los trabajadores y el movimiento de masas perdieron hace años.

Debido al estalinismo hoy eso aparece como algo innecesario: “El partido mundial, la única herramienta política que puede derrotar al imperialismo, aparece ante la vanguardia obrera como una idea utópica, peregrina, una expresión de deseos…”[4]

Esa es la profunda razón por la cual Nahuel Moreno dedicó su vida militante a la lucha por construir una dirección internacional, obrera, marxista, revolucionaria y democrática, que orientara consecuentemente las batallas  de los trabajadores y de las masas hacia la toma del poder y la construcción de una sociedad socialista democráticamente organizada, acorde a la realidad de enfrentar enemigos que cuentan con un sistema totalmente centralizado.

Consciente de que se trataba y trata de una tarea tremendamente difícil, escribió:

Por su inmensidad, y por los poderosísimos enemigos que enfrenta, es una tarea muy larga y difícil. Somos un puñado de militantes que enfrentamos, con la única arma moral de nuestra confianza incondicional y ciega en el movimiento de masas y en la clase obrera, al imperialismo y a la burocracia: una clase y una casta que han concentrado en sus manos el poderío más grande de que tenga noticia la humanidad[5].

Es decir, su lucha siempre estuvo orientada hacia el combate internacionalista en ruptura con el nacionalismo burgués y pequeñoburgués. Igualmente en combate al nacional trotskismo al interior del movimiento trotskista.

Si nos proponemos rescatar su trayectoria, y señalar la importancia y actualidad de su legado, eso es lo que hay que combatir actualmente. Desafortunadamente, hoy, salvo contadas excepciones, la mayoría del movimiento trotskista, incluidos los que se reclaman seguidores de Moreno, si bien señalan la importancia de una internacional, han abandonado la lucha por que ésta tenga un carácter centralizado.

Pues Nahuel Moreno, en paralelo a su batalla por insertar en la clase obrera a los grupos y partidos de la corriente internacional, dedicó su militancia a la construcción de una organización de ese tipo en la ruta de reconstruir la «Cuarta Internacional» fundada por León Trotsky, combatiendo ese nacional trotskismo  de muchas de las organizaciones trotskistas existentes en su época. Se apartó y combatió la concepción de constituir ‘internacionales’ que sólo coordinan partidos nacionales, agrupados en federaciones laxas, que rehúyen cualquier centralización, algo que hoy día rige la práctica de la mayoría del movimiento trotskista.

La derrota mundial de los 80s

La temprana muerte de Moreno se combinó con la brutal derrota del proceso revolucionario mundial y retroceso global iniciado a finales de los años 80s y abierto con el triunfo del imperialismo con la complicidad de las direcciones reformistas y gobiernos burocráticos de los países conocidos como “socialistas”, que ellos y la gran prensa a su servicio, denominan el “fracaso del socialismo”. Desde allí, el internacionalismo por el que el marxismo luchó -desde Lenin y Trotsky en su esfuerzo por fundar la IV Internacional- con la destrucción del embrión de una organización internacional con mando unificado que lideraba Moreno, se malogró aún más.

Como efecto de ese profundo revés, la mayoría del movimiento trotskista retrocedió a tener como centro de sus actividades y preocupaciones la construcción nacional (nacionaltrotskismo) y profundizó la disgregación de la IV. Cedieron a esas presiones de la democracia burguesa y la contrarrevolución, que para sus perversos fines promueve el nacionalismo.

Así, por esta política nacionalista de quienes se reivindican del socialismo revolucionario, la mayoría de las luchas de resistencia, quedan a merced de direcciones pequeñoburguesas que utilizan su inveterada postura nacionalista, para sus propios fines y sus políticas reformistas. Sin hacer nacionalismo consecuente, dónde éste es urgente y necesario hacerlo como en el caso del pueblo palestino.

En ausencia de una verdadera internacional, las consecuencias están a la vista: los heroicos esfuerzos de jóvenes y trabajadores, el sacrificio de miles e incluso algunos triunfos parciales, al no tener coordinación internacional ni continuidad, son llevados por las direcciones tradicionales al retroceso o derrota disfrazada tras efímeros éxitos electorales.

Debido a esa política de las direcciones reconocidas de la clase trabajadora, las luchas por alcanzar solución a las urgentes necesidades de millones de pobres y trabajadores asalariados, continúan sin solución.

En pleno siglo XXI y pese a los fabulosos avances tecnológicos y científicos, los trabajadores y las masas a lo largo de nuestros países y del mundo entero, continúan padeciendo las desigualdades, el hambre, la miseria, el desempleo, el desplazamiento forzado, la drogadicción, una violencia infame y la falta de oportunidades, pues no se vislumbra una salida o solución próxima a todos los males que la sociedad capitalista genera y descarga sobre los más desfavorecidos. Esto es consecuencia de que la lucha de los oprimidos y explotados adolece de una dirección que se proponga aprovecharla para dirigirla consecuentemente a cambiar radicalmente y de base esta sociedad. Es lo que llamamos la crisis de la dirección revolucionaria.  

La crisis de la humanidad radica en la crisis de la dirección revolucionaria

La mayoría de las direcciones mayoritarias, después de la derrota de los años 80s, giró a combatir nacionalmente: Sólo a la extrema derecha burguesa y a promover un ‘capitalismo con sentido social inclusivo y ecológico’. A actuar a nombre del “progresismo”, la “paz” y la “coexistencia pacífica” con su meta de lograr un capitalismo con “rostro humano”, a fin de atar la lucha popular y obrera, al carro dirigido por el sector liberal de la burguesía. A dividir a los políticos tradicionales, a las naciones y a los gobiernos de los capitalistas, en dos ‘campos’: uno de ‘derecha’ y otro supuestamente “anti neoliberal” y “progresivo”.

Todo a fin de colocarse como rueda de recambio de este último. Dividen y amordazan a los luchadores a esa política de escoger entre dos polos o ‘campos’ burgueses, supuestamente irreconciliables. A unir “las ovejas con los lobos” como dijera el gran amigo de Rosa Luxemburgo, el revolucionario alemán Karl Liebknecht.

A nivel internacional, se limitan a denunciar el ‘campo’ encabezado por los imperialismos norteamericano y europeo, para colocar a la juventud y los trabajadores a la cola del campo político liderado por potencias capitalistas burguesas (Rusia, China, Irán) y sus satélites en los países pobres, para amarrar la lucha obrera y popular a los intereses de esos gobiernos.  

Todos ellos han renunciado a la opción revolucionaria que significa la destrucción de este sistema decadente, la toma del poder por la clase obrera y la instauración del socialismo con democracia obrera, para coexistir en “paz” con este sistema.

No les interesa llevar las luchas al triunfo sino amordazarlas y usarlas como caudal electoral, para ser gobierno ellos en coalición con los sectores “democráticos” de los partidos de la patronal y sus políticos tradicionales.

Respecto de los grupos y organizaciones que se reclaman del socialismo revolucionario, están ante el reto de retomar esa ruta señalada por Nahuel Moreno de:

  • Centrar su acción en la construcción de una internacional marxista revolucionaria y, ante todo, centralizada democráticamente, con sus respectivas secciones nacionales.
  • Reivindicar la vigencia y necesidad de desarrollar alguna campaña única de solidaridad a nivel internacional.
  • Golpear unificados en los diferentes países donde tienen presencia, con tres o cuatro consignas y con tareas similares hacia las organizaciones de las masas. La causa palestina otorgó y sigue otorgando todas las posibilidades de hacerlo.

Por todo lo anterior, de nuestra parte en este nuevo aniversario de la muerte de Nahuel Moreno, para reivindicar su memoria, experiencia y enseñanzas, queremos enfatizar en la necesidad urgente que tienen las luchas de los trabajadores y las masas de dotarse de una organización y dirección revolucionaria internacional, democráticamente centralizada. Que se proponga agrupar a los trabajadores en una organización mundial clasista e Independiente y ponga en el centro de sus prioridades el construir un partido mundial internacionalista y proletario. Cuya prioridad, antes que la construcción nacional, esté en encauzar las luchas, movilizaciones y protestas hacia la destrucción del sistema capitalista imperialista mundial y, alrededor de ese eje, luchar por reagrupar al movimiento trotskista con la estrategia de reconstruir la IV Internacional.

Sirva este nuevo aniversario de su muerte para destacar que ese empeño de Nahuel Moreno, sigue siendo la guía de nuestra batalla y acciones cotidianas.


[1] MORENO Nahuel, Conversaciones con Moreno, Introducción, 1986, Editorial Antídoto

[2] Ídem, página 66 y 67

[3] Ídem pág. 67

[4] Ídem, pág. 68

[5] Nahuel Moreno, El Partido y la Revolución, Ediciones antídoto pág. 471

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