Ante la pandemia del Coronavirus…
La prioridad: ¡Salvar la vida de trabajadores y pobres!
La humanidad afronta hoy una dramática situación. Una crisis sanitaria, económica, social y política, sin precedentes, que amenaza directamente a la especie humana.
Situación inédita, que combina el avance de la pandemia a nivel mundial con la semi paralización de la producción, la distribución y el comercio internacional y advierte profundizar la crisis económica (2008) en una grave Depresión como la de 1929 o aun peor.
Catástrofe que el capitalismo mundial, bajo el dominio de los monopolios del capital financiero y liderado por los países más poderosos de la tierra, a pesar de contar con extraordinarios recursos económicos, científicos y tecnológicos no resolverá, sin causar más destrucción, miseria y hambre, pues los gobiernos de estos países, que dominan el mundo (definidos por el marxismo como imperialistas) y sus socios menores, las burguesías nacionales, privilegian las ganancias de sus negocios por encima de la vida de la población.
Únicamente una sociedad gobernada por la clase obrera podrá superar esta crisis, sin condenar a la humanidad a más calamidades económicas, sociales y sanitarias.
Los miles de muertos en el mundo y los millones de nuevos desempleados, son solo una pequeña muestra de la respuesta de los poderosos a la crisis y de las terribles consecuencias sobre los de abajo.
Trump, ignoró las alertas y recomendaciones de los científicos que veían la “gran probabilidad de que el virus estuviera circulando en silencio contagiando a cientos de personas”. Similar comportamiento asumieron los gobiernos de Italia, España, Inglaterra. Y, sin ignorar sus diferencias, gobiernos como el de Brasil, Ecuador, México y Nicaragua, minimizan la pandemia. En Colombia el gobierno de Duque a través de su Ministro de Salud insistía en que “el país estaba preparado para afrontar la pandemia” y que solo se requería que la población se lavara las manos. Contrario a la realidad que se destapó cuando llegó el coronavirus al país, ausencia completa de la infraestructura hospitalaria y de materiales para la bio protección al personal de la salud.
El testimonio más dramático de esta política en América Latina es Guayaquil, Ecuador, donde cientos de pobladores, mueren en las calles y en sus casas, como consecuencia de la nula respuesta del gobierno. Y en Estados Unidos la muerte de miles de la población más vulnerable enterrados en fosas comunes.
Actualmente, de nuevo privilegiando la marcha de los negocios, los gobiernos en varios países se alistan para sacar a la población al llamado “aislamiento inteligente”, en contravía de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, OMS.
Y, como si fuera poco, en medio de la pandemia, a Trump no le basta con mantener el bloqueo econónmico sino que amenaza militarmente a Venezuela, ofensiva criminal que añade más tensión y angustia a la población venezolana y que muestra cómo el “negociator” no deja escapar la oportunidad para chantajear y desviar el foco de atención de los estragos de su nefasta política interna.
Solo forzados por el desastre que ellos mismos provocaron, empezaron a tomar algunas medidas de contención, preocupados por la posibilidad de colapso de su sistema capitalista, el temor a la lucha de la clase obrera como lo hizo en Italia y España para exigir condiciones laborales bioseguras, o a eventuales estallidos sociales, empezaron a tomar algunas medidas de contención.
¿Acaso no cuentan con exorbitantes recursos económicos y una descomunal riqueza acumulada por los bancos y los grandes pulpos empresariales tras años de saqueo a los países dominados y de explotación a los trabajadores, que ha llevado a la miseria y al hambre a millones de personas y del saqueo a los países dominados?
Tan solo las utilidades de los bancos y los capitalistas del sector financiero colombiano, en “agosto pasado llegaban a $65,2 billones y sus activos a $ 1.888 billones” y “los fondos privados de pensiones de los grandes grupos empresariales acaparan $273 billones”[1] Y ni hablar de las descomunales fortunas de los dueños de las transnacionales que en 2019 alcanzaron sumas astronómicas. Solo un ejemplo: la fortuna de Bezos, el fundador de Amazon alcanzó los US$131.000 millones[2] y la cadena estadounidense Walmart tuvo ingresos de US$ 514.405 millones.[3]
Los trabajadores y pobres los más afectados
Esta catástrofe, como todas bajo el capitalismo imperialista, se ensaña con los asalariados del campo y la ciudad y con los más desfavorecidos en general. Hoy, miles mueren en el mundo y millones de seres humanos estamos sometidos al aislamiento, aunque no todos lo cumplimos en las mismas condiciones.
Mientras los ricos, entre ellos el “jet set” mundial, cumplen su confinamiento en yates de lujo y enormes mansiones o palacios, derrochando opulencia, millones de familias están hacinadas en una habitación, en campos de refugiados o en cambuches; sin ni siquiera agua y jabón y con hambre. Los 2.000 millones de trabajadores independientes en el mundo, están entre la espada y la pared. Entre cumplir el confinamiento obligatorio con hambre o salir a la calle y exponerse al contagio, además de que sus compradores habituales desaparecieron de las vías urbanas. Al mismo tiempo, los pequeños comerciantes y artesanos se hunden en la ruina.
Simultáneamente, junto con el personal de la salud, millones de trabajadores del campo y la ciudad salen diariamente a trabajar para cubrir las necesidades vitales básicas de la población, exponiéndose al contagio.
Hoy saltan a la vista, la desigualdad social, las diferencias entre las clases sociales frente a la pandemia, la enorme brecha entre ricos y pobres y las precarias condiciones de los asalariados.
También, se pone de relieve, el siempre imprescindible y valioso papel de los trabajadores en el funcionamiento de la sociedad, mal pago, con jornadas de trabajo extenuantes y generalmente invisibles.
En Nueva York, la capital financiera mundial, en el país más poderoso económica y militarmente del planeta, la ausencia de garantías sanitarias al personal de la salud se hizo evidente cuando, enfermeras del Mt. Sinai West tuvieron que cubrirse con bolsas para la basura, para protegerse y atender a los pacientes.[4]
Igual situación sucede con los trabajadores de la salud en la mayoría de los países. En España, otra de las potencias mundiales, el sindicato mayoritario de médicos de Madrid, denunció que se “repartían bolsas de basura, en lugar de gorros para proteger el cuero cabelludo…” [5] En Colombia, la Federación Médica reclamó al gobierno condiciones para ejercer su trabajo y el pago de salarios atrasados – tres meses o más- a los médicos y demás trabajadores de la salud. Y como si fuera poco, denunció la falta de garantías laborales, “despidos, amenazas y tipos de contrato lesivos cada vez que hacen críticas a los protocolos deficientes que se están realizando para detectar y diagnosticar el COVID – 19”. Igualmente, el gremio rechazó el Decreto gubernamental 538, particularmente en su artículo 9, que obliga a todo el personal de salud a trabajar sin contar con las garantías de bioproteccion, incluyendo a estudiantes y practicantes.
Médicos y demás trabajadores de la salud, arriesgan su vida para salvar a cientos de personas que masivamente llegan a los hospitales. Agobiados por los ritmos de trabajo, el estrés que genera enfrentar esta batalla sin la infraestructura, ni los respiradores que se requieren para salvar la vida de sus pacientes y sin los elementos de bioseguridad personal para protegerse y cumplir su labor sin el temor a infectarse o morir.
Miles de ellos, han muerto en China, Italia y España y otros países por carecer de la protección debida. El médico de Wuhan que identificó el coronavirus y alertó sobre el brote, trágico pionero de esta realidad, fue investigado por “propagar rumores falsos que habían perturbado severamente el orden social”.[6] Murió víctima de la enfermedad, pero ante todo, de la tardía respuesta del gobierno chino.
En Estados Unidos la población hispana y la afro-estadounidense registra el mayor número de infectados y de muertos, reflejo de la extrema desigualdad social. Es la población con menos seguros de salud respecto a otros sectores de la población, menos ingresos y son quienes tienen que seguir trabajando durante la pandemia, como empleados de aeropuertos, bodegueros, domiciliarios, conductores, empleadas domésticas, etc. Son parte de la población que sigue haciendo el trabajo duro, mientras los demás cumplen el confinamiento.
Por otro lado, los gobiernos aprovechan para imponer políticas autoritarias como el control ciudadano por parte de los ejércitos, con la justificación de las medidas del aislamiento, recortando aún más las libertades democráticas.
Solo como ejemplo: el gobierno peruano “eximió este sábado de responsabilidad penal a los militares y policías que hieran o maten gente mientras patrullan las calles para hacer cumplir la cuarentena nacional obligatoria por el coronavirus”.[7] Y el Estado de Excepción impuesto por el gobierno en Hungría que actúa con mano de hierro contra personas mayores que no acatan su cuarentena, e impuso una ley para gobernar por decreto y sin límite temporal.[8]
¡El desastre mundial es responsabilidad del capitalismo y sus gobiernos!
La gente no muere por el coronavirus. Muere por no contar con un respirador mecánico. Por la ausencia de atención rápida y eficaz. El personal de salud que se ha infectado o ha muerto fue por falta de bio-protección necesaria.
Los países imperialistas, no estaban preparados para garantizar la salud y vida del personal de la salud y de la población, pero si están preparados para la guerra y la contención de la protesta social, con equipamiento militar, trajes especiales y sofisticadas armas para las Fuerzas Armadas y los grupos antidisturbios con los últimos avances de la cibertecnología, como el proyecto en curso del rifle sónico para que los grupos antidisturbios lo empleen para dispersar multitudes.[9]
Estados Unidos, el país más poderoso militarmente del planeta no estaba preparado para la pandemia, como lo expresó la principal autoridad en Infectología de Estados Unidos, ante el Congreso de ese país: “El sistema no está realmente orientado a lo que necesitamos en este momento, a lo que se está requiriendo. Eso es un fracaso. ¡Admitámoslo!”[10]
Que el coronavirus se haya convertido en la tragedia a la que asistimos, no es solo a causa de su rápida y exponencial expansión, sino de las políticas aplicadas por los gobiernos para favorecer y no afectar los negocios de los grandes capitalistas.
Sabían que, diagnosticando a tiempo, haciendo pruebas masivas, podrían identificar rápidamente a los contagiados y salvar vidas; tal como reclamaban los científicos desde los diferentes puntos del planeta. Pero, no lo hicieron, pues eso significaba hacer una pausa en el ritmo frenético de la economía, de su descomunal enriquecimiento diario y destinar recursos para la salud pública.
Esto explica, esa respuesta tardía de los gobiernos, como el de China, la Unión Europea y Estados Unidos, con capacidad económica, científica y tecnológica, para haber reaccionado inmediatamente en su detección y evitar su desenfrenada expansión mundial.
Este comportamiento obedece a los criterios que rigen esta sociedad, cuyo valor supremo es el lucro económico. Por encima de la vida de la clase obrera y las masas, prima la Ley de la ganancia, el faro que guía el funcionamiento del capitalismo.
A esto se sumó que la pandemia encontró un terreno fértil para expandirse por:
Sistemas de salud públicos debilitados o inexistentes por los recortes en el presupuesto y las privatizaciones con los drásticos planes de choque hacia la salud pública de la década del 90, y con los posteriores ajustes a partir de la crisis económica de 2008. Política que por un lado significó despidos masivos de trabajadores en hospitales públicos, disminución de las camas hospitalarias, de insumos médicos, cierre de hospitales, etc. Por otro lado, el fortalecimiento de los negocios de la salud; proliferaron las clínicas privadas, los seguros médicos, etc. Y, como todo en esta sociedad, la salud se convirtió en una mercancía.
En consecuencia, el coronavirus encontró servicios de salud propicios para expandirse. Situación alertada por los médicos italianos mucho antes de la pandemia. “Desde 2012 los recortes presupuestarios en la península se ensañaron especialmente con la salud pública. Las consecuencias son una epidemia que parece sin control”. Igual situación evidencia la pandemia en España, Estados Unidos y demás países.
- Millones de seres humanos vulnerables, hambrientos o mal alimentados, sin servicio médico y sin las mínimas condiciones de salubridad. Tan solo en Estados Unidos, corazón del capitalismo mundial, al inicio de la pandemia había 27 millones de personas sin servicio médico y 45 millones con un servicio deficiente. Además de 11 millones de inmigrantes indocumentados sin protección en salud.
¡Todo, resultado de la economía capitalista! Un sistema en el cual la desigualdad social, la miseria, la división entre países opresores y oprimidos, así como la rapiña y competencia en el mercado, son condiciones de su existencia. Consecuencia de que los grandes medios de producción están en manos de un pequeño grupo de empresarios privados, cuyas transnacionales dominan los sectores vitales de la economía mundial. Que definen qué se produce respondiendo a la demanda y a lo que es más rentable en el momento. Imponen los precios, saquean a los países atrasados y controlan la ciencia y la tecnología en su exclusivo beneficio, generando una anarquía completa en la producción.
Por estas razones, algunos multimillonarios del planeta, obligados por las circunstancias actuales, a lo sumo, aportan donaciones insignificantes en relación a las necesidades de la mayoría de la población y al colosal volumen de ganancias que acumulan.
Por lo tanto, no es para sorprenderse que se produzcan “1.500 millones de smartphones en un año y tan pocos respiradores asistidos en caso de una pandemia”. [11] Es claro, los empresarios invierten en lo que hay demanda y da ganancias.
Respondiendo a este apetito de ganancia, hoy, las empresas se vuelcan a producir insumos y equipos de salud que esta crisis requiere, porque crece la demanda y les reportará enormes ganancias.
Con justa razón Lenin afirmó:
“Evidentemente, si el capitalismo… hubiese podido elevar el nivel de vida de las masas…si el capitalismo hubiese hecho esas cosas no sería capitalismo, puesto que tanto el desarrollo desigual como la vida miserable de las masas… constituyen las premisas de este modo de producción…[12], lo queseñala la esencia del régimen social. Aunque en algunos países, tras la posguerra, la lucha de los trabajadores y el miedo a la revolución, logró arrancarles las concesiones del llamado “estado de bienestar”. En algunos países del mundo, fue obligado a mediatizar su salvajismo.
Por eso, mientras para la concepción demócrata-liberal y de la “izquierda” reformista, la actual situación es consecuencia del llamado capitalismo salvaje o “modelo neoliberal”, para nosotros, marxistas revolucionarios, el desastre actual, más allá del ‘modelo’, es responsabilidad de los gobiernos del mundo, neoliberales o no, que están al servicio del mismo régimen de explotación asalariado y su ley básica: el lucro.
Por consiguiente, afirmamos que una vez más quienes dominan esta sociedad llevaron a la humanidad a una nueva tragedia mundial. Antes que garantizar y preservar la salud y vitalidad de la humanidad constituyen un peligro para su supervivencia. Sobre todo de quienes ejercen la labor más valiosa: los trabajadores -de la salud y de todas las áreas de la economía- quienes son la fuerza creadora de toda la riqueza que existe y que con su trabajo cotidiano garantizan el funcionamiento de la sociedad.
La epidemia desnuda la decadencia y descomposición del sistema
La peste del coronavirus desnuda objetivamente, las lacras, descomposición y contradicciones de un sistema económico, político, social y moral completamente decadente y caduco.
Una muestra de su descomposición y de la traba que significa la existencia de las fronteras nacionales, es la competencia rapaz entre las potencias mundiales en medio de la pandemia.
Paradogicamente, mientras se plantea la urgencia de una acción mundial unificada para evitar la propagación del COVID-19, los gobiernos de los países más poderosos respondiendo a los intereses que defienden y a la competencia que le es propia, desatan una rapiña por los insumos y materiales indispensables para el sector salud, así como por la producción de la vacuna. Cierran sus fronteras nacionales a la cooperación internacional, y se disparan los precios y el acaparamiento de estos elementos vitales para salvar vidas.
Trump intentó comprar con millones de dólares a científicos alemanes que trabajan en una potencial vacuna o conseguir la exclusividad para su país. [13] Sus agentes recompraron en efectivo en un aeropuerto de Tailandia un cargamento de 400.000 tapabocas con destino a Alemania.[14] Similar situación pasó con Francia, “cuando agentes estadounidenses recompraron un cargamento de material sanitario chino que estaba ya cargado en un avión con destino a Paris”.[15]
Por su parte, Francia decomisó en el aeropuerto de Marsella un cargamento de mascarillas con destino a España e Italia, aprovechando que el avión hizo escala en ese país y robó mascarillas con destino a la república Checa. Su presidente Macron argumentó: “estamos en guerra y en la guerra todo vale”[16]
Las grietas en la Unión Europea se ahondan. Los países del norte, los más ricos del continente, Alemania y Holanda, chocan con los del sur, Francia, Italia y España, los más afectados por la pandemia. Alemania cierra sus fronteras nacionales a la exportación de equipos e insumos médicos y se opone a la ayuda financiera de la Unión Europea a Francia, Italia y España.
Y la búsqueda de la vacuna, no es un propósito mundial, sino una competencia entre las transnacionales, que trabajan en secreto en sus laboratorios para ser los primeros en producirla.
Así los gobiernos, respondiendo a las transnacionales, propiedad de la oligarquía financiera, impusieron el “sálvese quien pueda” y “el todo vale”, la rapiña… ¡los negocios primero!
Vemos cómo empresarios en distintos países acaparan el tan preciado material sanitario, para especular con su precio, aprovechándose de la desgracia de la pandemia. Queda claro: ¡los capitalistas no tienen principios morales, solo económicos!
De un porrazo, se terminó la creencia de que la globalización era un mundo integrado para el bienestar de todos los países y pueblos, unificados en una aldea global.
Queda en evidencia que ésta fue para la expansión y circulación de los grandes capitales. Para aprovechar la derrota de la clase obrera y la destrucción de los países llamados “socialistas” y demás conquistas sociales, a manos de los capitalistas. Globalización para la libre circulación de mercancías y de millones de asalariados migrantes, para abrir las fronteras de las semi-colonias al extractivismo de los recursos nacionales y a la explotación de la mano de obra por parte de las transnacionales.
Ahora, las pugnas y divisiones profundizan la crisis política entre los de arriba, entre la burguesía mundial, los distintos gobiernos y al interior de los países.
Las regiones dependientes, las semicolonias como América Latina o África, cuyos gobiernos abrieron las fronteras a la voracidad de las transnacionales imperialistas y de otras potencias económicas, enfrentan en solitario la pandemia, con sus desigualdades sociales, atraso científico y tecnológico, consecuencia del saqueo histórico por parte de los países ricos, que han bloqueado su desarrollo económico, científico y tecnológico.
Paradójicamente, y contrario a la política de las superpotencias mundiales, la pequeña isla de Cuba, a pesar del bloqueo imperialista y de la gestión burocrática de sus gobernantes, pero gracias a que la revolución erradicó allí el capitalismo, pudo enviar brigadas médicas a Italia y España para ayudar al exhausto personal de la salud en esos países.
Hoy, los flagelos de este modo de producción se exponen crudamente. La inmensa desigualdad social existente, el salto alarmante a millones de nuevos desempleados en el mundo. Tan solo dos semanas de declararse oficialmente la pandemia, el desempleo en Estados Unidos saltó a la alarmante cifra histórica de 17 millones.
Por su propia naturaleza y vocación, este sistema no garantiza a la humanidad el bienestar, porque mientras en un polo las transnacionales y los bancos concentran y acumulan descomunales riquezas, al mismo tiempo, en otro polo, se concentra el hambre, la miseria, el sufrimiento, el desempleo. Esto atestigua lo afirmado por Marx de que el capitalismo significa miseria creciente para una masa enorme de la humanidad.
También, se pone de relieve la decadencia moral de este sistsema. Una prueba nítida es el llamado del gobernador de Texas a que los viejos “sacrifiquen su vida para salvar la economía nacional”, o en la afirmación de la ex directora del FMI, de que “los ancianos viven demasiado”; la de un ministro japonés que pidió que los “ancianos se den prisa en morir” y en la propuesta racista y colonialista que hicieron dos médicos franceses de “probar la vacuna contra el coronavirus en África”. Así mismo, la “solución” deenterrar en fosas comunes a quienes sus familiares no tienen para pagar un funeral. Ese es el trato degradante que el llamado “país de las oportunidades”, da a los más desfavorecidos.
Pero, no solo esta crisis de salud amenaza al pueblo trabajador y su familia. La profundidad de la crisis económica que se avecina, significará nuevos y desastrosos planes de ajuste y más “paquetazos” contra el deteriorado nivel de vida del pueblo trabajador, que impondrán los imperialismos y las burguesías nacionales de la mano del FMI, lo que ahondará los niveles de explotación, miseria, las penurias, el hambre, el desempleo, la violencia y la degradación. Por esto, las organizaciones de los trabajadores y las masas debemos prepararnos para enfrentar esta dura arremetida.
¡Socialismo o barbarie!
La crisis global actual exige una respuesta integral e internacional, absolutamente imposible bajo el dominio del imperialismo y sus socios menores, los gobiernos y las burguesías nacionales, sin que no implique devastadoras consecuencias sobre las condiciones de vida de los trabajadores y sus familias. El comportamiento de la oligarquía financiera mundial frente a esta catástrofe nuevamente lo reafirma.
El cambio climático disparó la alarma sobre el peligro que corren la naturaleza y la vida de muchas especies. Ahora, esta pandemia lanza una nueva señal sobre la grave amenaza que corre la especie humana, si los trabajadores no impiden que los capitalistas sigan conduciendo el destino del planeta, puesto que los intereses y valores burgueses son incompatibles con el desarrollo de las fuerzas productivas básicas: la naturaleza y el hombre.
El capitalismo y la clase social que lo dirige, no pueden existir sino a costa de poner en peligro la existencia de la vida humana y la naturaleza.
Hoy, sale a la superficie la plena vigencia de lo afirmado por Lenin:
“Las fuerzas productivas no pueden desarrollarse más en el marco del sistema capitalista. La nueva clase ascendente, la clase de los verdaderos productores debe, de acuerdo a las leyes del desarrollo económico, tomar en sus manos el aparato de producción y crear nuevas fuerzas económicas…”[17]
Así, los asalariados están ante la necesidad básica vital de plantear como alternativa de solución dar vuelta completa a esta sociedad e instaurar una gobernada por la clase obrera y sus aliados.
Este es un momento histórico para extraer lecciones. El aparentemente eterno e indestructible imperialismo, se tambalea. Es como un árbol enorme cuyas raíces están podridas. En palabras del Manifiesto Comunista:
“Todas las relaciones estancadas y enmohecidas, con su cortejo de creencias y de ideas veneradas durante siglos, quedan rotas; las nuevas se hacen añejas antes de haber podido osificarse. Todo lo sólido se desvanece en el aire; todo lo sagrado es profanado, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas”.
Vivimos uno de esos momentos que marcan un punto de inflexión en la historia de la humanidad y nos llama a la reflexión sobre ¿Cuál es el sentido de la vida para los trabajadores y los desheredados del mundo? ¿Sobre qué pilares debemos edificar la sociedad? ¿Qué régimen económico, político y social necesita la humanidad para avanzar y no perecer? ¿Qué valores morales deben regular la sociedad humana?
Reflexión que en últimas nos lleva a afirmar que la única alternativa es ¡SOCIALISMO CON DEMOCRACIA OBRERA O BARBARIE!¡NADA SE PUEDE ESPERAR DE LOS CAPITALISTAS!
“Sin revolución social en un próximo periodo histórico la civilización humana está bajo la amenaza de ser arrasada por una catástrofe…”[18]
Solo con una revolución que elimine la propiedad privada de los grandes monopolios de la economía y rompa las fronteras nacionales, la sociedad podrá avanzar a una planificación internacional de la economía donde se compartan recursos económicos, científicos, tecnológicos, etc., bajo la propiedad socializada de los medios de producción, de la ciencia y la tecnología; gobernada por la clase obrera y organizada internacionalmente en una Federación de Estados Socialistas.
Dicha sociedad es la única que podría garantizar salud, comida, así como resolver todas las necesidades básicas y otorgar bienestar a la humanidad.
Al erradicar la propiedad privada de los grandes medios de producción, comercio y de los bancos colocándolas bajo el control obrero y “Al levantar las fronteras nacionales, los trabajadores y pobres del mundo concentrarán en sus manos todos los recursos necesarios para desterrar en pocos años el hambre y dar trabajo, educación, vivienda, cultura, esparcimiento, libertad y paz a todos”.[19]
Actualmente, se ha agudizado la contradicción entre la socialización de la producción por un lado y la concentración de la propiedad privada en pocas manos por otro, analizada por Lenin: “El capitalismo, conduce de lleno a la socialización de la producción en sus más variados aspectos…la producción pasa a ser social, pero la apropiación continúa siendo privada. Los medios sociales de producción siguen siendo propiedad privada de unos pocos”.[20]
Desafortunadamente para la humanidad, el proletariado mundial carece de una dirección genuina. Con una derrota a cuestas propinada por la burguesía mundial y sus secuaces, las direcciones políticas estalinistas, las reformistas y las burocracias sindicales de todo pelaje, la clase obrera no logra recuperarse para resolver su crisis de dirección política. En esa tarea titánica, estamos empeñados desde una trinchera del movimiento trotskista y la Cuarta Internacional.
¡El camino para terminar con la tragedia que vivimos y construir un futuro de bienestar es el de la lucha revolucionaria del pueblo explotado, los jóvenes, las mujeres y las naciones oprimidas ¡Camino que se empezaba a abrir con las insurrecciones y luchas en Ecuador, ¡Chile, Líbano, Irak y con sus diferencias el proceso iniciado el 21N en Colombia, que antecedieron a la pandemia!
Plan de emergencia que priorice la salud y la vida del pueblo trabajador, coordinado por la clase obrera.
Se requiere con urgencia exigir a las organizaciones sindicales y políticas del movimiento obrero y de masas paralizar la producción para obligar a los gobiernos a garantizar plenamente la bio-protección del personal de la salud y la comida, la vivienda, la salud, para el bienestar mínimo de la población.
Hay hechos que muestran que sí se puede. El ejemplo de las huelgas y paros en Italia y de las fábricas de Airbus en España, que obligaron a los gobiernos y a los empresarios al cierre de las empresas no esenciales, el de los portuarios en Buenaventura, Colombia, o en el norte de México, al negarse a trabajar sin las condiciones de protección personal, muestran el resultado de la lucha.
- Presupuesto suficiente para infraestructura hospitalaria y material sanitario para los hospitales públicos.
- Creación de redes de protección sanitaria y social en todos los países. Decretos del gobierno que imponga el pago inmediato de los salarios atrasados al personal de la salud y de las deudas de las entidades de salud privadas a la red hospitalaria pública.
- ¡No solo aplausos! Alza general de sueldos a los médicos y todo el personal de la salud y Seguro de Vida gratuito a cargo el Estado para ellos. Garantía de condiciones de bioseguridad personal para el ejercicio de la profesión.
- Plenas garantías laborales y sociales para los trabajadores y toda la población pobre. Ningún despido. Reintegro inmediato de los despedidos. Pago completo de los salarios y plenas condiciones de bioseguridad para quienes están laborando en la ciudad y el campo.
- Pago mensual de un salario mínimo a cargo del Estado, para desempleados e informales.
- Albergues con garantías sanitarias y de alimentación para la población que habita la calle.
- Pruebas diagnósticas masivas.
- ¡No solo donaciones! Impuesto especial “Covid-19” a las grandes empresas nacionales y extranjeras.
- Asegurar el abastecimiento regular de los productos del campo con pago garantizado al campesinado pobre, así como el abastecimiento de los productos de la ciudad con bioseguridad en su labor.
- Nacionalización sin indemnización de todas las empresas de la salud, los bancos, entidades financieras.- bajo control de los trabajadores. Ningún salvataje ni auxilio a bancos y grandes los empresarios.
- No pago de la deuda externa e interna. Destinación de ese dinero para atender las necesidades en salud y alimentos del pueblo trabajador.
- No más medidas colonizantes. Rechazo total a la amenaza de agresión militar a Venezuela. Levantamiento incondicional e inmediato de sanciones y bloqueo contra Cuba, Venezuela, Irán, etc.
Las
anteriores son tareas urgentes que la realidad exige y que constituyen un reto para
las direcciones de las organizaciones de los trabajadores y las masas. Se trata
de demandas que solo se conquistarán con la lucha, específicamente con la paralización
de labores en fábricas y centros de trabajo.
[1] Elite, la mano al dril 07-04-2020.
[2]Jeff Bezos se mantiene como el hombre más rico del mundo. Dinero.3-5-2019.
[3] El País de España. Negocios. 30-06 -2019
[4] https://www.lavanguardia.com/vida/20200326/48103212785/enfermeras-nueva-york-bolsas-basura-coronavirus.html
[5] Enfermeras Nueva York bolsas basuras. La vanguardia. 26-03-2020
[6] Coronavirus en China: quién era Li Wenliang, el doctor que trató de alertar sobre el brote (y cuya muerte causa indignación)
[7] Infoabe, 29 de marzo 2020.
[8] AFP.http://www.rfi.fr/es/europa/20200330-hungr%C3%ADa-el-riesgo-de-una-democracia-en-cuarentena-en-el-coraz%C3%B3n-de-europa
[9] Los proyectos militares mas innovadores y temibles de 2019.Javier Cortés. El Pais de España.com 11 de enero 20220
[10] http://www.radiorebelde.cu/comentarios/prensa-internacional-fracaso-estados-unidos-para-responder-ante-coronavir-20200313/
[11] https://actualidad.rt.com/opinion/alfredo-serrano-mancilla/346510-nueva-economia-postcoronavirus-repetir-errores
[12] https://www.fundacionfedericoengels.net/images/PDF/lenin_imperialismo.pd
[18] León Trotsky, Programa de Transición.
[19] Tesis de Fundación de la LIT-CI 1985.
[20] el Imperialismo fase superior del Capitalismo. Página 16