Dado que la convocatoria a marchar hoy, 23 de Octubre en apoyo al gobierno Petro reviste, en el fondo, el mismo carácter que las de antes, compartimos nuestra publicación del 17 de Septiembre.
Los dirigentes de las Centrales Obreras y sindicatos -FECODE y los del magisterio- así como los activistas del Pacto Histórico, PH, convocan a marchar el 19 de septiembre “en la ruta de respaldo y defensa del Gobierno” es decir para apoyarlo. Esa marcha del 19 es convocada además por el propio Gustavo Petro, sus Ministros –encabezados por la Ministra de Trabajo Gloria Inés Ramírez-, sus parlamentarios, dirigentes sindicales y todas las organizaciones y partidos de la llamada “izquierda moderada” que hoy son gobierno.
En la declaración final de la reunión del PH, presentada como «Asamblea Nacional por las reformas», del pasado fin de semana, conformada por funcionarios del gobierno, directivos sindicales, activistas y militantes de los partidos y colectivos del PH, declaran su apoyo total al Gobierno y sin referirse explícitamente a la investigación del Consejo Nacional Electoral, CNE, sobre los topes de gastos realizados en su campaña, afirman: “Rechazamos todos los intentos golpistas que, por la vía de las amenazas a la vida e integridad del Presidente, o por vías jurídicas, contrarias a las garantías constitucionales, pretenden desconocer la voluntad popular”. Petro incluso había hablado de un plan para matarlo coordinado por sectores del establecimiento. “O muere el Presidente o lo tumban, la orden está dada”, sentenció. Incluso en ese evento, Petro planteó: “el golpe se enfrenta con la revolución popular…pacífica”.
Petro, los partidos del PH, así como muchos maestros jóvenes y trabajadores, parten de un hecho real: la extrema derecha uribista, la derecha y en general el establecimiento, no están conformes con este gobierno que les tocó aceptar a regañadientes, dadas su crisis y las circunstancias creadas por el estallido social de 2021, que los arrinconó. Como se trata de un gobierno distinto. Vocero de nuevos empresarios y sectores de clase media emergente, busca abrirse paso como un nuevo sector dominante. Y desarrolla una agria disputa con quienes tradicionalmente han dominado el gobierno y las instituciones del país. Disputa con los grandes cacaos que siempre dominaron y explotaron a sus anchas al pueblo trabajador. Por eso ahora aprovechan las vacilaciones, improvisación y ligereza del gobierno, usando las instituciones para combatirlo y desgastarlo y lo atacan a la menor oportunidad. La campaña de desprestigio, la arremetida e intrigas, existen y son reales. Lo combaten varios partidos (incluido un sector del Verde), el grueso de la gran prensa, los banqueros, y la mayoría de los grandes empresarios. Todo trabajador serio y joven honesto puede preguntarse: ¿Se podía haber esperado otro comportamiento de los grandes empresarios y sus políticos en este país?
Es válido considerar que existan sectores del establecimiento y de la ultraderecha uribista, que pretendan sacar a Petro del gobierno por vías institucionales o incluso que algunos quieran asesinarlo. No obstante, la situación política actual y la ausencia de grandes luchas de los de abajo, hacen que dentro de la patronal y la oligarquía esos sectores sean minoritarios. El grueso de ella y del establecimiento con sus políticos profesionales son contrarios a esa salida «golpista». Igual la cúpula militar que ha declarado su respaldo al gobierno, y un factor para nada despreciable como la postura del gobierno de los EEUU y los europeos. A todas luces muestran que la gran mayoría de los potentados, si bien rivalizan y, cada vez que pueden, ‘zarandean’ al gobierno, están en contra de esa salida. Están a favor de que Petro termine su mandato. Hoy son mayoritarios los sectores que piensan en la necesidad de agotar la experiencia con ese tipo de gobierno y están en contra de convertir a Petro en un «mártir». De otra parte, calculan muy seriamente las consecuencias de inestabilidad política que tal acción podría causar y piensan en el escenario que se abriría y a quien pondrían en la presidencia, si se «derroca» o se asesina a Petro. Esa parecer ser la postura mayoritaria dentro de la clase dominante, así existan unos pocos cabezas calientes y recalcitrantes de la extrema derecha, que quieran salidas más rápidas.
Lo que si es cierto es que obviamente ni corta ni perezosa, la oligarquía y el establecimiento capitalista, no desaprovecha ninguna ocasión de las tantas que le brindan Petro, sus Ministros o parlamentarios, para exigirle subsidios, que desde el gobierno gestione eficazmente sus negocios, en mostrar su incapacidad de gobernar y debilitarlo y desprestigiarlo ante su base electoral. Buscan por esa vía, desprestigiar no tanto a la “izquierda” reformista que hoy gobierna, sino fundamentalmente a la causa de los trabajadores y la izquierda socialista o revolucionaria. La marcha de carácter reaccionario a que llaman el uribismo y la derecha, para tres días después, el 22, hace parte de esa ofensiva política para capitalizar electoralmente el camino pavimentado que el gobierno Petro-Francia, no ha hecho sino abrirles cada vez más a ellos. Dicha convocatoria, por supuesto no merece sino ser repudiada por todos los trabajadores y jóvenes conscientes.
La mayoría de la clase dominante aprueba que se utilicen las instituciones para investigar la campaña, para sacarle los “trapos sucios”, para atacarlo y denunciar todos su tropiezos e improvisaciones y salidas en falso. Lo hace a pesar de que el gobierno Petro no se ha cansado de otorgarles múltiples concesiones y ha nombrado como Ministros a viejos políticos de la entraña del Establecimiento (liberales santistas y samperistas), como el actual Ministro del Interior. Este gobierno desde el inicio se ha dedicado a buscar pactar y conciliar con los más destacados líderes de la ultraderecha y la derecha. Respecto del propio Uribe, a quien desde el inicio tendió una mano amiga; igual con el vocero de los ganaderos y terratenientes, Lafaurie, al nombrarlo como Ministro sin cartera en el negocio de las tierras del campo y como negociador de “paz”; o nombrando al confeso asesino Mancuso, como “asesor de paz”; a más de los acuerdos con algunos jefes de bandas criminales, que su hermano pactó en la cárcel. Nadie honesto puede negar que el gobierno Petro-Francia se ha mostrado muy solícito y conciliador con sectores claves de la burguesía y los grandes potentados. Como botón de muestra, lea ha dado jugosos negocios a Sarmiento Angulo y otros grandes empresarios en la Guajira. O la manera como insiste en atar los precios de los combustibles a los precios internacionales fijados por los pulpos petroleros. A pesar de lo cual, retrocedió las exigencias de la gran patronal del transporte con su reciente paro y bloqueos.
El hecho de que la reacción interna, la extrema derecha y la gran prensa ataquen o que investiguen la campaña del gobierno, no convierte al gobierno Petro-Francia y al PH en un gobierno de radical. Menos en revolucionarios y destinatarios de un «golpe». Petro y el PH, utilizan el hecho de ser blanco de ataques y los agigantan. Dependiendo del auditorio, califican la investigación del CNE como “golpe blando” o «golpe duro» y, en general, se muestran como víctimas de un complot. Su fin es no perder sus adeptos y presentar como si de verdad la gran mayoría quisieran de manera inminente, sacarlo y darle muerte. La investigación del CNE no debería causarles alarma. Ese ente administrativo puede «investigar», pero no puede “derrocarlo”, así quisiera. Pero si sirve para debilitarlo ante las elecciones de 2026, buscando demostrar que al igual que todos los partidos y candidatos, también se pasa por la faja las normas de topes de gasto e ingreso de dineros ‘oscuros’. De otra parte, Petro y el PH hacen esos graves señalamientos sin hasta ahora presentar pruebas de que no excedieron los topes o denunciar ante algún ente de control en los cuales ellos confían, las amenazas. Cosas que revelan que Petro no está preocupado porque lo tumben o lo maten, sino por la expectativa de “que el CNE le impute cargos” y la Comisión de Acusaciones investigue.
Dado que el gobierno Petro y sus partidarios están celosamente comprometidos a respetar las reglas del juego electoral y las funciones del CNE, que incluso Petro como parlamentario votó, que defienden la Constitución del 91 y todas las instituciones del establecimiento, para ellos sería muy sencillo solucionarlo: en ese terreno institucional burgués que ellos respetan, podrían aportar las pruebas y demostrar con absoluta claridad que no violaron los topes del financiamiento de su campaña electoral. ¡Así, darían un portazo en las narices a la extrema derecha! Lastimosamente, hasta ahora, no lo han hecho ni lo han demostrado.
Si el golpe y la amenaza al Presidente son reales ¿Cómo actuar?
Es claro que Petro y sus seguidores llaman “intento de golpe” a esa investigación del CNE. Por eso Petro afirma que es un “golpe de Estado” promovido por Magistrados y no por militares, pues “no son idiotas” y le obedecen como su comandante en jefe. Tanto, que instó a manifestarse, asegurando que los militares y la policía no reprimirán ni matarán a nadie, en las manifestaciones de la “revolución popular pacífica contra el golpe”, que habló de convocar.
Pero aceptemos, por un momento, el argumento del «golpe» inminente. Que de verdad “ya dieron la orden para asesinar” a Petro “o derrocarlo en tres meses” y está en curso un “golpe de estado”. Estaríamos ante un hecho de máxima gravedad e importancia. Lo coherente sería levantar una política de movilización y protesta, seria, combativa y decidida para impedirlo y derrotarlos.
Petro habló de hacerlo con una “revolución popular pacífica” y, si se pasa por alto tamaña incongruencia, la Asamblea del PH, en sintonía con ese llamado pacifista, declaró: “llamamos al pueblo…a estar alertas y a responder de manera masiva, organizada y pacífica en las calles, en defensa de la voluntad popular y la democracia”.
¿De verdad Petro y los partidos del PH, creen que con una marcha “masiva, organizada y pacífica” como planean para el 19 u otras marchas similares y sin el concurso de huelgas y acciones de lucha de la clase trabajadora, basta? ¿Consideran que, sin la movilización masiva, decidida y combativa de los asalariados y el pueblo pobre, se podrá derrotar la conspiración de la extrema derecha y el golpe que dicen que está en curso? Una amenaza violenta como esa, exigiría enfrentarla y derrotarla con medidas de lucha de fondo como esas y no sólo con discursos y llamados a simples marchas festivas, coloridas y “pacíficas”, es decir pacifistas y de brazos caídos.
¿Por qué si Petro llamó a la clase obrera a apoyarlo ante la arremetida patronal durante el paro de los grandes pulpos del transporte (y de paso, aprovechar para sindicalizarse), ante algo más grave como un “golpe”, no convoca a la clase obrera a movilizarse y a una Huelga general para derrotar el golpe? ¿Esa no sería la revolución popular a que se refiere?
Creen los dirigentes de las Centrales Obreras, sindicatos de maestros y las organizaciones que hacen parte del PH, que semejante amenaza inminente, puede ser derrotada sin un levantamiento generalizado de los trabajadores y la población en una Huelga General para derrotar el golpe? Además, con la responsabilidad que un caso así amerita, se correspondería hacer una convocatoria amplia, dirigida a todos los que estén por enfrentar y derrotar el “golpe blando” y no sólo a los que quieran manifestarse en apoyo al gobierno, como es el caso. No con un llamado sectario dirigido sólo a los que apoyen el gobierno. En esas y otras incongruencias entre la alarma de golpe y las medidas que proponen para hacer, se revela el trasfondo electoral de la marcha del 19 y las denuncias de “golpe”. Las denuncias antes que usarse para combatir a fondo a la extrema derecha y la reacción oligárquica, con su tibieza buscan realmente cohesionar a sus seguidores, sellar las divisiones internas del PH y ambientar la campaña electoral de 2026. de eso se trata.
Más allá de los “fogosos” discursos de Petro, todos los activistas, militantes y seguidores del gobierno saben perfectamente la utilidad que tienen el mostrase como víctimas. Saben que no es ninguna revolución popular o alguna verdadera lucha de clases lo que convocan, los une y quieren promover. Es claro que lo que motiva los encendidos discursos, las denuncias del golpe o complot, la marcha del 19, las demás que hagan y el plan de acción acordado y los comités o Coordinadoras por el Cambio que aprobaron constituir, son la búsqueda de apoyos políticos tendientes a recomponerse y fortalecer su base electoral con la mira en las elecciones del 2026.
Pruebas al canto: todos los dirigentes y militantes de los partidos y colectivos del PH –incluidos sus activistas juveniles de la primera línea– ya demostraron cuál es el centro real de su política. No es la de organizar y profundizar la lucha directa y menos la de la clase trabajadora. Su política se puso a prueba durante el estallido social del 28 de Abril de 2021, cuando se negaron a convocar a la clase obrera para que entrara en el estallido social con sus métodos de lucha, la huelga y el paro, mientras el CNP lo desgastaba en inútiles reuniones con Duque. Y luego, ante el desgaste y desangre del estallido producto de esa política, se negaron a reorganizar la lucha para darle continuidad. ¿Qué hicieron a cambio? Concentrarse en convencer a los maestros, trabajadores y jóvenes, de abandonar la lucha directa. Ganarlos a meterse de cabeza en la campaña electoral. A organizar en barrios y territorios la “lucha” por conseguir votos. La lucha “seguiría en la urnas”, dijeron. Todo para aprovechar ellos y sus allegados, la indignación popular que afloró con el estallido social, como trampolín y quedar en el parlamento y la presidencia. Esa política limitada a lo electoral es la guía del gobierno y los partidos del PH. Fomentaron y fomentan las ilusiones de que la única vía es conquistar reformas a los graves problemas de miseria y violencia que afectan a las grandes mayorías y afloraron en el estallido del 28A, es la electoral y no la lucha directa. Y siguen empeñados en su política de colaboración de clases con sectores del establecimiento, para evitar que el pueblo trabajador vuelva a la indignación y la lucha directa, para calmar los ánimos y llevar al pueblo al mismo callejón sin salida plagado de miseria, violencia y hambre, a que fueron conducidos los trabajadores y el pueblo pobre en Venezuela, Ecuador o Argentina, como resultado de marchar a la cola de los sectores ‘democráticos’ de los empresarios o los ‘militares patriotas’.
Mal que les pese a sus seguidores honestos, las preocupaciones de los dirigentes sindicales y políticos del PH están limitadas a sus apetitos electorales. A su desvelo por conservar sus curules en el parlamento; al manejo del presupuesto como funcionarios y ministros del despacho; a sus viajes al exterior y demás gabelas. Todos los privilegios y empresas que están logrando construir, mientras reparten algunas migajas (limitados subsidios y entrega de tierras a cuenta gotas) y para lo cual hacen discursos y hablan del pueblo, de los nadies, etc., para mostrarse como salvadores de los pobres. Y asustan con el “golpe” como algo inexorable. Todo para conquistar adeptos y los votos que les permitan mantenerse en el gobierno, en el parlamento y con las instituciones en sus manos. No hay ni “revolución” ni “lucha de clases” allí. Los intereses de maestros o asalariados del país, NO ocupan algún lugar importante en su agenda. Solo su lucha de campos o bloques políticos (burgueses y pequeño burgueses) en el camino de la disputa electoral hacia 2026. La oligarquía lo sabe y por eso sus investigaciones, ataques y campañas, se dirigen al desgaste electoral del PH, buscando ellos lograr por vía electoral retomar las riendas del país a pleno.
Las cortinas de humo
La oligarquía, los yanquis y el establecimiento, sin duda, seguirán aprovechando las sistemáticas vacilaciones y errores del gobierno y sus ataques e investigaciones no cesarán. Pero no tratarán de “derrocarlo” como denuncia Petro, sino erosionarlo. Lo del “golpe” no es para impedirle gobernar y, menos, para ocultar lo bien que lo hace. Más aún, si el gobierno cree que con encendidos discursos, cortinas de humo y con “cañazos” como los de la «revolución pacífica» contra el golpe y su asesinato, asustará y doblegará a la mañosa y curtida clase dominante del país.
La “narrativa” –o relato, como dicen algunos-, del “golpe blando” y ser “víctima de un complot” es un argumento característico de los discursos y mensajes del presidente Petro casi desde el inicio de su mandato y que esgrime cotidianamente. Está dirigida a impactar y cohesionar a su base electoral y es muy útil al gobierno. Es un recurso multiuso del gobierno Petro –y sus pares de América Latina, como Maduro, Ortega y el presidente de Bolivia- con el cual buscan defenderse de cualquier ataque político desde la ultraderecha, victimizarse y muy útil para desviar responsabilidades y distraer. Es otro globo como lo del programa espía “Pegasus”, la Constituyente y otros temas que hacen parte de las cortinas de humo usuales de esta administración.
Lo grave es que Petro y el PH pérfidamente usan esas teorías conspiranoicas, para descalificar y estigmatizar cualquier crítica u oposición desde las organizaciones de los trabajadores en lucha. Estigmatizándolas como si vinieran desde la derecha. El gobierno y sus seguidores, ponen un signo igual entre los repudiables ataques de la derecha y los reclamos de los trabajadores por sus derechos o las críticas de la izquierda socialista al gobierno. Así hace el gobierno y su Ministra de Trabajo, para primero estigmatizar como de labor de la «extrema derecha» o parte del “golpe blando” los justos reclamos salariales de los trabajadores del Ministerio del Trabajo. Así, violaron y desconocieron el derecho a la huelga. Con ese argumento vil, golpearon y persiguen a los trabajadores, con el fin de no resolver ni uno de sus justos reclamos. Y lo seguirán haciendo con otros trabajadores, si no se les impide.
¿Deben los trabajadores marchar en apoyo a medidas que los perjudican?
Más allá de que se comparta esta interpretación que esbozamos, vemos muy necesario tomar en cuenta la realidad de las actuaciones del gobierno desde el punto de vista de los intereses de la clase trabajadora. Para el pueblo trabajador ¿será coherente salir en apoyo a un gobierno para quien, de acuerdo a la experiencia, los derechos y reclamos de los trabajadores asalariados son negados e importan muy poco?
¿Será acertado que maestros, jóvenes y trabajadores marchen para apoyar un gobierno que más allá de presentarse como víctima de la extrema derecha, implementa políticas contrarias a los derechos de la clase trabajadora? ¿No fue ese el caso cuando el gobierno con violencia rompió la huelga de los trabajadores del Ministerio de Trabajo? Y no fue también el caso de los maestros, cuando el gobierno del PH, en cabeza de su Ministra de Educación y sus parlamentarios, intentaron aprobar una “neoliberal” ley Estatutaria pactada con los uribistas, muy lesiva al magisterio y la educación pública? Ley que se habría aprobado, si no fuera por el Paro nacional impuesto por las bases del magisterio. ¿Será acertado participar en marchas de apoyo al gobierno y guardar silencio ante la calamitosa situación en el servicio de salud que afecta a la mayoría de los maestros del país, como víctimas del improvisado e irresponsable «cambio» en que se empeñó el gobierno, al implementar un nuevo modelo y arreglar ese lucrativo negocio con nuevos prestadores?
¿Marchar para que con el sofisma de que se invertirán recursos entre los sectores más pobres, se dé luz verde al alza de los combustibles (gasolina y ACPM)? ¿Apoyar que los hogares obreros y populares paguen el hueco fiscal, sólo porque Petro decidió mantener el pacto del uribismo, sumiso para atar los precios de la gasolina y ACPM a los precios internacionales fijados por las trasnacionales petroleras? ¿Respaldar esa alza, que sin duda terminará en subida general de los precios de la canasta familiar? ¿Es decir marchar el 19 para apoyar que haya más carestía?
¿Se puede acaso salir a patrocinar una nueva una nueva Reforma Tributaria presentada falsamente como dirigida a las grandes fortunas (sólo un 15%) y que realmente sería descargada en un 85%, sobre los bolsillos de los asalariados y la población? ¿Salir a la calle para respaldar la política de “paz” del gobierno que, sin romper con la «guerra al narcotráfico» impuesta por EEUU al país que significa más violencia y muerte con el crecimiento de las bandas armadas y las guerrillas?
¿Se puede marchar para respaldar las denominadas “reformas sociales” que, más allá de algunas migajas y concesiones intrascendentes, en sus aspectos fundamentales, son globalmente regresivas? ¿Serán favorables a los de abajo, reformas “conciliadas”, es decir cocinadas y pactadas en secreto con los grandes capitalistas de las EPS, de los Fondos de Pensiones, y con ganaderos y terratenientes, en el caso del campo? O, ¿apoyar una Reforma Laboral dónde los derechos colectivos fueron eliminados del texto, dejándolos al arbitrio de la patronal y que no contempla algún plan serio de garantías al inexistente derecho a la sindicalización?
¿Respaldar en las calles un gobierno que mientras navega en siderales escándalos de corrupción (carro tanques – UNGR, etc.) y continúa pagando la fraudulenta Deuda Externa? ¿Apoyar a un gobierno que sigue actuando como aliado estratégico de los yanquis en la guerra al narcotráfico, dónde los muertos los ponen los trabajadores y pobres del campo o la ciudad? ¿Apoyar que siga entregando el país a ese y otros dictados imperiales?
Desde el punto de vista de las necesidades urgentes de la clase trabajadora, particularmente de sus sectores más explotados y oprimidos, el gobierno del ‘cambio’ no ha significado cambio alguno. En sus dos años, se ha limitado a tibias reformas y a entregar algunas migajas a algunos pocos sectores. No existe ningún hecho contundente que permita mostrar que ha solucionado -o siquiera empezado a solucionar-, alguno de los graves problemas de desempleo, bajos salarios, desigualdad social, salud, vivienda, condiciones de trabajo, violencia, miseria y demás calamidades urgentes que enfrentan los trabajadores y sectores más pobres del país. Por el contrario, tal como se había pronosticado Petro y el PH, se han esforzado por “cambiar algo para que todo siga igual”.
Los trabajadores conscientes, antes que marchar a ciegas, podrían hacerse esas preguntas y mirar de frente la realidad de un gobierno que, tras mensajes, discursos, teorías de golpes blandos y complots, oculta políticas que significan más trabajo y explotación para la clase obrera y el pueblo trabajador, porque no hay otra manera de desarrollar el capitalismo que es el propósito que se planteó desde el inicio Petro. Sus consecuencias, así favorezcan a los empresarios emergentes y directivos sindicales que se agrupan tras él, están afectando y afectarán seriamente a la clase trabajadora y los más desfavorecidos.
De nuestra parte consideramos que los maestros y trabajadores honestos y con mentalidad crítica e independiente, no ganan nada y pierden mucho marchando en apoyo a medidas contrarias a los intereses de la clase trabajadora y el pueblo pobre. Apreciamos como un serio error salir a manifestarse en apoyo a un gobierno que busca lograr recursos, ajustando el presupuesto de las familias más pobres y de los asalariados de salario mínimo, que son la mayoría de la población, subiendo precios de combustibles y servicios públicos.
Lo que como clase trabajadora y pueblo explotado se necesita es que los sindicatos sean recuperados por las bases para lograr que vuelvan a su finalidad de defender los derechos de sus afiliados. Que sirvan como herramientas de lucha para conquistar mejores condiciones de trabajo y de vida para sus afiliados y la población pobre, no de base de apoyo al gobierno. Es momento de exigir a sus dirigentes romper sus compromisos con el gobierno y los empresarios capitalistas nacionales y extranjeros que este representa y por cuyos intereses vela y se mantiene muy solícito, negociando y pactando con los grandes potentados nacionales y extranjeros, así como con sus tradicionales voceros políticos en el parlamento.
Desde las bases y los sectores conscientes, exigirles que giren a una postura independiente del gobierno y sus partidos, para organizar la lucha para conquistar soluciones a las necesidades urgentes de los trabajadores, antes que marchas de apoyo. Para oponerse con la movilización al alza de los combustibles, a otra Reforma Tributaria, a la creciente carestía y para exigir del gobierno políticas que combatan el desempleo, la pobreza, la desigualdad y la violencia sin control.
Los dirigentes sindicales están ante reto de romper sus ataduras con el gobierno y llamar a organizar democráticamente con las bases desde sus organizaciones sindicales y populares, la movilización y la lucha independiente, para:
¡Rechazar nuevas alzas en los combustibles! ¡Exigir gasolina y ACPM a precios nacionales! ¡Ruptura de los pactos internacionales con las potencias!
¡Que el “hueco” fiscal lo paguen los grandes potentados y pulpos capitalistas!
¡Exigir aumento del salario mínimo que garantice el cubrimiento de las necesidades básicas de los trabajadores: ¡alimentación, salud, vivienda, educación, recreación, transporte, subsidio familiar, etc.!
¡Antes que una nueva Reforma Tributaria, imponer impuestos progresivos a los grandes capitalistas para solucionar las necesidades de los sectores más empobrecidos de la población! ¡Y suspender el pago de la fraudulenta Deuda Externa! ¡Ahí están los recursos para salud, educación y vivienda popular!