EL PRESENTE ARTÍCULO ES PARTE DEL ‘ESPECIAL SOBRE EL PRIMERO DE MAYO’

Irene Idris, 06 mayo 2025

“Bebés en el molino”
Sal de la cama, dormilón,
y busca algo de comer,
el silbato de la fábrica te llama,
ya no hay tiempo para dormir.
Todos los niños crecieron sin instrucción.
 Nunca fueron a la escuela.
Nunca aprendieron a leer ni a escribir;
Aprendieron a hilar y a devanar.
Cada vez que cierro los ojos, todavía veo esa imagen,
de cuando se trabajaba con textiles,
con bebés en la fábrica.
Canción “Babies in the Mill”, de
Dorsey Dixon Testament Records T-3301, Chicago, 1964

 

El trabajo infantil, lejos de ser un fenómeno del pasado es una problemática muy actual. Esta terrible situación demanda con urgencia que el movimiento obrero incluya en sus demandas, la lucha por su erradicación.

Condiciones de vida y de trabajo de la niñez pobre en el siglo XIX

En el siglo XIX los hijos de los obreros en lugar de asistir a la escuela y disfrutar de su infancia como lo hacían los hijos de los empresarios, desde muy corta edad, se veían obligados a trabajar en las fábricas, soportando largas, extenuantes y peligrosas jornadas laborales de hasta 16 horas, al igual que lo hacían sus padres.

En el siguiente video se describe la dura realidad de la infancia en el siglo XIX. 

Hubo un tiempo
cuando sus voces eran suaves
y las palabras invitaban.
Hubo un tiempo en que el amor era ciego,
y el mundo era una canción,
y la canción era emocionante.
Hubo un tiempo
cuando todo estaba mal.
Ahora nuestra vida ha matado el sueño…

Los niños obreros

 «Se buscan trabajadores: Dos familias numerosas, especialmente con hijos que pueden trabajar, serán bienvenidas en una fábrica de hilados finos”. [1]

Era común ver anuncios en las puertas de las fábricas solicitando niños para trabajar. En esta época, los hijos de las familias obreras, tanto niñas como niños, debían contribuir económicamente al sustento de sus familias para que su núcleo lograra, a duras penas, sobrevivir a la miseria extrema en que vivían.

Esta explotación laboral infantil tuvo un impacto devastador en el desarrollo físico, mental y emocional de los menores.

Rebeca Gowland, profesora de Bio-arqueología (estudio de restos biológicos) en la Universidad de Durhan, en Inglaterra, expone en un artículo de la BBC, el impacto que el duro trabajo en fábricas tenía en el cuerpo de los niños.

 “Historias escritas en los huesos” 

Los esqueletos de los aprendices delatan las brutales condiciones en las fábricas.
Los huesos de los menores estaban deformados, eran cortos en comparación con otros niños de esa época, y mostraban señales de deficiencias de vitaminas y enfermedades respiratorias.
 «Vimos muchos defectos en sus dientes, tanto en los dientes permanentes como en los dientes de leche, lo que demuestra la mala salud de los niños durante sus primeros años de vida, incluso durante el desarrollo intrauterino», indicó Gowland.También había evidencia de raquitismo y otras enfermedades causadas por deficiencias como el escorbuto.
…Los niños trabajaban todo el día junto a las maquinas, y sus tareas eran peligrosas. Los llamados niños “hurgadores”, por ejemplo, tenían que recoger el algodón que caía debajo de las maquinas mientras éstas estaban en movimiento.
“El resultado de esto fue que los niños más débiles quedaron tan lisiados que el recuerdo de sus extremidades torcidas todavía arroja una luz bastante siniestra para mi” agrega.

La dramática situación de la niñez, también la describió muy bien la activista obrera Mary Jones, conocida como “mamá Jones”. Ella en 1903, organizó la primera marcha de los menores trabajadores para exigir la abolición de la explotación infantil. En ese momento, los menores formaban parte de la huelga de los setenta y cinco mil trabajadores de las fábricas de textiles en Kensington, Pensilvania:

De ellos {de los 75.000 trabajadores} al menos diez mil eran niños. La huelga era para reivindicar más salario y menos jornada. Cada día llegaban niños al local del sindicato, algunos mancos, otros sin el pulgar y otros con los dedos amputados por los nudillos. Eran pequeñas cosas encorvadas y flacas. Muchos no llegaban a los diez años, a pesar de que la ley del estado prohibía trabajar antes de los doce.
Subí a la tribuna a los niños con los dedos y manos aplastado o amputados. Levanté sus manos mutiladas y las mostré a la multitud y afirmé que las mansiones de Filadelfia estaban construidas sobre los huesos rotos, los corazones temblorosos y las cabezas gachas de esos niños…
Los periodistas citaron mis palabras…Los periódicos locales polemizaban con los de Nueva York sobre el tema. Las universidades lo debatieron. Los predicadores empezaron a tratarlo. Era lo que buscaba, atención pública sobre el trabajo infantil.

Lamentablemente, esta realidad que para muchos puede parecer algo del pasado, no está muy alejada de la situación actual, donde el trabajo infantil o explotación de niños, es un hecho que se viene incrementando.

Así, el capitalismo se ha desarrollado y consolidado a  expensas de  la miseria extrema y el sufrimiento de la clase obrera y sus hijos. Este sistema se erige pisoteando la vida de los más vulnerables y, en su fase de descomposición y decadencia, no solo continúa sumiendo en el hambre y desempleo a millones de trabajadores, quienes son los generadores de la riqueza social, sino que también es un riesgo para la propia existencia de la humanidad con la amenaza latente de una guerra mundial.

En otros términos, tal como sentenció Carlos Marx: el capitalismo viene al mundo chorreando sangre y lodo por sus poros, desde los pies hasta la cabeza…”

Respecto a la infancia, es pertinente recordar las palabras con las que León Trotsky inicia su autobiografía, Mi Vida, aludiendo al mito que  idealiza esta  etapa  de la vida humana:

Se dice que  la infancia es la época más feliz de la vida. ¿Lo es, realmente? No lo es más que para algunos, muy pocos. Este mito romántico de la niñez tiene su origen en la literatura tradicional de los privilegiados. Los que gozaron de una niñez holgada y radiante en el seno de una familia rica y culta, sin carecer de nada, entre caricias y juegos, suelen guardar de aquellos tiempos el recuerdo de una pradera llena de sol que se abriese al comienzo del camino de la vida. Es la idea perfectamente aristocrática, de la infancia, que encontramos canonizada en los grandes señores de la literatura o en los plebeyos a ellos enfeudados. Para la inmensa mayoría de los hombres, si por acaso vuelven los ojos hacia aquellos años, la niñez es la evocación de una época sombría, llena de hambre y de sujeción. La vida descarga sus golpes sobre el débil, y nadie más débil que el niño.[2]

El trabajo infantil, una realidad actual

Las extenuantes jornadas de trabajo en techos calurosos y a gran altura son una realidad para muchos menores inmigrantes (EFE/UDO WEITZ

En pleno siglo XXI, a pesar de fantásticos avances de la ciencia y la tecnología, en los tiempos de la inteligencia artificial, de la robótica, de la automatización, millones de seres humanos se encuentran en la miseria absoluta. Entre ellos, millones de niños, quienes se ven obligados a trabajar para contribuir a la supervivencia de sus familias.

Según las cifras de UNICEF, a mediados del 2021, el número de niños trabajadores en el mundo alcanzó los 160 millones; lo que “representa uno de cada 10 niños”.[3] Niños que trabajan en condiciones terriblemente duras.

Los autores del estudio sobre los restos de los niños trabajadores en Inglaterra en el siglo XIX, señalan que en la actualidad “73 millones de menores (de 5 a 17 años) en todo el mundo realizan trabajos peligrosos… casi la mitad de los 160 millones de menores trabajadores a nivel global”.

Pero, no es necesario mirar hacia los países más pobres. En Estados Unidos, el país más rico del mundo, la explotación laboral infantil ha aumentado significativamente. Recientemente, se han aprobado leyes que modifican regresivamente la legislación existente que prohíbe la explotación laboral de menores.

Por ejemplo, “Iowa aprobó recientemente normas de trabajo infantil que contravienen la ley de Normas Laborales Justas, que en 1938 prohibió la explotación de menores en todo el país”[4].

En el mismo sentido, una investigación del periódico The New York Times, reveló que en EE.UU los menores migrantes están empleados en fábricas y en el sector de la construcción, con largas jornadas de hasta 12 horas, incluyendo turnos nocturnos y realizando algunos de los oficios más duros del país.

Para este reportaje, “El Times habló con más de 100 niños trabajadores migrantes en 20 estados, quienes describieron ocupaciones que los molían hasta dejarlos extenuados y que expresaron sus temores ante la posibilidad de estar atrapados en circunstancias que nunca se imaginaron”.[5]

Como evidencian los datos, el trabajo infantil viene incrementándose; incluso en el país más poderoso del mundo, junto con las condiciones inhumanas que lo caracterizan, refleja la decadencia moral de un sistema económico y social que es profundamente desigual y que se sustenta en la opresión y explotación del trabajo de otros, incluyendo a los niños. Realidad que resalta la necesidad urgente de incluir la abolición del trabajo infantil en las demandas y luchas del movimiento obrero.

¡Basta de fechas! ¡Abolición de la explotación infantil!

La niñez trabajadora no necesita el establecimiento de fechas como el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, celebrado el 12 de junio, o comités como la “Convención de los Derechos del niño” que no conducen a solucionar el problema y solo sirve a los capitalistas para tratar de disfrazar esta terrible realidad. Lo que se requiere con urgencia es la eliminación del trabajo infantil.

Además, del trabajo infantil conjuntamente con la dramática situación que vive la humanidad ante el avance de la limpieza étnica de los palestinos con su colonización, cuyas principales víctimas son niños, ponen de manifiesto la total ineficacia de organismos como la ONU, UNICEF o la Convención de los Derechos del Niño, que dicen velar por los derechos y el bienestar de los menores.

A noviembre de 2024, 16.775 niños palestinos habían sido asesinados, 21.000 estaban desaparecidos bajo los escombros, más de 6.000 estaban gravemente heridos y 17.000 estaban solos, separados de sus familias.[6]

Por eso, solo el movimiento obrero con su acción, puede asumir la responsabilidad de salvaguardar los derechos de los millones de niños que, debido a la pobreza se ven obligados a trabajar. Es fundamental que en sus demandas las organizaciones de trabajadores incluyan la abolición del trabajo infantil como una de sus principales reivindicaciones. Tanto como hacer suya la bandera de la causa palestina que involucra la protección de la niñez.

¡No a la explotación laboral infantil. ¡Los niños  deben estar en las escuelas y disfrutar de tiempo libre para jugar!

¡Alto al asesinato de los niños en Gaza y Cisjordania! ¡Solo la lucha solidaria de los trabajadores puede detener al sionismo israelí y a los gobiernos de Estados Unidos y Europa que la respaldan!


[1] Con este anuncio en el ‘Anzeiger von Uster’ (un diario de Uster en el cantón de Zúrich, a 13 km. de la ciudad de Zúrich), el propietario de una fábrica buscaba mano de obra en la década de 1870.

[2] León Trotsky. Mi vida. Capitulo I.

[3] https://www.unicef.org/es/comunicados-prensa/trabajo-infantil-elevan-160-millones-al-alza-primera-vez-dos-decenios

[4] Cómo el país más rico del mundo está flexibilizando las leyes contra el trabajo infantil. Mariana Sánchez. BBC News Brasil en Washington. 28 de junio de 2023.

[5] Solos y explotados, niños migrantes desempeñan trabajos crueles en EE. UU. Por  Hannab Dreier. Photographs by Kirsten Luce. Publicado 25 de febrero de 2023. Actualizado 28 de febrero de 2023. Para escribir este reportaje, Hannah viajó a Alabama, Florida, Georgia, Míchigan, Minnesota, Dakota del Sur y Virginia y entrevistó a más de 100 menores migrantes en 20 estados. hannah.dreier@nytimes @hannahdreier.

[6] Según informe de comité “Convención de los Derechos del niño”

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