«Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.»

Con esta frase de la revolucionaria Rosa Luxemburgo queremos reivindicar el papel de la mujer en la lucha por la defensa de los derechos de los trabajadores y por la reivindicación de las libertades democráticas que esta sociedad capitalista les niega, debido a que un puñado de ricos y poderosos vive a expensas de la mayoría, a los que explota y oprime.

Mujeres ante al retroceso democrático y la explotación capitalista

Decimos que la mujer en esta sociedad capitalista nada contra la corriente y actualmente lo hace en un río más caudaloso, pues sus derechos como mujer, al igual que sus derechos laborales, están siendo atacados de forma más desembozada por los gobiernos del mundo.

Esto se refleja incluso en la conmemoración de su fecha, que pasó de ser un día histórico para destacar la lucha de las mujeres por sus derechos, a ser uno donde se resaltan los logros individuales de algunas mujeres que con su desempeño personal y sin cuestionar al sistema, colaboran para que los empresarios y gobiernos puedan sacar adelante sus planes políticos y económicos.

En Colombia, en el gobierno de los “progresistas” se destaca Francia Márquez, la primera mujer negra que llegó a ser vicepresidenta y que prometió representar a los “nadies”, pero que terminó avalando las medidas del gobierno en favor de la burguesía; encontramos a Gloria Inés Ramírez, la ministra de Trabajo que atacó la justa lucha del sindicato de trabajadores de su cartera, que sólo exigían salarios y condiciones laborales dignas; los estigmatizó como «uribistas», les negó el derecho a la huelga y no respondió a sus reclamos; vemos a Laura Sarabia, la poderosa canciller de Petro, involucrada ahora en escándalos de corrupción con el dinero de la salud de los colombianos. Todas ellas mujeres, pero al servicio de administrar la continuidad de un sistema que oprime y explota a otras mujeres trabajadoras y a las masas desposeídas.

Los empresarios en el mundo han convertido esta importante fecha en una promoción hacia el consumo, llegando a convencer a la mayoría de las mujeres que la celebración debe limitarse a recibir bellos mensajes por redes sociales, chocolates, flores y regalos.

De esta manera desvirtúan el verdadero significado del 8 de marzo, que es para reivindicar el papel jugado por la mujer a través de la historia en la conquista de importantes avances en su condición de vida ante el hombre, reconocer sus capacidades intelectuales y de decidir sobre todo lo que afecte sus vidas y sus cuerpos. Esta banalización de la fecha, conscientemente desconoce que el 8 de marzo también es un día para honrar la memoria de las mujeres que dedicaron su vida a combatir por la igualdad de derechos frente al hombre y su participación fundamental en las revoluciones y luchas sociales.

Aunque es real que gracias a las batallas sociales la mujer y demás minorías han obtenido más protagonismo y figuración que antes, no se puede negar que la descomposición y decadencia actual del sistema reduce a la mujer a ser, en muchos casos, objeto sexual y de consumo y la despoja de su dignidad con tratos degradantes que terminan impactando en su autovaloración y capacidad de lucha.

La explicación de fondo se halla en que, desde que existe la sociedad dividida en clases, la mujer ha sido víctima tanto de la opresión como de la explotación. Por un lado, las mujeres en general son oprimidas por su condición de género. A pesar de los avances logrados a lo largo del último siglo, la desigualdad, la discriminación, la violencia de género, el trabajo doméstico no remunerado, entre otros, siguen siendo realidades cotidianas que afectan a millones de mujeres en todo el mundo. Esto es lo que consideramos como opresión, que se agudiza si la mujer es indígena, negra, o de otra minoría. 

Además, en esta sociedad capitalista, la situación es aún más grave para las mujeres trabajadoras, quienes no sólo enfrentan la opresión por su género, sino que también sufren de la explotación por parte del patrón, quien se enriquece a costa del trabajo y sacrificio cotidiano de ellas.

Esta doble condición de la mujer no es casual, sino que responde a la estructura económica y social dominante en el mundo, donde una minoría se lucra del trabajo ajeno, oprimiendo a todos los que puede y manteniendo así su dominio. El machismo, la discriminación, la violencia, el considerar inferior a otros por razones de género, etnia o nacionalidad, es inherente a esta sociedad. Está en el “ADN” del capitalismo.

Por esto, la lucha por la liberación de la mujer no puede separarse de la lucha contra la explotación del sistema capitalista que se sostiene sobre estas desigualdades estructurales y en este camino hacia su emancipación, no puede considerarse, bajo ninguna circunstancia, la división de la lucha entre hombres y mujeres trabajadores que sufren la explotación. Su objetivo debe encaminarse al mismo fin: la transformación de la actual sociedad por otra “donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.”

Contexto mundial en el que se conmemora este 8 de marzo

La conmemoración de la lucha de la mujer este año está inmersa en un contexto político mundial adverso para la humanidad, que sufre las consecuencias de la ofensiva colonialista del sionismo en Gaza y Cisjordania, en estrecha unidad con todas las potencias imperialistas y avalados por la mayoría de los gobiernos del mundo.

El avance de sectores de ultraderecha y autoritarios (Trump en EE.UU, Putin en Rusia, Milei en Argentina, por mencionar sólo algunos) es producto de esta situación adversa para la clase trabajadora y los sectores defensores de los derechos humanos y agrava aún más la situación de las mujeres en el mundo, ya que éstos no sólo atacan las libertades democráticas, sino que desmantelan  las conquistas y  derechos laborales, sindicales y políticos de la clase trabajadora, y en particular de la mujer, de forma más desembozada. Los derechos de la mujer están actualmente en mayor riesgo.

Las consecuencias de la guerra de rapiña interimperialista en Ucrania recaen en los trabajadores y las masas, con más de 10 millones de desplazados, en gran porcentaje mujeres, niños y ancianos. En este marco, muchas mujeres han sido víctimas de, entre otras, violencia sexual, limitación al acceso a servicios sociales y sobrecarga en el cuidado de los más débiles como niños y ancianos. El 72% de las personas registradas como desempleadas en Ucrania son mujeres. De esta manera, la barbarie de esta guerra deja como resultado la profunda victimización de la mujer que ha tenido que enfrentar desplazamiento, violencia y precarización económica. En este conflicto de intereses imperialistas, su vida y derechos quedan completamente relegados.

De esta manera se viene abriendo paso la ultraderecha en muchos países, que avanza y ataca donde puede y lo seguirá haciendo, a menos que el movimiento de masas con su lucha impidan su ofensiva y empiecen por cerrar filas por la defensa del pueblo palestino y por la derrota del nazi-sionismo.

Sin embargo, el avance de la ofensiva imperialista inevitablemente produce respuestas de los trabajadores y las masas oprimidas, aunque aún sean defensivas ante esos brutales ataques.

La expresión más alta de la resistencia está hoy día en Gaza y Cisjordania en la resistencia del pueblo palestino y de sus mujeres. En Serbia las masas son protagonistas de un estallido social, iniciado como protestas masivas de los estudiantes a nivel nacional, a la cuales se incorporaron diversos sectores de trabajadores. En Argentina los trabajadores y las mujeres se han movilizado contra las medidas de Milei, como en la multitudinaria “Marcha Federal del Orgullo Antifascista y Antirracista» que, “aglutinó a organizaciones LGBTIQ+, feministas, de derechos humanos y estudiantiles, movimientos sociales, sindicatos y políticos opositores salieron a las calles de todo el país y otras ciudades del exterior para decir «basta» y evitar el retroceso en políticas de género e inclusión.

Gaza: la peor situación para la mujer hoy

Las consecuencias funestas para las mujeres de la feroz limpieza étnica que está llevando a cabo el sionismo en Palestina, con la colaboración de EE.UU y Europa, no tienen antecedentes recientes. Según el Ministerio de Sanidad de Gaza, el 70 por ciento de las víctimas son mujeres y niños.

La discriminación racial del sionismo contra los palestinos, usando métodos nazis para lograr su objetivo, tiene mayor impacto en las mujeres. El bloqueo a la entrada de alimentos y la ayuda humanitaria (que persiste luego de la fallida tregua) o el bombardeo a la red de servicios públicos y hospitales, afecta su salud mental y física que se traduce, por ejemplo, en la inanición. La falta de acceso a los servicios de salud, al agua para realizar su higiene y prevenir enfermedades, así como a  los controles prenatales en el caso de las embarazadas, es una constante entre ellas.

Aunque es difícil tener la dimensión del horror, el dolor y el sacrificio de la mujer palestina en los territorios ocupados por el sionismo, la descripción de su situación, narrada en algunos medios de comunicación, permite comprender la necesidad de la solidaridad con su causa.

“La mandaron a su casa, volvió a su tienda y tuvo al bebé en las letrinas. Ella tuvo la suerte de sobrevivir, pero el bebé nació muerto. Se presentó al hospital con su bebé fallecido”, narró al diario El Tiempo Pascale Coissard, de la organización Médicos Sin Fronteras. 

“Las mujeres no se pueden quedar ni una hora después del parto. Imagine lo que es parir y a la hora tener que salir a la calle y volver a lo que es ahora tu casa, que no es más que un trozo de plástico. Y las mujeres embarazadas o lactantes corren un riesgo inmediato de padecer problemas de salud y problemas de desarrollo a largo plazo si no están bien atendidas alrededor del parto. O imagine los niños que nacen en tiendas y refugios, y que tampoco pueden tener acceso a una salud de neonato”, continúa su relato Coissard.

Muchas, “han debido tomar anticonceptivos para detener su ciclo menstrual, debido a la carencia de toallas sanitarias y escasez de agua para una higiene menstrual adecuada. Es que el contexto bélico las ha forzado a permanecer muchos días con la misma ropa, incluso ensangrentada y seca (De Grado, 2024). Asimismo, se han producido numerosos casos de infecciones uterinas, lo que obliga a la pronta extirpación de úteros, con riesgo evidentes de insalubridad, según denuncian organizaciones feministas de la ciudad de Ramallah (Bazán y Baena, 2023).

Un informe de la ONU Mujeres del 2024 indicaba que: “Estos seis meses de guerra en Gaza se han cobrado la vida de más de 10.000 mujeres, entre ellas unas 6.000 madres, que dejan a 19.000 niñas y niños huérfanos. Las mujeres que han sobrevivido a los bombardeos israelíes y a las operaciones militares sobre el terreno se han quedado viudas, viven como desplazadas y se enfrentan ahora a la inanición. Este impacto diferenciado de la guerra sobre las mujeres palestinas sigue haciendo de la guerra contra Gaza una guerra también contra las mujeres”.  

Según la misma agencia, para las mujeres palestinas evacuar y buscar un refugio supone un riesgo mayor. “Las decisiones imposibles sobre sí evacuar, cómo y cuándo hacerlo, y adónde ir, están arraigadas en temores y experiencias diferenciadas por género, a medida que riesgos de género, incluidos ataques y acoso, surgen a lo largo de las rutas de desplazamiento”.

El conmovedor relato de Amira, al diario El País de España, da cuenta de las duras condiciones que sufren las mujeres embarazadas:

“En un momento paré de trabajar 10 días porque había muchos bombardeos en la zona, pero una noche soñé que un enfermo necesitaba mi ayuda para no morir. Entendí que debía volver a trabajar y, aunque ya estaba muy embarazada, regresé”.

“Una noche bombardearon un lugar cercano a la escuela donde nos refugiábamos. La gente atrapada suplicaba a gritos ayuda, pero yo no salí. Estaba paralizada por el miedo de que me pasara algo y perdiera a mi hija. Es un recuerdo que me persigue, uno de los peores momentos de esta guerra”, dice.

Es así como se evidencia un contexto político de avance de la ofensiva nazi-sionista e imperialista en Gaza, que arrasa con absolutamente todos los derechos de los palestinos y con su vida, destruyendo su identidad, lo que indudablemente impacta en las mujeres, que sobreviven en medio de la destrucción masiva, la muerte, los bombardeos, el hambre, el asedio y el desplazamiento constante.

La lucha del pueblo y la mujer palestina

Con Trump, de vuelta en EE.UU, queda al desnudo de nuevo el verdadero rostro del imperialismo y sus intenciones de redoblar el ataque contra los países débiles y aquellos que se le oponen. Israel, como gendarme del imperialismo norteamericano en medio oriente, cumple el papel de aplastar todo intento de lucha revolucionaria en la región.

La heroica lucha de liberación que viene librando el pueblo palestino desde hace más de 75 años contra Israel, es una lucha también contra EE.UU. Ambos están decididos a borrar de la faz de la tierra a este pueblo y apoderarse de su tierra. La desfachatada propuesta del presidente Trump, magnate de la construcción, de desarraigar a los palestinos que han sobrevivido al genocidio, desplazándolos a otros países de oriente medio para que EE.UU tome el control sobre este territorio y así poder construir un proyecto inmobiliario, solo produce repulsión y merece el rotundo rechazo de los trabajadores y las masas del mundo entero.

El exterminio racial nazi que el sionismo israelí viene cometiendo contra el pueblo palestino desde hace más de medio siglo, es una de las peores lacras de este sistema y muestra por qué es necesario destruirlo. Es un sistema caduco que desarrolla la técnica para beneficio de la clase dominante y destruye la naturaleza y a su principal fuerza productiva: el ser humano.

Es por eso que la causa palestina se erige como una de las principales luchas de los débiles y oprimidos contra los poderosos. El papel jugado por las mujeres palestinas de Gaza y Cisjordania sintetiza la problemática de la mujer en el mundo y la necesidad de reivindicar y defender sus derechos.

La lucha antiimperialista de la mujer palestina merece todo nuestro apoyo y respeto. Su existencia está ligada a la lucha de liberación nacional desde la ocupación británica y posteriormente la colonización sionista del territorio palestino; desde las protestas contra la Declaración Balfour hasta su participación directa en la primera Intifada, en la que estuvieron en primera línea participando en los combates y atendiendo a los heridos. Es un ejemplo a seguir para los pueblos de América Latina contra la dominación que ejerce EE.UU en estos países.

Y en Colombia, ¿cuál es la situación de la mujer?

En Colombia – cuya mayoría de la población son mujeres – sectores importantes de la juventud y trabajadores protestaron por sus pésimas condiciones de vida con un gran levantamiento popular en 2021.

Desafortunadamente fueron convencidos por quienes dirigieron esa lucha, de que su única salida era votar en las urnas por Petro y su partido para lograr solucionar sus problemas. En este momento vale la pena preguntarse si su condición ha cambiado: ¿Se lograron los objetivos planteados en el estallido de masas? ¿las condiciones de vida de los más pobres fueron transformadas? y en relación con la situación de esa gran mayoría de mujeres, ¿han disminuido los feminicidios? ¿Qué pasa con el machismo y la discriminación de que son objeto? ¿Sus derechos sexuales y reproductivos están siendo respetados? ¿Y qué pasa con el acceso a educación y salud de calidad? ¿Ha disminuido el desempleo femenino? ¿Han mejorado las condiciones laborales para las mujeres? 

Con algunos ejemplos intentaremos dar respuesta a estas preguntas:

El año pasado, la ministra de Educación Aurora Vergara y los parlamentarios del gobierno “progresista”, negociaron con sectores de la derecha recalcitrante una Ley Estatutaria profundamente lesiva para los maestros y para la educación. Afortunadamente, el gremio compuesto en su mayoría por mujeres, salió al Paro nacional y a las calles a protestar contra este intento del gobierno de desmejorar sus condiciones y logró tumbar la funesta ley.

En mayo de 2024, la sindicalista y “comunista” ministra del trabajo, Gloria Inés Ramírez, desconoció la huelga de los trabajadores de ese ministerio que protestaban por incumplimientos en materia de salarios y condiciones de trabajo. Las mujeres cumplieron un importante rol en la organización de la huelga por sus reivindicaciones laborales y la ministra “peló el cobre” al desatender por completo los reclamos de los huelguistas y además castigarlos reteniendo sus salarios. Hoy, la situación laboral de los trabajadores en ese ministerio y en particular la de las mujeres, lejos de avanzar, retrocede.

Todos los derechos Colectivos de los trabajadores (derecho de huelga, de asociación y de negociación) fueron excluidos en la reciente reforma laboral, tranzada con la patronal por la exministra Gloria Inés Ramírez. Esto por supuesto, agravará la situación de las mujeres trabajadoras en el país. Lo mismo sucedió con el derecho de las mujeres a una pensión digna, que fue negociado por el gobierno, favoreciendo a los dueños de los Fondos de Pensiones con la aprobada Reforma Pensional.

El ministerio de la igualdad, aparato burocrático hoy extinto que fue dirigido por la vicepresidenta Francia Márquez, durante el tiempo que estuvo funcionando no logró resolver seriamente las desigualdades de que son víctima las mujeres en el país, reflejadas en la violencia, el machismo, así como la discriminación, base de las precarias condiciones laborales, el desempleo, la informalidad, entre otros.

El trato clasista y racista de Laura Sarabia contra Francia Márquez denunciado por esta última, así como las acusaciones de Sarabia contra la niñera de sus hijos, a quien acusó de haberle robado un dinero y la sometió a oprobiosas pruebas, son ejemplos de opresión de parte de esta poderosa representante del gobierno del “cambio” contra las mujeres.

En el recientemente televisado Consejo de Ministros, Francia Márquez inició la protesta contra la designación de Benedetti. Susana Muhammad, que hasta ese momento era ministra de Medio Ambiente, dijo: “Son casi 20 años de militancia política en el progresismo. Presidente, como feminista y como mujer, yo no me puedo sentar en esta mesa de Gabinete, de nuestro proyecto progresista, con Armando Benedetti”. Y la renunciante Ministra de Trabajo, sin nombrar a Benedetti, escribió: “Es claro que la violencia contra la mujer es incompatible con los mandatos del gobierno del cambio…los tiempos actuales requieren la continuidad de las transformaciones… en la ruta de la justicia social, ambiental, de género… desde la lucha frontal contra la corrupción y la politiquería”

¿Cómo respondió el Presidente Petro? Rechazó todos los reclamos ‘feministas’ de los miembros de su gobierno y los sacó de los cargos. Defendió a Benedetti y posteriormente justificó la violencia que este curtido politiquero de la oligarquía ejerció contra su esposa.

Esta postura de Petro ante las tibias declaraciones “feministas», de representantes del gobierno mostró que el feminismo de los “progresistas” se reduce a palabras vacías. Sus molestias con Benedetti se restringieron a su machismo y callaron ante las justificaciones del presidente Petro. Su feminismo y postura progresista no les alcanza para rechazar las prácticas corruptas y clientelares de este personaje, que ha sido ficha clave durante todo el gobierno de Petro. En últimas, más allá de su ‘airado’ feminismo, siguen siendo defensoras del proyecto del Pacto Histórico, que defiende a rajatabla y arma gobierno con Armando Benedetti, expresión típica de los políticos de la oligarquía de este país.

Se evidencia que las mujeres pertenecientes al gobierno, más allá de discursos, no harán nada importante en favor de las mujeres víctimas de la opresión y la explotación.

De esta manera va quedando claro que conciliar los intereses de los trabajadores con los de la burguesía que los explota y oprime -política privilegiada del gobierno- no va a solucionar ningún problema de fondo de los que afectan a los más débiles. Y mucho menos los de las mujeres.

Por otro lado, está el papel de las direcciones sindicales comprometidas con este gobierno. En vez de encabezar la movilización por los derechos de la mujer y las minorías, utilizan la fecha del 8 de marzo de manera abusiva y oportunista para llamar a marchar en apoyo al gobierno dominado por Petro y Benedetti y para sus fines electorales: “La CUT invita a mujeres, hombres, organizaciones sociales y la ciudadanía en general a sumarse a esta marcha como expresión de unidad y demanda de un futuro más justo e inclusivo”.

Las mujeres colombianas, que no ven mejoría en su situación con el actual gobierno, están ante el reto de asumir una postura independiente y rechazar esta actitud de las ministras ‘feministas’ del gobierno, sus parlamentarias y de la dirección sindical, que le siguen apostando al pacto y la conciliación de clases con politiqueros corruptos tipo Benedetti y compañía, como política privilegiada para, según ellos, “avanzar hacia una sociedad justa y libre de violencia».

Nada ganan las mujeres o los trabajadores y los jóvenes conscientes marchando en apoyo al gobierno de Petro-Benedetti-Laura Sarabia y demás politiqueros, administradores ‘de izquierda’ de los intereses de los empresarios del país y sus socios extranjeros.

Una propuesta para cambiar la condición de la mujer en esta sociedad

La mejor expresión de heroísmo y resistencia por mejorar la condición de la mujer en la sociedad y de los pueblos perseguidos, la constituye actualmente la de las mujeres que en Gaza y Cisjordania ante la ofensiva colonizadora y su negativa a renunciar al derecho de existir como nación. Igualmente, la de los miles de mujeres que han marchado en el mundo exigiendo el fin de la limpieza étnica y una palestina libre desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo, o el protagonismo de las estudiantes universitarias en varias ciudades del mundo con sus protestas en apoyo al pueblo palestino en 2024.

Esto en contraste con la postura de mujeres como Melania Trump, Kamala Harris o Úrsula Von der Leyen, representantes de los gobiernos y la clase dominante de los países más poderosos del sistema imperialista, quienes posan de defensores de la democracia mientras respaldan totalmente el genocidio que ha venido haciendo el régimen nazi del sionismo. Igual que la de mujeres presidentas de países semicoloniales como Dina Boluarte, del lado de los opresores y colonialistas, o con sus importantes diferencias, la presidente de México y otros gobiernos que no apoyan con hechos a los palestinos. Con su silencio se colocan del lado del sionismo.

Para nosotras, como socialistas revolucionarias, si bien estamos por acompañar las luchas de las organizaciones feministas y sus justos reclamos, sabemos que cualquier avance democrático en esta sociedad, entre ellos los derechos de las mujeres, será efímero. La solución cabal a la opresión y la explotación de que son víctimas las mujeres y especialmente las mujeres trabajadoras y más pobres (así como de otras minorías), sólo se alcanzará si se logra dar la vuelta a la sociedad por vía revolucionaria, para que la propiedad de los bancos, la tierra, las fábricas, las minas, las grandes cadenas de comercio, etc., no esté en manos de una minoría de potentados, sino en manos de los trabajadores que las hacen funcionar y producir, para ponerlas al servicio de los oprimidos y los más pobres. Solo así el papel de las mujeres en la sociedad como personas volverá a ser importante, como fue en otro momento de la historia.

Seguir los pasos de lucha del movimiento por el derecho al voto femenino (sufragista de 1908), de las obreras y las trabajadoras textiles en New York quienes en 1909 marcharon para demandar la reducción de su jornada de trabajo, de las obreras en Rusia que en 1917 salieron a la huelga al grito de “¡Abajo la guerra!”, “¡Pan para los obreros!” lo cual desembocó en una huelga general que terminó con la monarquía y tal como escribió León Trotsky: “Nadie podría imaginar que aquel Día de la Mujer inauguraría la revolución”La sangrienta jornada que dio origen al 8M

Por eso en esta ocasión consideramos que es necesario reafirmar el carácter combativo que reviste la fecha del 8 de marzo. Llamamos a apoyar incondicionalmente a las mujeres palestinas en su lucha contra la limpieza étnica de su pueblo y por recuperar su nación de la ocupación sionista, que además cuenta con el respaldo incondicional de todas las potencias imperialistas, encabezado por EE.UU.

Hoy, atravesando la primera mitad del siglo XXI, y con las necesidades más apremiantes y una sociedad más desigual, se hace realmente urgente reavivar las movilizaciones y luchas de solidaridad y de rechazo a la infame masacre que enluta a la mujer trabajadora y a los oprimidos del mundo.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí