Huber K. 26/01/2022
El 25 de enero se cumplió otro aniversario de la muerte de Nahuel Moreno, dirigente trotskista e internacionalista.
Para quienes estamos empeñados en reivindicar su trayectoria y continuar la labor revolucionaria que iniciara en 1944 cuando fundó el Grupo Obrero Marxista GOM, nuestro homenaje es ajeno a algún tipo de culto a la personalidad, nefasta concepción introducida en el movimiento obrero por el estalinismo. Más aún en estos momentos donde la actividad política está plagada de líderes electorales supuestamente “infalibles”, ególatras que se presentan como “salvadores supremos”.
De nuestra parte, buscamos “entender qué significa ser verdaderamente marxista” y ser fieles al método por el cual Moreno batalló
…. No podemos hacer un culto, como se ha hecho de Mao o de Stalin. Ser trotskista hoy día no significa estar de acuerdo con todo lo que escribió o lo que dijo Trotsky, sino saber hacerle críticas o superarlo. Igual que Marx, que Engels o Lenin, porque el marxismo pretende ser científico y la ciencia enseña que no hay verdades absolutas. Eso es lo primero, ser trotskista es ser crítico, incluso del propio trotskismo (subrayados nuestros).
Y aunque no es ese el objetivo particular de este texto de homenaje, para nosotros reivindicar ese método significa desarrollar nuestra práctica militante cotidiana, apoyándonos en su legado, pero sin perder de vista que es necesario “saber hacerle críticas o superarlo”.
Respecto a las organizaciones y dirigentes que se consideran infalibles y exentas de errores, Moreno decía:
“… Los dirigentes del movimiento trotskista se consideraban colosos que no se equivocaban nunca. Mientras tanto, el trotskismo dirigido por ellos era lamentable…” “… Esa experiencia de andar siempre entre “genios” nos llevó a hacer indirectamente propaganda sobre nuestra base para convencerla de que nos equivocamos mucho, que deben pensar por su cuenta, ya que nuestra dirección no es garantía de genialidades. Queremos por todos los medios inculcar un espíritu autocrítico, marxista, y no una fe religiosa en una modesta dirección, provinciana por su formación y bárbara por su cultura. Por eso, creemos en la democracia interna y la vemos como una necesidad imprescindible. … Avanzamos a través de errores y golpes y no tenemos vergüenza de decirlo…” (subrayados nuestros).
Esos criterios metodológicos y políticos no fueron “creación” de Moreno, eran la continuidad del leninismo, del trotskismo revolucionario, de la lucha por el método marxista.
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Este nuevo aniversario de su muerte se cumple en un contexto internacional donde la Pandemia sigue avanzando y cobrando millones de vidas. La humanidad continúa enfrentando un problema de salud pública global, sin antecedentes recientes.
Esa realidad ha puesto de presente que los innegables avances científicos y tecnológicos, más allá de uno u otro gobierno, en este sistema económico y social no están al servicio de garantizar la salud o el bienestar de la población. Se trata de una sociedad gobernada por el ansia de lucro y la generación constante de ganancias para los propietarios privados de los grandes monopolios en general y de los farmacéuticos en particular. En donde, a consecuencia del manejo dado a ella por los gobiernos imperialistas y capitalistas, a escala planetaria se continúan agudizando, a niveles insoportables para la mayoría de la población, las condiciones que caracterizan a este sistema: desigualdad social, desempleo, miseria, hambre, carestía, violencia y bajos salarios.
Para quien quiera verlo, esa realidad muestra los límites -no de algún gobierno o “modelo” de desarrollo- sino de un sistema social y económico totalmente incapaz de solucionar las más elementales necesidades de la humanidad. Comprueba que “el capitalismo amenaza llevar junto con él la humanidad a la tumba…si la revolución socialista mundial no logra revertir este proceso”, tal como fuera diagnosticado en las bases fundacionales de la organización revolucionaria internacional fundada y liderada por Nahuel Moreno:
Con la Primera Guerra Mundial y la Revolución de Octubre, comienza el periodo de crisis y agonía mortal del capitalismo. La revolución proletaria no ha logrado hasta ahora poner fin a esta agonía. Por el contrario, no cesan de crecer los sufrimientos que esta acarrea al conjunto de la humanidad y en particular a su parte más valiosa y creadora, los trabajadores.
En su agonía, el capitalismo amenaza llevar junto con él la humanidad a la tumba. O, en el mejor de los casos, hundir a la gran mayoría de ella en un abismo sin fondo, de barbarie, miseria y degradación. Sin la menor exageración, y haciendo el más frío análisis del curso de los acontecimientos de este siglo, sólo es posible formular los más negros pronósticos, si la revolución socialista mundial no logra revertir este proceso…
Caracterización que hizo posible formular la necesidad más urgente de la humanidad:
Esto significa que la necesidad más urgente y profunda que hoy tiene la humanidad es la revolución socialista mundial. Hasta las necesidades diarias más elementales y cada vez más difíciles de satisfacer -‑desde tener un trabajo, comida y vivienda hasta gozar de libertades-‑ se resumen en ella.
Esa es la profunda razón para que esa alarmante realidad de salud que afecta en mayor grado a los países y la población más pobre del planeta, no sea el centro de atención de los gobiernos. Tampoco de dirigentes políticos o candidatos en puja electoral. En sus agendas el tema de la Pandemia y el qué hacer, está completamente subordinado a la marcha de la economía, es decir, a la marcha de los negocios del empresariado. Incluso para quienes se postulan como progresistas y encarnación del cambio. Ellos en particular, están empeñados en ilusionar a la población en que resolver la grave descomposición de este sistema pasa por hacerle tímidas reformas, cambios parciales y alcanzando algunas migajas. Para todos ellos cualquier referencia seria al grave tema de la salud pública actual, es sistemáticamente evitado.
El avance de esa realidad de crisis económica, social y de salud, se da mientras los gobiernos de las más poderosas economías, los imperialistas Estados Unidos, Europa y las capitalistas Rusia –el gobierno y tropas que no dudaron en invadir Kazajistán para aplastar la rebelión de su pueblo- y de China, amenazan con desatar una guerra en el centro de Europa (Ucrania), en Asia (Taiwán) u otras latitudes, al servicio no de los intereses de sus pueblos, sino de ampliar sus respectivas esferas de influencia económica y política.
No obstante, la respuesta al aumento de la desigualdad y la miseria se viene desarrollando. Así sea aún muy desigualmente, el malestar general con gobiernos despóticos o democráticos, pero con los cuales no se sobrevive, no se educa y no se come, se viene convirtiendo en la raíz profunda de los multitudinarios estallidos sociales que se suceden en EEUU, Cuba, América Latina y diferentes latitudes. Todos, sin excepción, obtienen como respuesta de los gobernantes una feroz represión. El último ejemplo lo ha dado el gobierno ruso que invadió y aplastó con saña, el levantamiento obrero y popular en Kazajistán (Ver artículo), contra un gobierno aliado de Putin. Insurrección, motivada por el aumento de los pecios del gas y un agresivo paquetazo descargado sobre la clase obrera y la población.
Somos conscientes que, en la nueva realidad de retroceso de las luchas a escala internacional, abierta tras la grave derrota infringida al movimiento obrero y a la revolución a finales de los años 80s, y la campaña sobre “el fracaso del socialismo” generó una desbandada oportunista en la izquierda de todo el mundo. La crisis se abatió no solo sobre las corrientes reformistas sino también sobre las revolucionarias, abriendo paso a vergonzosas capitulaciones. La LIT de Moreno no fue una excepción. De allí que esa derrota que recién inicia un curso de reversión en los estallidos sociales que presenciamos, los jóvenes o trabajadores airados con la realidad de este sistema en decadencia y que quieren luchar por transformarlo, se encuentren hoy con un medio dominado por organizaciones de izquierda, totalmente refractarias a la clase obrera.
Organizaciones que proclaman la lucha de clases como algo superado y para quienes la lucha hoy es entre “dictadura” y “democracia” o por cambiar los “modelos” económicos. No el sistema capitalista. Para ellos el imperialismo dejó de ser el enemigo y pasó a ser un aliado en la lucha por la democracia…burguesa. Organizaciones y dirigentes, completamente limitados a las concepciones liberales y reformistas, quienes aseguran que por medio de elecciones y sin necesidad de lucha directa, es posible lograr “justicia social y equidad” y que en este sistema opresor es posible alcanzar la “paz”. Completamente embelesados con la democracia electoral, en lograr escaños en los parlamentos burgueses y en llegar a la presidencia, prometen administrar más eficientemente y sin corrupción los negocios de los empresarios capitalistas. Sin la más mínima reflexión o autocrítica quieren reeditar las políticas y programas alternativos o “progresistas” (nacionalistas burgueses), ya experimentados en Venezuela, Argentina, Brasil, Ecuador, Nicaragua, etc., y que llevaron a sus pueblos a la situación en que hoy se encuentran, por haberse negado a atacar las raíces del sistema capitalista.
Contexto donde las posiciones revolucionarias son una “rareza” y para muchos los revolucionarios algo “pintoresco” o no pasan de ser gentes presas de algún tipo de “idealismo romántico”. De allí que alguien como Nahuel Moreno sea prácticamente desconocido, fuera de las filas del trotskismo.
Por esas razones, en esta ocasión queremos ofrecer al lector algunos aspectos biográficos de él y de su larga batalla por la causa de la clase obrera y la construcción de una organización internacional revolucionaria, en la ruta de reconstrucción de la Cuarta internacional, fundada por León Trotsky.
Lo haremos extractando citas del esbozo biográfico publicado por nuestra organización internacional de ese momento en el primer aniversario de su muerte.
Subrayaremos algunos aspectos del texto, de acuerdo a una valoración de prioridades planteadas por la realidad actual. Luego, nos detendremos, así sea sucintamente, en los ejes centrales de su lucha.
Los inicios y el giro hacia la clase obrera
“Hugo Miguel Bressano Capacete -nombre de Nahuel Moreno- nació el 24 de abril de 1924 en Alberdi, un pueblo agro ganadero de la rica provincia de Buenos Aires. La influencia familiar lo hizo combinar, con las actividades deportivas y sociales habituales del medio, sus primeras lecturas políticas. En un relato grabado por Moreno en 1975, dijo: “Leí algunos libros socialistas y también de autores fascistas. Pero me gustaba leer filosofía y llegué a conocer bastante bien a Kant”.
“La familia lo envió a la Capital a cursar la enseñanza secundaria en el Colegio Manuel Belgrano, con la esperanza que después siguiera abogacía. Finalizaban, entonces, la década de 1930…Pronto comenzaría la segunda guerra mundial y el apogeo del fascismo se sentía en todas partes. En los colegios de Buenos Aires, las bandas nazis, organizadas militarmente, atacaban a los judíos. Fue un impacto para el aplicado estudiante Bressano, que se hizo un luchador antirracista, en las tribunas y en la pelea callejera.
Vinculado a la Asociación Cultural Nicolás Vergara, formada por intelectuales y estudiantes, dio sus primeras charlas sobre temas filosóficos, sorprendiendo por su precocidad. Por medio de la Asociación, llegó al Teatro del Pueblo, un reducto de la intelectualidad de izquierda…Un trabajador marítimo, de apellido Faraldo, que frecuentaba el medio, lo ganó para el trotskismo…
El trotskismo argentino se limitaba a unos grupos dispersos, que militaban muy poco. Hacían largas reuniones en los bares y, por la noche, tertulia, generalmente en el Café Tortoni, de la Avenida de Mayo, a pocas cuadras del Teatro del Pueblo. ´Entre el ‘40 y el ‘43, el trotskismo era una fiesta´ diría Moreno…”. Un ambiente de clase media, llamado en nuestro medio, “social bacanería” o izquierda de café y muy común hoy en día.
“Bressano entró al grupo dirigido por Liborio Justo Quebracho, pionero del trotskismo en la Argentina, quien fue el primero que, tomándolo de Trotsky, planteó correctamente que en América Latina y en la Argentina, la primera tarea revolucionaria es la liberación nacional. Él bautizó a Bressano con su seudónimo: Nahuel, en idioma indígena araucano, significa tigre, y moreno era el color del cabello…
Moreno muy pronto abandonó ese grupo, para tomar una decisión trascendental: con algunos amigos adolescentes de la Asociación Vergara, fundó, en 1944, el GOM. El documento precursor se llamó “El Partido”. Allí señaló claramente la decisión histórica de abandonar la fiesta: ´Nos empalmaremos en el movimiento obrero, acercándonos y penetrando en las organizaciones donde éste se encuentre, para intervenir en todos los conflictos de clase´.
“El GOM se formó en el barrio judío pobre de Villa Crespo, en la Capital…Pero hacia fines de 1944, el GOM comprendió que para aplicar su línea no podía seguir en Villa Crespo. El nuevo movimiento obrero, recién llegado del campo y concentrado en las grandes industrias, estaba, sobre todo, pasando el límite sur de la Capital, especialmente en los inmensos frigoríficos, cuya producción había entrado en auge por la guerra.
La ocasión llegó en enero de 1945, cuando estalló la huelga en la fábrica más grande del país, el frigorífico Anglo-Ciabasa, de 15.000 obreros, en Avellaneda. Los jóvenes del GOM buscaron una manera para ligarse y quien les dio la “receta” fue Mateo Fossa. Mateo era el dirigente trotskista del sindicato de la madera. Admirador de Trotsky, a quien lo entrevistó en México, luchó incansablemente, dirigió huelgas que hicieron época y fue un formidable propagandista. Perseguido por las patronales, por el estalinismo y luego por la burocracia peronista, no le daba importancia a construir el partido”.
“Luego…Moreno y varios compañeros del GOM fueron a vivir a Villa Pobladora, extensa barriada obrera circunscripta por el río y el ferrocarril, en Avellaneda. Lograron hacer un fortín trotskista en medio de la marea peronista que inundó al país desde 1945. Además del trabajo en la carne, dirigieron el sindicato de la construcción, media comisión interna de la fábrica SIAM –la metalúrgica más grande del país– y muchos otros establecimientos de las cercanías. Moreno asesoró a los dirigentes obreros ganados por el GOM en la fundación de varios grandes sindicatos, como la Federación de la Carne y la Asociación Obrera Textil.
La inserción de los trotskistas en las fábricas y en el populoso barrio obrero era completa. El GOM funcionaba en el Club Corazones Unidos de Villa Pobladora, cuya comisión directiva fue presidida por Moreno. Además de “usina” del trotskismo, el club organizaba bailes y actividades culturales, deportivas y vecinales. Otro centro del GOM era el conventillo (inquilinato) de la calle Oliden, donde vivían Moreno y otros camaradas. En el club y en el conventillo daban cursos y charlas: “aunque trabajábamos con línea sindical, lo fundamental eran los cursos, que eran los que más impactaban a los obreros”. Los temas iban desde enseñar a leer y escribir hasta dar la historia de las revoluciones francesa y rusa. También, un curso “básico” de iniciación marxista y partidaria. Los días sábado, las charlas solían continuar con bailes. En los bares de Avellaneda era frecuente que algún parroquiano gritara en la madrugada: ¡Viva la Cuarta Internacional!
¿Qué saldo dejó a Moreno el cumplimiento de las metas que propuso en su documento preliminar “El Partido”?
Durante mucho tiempo él daba sus informes y recordaba su trayectoria con base en los errores cometidos, para mostrar a los militantes las debilidades de su dirección. Consideró que la etapa Pobladora tuvo errores sectarios y obreristas y, sobre todo, los de una visión nacional estrecha, de la construcción del partido…Para Moreno el mayor déficit fue: “No vivíamos pendientes de la lucha y de la vida de la Cuarta Internacional. Creíamos que podía haber solución a los problemas del movimiento trotskista dentro del país, con una visión nacional y no mundial. No comprendíamos que sólo con una posición internacionalista se podían comenzar a solucionar realmente los problemas del trotskismo argentino.”
Sin embargo…Hicieron lo primero y fundamental que debemos pedirle a un grupo revolucionario que comienza a actuar: hacerse parte del movimiento obrero. Ese fue el gran acierto del GOM. Moreno dice: “Fuimos los que dijimos que el lugar preferente de trabajo de los trotskistas debían ser los sindicatos peronistas. Supimos entender ese fenómeno decisivo. Y lo hicimos sin capitularle, porque denunciábamos el carácter totalitario y reaccionario de la burocracia sindical y del control estatal que ejercía sobre los sindicatos. Este acierto, opino, es la página fundamental que escribió nuestro grupo y la razón última de que subsista hasta la fecha: el haberse ligado al movimiento obrero”. A Moreno se le grabó la experiencia de Pobladora. En adelante, daría la misma batalla en la Cuarta Internacional, polemizando con el trotskismo europeo, que no ha superado su etapa estudiantil e intelectual, no ha hecho su Pobladora. En todas partes Moreno insistió en adquirir, mantener y reforzar la ligazón al movimiento obrero.
Lo hizo cada vez que el partido argentino se apartó de esa senda. Y lo repitió en todos los partidos que contribuyó a fundar: ayudó a los estudiantes del Bloque Socialista colombiano a meterse en las concentraciones obreras de su país; empujó al partido español a meterse en Getafe, la Avellaneda de Madrid; enseñó a los estudiantes brasileños a entrar en el gigantesco Pobladora de Latinoamérica que es el ABC de San Pablo. Y así siempre, en todos lados…”
La militancia internacionalista
“Moreno viajó por primera vez a París en 1948, como delegado del POR al segundo congreso de la Cuarta Internacional. El mundo de la posguerra estaba en ebullición. Las guerrillas chinas de Mao Tse Tung estaban por tomar el poder. Media Europa había quedado ocupada al cabo de la guerra, por el Ejército Rojo, y empezaba la construcción de nuevos estados obreros. Un explosivo proceso de liberación nacional sacudía al sur y al sudeste asiático, al mundo árabe y a toda África. Los dirigentes de la Cuarta…intentaban sacrificádamente poner en marcha la organización, sin la mano orientadora de Trotsky. Moreno se sumó a la tarea.
Un ala de los camaradas se inclinaba por no reconocer el carácter de estados obreros a Polonia, Hungría, Checoslovaquia y demás países del este europeo, dado que sus transformaciones se hacían “en frío”, burocráticamente, sin revoluciones obreras ni direcciones bolcheviques, como la que había habido en Rusia. Pablo, su discípulo Mandel y Moreno estuvieron, en cambio, entre los que decididamente encabezaron el reconocimiento de esos estados obreros como una conquista de las masas, a pesar de que nacían de un modo atípico y deformado por la burocracia. Luego de una polémica, en la que Moreno tuvo destacada participación, la Cuarta se inclinó oficialmente por el reconocimiento. Esto ayudó al progreso del trotskismo, que pudo dar una respuesta correcta a un hecho decisivo de la posguerra: los nuevos estados obreros eran grandes triunfos de la revolución, que debían ser defendidos de toda agresión imperialista. Pronto, sin embargo, la Cuarta entraría en crisis. Se vivía la época de la llamada “guerra fría” entre la URSS y Estados Unidos. Los partidos comunistas tenían, entonces, un enorme prestigio, por la derrota de Hitler, las transformaciones del este europeo y la lucha de Mao en China. El pablismo –nombre que se dio a la dirección cuyos ejes eran Pablo, Mandel y otros camaradas– analizó que el estallido de la tercera guerra mundial era inevitable.
Supuso que los partidos comunistas, obligados a defender a la URSS, se harían revolucionarios. Y decidió que los trotskistas debían practicar el entrismo en ellos…La orientación significó una capitulación a la burocracia estalinista, que se haría extensiva poco después a otras direcciones burguesas y pequeñoburguesas…
[Moreno] de inmediato los enfrentó cuando capitularon al estalinismo. Se opuso a su teoría de la “guerra inminente” y, sobre todo, a su análisis revisionista de que los partidos comunistas se harían revolucionarios…Para Moreno, la capitulación pablista se hizo particularmente patética en Bolivia. La clase obrera del Altiplano había logrado hacer sindicatos revolucionarios, que libraron grandes luchas y crearon milicias armadas. En 1952, se produjo una insurrección y las milicias obreras derrotaron a las fuerzas armadas burguesas. Los soldados desertaron y se pasaron al pueblo con las armas. Los sindicatos formaron la Central Obrera Boliviana (COB).
La única fuerza armada del país eran las milicias obreras y campesinas. En ese proceso, el trotskismo, nucleado en el POR boliviano, había alcanzado influencia de masas. Moreno planteó que el POR boliviano debía luchar para lograr que la COB y las milicias tomaran el poder. Su consigna fue: “Todo el poder a la COB”. Pero Pablo, Mandel y el Secretariado de la Cuarta, junto a los dirigentes del POR boliviano, apoyaron en cambio al gobierno burgués de Paz Estensoro, que fue, en definitiva, el enterrador de la revolución obrera. Moreno consideró que la capitulación del pablismo a una dirección nacionalista burguesa en Bolivia hizo perder la mayor oportunidad del trotskismo de dirigir una revolución obrera y convertirse en una corriente internacional de masas. El pablismo provocó la crisis de la Cuarta no sólo por esta política revisionista capituladora, sino por sus métodos burocráticos. Bajo su conducción el partido mundial centralizado degeneró en una organización vertical, donde el Secretariado imponía burocráticamente sus decisiones a las secciones nacionales.
La crisis condujo a la división de la Cuarta, produciéndose un alineamiento de fuerzas. De un lado quedó el pablismo. Del otro, se formó el Comité Internacional. Unos pocos partidos quedaron desde entonces al margen de ambos, aislados del movimiento mundial. Moreno se sumó al Comité Internacional. La dirección de éste fue ejercida por el Socialist Workers Party (SWP) de los Estados Unidos. Con su vieja dirección obrera…que había participado en las grandes luchas sindicales norteamericanas y a la que Trotsky, desde su exilio en México, había ayudado directamente, era el partido de mayor tradición proletaria del trotskismo. Moreno se consideraba discípulo de esos dirigentes, particularmente de Hansen. Pese al reclamo de Moreno, el Comité Internacional no se organizó como un partido mundial, democráticamente centralizado. El SWP impuso que fuera una federación de partidos, con una organización laxa.
Como parte del Comité Internacional, Moreno y otros camaradas organizaron un Comité Latinoamericano, que poco después se convirtió en el Secretariado Latinoamericano del Trotskismo Ortodoxo (SLATO)… El SLATO actuó a escala regional –Argentina, Chile, Bolivia, Perú– como una dirección centralizada para intervenir en la región. Gracias a eso, desempeñó un papel muy importante en los acontecimientos peruanos. “Ante el vigoroso desarrollo de la movilización revolucionaria de los campesinos de La Convención y Lares, dirigida por Hugo Blanco, los terratenientes y las fuerzas represivas desataron una violenta persecución. El movimiento campesino organizó su autodefensa y se produjeron choques armados…Hugo Blanco, en tres o cuatro meses se transforma en un líder de masas indiscutido, conocido por todo el Perú y por todo el continente [con un método de lucha de masas opuesto al foco guerrillero podrá] “desarrollar la revolución agraria, responder a las acciones armadas con otras acciones armadas…Hugo Blanco…se transformará en nuestro primer líder de masas latinoamericanas…”
De la crisis de la Cuarta, provocada por el pablismo, Moreno sacó conclusiones definitivas: “En la Internacional pasaba algo parecido a lo que había sucedido en el movimiento trotskista argentino. Estaba en manos de una dirección no proletaria, con su base social en la intelectualidad europea y con todos los vicios de las corrientes pequeñoburguesas.”
Los ejes de la lucha de Moreno
Todas las múltiples batallas encaradas por Moreno siempre estuvieron relacionadas con los acontecimientos principales de la lucha de clases y en cómo aprovechar las excepcionales oportunidades que ésta brinda para construir la organización revolucionaria de clase. En dar respuestas políticas y programáticas a los candentes problemas que plantea la realidad, sus perspectivas y el desarrollo de una organización política internacional y nacionales, de la clase obrera.
Batalla que inició insertándose en la clase obrera, sus organizaciones y sus luchas. Continuada luego en el plano internacional, dando respuesta teórica y política a los nuevos hechos de la realidad mundial, para alcanzar un correcto posicionamiento ante los nuevos estados obreros surgidos de las revoluciones de China y Yugoslavia, así como de los procesos de postguerra en Europa Oriental; luego ante la revolución boliviana de 1952 con una política para el triunfo de la revolución y contra la capitulación del trotskismo a una dirección nacionalista burguesa, que se tradujo en traición y derrota de esa revolución obrera; más adelante en 1959 y después de algunas vacilaciones, alcanzar un correcto posicionamiento respecto de la revolución cubana, el reconocimiento del Estado Obrero a que dio origen y su consecuente defensa ante el imperialismo y la contrarrevolución.
Posteriormente, la batalla contra la capitulación de Mandel al castrismo y principalmente al guevarismo y su desviación guerrillerista, con su saldo de liquidación de cientos de cuadros, militantes y partidos en América Latina.
La lucha continuó contra el impresionismo de la corriente mandelista. Enfrentó el curso vanguardista dentro de la Cuarta Internacional. Contra su adecuación y claudicación a las tendencias de la vanguardia juvenil ultraizquierdista o a las direcciones coyunturales del movimiento de masas, que lo llevaron a la catastrófica traición ante la revolución boliviana de 1952. A posteriori, entre 1975 y 1976, ante la revolución portuguesa y la guerra de liberación en Angola, a partir de las diferencias surgidas, vendría la ruptura con el SWP norteamericano.
Para el año 1979 el centro de la escena lo ocupó la revolución nicaragüense y las diferencias con el SU adquirieron un carácter político-moral de enorme gravedad. La organización internacional liderada por Moreno hizo un llamado a constituir la “Brigada Simón Bolívar”, una brigada internacionalista, que varios de nosotros construimos desde la organización nacional de ese entonces, para ir a combatir en Nicaragua al lado del Frente Sandinista de Liberación Nacional. Algo parecido a lo que se hizo en España cuando la guerra civil en los años ‘30. Por el contrario, el mandelismo y la mayoría de las corrientes trotskistas, primero se negaron a apoyar esta iniciativa, para luego girar en redondo y capitular completamente al sandinismo respaldando la expulsión de los brigadistas, pues luego del triunfo de la revolución estos buscaron organizar sindicatos independientes, exigiendo que el sandinismo rompiese con la burguesía y avanzase en la revolución. El Frente Sandinista, no quiso romper con la burguesía y avanzar hacia una revolución socialista y expulsó a la Brigada de Nicaragua.
No obstante, la revolución nicaragüense fue el catalizador de un gran avance político y organizativo para Moreno y la organización, pues otra corriente del trotskismo, la liderada por Pierre Lambert, tuvo un correcto análisis y una justa política en Nicaragua, similares a las de nuestra organización, y condenó al SU por su atropello a los principios trotskistas. Eso posibilitó la confluencia y fusión.
El lambertismo, posteriormente coincidió con las tesis programáticas, redactadas por Moreno, y aceptó su propuesta de crear una organización mundial, centralista y democrática, la Cuarta Internacional Comité Internacional CI-CI. Pero este avance se esfumó rápidamente. En las elecciones de 1981 triunfó el socialdemócrata François Mitterrand, inaugurando un gobierno de Frente Popular, al servicio de la burguesía imperialista francesa. Lambert y la OCI tuvieron una política capituladora a ese gobierno, con la justificación revisionista de que se debe apoyar el llamado “campo burgués progresivo” y sus gobiernos, liderados por el ala de “izquierda” de la burguesía.
Moreno y la organización internacional pidieron abrir la discusión para desarrollar esa nueva batalla contra el oportunismo capitulador a la burguesía, que instaló el lambertismo. No fue posible. Lambert lo impidió burocráticamente, y llegó a expulsar de su partido a los militantes que aceptaban discutir. Pese al fracaso, la breve alianza con el lambertismo significó, avanzar un paso más, hacia la formación de la LIT (CI), que resultó en un avance, pues confluyeron dos de los principales dirigentes latinoamericanos del lambertismo y sus partidos.
Aunque la LIT (CI) llegó a ser la corriente más dinámica de ese momento, Moreno jamás creyó que estuviera al final del camino. Siempre consideró que estaba todavía muy lejos del gran partido obrero de la revolución mundial…Por eso, Moreno alentó incansablemente la unidad con las corrientes revolucionarias que rompen con los aparatos burocráticos, repitiendo que esa es la única forma de marchar hacia una Cuarta Internacional con influencia de masas.
Si tuviéramos que sintetizar la trayectoria de Moreno podríamos señalar su batalla así:
- Abandonar el ámbito pequeño burgués y académico, para insertase en la clase obrera y su lucha directa. Y al mismo tiempo, el combate al sindicalerismo movimientista y economicista, es decir oportunista.
- Su consecuente postura internacionalista opuesta al nacionaltroskismo, origen, junto con el carácter de clase, de todas las desviaciones revisionistas y oportunistas dentro del trotskismo. Y su correlato, la batalla por la construcción de una organización política revolucionaria internacional, democráticamente centralizada. Ese fue el eje de su militancia política. Su respuesta contundente en la entrevista del libro Conversaciones con Nahuel Moreno, no deja lugar a dudas:
Pregunta: A lo largo de su vida política usted ha dedicado enormes esfuerzos a la construcción de una organización revolucionaria mundial…
Respuesta:
Yo diría más bien que la mayor parte de mi militancia política ha estado, sigue estando, volcada al partido mundial, a la construcción de la Cuarta Internacional. El partido mundial es la prioridad número uno del movimiento obrero, porque existe una economía y una política mundial, a la cual están supeditadas las realidades nacionales. El imperialismo aplica una sola política, a través del FMI, a todos los países, adelantados o atrasados, que tengan deudas con la banca internacional. Y esto que decimos con respecto a la deuda externa, es cierto en todos los terrenos de la política y la economía. La existencia de una política mundial es característica del capitalismo y, puesto que se trata de derrocar a éste, se necesita un instrumento acorde con esa realidad y esa tarea. El movimiento de masas mundial requiere distintas herramientas para cada uno de los problemas que plantea la lucha de clases. Para luchar en el terreno económico la clase obrera creó los sindicatos. No es casual que las primeras organizaciones sindicales nacieran en Inglaterra, la cuna de la revolución industrial.
- La lucha contra el vanguardismo guerrillerista y el ultra izquierdismo estudiantil y su sectarismo. Es decir, contra la capitulación a las direcciones coyunturales del movimiento de masas (mandelismo).
- El combate al oportunismo y la capitulación a los gobiernos burgueses de colaboración de clases. Rechazo a la ideología de los llamados “campos burgueses progresivos”, por revisionista y anti marxista (lambertismo). Rechazo a la confusión entre la principista política de defensa de gobiernos políticamente independientes ante los ataques del imperialismo, como si fuera sinónimo de no criticar y dar alguna clase de apoyo político a esos gobiernos nacionalistas o semi nacionalistas, burgueses (chavismo, orteguismo, correísmo, kirtchnerismo, Boric, etc.) o burocráticos (Cuba), por “progresivos” que se presenten y menos a sus ejércitos así se pinten de “militares patriotas”.
- Mantener una audaz política de amplia unidad de acción en la lucha de clases y en la lucha política, sin por ello renunciar a defender de forma intransigente el principio de la independencia política de clase obrera.
Toda esta batalla política fue acompañada de un permanente esfuerzo por alcanzar los cambios teóricos necesarios para responder a los nuevos fenómenos planteados por la realidad. Lucha por la actualización del marxismo y el trotskismo, como ciencias, en contra del dogmatismo, el empirismo y esquematismo tan comunes. Así lo señaló el mismo Moreno:
Todo esto hace necesario, contra la moda de lo “nuevo” –que no es más que la negación de la lógica, de la necesidad del programa y del partido marxista, en nombre de algo mucho más viejo: el socialismo humanista, el terrorismo individual, elitista, típico de los anarquistas y populistas, la propaganda por los hechos, el empirismo como desprecio de la teoría y el programa, la adoración de los hechos y éxitos momentáneos–, que reivindiquemos más que nunca la lógica del conocimiento marxista, sintetizada en la teoría del desarrollo desigual y combinado, inseparablemente unida a la única lógica política marxista existente, la teoría de la revolución permanente y al único capaz de aplicarla, el partido marxista revolucionario. (Nahuel Moreno, Lógica marxista y ciencias modernas, 1973).
Por absurdo que parezca, hoy tras 35 años de la desaparición de Moreno, esa batalla contra la moda de lo “nuevo” y “el empirismo como desprecio de la teoría y el programa o “la adoración de los hechos y éxitos momentáneos” no sólo se mantienen, sino que al parecer han cobrado aún más vigencia. Tal como la lucha contra el nacional-trotskismo y por construir una organización obrera, revolucionaria e internacional, reivindicando la “teoría de la revolución permanente y la teoría del desarrollo desigual y combinado” así como al “único capaz de aplicarla, el partido marxista revolucionario”.
La construcción de una organización política propia de la clase obrera, que se proponga dirigir las luchas y levantamientos en la ruta de la revolución y la conquista del poder. Única vía de erradicar la explotación del hombre por el hombre y conquistar el socialismo con democracia obrera, como alternativa al decadente sistema capitalista e imperialista actual que nos conduce a la paulatina destrucción del planeta y de la humanidad, como se viene haciendo latente ante esta pandemia.