Este primero de mayo es completamente diferente a todos los demás que nos ha tocado vivir. No se podrán realizar las marchas de protesta a que estábamos acostumbrados los trabajadores. Por primera vez en muchos años, asistimos a esta conmemoración en medio de una crisis sin antecedentes. No sólo en este país, sino a nivel mundial.
La Pandemia producto del coronavirus, es un hecho de la realidad y la naturaleza, que pudo ser prevenido y su propagación pudo impedirse. Se convirtió en el actual desastre producto del manejo que le dieron y le continúan dando los gobiernos y los políticos que gobiernan. No actuaron a tiempo. Casi ningún gobierno lo hizo. Ni de las potencias (Italia, España, EEUU, Francia, China, etc.) ni de los países pobres (Colombia, Brasil, Ecuador, México, Nicaragua, Venezuela, etc.). Cuando tomaron medidas ya el virus estaba circulando en los países y aún siguen sin tomar las medidas que se requieren. El caso más desastroso es el de EEUU, el país bandera del capitalismo imperialista mundial, gobernado por un ignorante que no solo deja avanzar la plaga sino que llama a inyectarse o tomar desinfectantes clorados. Y Brasil donde su presidente Jair Bolsonaro menosprecia la pandemia calificándola de “una gripita” y destituye a quienes lo cuestionan.
Esto es producto de que todos son gobiernos que responden a los intereses de los empresarios capitalistas, quienes necesitan y presionan para que la actividad productiva se reanude, sin importar las consecuencias. Actuación resultado de la irracionalidad de los gobiernos que dirigen éste sistema de opresión y explotación capitalista en todos los países del mundo, a quienes sólo importa la ganancia que producen los trabajadores y de la que ellos se apropian para llenar sus bolsillos y proclamar la mentira de que son los benefactores de la humanidad y los que producen esa riqueza.
Desde la Depresión económica de los años 30 y la Segunda Guerra Mundial, no se había hecho tan visible el peligroso papel de los gobiernos burgueses, como el que han tenido con el manejo de esta pandemia. Demostraron su incapacidad para garantizar la salud, la comida, la vivienda, la educación y todas las cuestiones más elementales, para la mayoría de la sociedad. Consecuencia no sólo de su ineptitud, sino de que esos gobiernos, a pesar de sus diferencias, están al servicio de los Bancos y demás empresarios capitalistas y sus trasnacionales -en primer lugar los de los países más poderosos y que dominan y explotan a los países pobres. Gobiernos que están allí, para defender los intereses de los potentados nacionales y extranjeros. Y para defenderlos incluso si se presenta la rebelión de los de abajo. Para eso tienen sus fuerzas armadas, de policía y Esmad, e incluso bandas paramilitares, esas si muy bien dotadas con toda la tecnología y presupuesto.
Pero, la pandemia, la pavorosa crisis económica y social que avanza, no afecta a todos por igual. Se ensaña y ensañará con sus “paquetazos” contra los informales, los más pobres, pero especialmente contra la clase social más valiosa y productora de riqueza en la sociedad: la clase obrera y los trabajadores asalariados, con rebajas salariales, millones de nuevos desempleados y demás lacras.
Por primera vez en años, los capitalistas se han visto obligados a DETENER EL FUNCIONAMIENTO de grandes sectores de la producción y del comercio mundial. La economía. Las actividades económicas se paralizaron total o parcialmente, porque en todo el mundo la clase obrera DETUVO SU TRABAJO, obligada a entrar en cuarentena. Los obreros paralizaron máquinas, equipos y herramientas, que día a día ponen en movimiento para trasformar las materias primas en productos y con su trabajo crear TODA LA RIQUEZA existente en el mundo: mercancías de consumo, edificios, máquinas que fabrican otras máquinas, automóviles, barcos, aviones, trenes, buses, herramientas para cultivar la tierra y hacer los cultivos, etc.
Quiénes nunca interrumpieron su labor fueron médicos y demás personal de la salud, que a pesar del maltrato laboral, contratos temporales y la discriminación de que son objeto por parte de algunas personas, continúan poniendo el pecho para salvar la vida de los otros a riesgo de la propia. Igualmente, científicos que trabajan incansablemente para encontrar la vacuna para combatir el coronavirus.
Sobre los hombros del personal de salud y de los trabajadores de las cadenas producción de la ciudad y del campo, tanto de los productos básicos de alimentación como los implementos para la atención en salud, y los de las “cadenas de suministro”, el transporte y distribución en campos y ciudades, descansa el bienestar del conjunto de la sociedad. Trabajadores que a pesar de los bajos salarios, jornadas laborales agotadoras, sin garantías laborales y con alto riesgo de contagio, están al frente de la economía. Parte de este contingente de asalariados, son los docentes que han continuado con su labor de formación a través de las clases virtuales, la inmensa la falta de acceso a la tecnología de millones de estudiantes en el mundo; los empleados bancarios y demás trabajadores que con su teletrabajo aportan al funcionamiento económico.
Hoy se evidencia que NO ES EL TRABAJO de los dueños de las EPS, de Nutresa, de los Luis Carlos Sarmiento Angulo, Ardila Lule, el grupo Santodomingo, Leder o Gilinski y demás empresarios nacionales y extranjeros el que pone en movimiento las fábricas, minas, cultivos de agroindustria, aviones, barcos, turismo, camiones, trenes, bancos, escuelas, etc., NO. Son los trabajadores quienes producen la riqueza, ponen a funcionar el engranaje económico o educan a los futuros trabajadores.
Dado ese papel decisivo, vital, de los trabajadores, todos los gobiernos y los empresarios están empezando a sacarlos de nuevo a sus labores para que produzcan, con el argumento falaz de “salvar empleos”. Estos señores dicen y repiten que su papel en la sociedad es utilizar su dinero y su capital, para dar empleo y bienestar a los pobres. Ahora argumentan que NECESITAN QUE LOS OBREROS DE LAS MANUFACTIURAS Y LA CONSTRUCCIÓN salgan a desempeñar “su papel”: trabajar. Buscando que en el mediano plazo la economía funcione de nuevo a pleno vapor y aumentar sus arcas. Es decir, que los trabajadores vuelvan a los ritmos endemoniados de trabajo y explotación usuales. Y los propietarios privados de las grandes empresas nacionales y extranjeras (los capitalistas), vuelvan a los niveles habituales de ganancias.
El papel del trabajador en esta sociedad
Hoy como nunca ha salido a la superficie que sin los obreros no funciona la economía. Esta crisis global hizo emerger el hecho oculto de que son el motor y de nada sirve tener grandes capitales, pues ni siquiera esos capitales existirían sino no fuera por el trabajo creativo y productivo de los asalariados a nivel mundial.
Sale a la luz el papel decisivo, vital, que cumplen la clase obrera y el pueblo trabajador, para que la sociedad funcione. La única clase que con su fuerza laboral transforma las materias primas en mercancías y les añade valor.
Esta sociedad capitalista y la clase social que la dirige, la burguesía y sus gobiernos, no pueden existir sino a costa del trabajo del proletariado y la clase media. De allí que sus intereses y valores son incompatibles con el desarrollo de la capacidad productiva de la sociedad y su progreso (las Fuerzas Productivas): desarrolla enormemente la técnica, pero pone en peligro y destruye la naturaleza y al hombre mismo. Y mientras en un polo genera enriquecimiento para una minoría, la de los propietarios de los medios de producción y de cambio, los burgueses, en el otro polo de la sociedad, genera cada vez más desempleo, miseria, desigualdad, hambre, violencia, guerras, opresión y explotación para las masas trabajadoras.
Pero eso, muchos trabajadores no lo ven claramente. Tampoco reconoce que sea posible que los obreros dirijan la sociedad. Y la clase media, menos lo reconoce o acepta.
¿Por qué? Porque los políticos de los partidos tradicionales (todos defensores de este sistema capitalista), sus medios de comunicación –radio, TV, redes tecnológicas, etc.- y los jerarcas de las iglesias, mantienen una venda sobre los ojos de la clase obrera y los pobres. Así impiden que se den cuenta de la importancia de su papel en la sociedad, que se rebelen decididamente contra el estado de las cosas y se organicen para dar vuelta completa a esta sociedad desigual, injusta y explotadora.
Tarea en la que, desafortunadamente, los caudillos de los partidos de oposición parlamentaria e izquierda reformista y dirigentes sindicales, casi sin excepción, actúan a diario como cómplices. Empeñados hoy día en mostrar esta tragedia de la pandemia, sólo como una desgracia más. Como una especie de fea verruga que ha salido en el rostro del capitalismo. Dedicados a utilizar su influencia en las organizaciones y las redes, para esparcir la creencia en que los problemas de los de abajo se solucionarán si se unen a los partidos “progresistas” y “democráticos” de los capitalistas, votan por ellos y los apoyan en el parlamento o gobiernos locales.
En ésta fecha, a pesar de que sectores populares pobres y de trabajadores, protagonizan justas acciones de protesta con sus trapos rojos, plantones y bloqueos en reclamo por condiciones de bioseguridad o por la entrega de las míseras ayudas prometidas, sería necedad pretender ignorar que es muy difícil articular una lucha contundente y generalizada, como la que se había empezado a estructurar y avanzaba en el país a partir del 21N y en el continente (Chile, Ecuador, etc.). Que no obstante, es imperioso volver a articular, para responder a la catástrofe económica, de desempleo, carestía, incremento de la miseria, que vendrán como parte de los planes de choque económico que están tomando y tomaran los de arriba, contra los trabajadores y los débiles.
No obstante, el sector consciente de la clase obrera y los asalariados del país y el mundo, puede aprovechar la fecha para asumir una posición de indignación y rebeldía, en vez de estar sometidos a los dictados de los empresarios, los accionistas y sus gobiernos, verdaderos parásitos sociales que viven y se enriquecen de explotar el trabajo ajeno. Rebeldía no solo contra el gobierno Duque y su responsabilidad en la tragedia de salud, en el hambre de capas enormes de la población, sus asesinatos y atropellos constantes. Sino para asumir una postura crítica sobre las causas profundas de la tragedia que nos amenaza, que va más allá de un gobierno burgués “malo” y que hunden sus raíces en el sistema económico y social imperante, que independiente de sus diferencias, éste y demás gobiernos defienden y luchan por perpetuar.
Reflexionar sobre el papel vital de los trabajadores en esta sociedad capitalista, eliminen la propiedad privada de los grandes medios de producción y construyan una nueva sociedad en que los productos del trabajo común sean destinados en provecho del conjunto de la población y el excedente de trabajo no sirva para llenar los bolsillos y cuentas bancarios de los grandes empresarios, sino para satisfacer plenamente las necesidades de los mismos trabajadores y del conjunto de la sociedad en un sistema de producción que no destruya la naturaleza. Así como para el desarrollo de sus aptitudes personales y para el disfrute equitativo de la ciencia y el arte. Sobre la necesidad de cumplir un rol dirigente en una sociedad socialista con democracia obrera, dirigida por la clase obrera y sus aliados del pueblo trabajador.
POR UN PLAN DE EMERGENCIA
Colombia no escapa a la pandemia y por lo tanto, ante las tibias medidas del gobierno Duque, quién promete miserables ayudas a diestra y siniestra, pero como corresponde a los intereses de la clase que representa, destina sumas enormes para los banqueros y los poderosos (industriales, comerciantes y terratenientes), urge un plan de emergencia formulado y exigido por las organizaciones de los trabajadores como la CUT, FECODE y demás sindicatos y centrales obreras.
Presentado al gobierno y a los patrones burgueses y acompañado de medidas de acción factibles de realizar, como el paro de la producción. Es lo que sectores obreros ya han hecho: negarse a ingresar al trabajo si no tienen las condiciones de bio-seguridad. PARAR las labores y la producción. Esto se puede hacer para no aumentar el riesgo que ya significa trabajar en las fábricas, obras, etc., y como materialización de la protesta. Los trabajadores y sus organizaciones están ante el reto de luchar por:
- ¡Pruebas gratuitas de detección del virus para todos, ya! Única manera de controlar el contagio.
- ¡Presupuesto de emergencia para clínicas y hospitales que los dote de la infraestructura necesaria, los provea de equipos, medicamentos e insumos adecuados. Pago de salarios atrasados a médicos, enfermeras y personal de apoyo!
- ¡Plenas garantías laborales y sociales para los trabajadores! Ningún despido laboral y reintegro inmediato de quienes hayan sido despedidos argumentando la pandemia!
- ¡Servicios públicos gratuitos para toda la población de bajos recursos mientras dure la pandemia!
- ¡Pago mensual de un salario mínimo a cargo del Estado, para los desempleados y los trabajadores informales!
- ¡Albergues con garantías de salud para la población que habita en las calles!
- ¡Sanciones drásticas, rápidas y efectivas tanto económicas como carcelarias para los empresarios e intermediarios especuladores y para los dueños de los bancos que pretendan sacar provecho de la situación de emergencia!
- ¡Nacionalización sin indemnización del sistema de salud y de todas las empresas del ramo, de los bancos y las entidades financieras y que estas sean puestas bajo la supervisión y el control de los trabajadores!
- ¡No pago de la deuda externa a las entidades internacionales FMI, BM y rompimiento de todos los tratados internacionales que menoscaban la soberanía!
- ¡Rechazo total a las amenazas y las medidas de tipo militar y económico contra Venezuela, del Imperialismo Norteamericano y del lacayo gobierno colombiano de Iván Duque. Que se levanten todas las sanciones y bloqueo contra los gobiernos independientes de Cuba, Irán y Venezuela!
Las anteriores son las tareas más urgentes que la realidad exige. Se trata de demandas que solo se conquistarán con la lucha. Específicamente con la paralización de labores en fábricas y centros de trabajo. Los dirigentes de las organizaciones sindicales y políticas de los trabajadores así como de las organizaciones sociales, están ante el reto de organizar esa lucha.
O.M.I. 1º de Mayo de 2020.