DECLARACIÓN CONJUNTA
Archivo en PDF para descargar: UCRANIA. Declaración Conjunta, OMI-DD
OPCIÓN MARXISTA INTERNACIONAL Y DEMOCRACIA DIRECTA – 18 de Marzo 2022
¡Esta no es nuestra guerra!
¡En defensa de la soberanía de ucrania y para derrotar la invasión: voltear las armas contra los gobiernos! [de Rusia, Ucrania, la UE y EEUU]
La criminal invasión de las tropas rusas a Ucrania, ha detonado una nueva guerra en Europa. Su estela de horror y muerte está cayendo sobre los trabajadores y pueblos directamente involucrados, e indirectamente sobre los de Europa y del mundo. Esto significa un cambio brusco en la realidad mundial.
Aunque el escenario geográfico de esta rapiña es Ucrania, no se limita a sus fronteras. Las sanciones económicas, las represalias a los artistas y cultura rusa, el rearme militar europeo y el salto en la militarización, así como el intempestivo cambio en la política yanqui hacia Venezuela con el envío de una delegación de alto nivel a ese país, al igual que a Irán o los acuerdos de Rusia con China y Cuba etc., muestran que la guerra atraviesa todo.
Revela que se trata de una guerra causada por las profundas contradicciones y disputas entre las mayores potencias del sistema capitalista. Por un lado, el bando liderado por Estados Unidos con el respaldo de la Unión Europea y de su brazo armado, la OTAN, aunque no aparezcan directamente en el campo de batalla. Y el otro, Rusia y sus aliados China, Siria, Bielorrusia y demás países con su paraguas militar, el Tratado de Seguridad Colectiva, CSTO.
En busca de expandirse, cercar y debilitar a su adversario ruso, los imperialismos “occidentales” lanzaron una ofensiva para poner a Ucrania bajo su completa influencia, ya no sólo económica y política, sino militar, buscando su ingreso a la OTAN. Eso detonó la invasión a Ucrania, por parte de una de las mayores potencias militares del planeta.
Ninguno de los campos enfrentados representa algo progresivo para los pueblos del mundo o la clase obrera. Ambos buscan tener el control territorial de ese país, en beneficio de sus clases dominantes y sus trasnacionales. Su principio rector es el ansia de ganancia y poder mundial, independientemente de la destrucción, dolor y muerte que causen a sus trabajadores y pueblos con sus poderosas maquinarias bélicas y poder nuclear sin parangón en la historia de la humanidad. Dejarían de ser capitalistas, si hicieran lo contrario. Por lo tanto, ambos bandos son reaccionarios.
Una vez más, como tantas veces en la historia, los imperialismos conducen a la humanidad a esta guerra porque “están demasiado apretados en la nave capitalista que se hunde, hay que desplazar a otros y demorar el fin del capitalismo” (Lenin).
Tras dos años de una Pandemia que no termina, esta nueva tragedia muestra que más allá de los fantásticos avances tecnológicos y científicos del siglo XXI y la inmensa riqueza acumulada, este sistema capitalista imperialista es una amenaza para la supervivencia de la especie humana y del planeta. Sistema donde crecen las fuerzas de destrucción, mientras la capacidad de producir riqueza y bienestar para la mayoría de la población mundial (las Fuerzas Productivas), se encuentran hace años en retroceso.
¿Una guerra limitada a Rusia contra Ucrania?
Tal visión nacional ayuda muy poco. Todas las crisis y enfrentamientos previos en Ucrania, prueban que detrás del enfrentamiento actual están las potencias. La legítima revuelta del Maidan en 2014 que derrocó un gobierno pro-ruso, fue utilizada para que los dirigentes impusieran uno pro europeo (pro imperialista); los territorios tomados por separatistas pro-rusos, en la región del Donbas con apoyo militar ruso y la decisión del gobierno burgués de Zelensky, dócil a los EE.UU., de atacarlos militarmente durante ocho años -con participación de bandas neo nazis- sin lograr derrotarlos, así como la anexión de Crimea por Rusia, etc., revelan que antes que meros episodios “nacionales”, tanto los imperialismos de los EE.UU y la UE como Rusia estaban detrás de las respectivas facciones de “ucranianos”.
Pero, la máquina burguesa encargada de fabricar la opinión pública se ha puesto en acción, aprovechando la brutal invasión, para presentar a la gran potencia autoritaria rusa agrediendo a un país, que “resiste en solitario y con heroicidad”. Una supuesta lucha entre la “democracia” y la “tiranía”. Eso significa una poderosa presión que empuja a los trabajadores, activistas y la población a colocarse en ese bando. Oculta que las grandes potencias imperialistas “occidentales” actúan detrás del gobierno y el ejército ucraniano. Basados en el hecho cierto de que hasta hoy no hayan entrado directamente en combate los soldados de la OTAN y que los Estados Unidos y Europa no intervienen en forma directa –como en Afganistán, Irak, Siria, etc.-, ocultan que lo hacen indirectamente. Así engañan y confunden.
Están interviniendo en la guerra y de lleno, sólo que indirectamente. O, ¿Cómo explicar, que mientras Biden y los europeos dicen que no entran en el conflicto bélico porque Ucrania no pertenece a la OTAN, están armando, financiando y asistiendo militarmente a Zelensky y a su ejército, junto a una cascada de sanciones y bloqueos a nivel internacional? Hay una clara intervención política, económica y militar de los imperialismos del lado militar de Ucrania.
La criminal invasión rusa, entregó en manos de los imperialismos las banderas de la democracia y les otorgó la posibilidad de mostrarlos como los transgresores de la democracia y la libertad. Les dio tiempo para aparecer como “neutrales” defensores de la “democracia”. Pero, ante todo, ocultar el enfrentamiento entre dos campos militares cuyos hilos están en manos de las grandes potencias mundiales.
Fue Biden, acompañado de los gobiernos de la Unión Europea, quien presionó a que Ucrania ingresara a la OTAN y a la UE. La disputa se escaló a partir de que relanzaron una ofensiva política para dominar completamente a Ucrania y expandirse en la región. Para eso, contaron con la complicidad del gobierno de Zelensky y del sector burgués que representa, como agente de esa iniciativa imperialista. Por su parte, Rusia había respondido en el Donbas, anexando Crimea, contando con el respaldo del otro sector burgués cuyos intereses están vinculados con la oligarquía rusa y de sectores de la población ruso parlante.
Por lo tanto, la invasión justificada como una cruzada para “liberarla de los nazis” según Putin o la respuesta de parte de “occidente” como un gesto de “solidaridad y humanitarismo con el pueblo de Ucrania”, son nada más que falsedades. A ninguno de los bandos les interesa la suerte de sus pueblos, ni los muertos, el horror de la guerra o la suerte de los millones de refugiados. El expansionismo, las guerras, la colonización, las constantes invasiones, el saqueo y devastación de los países son inherentes al sistema capitalista. Las “democracias imperialistas” siempre lo han hecho. Son las mismas que imponen a los pueblos de los países bajo su dominio, sus planes económicos de hambre, miseria, violencia, carestía y desempleo de millones en el mundo. Las que pisotean la soberanía nacional, para defender los intereses de sus monopolios. Son las mismas que profundizaron las calamidades de los trabajadores y las masas populares con las medidas económicas para superar la pandemia, guiados por su principio supremo del lucro y la marcha de sus negocios.
Por eso, es iluso esperar que, del resultado de esta guerra entre las potencias, Ucrania surja como una nación soberana. Con cara gana Rusia con sello gana el campo de Estados Unidos-UE-OTAN. Y Ucrania pierde con ambas caras, pues este país es solo un pivote geográfico para ambos bandos reaccionarios. Un territorio en el centro de Eurasia, presa de la disputa y rapiña.
¿Por qué Ucrania?
Para ambos campos Ucrania es un territorio clave por su ubicación geoestratégica, donde el bando que logre dominarlo tendrá predominio sobre Eurasia y accederá a la base de la hegemonía o supremacía global, en una región de Europa “que ha sido epicentro de todos los acontecimientos históricos decisivos de la humanidad…” (El conflicto ucraniano, Luis Miguel Benavides M).
La nueva ofensiva lanzada por Biden se volvió un punto extremadamente conflictivo. Ni Estados Unidos ni la UE y menos Rusia estaban dispuestos a ceder. Putin advirtió en su momento que el ingreso de Ucrania podría llevar a una guerra entre Rusia y la OTAN y “Acusó a EEUU no tanto de preocuparse de la seguridad del país vecino, sino de utilizar a Ucrania como «instrumento» para «contener el desarrollo de Rusia». En otras palabras, de aprovechar la actitud servil del actual gobierno ucraniano, para expandir su control territorial, neutralizar la expansión rusa e impedir que avance y se posicione como otra potencia mundial dentro del sistema imperialista, que les dispute los recursos y zonas de influencia en el mundo. Algo que permitió a Rusia presentarse como una débil víctima acorralada.
Una guerra reaccionaria
En general todas las guerras significan muerte y destrucción. Sin embargo, hay ocasiones en que esos dramáticos episodios revisten alcances positivos para la clase obrera y las masas populares de alguno de los campos militares. Consideramos que, por polémico que sea, este no es el caso.
En varias ciudades de Rusia -y del mundo- se manifiestan contra la guerra. En España, han coreado: “Vuestra guerra…nuestros muertos”. Se posicionan contra la guerra. Notan que mientras los muertos, heridos y destrucción corren por cuenta de la juventud, de los trabajadores y de la población, puestos como carne de cañón, la guerra es en exclusivo interés de los gobiernos de las potencias.
Los imperialistas de occidente se presentan como los defensores de la “democracia” y la “libertad”. ¡Mienten! Rusia invade, destruye y bombardea bajo el argumento típicamente imperialista, de que allí no existe una nación, pues el territorio les pertenece. Ambos, implícitamente señalan que dependiendo de quién gane, esta guerra será beneficiosa para los trabajadores y los pueblos.
Si se analiza el carácter de la guerra con la amplitud de miras que aporta el marxismo y desde los intereses de los trabajadores y las masas; desde el enfrentamiento de la lucha de clases mundial entre explotadores y explotados, antes que limitarlo a un enfrentamiento entre estados nacionales. Si se supera el punto de vista liberal, de estalinistas, socialdemócratas y de los oportunistas, se puede ver el panorama completo.
A partir de esta óptica, el bando militar de Ucrania es realmente el bando de los imperialismos tradicionales –EE. UU-UE y la OTAN- aunque intervengan en forma disimulada, en disputa con Rusia que representa los intereses expansionistas de una gran potencia. Por ello, definimos esta guerra como de rapiña entre las principales potencias capitalistas. Reaccionaria o contrarrevolucionaria por ser contraria a las necesidades e intereses de los trabajadores y las masas populares. E injusta porque ninguno de los dos campos enfrentados representa una causa justa o progresiva para la humanidad.
¿Y la soberanía de Ucrania?
Ambos campos militares y políticos utilizan el sentimiento patriótico de defensa de los intereses de su “patria”. El “campo” militar que lidera EE.UU., azuzó esta guerra y manifiesta que, si Zelensky la gana, el país mantendría su “soberanía”.
Argumento atractivo, que hace carne en sectores de la población ucraniana. Es natural que no quieran ser dominados por Rusia. En su memoria histórica aún está el horror y las atrocidades de la colectivización forzosa hecha por el régimen de Stalin (1930). Eso significa Rusia para ellos. Trama que también encuentra terreno fértil en los sentimientos humanitarios de la clase media, de académicos e intelectuales europeos, que se colocan en el bando del gobierno ucraniano, sin lograr desentrañar que es un agente de los intereses imperialistas y constituye su bando militar en esta guerra. Si la clase obrera ucraniana confía la defensa de su soberanía nacional al ejército comandado por Zelensky, hipotecado a los yanquis, su sacrificio y muerte serán en vano. El justo anhelo de derrotar la invasión rusa y detener los bombardeos, no es una tarea sólo militar y menos nacional. Detener la invasión o derrotarla es urgente, pero no pasa por alguna táctica militar o una política nacional. Pasa por una política internacional revolucionaria que señale que está en manos de la clase obrera y la población rusa con su lucha, la posibilidad de obligar a Putin a retirar las tropas. Y está en manos de la clase obrera y el pueblo ucranianos impedir que su gobierno los siga llevando al sacrificio estéril, para luego entregar completamente el país a los intereses imperialistas de EE.UU-UE. Una política internacional que llame a utilizar las armas y la movilización para voltearse contra sus respectivos gobiernos, responsables del desastre, y a la vez a la movilización de la población europea e internacional contra esta guerra atroz.
Por su parte, el “campo militar” liderado por Rusia y sus aliados, utiliza el más que justificado odio a las múltiples invasiones, guerras, genocidios y atrocidades perpetradas por los EE.UU y los europeos, para volcar a sus jóvenes y trabajadores en apoyo a la guerra contra sus hermanos de clase ucranianos. Aducen que su expansión obedece a que son “víctimas de occidente” y su seguridad nacional está amenazada. Típico argumento imperial.
Si el campo militar Putin-Rusia triunfa, Ucrania será simplemente anexionada como parte del territorio ruso. Sería convertida en una especie de “colonia” de esta potencia, tan soberana como Georgia o Kazajistán, a la cual aplastó recientemente sin piedad. Por otro lado, si triunfa el bando de Ucrania, es decir el bando de los imperialismos de “occidente”, el país será colocado bajo el dominio de Estados Unidos y UE, como semicolonia. Sería un estado tan “soberano” y “libre” como lo son las semicolonias del imperialismo yanqui en América Latina o las de la UE en África, Asia o Europa oriental.
Dado que ambos campos militares son contrarrevolucionarios, el triunfo de cualquiera de los dos, significará mayor dominio y control sobre Ucrania, profundizando su sumisión. Por lo tanto, la negación de su soberanía. Su liberación nacional sólo provendrá de que el proletariado ucraniano, ruso, europeo y mundial, abra una tercera alternativa completamente independiente: la movilización de la clase obrera y las masas explotadas.
Si logra levantarse contra sus respectivos gobiernos y desarrolla una política de amplia unidad internacional de clase, para derrotar esta guerra. Si la transforma de guerra de rapiña entre las potencias, en guerra civil revolucionaria. Si se logra la unidad de jóvenes y trabajadores de los países enfrentados, que hoy portan uniforme y empuñan armas, para cambiar su lucha y buscar la derrota de los gobiernos que los han embarcado en esta carnicería, que inexorablemente incrementará las calamidades a nivel global, se conquistará un verdadero cambio en la realidad de las masas explotadas.
Los dos campos militares -y sus defensores de oficio- compiten por presentar una realidad en blanco y negro, donde supuestamente existen sólo dos alternativas. Pero existe una tercera opción de la unidad internacional de la clase obrera y los pueblos en una movilización que busque derrotar la invasión y esta guerra de rapiña. Por convertirla en guerra civil contra los respectivos gobiernos.
El oportunismo ante esta guerra
Como no hay peor ciego que el que no quiere ver, hoy muchas organizaciones que se dicen de izquierda se han dividido ubicándose en uno u otro bando militar, que cada una, implícitamente, define como progresivo. Ninguna los caracteriza como reaccionarios. Unos se escudan en la criminal invasión rusa, las atrocidades de los bombardeos y en una supuesta “defensa de la soberanía” de Ucrania, para ubicarse en el bando militar de Zelensky. Se confunden ante el hecho de que no hay tropas yanquis en el terreno, o que la OTAN no está bombardeando, para decir que aún no están interviniendo y ocultar que objetivamente se han colocado en el “campo” militar de los imperialismos tradicionales USA-UE-OTAN. Mientras otros, bajo el argumento de que Rusia ha sido agredida, de que peligra su seguridad o que es un país “independiente”, como si fuera una débil semicolonia, se han convertido en cómplices del salvaje expansionismo y la invasión de Putin. Ocultan que se trata de una potencia económica y militar-nuclear.
Todos abandonan el enfoque de la lucha de clases internacional para colocarse a la cola de uno u otro de los campos militares liderados por las potencias enfrentadas. Trágicamente han caído en la política campista. Algo natural en organizaciones estalinistas o en las burocracias sindicales, pero que en organizaciones que se definen como trotskistas, significa un retroceso y una vergonzosa renuncia a sus trayectorias.
Movilizarse para derrotar la invasión y esta guerra de rapiña
La clase obrera y la juventud pobre no tienen nada que ganar en esta guerra de rapiña. Es imperioso rechazar el “nacionalismo” con que cada gobierno en sus respectivos países envenena a la población y la divide para convertirla en carne de cañón de esta contienda y en su particular provecho. Las múltiples atrocidades, invasiones, guerras y genocidios perpetradas por los EE. UU o la UE muestran la verdadera naturaleza depredadora de estos imperialismos y la falsedad de la democracia que promete.
Por eso, es vital la más amplia unidad para oponerse a esta guerra y buscar su derrota. Desde los respectivos países, las organizaciones sindicales y políticas de la clase obrera, hoy tienen ante sí el reto de organizar la movilización. Llamar al levantamiento general de la clase obrera y la población en Rusia, Europa, Estados Unidos y el mundo, contra los dos bandos enfrentados.
Aprovechar que hoy, sectores de la clase obrera y la población empuñan las armas, para llamar a que sean volteadas contra los respectivos gobiernos, con el objetivo de lograr la derrota de los dos campos capitalistas imperialistas.