Huber Klement 16-04-2024
Al cierre de este artículo, Irán respondía en forma directa con drones y misiles sobre territorio israelí -sin apenas causar daños– a los continuos ataques de Israel, como el bombardeo contra su consulado en Damasco el 1° de abril, es decir contra su territorio. Irán justificó su respuesta invocando el artículo 51 de la carta de la ONU, que se refiere a la “legítima defensa”.[1]
Este hecho, por supuesto, motivó masivas declaraciones de condena a Irán y apoyo a Israel por cuenta de la mayoría de los gobiernos, liderados por Biden y demás potencias, incluidas Rusia y China y secundados por los gobiernos árabes de Jordania y Arabia saudita. Condena que estuvo ausente frente los diferentes ataques indirectos de Israel en Siria, Líbano o los de EEUU en Irak y otros países de la región.
La ONU, Rusia y China, al igual que López Obrador, Petro y Lula, sin disimular su alarma, hicieron más énfasis en llamar “a la prudencia, por temor a una guerra abierta en la región”[2] buscando apaciguar y cuidándose de colocarse en algún bando. Dado que los acontecimientos son muy recientes y están en curso, no pretendemos, en esta ocasión, detenernos acerca de las posibles repercusiones específicas de este importante hecho, tema del cual nos podremos ocupar posteriormente.
Baste por ahora decir, que esta respuesta de Irán y los convulsivos hechos que se sucedan, no se podrán explicar cabalmente sin entenderlos como consecuencia indirecta de la guerra de exterminio que Israel está llevando adelante contra la población palestina en Gaza y Cisjordania. Y en primer lugar, sin partir del hecho fundamental del histórico conflicto en Oriente Próximo, cuál es la existencia del Estado de Israel y el rol que cumple allí como agente de las potencias. Estos recientes eventos militares, sería equivocado sustraerlos del contexto crítico e histórico en la región, pues son consecuencia directa de la ocupación de Israel del territorio de Palestina como enclave colonial y su papel de gendarme de los intereses de los EEUU y de las restantes potencias que dominan el mundo. Precisamente con el presente artículo, se busca ahondar en esa temática.
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Introducción
Tras seis meses de ofensiva israelí de exterminio en Gaza y cuando los muertos pasan de 34.000, Estados Unidos, obligado por las tensiones internas y exteriores que el genocidio ha instalado en la política internacional, por primera vez se abstuvo y dejó aprobar un proyecto de resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que pedía un “alto al fuego inmediato”. La resolución, fue inmediatamente rechazada por el gobierno israelí. Otra prueba más de que tanto importan a Netanyahu y al sionismo las resoluciones de la ONU.
En ese contexto, la atroz situación que viven los pobladores en Gaza a quienes el ejército israelí pretende borrar del mapa, motiva que franjas de trabajadores y jóvenes se interesen. Muchos buscan o reciben a diario multitud de informaciones sobre los miles de muertos. Saben que niños, ancianos y mujeres son la mayor parte de las víctimas. No obstante, algunos de quienes se oponen, protestan y buscan hacer algo, más allá de informaciones puntuales se preguntan ¿cuál es la raíz o fondo de esta tragedia? Y con toda razón se cuestionan ¿por qué Israel, que aparece como un país “normal”, igual a cualquier otro, actúa de esa manera tan inhumana y feroz? Y, además ¿qué hacer para detener esta guerra contra los palestinos? Y ¿cuál podría ser una salida de fondo al conflicto para que palestinos y judíos puedan vivir en paz? Quieren actuar, pero a la vez explicarse las raíces, las causas que están detrás, en el fondo.
Con el presente artículo queremos contribuir a dar respuesta a algunas de esas inquietudes de quienes se colocan, como nosotros del lado de la causa palestina. Por supuesto, nos dirigimos a aquellos que no caen en la trampa del “todo vale” para justificar lo que hace Israel ni a aceptan la patraña de que la masacre es en “legítima defensa” de Israel ante el terrorismo de Hamas.
Mal que nos pese, la complicada naturaleza del conflicto y su larga historia, no se resuelven con informaciones «express» o explicaciones “generales” y a la ligera, que desafortunadamente abundan hoy.
Por eso consideramos indispensable partir de un criterio básico: para ubicarse correctamente ante el conflicto y comprender los episodios actuales, es imprescindible establecer el carácter o naturaleza del estado de Israel. Desde nuestro punto de vista, es fundamental partir de los intereses materiales que dieron origen al movimiento sionista y su plan de ocupación colonial de Palestina, lo que está en la base del origen del Estado de Israel.
Buscaremos hacerlo apoyándonos en los hechos que aporta la realidad y recurriendo a las bases científicas existentes sobre el tema. Muchas de ellas desarrolladas hace tiempo entre otros por el propio Carlos Marx, luego por el judío marxista Abraham León, el historiador y orientalista Maxime Rodinson y los contemporáneos aportes de intelectuales de origen judío pero anti sionistas como Ralph Schoenman o Ilan Pappé y, ante todo, del marxista latinoamericano Nahuel Moreno, promotor del juicioso e invaluable estudio “Israel Historia de una Colonización”[3], que constituye la base fundamental de nuestro enfoque.
Una ocupación interminable
En el contexto de más de 75 años de ocupación colonial israelí de la Palestina originaria, el ataque actual en Gaza significa, sin lugar a dudas, una masacre sin antecedentes recientes. No obstante, aún a muchos les es difícil encontrar palabras para describir la masacre que está haciendo Israel en Gaza. Sin duda se trata de “un genocidio de manual”, tal como lo describió un funcionario de la ONU quien hace meses renunció a su cargo mostrando algo de dignidad. Ya veremos eso más de cerca.
Antes de que el ejército sionista se lance contra la ciudad de Rafah, contra el millón y medio de palestinos hacinados allí, y de la cual según Netanyahu ya se fijó la fecha, éste declaró: “Los logros del ejército israelí son muy impresionantes. Estamos camino a la victoria…”. Así habló antes de arrasar la única ciudad de la Franja de Gaza que falta y último refugio de los palestinos desplazados.
Mientras continua la usurpación de nuevos territorios en Cisjordania, en toda las ciudades de Gaza avanza la catastrófica hambruna que asola a los palestinos y las fuerzas israelíes intensifican los asesinatos selectivos de agentes palestinos y civiles que coordinan la distribución de alimentos, matando a 23 miembros de los Comités populares que organizan la distribución de ayuda, incluido el jefe del “comité de emergencia” Amjad Abhat, mientras se preparaban para recibir un convoy de ayuda.
Al igual que el ataque del 29 de febrero donde “al menos 112 gazatíes murieron y otros 760 resultaron heridos … en la calle Al Rashid, en el sureste de la ciudad de Gaza, cuando aguardaban ayuda humanitaria que llegaba en un convoy de 32 camiones…” … «Estábamos en la calle Al Rashid y, de repente, nos asaltaron tanques. Había bolsas llenas de ayuda. Ante la falta de comida y harina, la gente se precipitó para agarrarlos. Era un caos, había muchísima gente, pero las fuerzas de la ocupación no dejaban de dispararnos, hubo muchos mártires y víctimas», describió un testigo a la AFP, que prefirió no dar su identidad.[4] Y este alevoso asesinato que, por supuesto el ejército israelí justificó como resultado de “una estampida” y los EEUU trató de ocultar lanzando migajas de provisiones desde el aire o la apertura de un corredor marítimo, en esa ocasión no pudieron mostrarlo como una respuesta de “defensa” ante algún ataque de Hamas. Quedó más al desnudo, si era necesario, lo que ha sido toda esta campaña de terror directo contra la población de Gaza. Estos son los “impresionantes logros del ejército israelí”.
Este trágico episodio arrojó más luz de lo que realmente sucede desde hace más de cinco meses y que en el momento de este escrito, se acerca a los 34.000 palestinos asesinados y miles de desaparecidos, 17.500 de ellos niños y mujeres, 337 miembros del personal médico; más de 70.000 heridos, 2.000 masacres cometidas y 117 periodistas muertos. Además de las vidas, la destrucción de más del 60% de las viviendas, los hospitales convertidos en fosas comunes y el desplazamiento de 1.9 millones entre una población de 2.4 millones de habitantes (80%). Tras seis meses ¡ese es “el camino a la victoria” del cual se enorgullece Israel!
Para ver las dimensiones de la masacre, lo hecho por Israel equivaldría, a que en Colombia, en este mismo lapso de tiempo, ¡se hubieran asesinado cerca de 500.000 habitantes y desplazado alrededor de cuarenta millones!
Por si fuera poco, el cuadro se puede ampliar con la dramática declaración del alcalde de la ciudad de Gaza: «La devastación de nuestra forma de vida en Gaza es indescriptible. Los israelíes también han pulverizado algo más: las riquezas culturales y las instituciones municipales de la ciudad de Gaza. Lo que ha hecho Israel es destruir no solo a Gaza, sino también su historia». Y lo que hace cotidianamente en Cisjordania dónde actúa de forma similar, aplicando un régimen de apartheid, bajo el asedio y ataques de colonos y el ejército israelí, tal como actuaba en la franja de Gaza antes de octubre. A esta realidad interna, se suman los ataques terroristas de Israel en países limítrofes, como Líbano y Siria o los que hacen EEUU y Reino Unido.
Esa trágica realidad debería ser suficiente para generar una ola de repudio e indignación general tanto en nuestro país como en América Latina. La trágica situación del pueblo palestino reclama a gritos actuar en esta región del mundo, en forma similar a cómo actúan miles de trabajadores, jóvenes y activistas democráticos o de izquierda que por miles toman las calles en Europa, EEUU, en otros países industrializados y en la región del cercano oriente, así como los sindicatos que bloquean envíos de armas a Israel.
¿Israel actúa en legítima defensa ante el terrorismo?
El ataque de Hamas del 7 de octubre, dados sus métodos cruentos marcados entre otras cosas por su carácter de clase (burgués) y las víctimas que cobró, dio el pretexto al gobierno israelí para iniciar algo que se había propuesto desde mucho tiempo atrás. De inmediato inició el bombardeo y masacre generalizada de los habitantes de la franja de Gaza, bajo el argumento que se estaba “defendiendo del terrorismo”. Y por meses ha justificado la matanza, culpando a Hamas de utilizar la población como “escudos humanos” e intentar responsabilizarlos por lo que está haciendo su ejército genocida.
Si bien con el infame ataque al convoy de ayuda humanitaria, quedó más al desnudo que Israel no está luchando contra combatientes de Hamas como argumenta (Ver artículo aquí, Link), aún hay trabajadores y jóvenes e incluso activistas “progresistas”, presos de esas mentiras o verdades a medias esparcidas por los medios de comunicación y las redes sociales -todos al servicio de los poderosos y sus políticos (de derecha y extrema derecha)- que, más allá de toda moral, justifican hoy la masacre israelí. O la ignoran.
Es comprensible que las justificaciones sean parte de la retórica pro sionista de los medios de comunicación y los gobiernos. Pero lo es menos que tales argumentos sean esgrimidos por gentes que se reclaman de “izquierda” o marxistas, que dicen lamentar “las víctimas civiles de ambos lados”. Todos ocultan o pasan por alto que la resistencia a la ocupación colonial israelí no cuenta con un ejército, ni aviones, ni tanques, por lo cual no puede atarse las manos con un presunto código moral de combate, en una lucha altamente desigual con el ocupante.
Esa acción de Hamas fue objeto de condena generalizada por casi todos los gobiernos del mundo. Tanto de “izquierda” como de derecha. Y desafortunadamente muchos “progresistas”, miembros de organizaciones que se reclaman de los trabajadores o incluso marxistas. Por eso es importante apreciar el contexto de esa acción, que todos pretenden ignorar.
El historiador de origen judío Ilan Pappé aporta unos valiosos elementos: “…independientemente de cómo entendamos y enfoquemos los acontecimientos del 7 de octubre desde un punto de vista humano, estratégico, moral, como quiera que lo hagamos, no caigamos en la trampa de descontextualizar y eliminar la perspectiva histórica de estos acontecimientos –y parece que hay bastante gente buena … que está cayendo en ello–… La realidad básica sobre el terreno sigue siendo la misma que existía antes del 7 de octubre. El pueblo palestino está inmerso en una lucha por la liberación probablemente desde 1929. Es una lucha contra sus colonizadores y, como toda lucha anticolonial, tiene sus altibajos, sus momentos de gloria y sus difíciles momentos de violencia. La descolonización no es un proceso farmacéutico y estéril, es un asunto desordenado. Y cuanto más duren el colonialismo y la opresión, más probable será que el estallido sea violento y desesperado en muchísimos sentidos…(subrayado nuestro)” [5]
La única forma de comprender la acción, en apariencia “novedosa”, realizada por Hamas radica en saber que se trata de un conflicto y enfrentamiento político y militar que viene de muy atrás: “Para nosotros, la clave de la situación de Oriente Medio es la guerra a veces declarada, otras no, pero permanente del movimiento árabe y específicamente palestino, contra el Estado de Israel. Esa guerra se ha expresado bajo distintas formas, global o limitadamente, con enfrentamientos entre Estados —como los que protagonizaron Egipto y otras naciones árabes— o con pequeñas y grandes acciones guerrilleras”.[8]
Por brutal que se lo juzgue, lo que hizo Hamas -y han hecho otras organizaciones palestinas en el pasado- para quien lo quiera ver, es consecuencia como acción de defensa ante la histórica y violenta ocupación colonial de su territorio. Sobre esa fundamental responsabilidad del victimario por la respuesta defensiva de las víctimas, se puede agregar lo que Pappé señala: “Es sumamente importante recordar a la gente la historia de las rebeliones de los esclavos en este país [EEUU] y cómo se acabó con las revueltas de los nativos americanos, las rebeliones de los argelinos contra los colonos en Argelia … En ocasiones se pueden cuestionar algunas de las ideas estratégicas, se puede tener momentos de inquietud, y con razón, sobre la forma en que se están haciendo las cosas; sin embargo, si no se descontextualiza, si no se elimina la perspectiva histórica del propio acontecimiento, nunca se pierde la brújula moral”.[6]
Quienes ponen un signo igual entre quienes luchan para recuperar los derechos arrebatados a la población nativa y los de los colonizadores y ocupantes del territorio palestino original, han perdido esa «brújula» o no la consultan. Consciente o inconscientemente, respaldan la violencia del opresor y condenan la del oprimido. Conducta que equivale a condenar la violencia ejercida por los dueños de una vivienda quienes para defenderse y enfrentar a los criminales que han entrado en su morada, con el propósito de desalojarlos y usurpar sus bienes, utilizan todos los medios a su alcance. Esa conducta es otra de las consecuencias de un contexto internacional dónde hace años impera el “todo vale” o que “el fin justifica los medios” y dónde la ausencia de escrúpulos es la norma. De esa manera, muchos disimulan el colocarse en el bando de los poderosos y en contra de los débiles.
Entonces, la alharaca sionista sobre el “derecho de Israel a existir y defenderse” realmente oculta lo que llevan haciendo contra los palestinos por más de 75 años. Y hoy reducir a escombros todas las ciudades de Gaza, asesinar por miles, en su mayoría mujeres o niños y utilizar la hambruna como arma de guerra, no es sino la cobertura para acusar como “terroristas”, “enemigos de Israel” o de hacer “antisemitismo” a quienes se oponen a su ocupación colonial y a esta indigna masacre. Incluso si es algo tibio, como se vieron obligados a hacer algunos de los gobiernos de “izquierda” de América Latina y sus seguidores de las organizaciones de la “izquierda” institucionalizada, como las positivas declaraciones de Petro de Colombia y aunque más tardíamente, Lula de Brasil, al comparar el genocidio sionista con lo hecho por los nazis, a pesar de que todos siguen vacilando en seguir el camino marcado por Bolivia y negándose a romper relaciones diplomáticas y comerciales con Israel.
Para quienes hace años se escudan en la mentada condena de la violencia “venga de donde venga” para repudiar lo hecho por Hamas, es necesario recordarles lo que escribió Marx sobre el escándalo del ejército británico ocupante de la India acerca de los excesos de la rebelión de los soldados indios (cipayos): “Sus métodos son bárbaros, pero debemos preguntarnos qué los llevó a ejercer tanta brutalidad: los colonos británicos establecidos en la India”. En forma similar, los colonos sionistas con su histórica agresión y métodos bárbaros son los que provocaron esa respuesta de Hamas y los combatientes palestinos y que hoy están «sembrando los vientos» que luego se les convertirán en tempestades.
Trotsky por su parte, se adelantó a los argumentos esgrimidos hoy por reformistas, centristas y “progres” sobre esos límites morales en la lucha o un enfrentamiento “mientras este código siga siendo inaceptable como regla de conducta por todos, las clases en lucha intentarán obtener la victoria por cualquier medio, mientras los moralistas pequeño burgueses (quedarán) prisioneros de la moral de la clase dirigente”[7]
¿Cómo calificar lo que hace Israel en Gaza?
Si a pesar de la cifra de palestinos asesinados, heridos y desplazados, subsisten dudas, es bueno que el lector conozca los argumentos esgrimidos por soldados, algunos periodistas o políticos israelíes, justificando lo que hacen. Veamos:
Un soldado israelí expresó claramente cómo se concreta la ocupación y el régimen de apartheid[9] que impide la circulación libre de los habitantes palestinos: “Cuando estás en un check point (retén), los obligas a esperar (a los palestinos) mucho más de lo necesario, a veces durante horas, y tomas a un palestino al azar y le das una paliza, de cada quince o veinte que pasan, para que el resto tenga miedo y esté tranquilo. Sólo así tú, que estás con cuatro soldados más, los dominas a ellos, que son miles.” [10]
Por su parte, el periodista israelí Gideon Levy[11] escribió: “Arrestamos, matamos, maltratamos, robamos, protegemos a colonos masacradores … Disparamos a personas inocentes, les arrancamos los ojos y les destrozamos la cara, los deportamos, confiscamos sus tierras, los saqueamos, los secuestramos de sus camas y llevamos a cabo una limpieza étnica. También continuamos con el asedio irrazonable en Gaza”… “hablaban de aniquilar barrios enteros de Gaza, de ocupar la Franja de Gaza y de castigar a Gaza ´como nunca antes se había castigado´. Pero Israel lleva castigando a Gaza desde 1948, sin detenerse ni un momento. 75 años de abusos y ahora le espera lo peor. Las amenazas de «aplanar Gaza» sólo prueban una cosa: que no hemos aprendido nada…”.
Esto afirma un sionista “liberal”, que se define a sí mismo como un «israelí patriótico» y para nada sospechoso de ser de izquierda o enemigo del Estado de Israel. Las circunstancias lo obligaron a describir y reconocer objetivamente lo que hacen. Más claridad sobre el comportamiento de la población israelí y su ejército contra los palestinos es difícil.
Por su parte, el ministro de Defensa israelí Yoav Gallant declaró: “Estamos luchando contra animales humanos y actuamos en consecuencia”, para justificar la masacre contra la población de la franja de Gaza y el corte de agua, electricidad, gas y alimentos.
Y el diputado y vicepresidente del Parlamento, Nissim Vaturi del mismo partido de Netanyahu, el Likud, declaró: “Hoy tenemos todos un objetivo común: borrar la Franja de Gaza de la faz de la tierra” y “quemar Gaza”; “Es mejor incendiar edificios a que resulten dañados soldados [israelíes]. “No hay inocentes allá”, señaló en una entrevista radiofónica, un poco antes de pedir la “eliminación” de los 100.000 palestinos que calcula que quedan en el norte de Gaza. “No tengo piedad por los que aún están allá”, agregó Vaturi.
Por su lado, el presidente israelí Isaac Herzog comentó el 13 de octubre: “todo el pueblo de Gaza es responsable de los ataques del 7 de octubre”. Y el mismo Netanyahu escribió: “Esta es una lucha entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas, entre la humanidad y la ley de la selva”. Con lo hecho siempre y hasta ahora, es muy claro a qué “humanidad” se refería el Primer Ministro.
La claridad sobre la argumentación supremacista y racista esgrimida es palpable. Considerar animales a quienes son étnica o racialmente diferentes, revela la concepción de que existe una raza superior con derechos sobre las “inferiores”. Y afirmar que toda la población es culpable, es lo que está en la raíz de los genocidios ocurridos a lo largo de la historia. ¿No son acaso los mismos argumentos en que se escudó Hitler y los Nazis para perpetrar el Holocausto? O similares a los de los tutsis en Ruanda, a quienes los hutus llamaban “cucarachas”. “Matad a las cucarachas”, se exhortaba por la radio y los periódicos. Y 800.000 tutsis fueron asesinados en 100 días en 1994.
Pero esto no es nuevo. Esas declaraciones actuales son totalmente coherentes con la trayectoria de lo afirmado por los primeros gobernantes de Israel. David Ben Gurión, fundador del Estado, dirigente sindical y del sector de “izquierda” del sionismo, lo declaraba ya en 1950: “Debéis combatir con entusiasmo… Por la invasión o por la diplomacia, el imperio israelí será edificado. Deberá comprender todos los territorios situados entre el Nilo y el Éufrates».[12]
Algo ratificado por un documento sionista de la época, que afirmaba: “…debemos usar el terror, el asesinato, la intimidación, la confiscación de tierras y el bloqueo de los servicios sociales para deshacer a Galilea de su población árabe”[13] Afirmaciones que demuestran que la política de limpieza étnica y ocupación no es patrimonio del gobierno Netanyahu, sino algo que es intrínseco al sionismo y su “Estado” artificial.
Entonces por exagerado que parezca a algunos, el ejército de Israel utiliza métodos similares a los empleados por Hitler y los nazis contra los judíos, los demócratas y opositores de izquierda en la II Guerra Mundial. Es inocultable que Israel actúa con los mismos métodos con los cuales el nazismo se apoderó de los bienes y eliminó físicamente a los judíos y a la izquierda. De forma similar ha procedido el sionismo. Y lo está haciendo hoy en Gaza.
Su ataque de exterminio contra la población de Gaza -y también en Cisjordania-, permite al mundo presenciar horrores similares a los de la segunda guerra, del Holocausto o del Gueto de Varsovia. Ver atrocidades parecidas a lo hecho por el nazismo alemán, ya no en documentales y filmes en blanco y negro sino en color. Asistimos entonces a la utilización de métodos y justificaciones de una práctica nazi. Y no es algo sólo reciente. Lo ha hecho desde su inicio en 1948 (cuando la ONU dio a Israel el reconocimiento y estatus de Estado) e incluso desde antes.Métodos de guerra sistemática contra un pueblo oprimido y explotado, para dominar y conquistar totalmente el territorio, esgrimiendo una supuesta superioridad racista. A todas luces se trata de un genocidio contra una nación que se ha propuesto sofocar y aplastar.
La brutal ocupación y colonización sionista
Esa colonización de la Palestina originaria, la organizó un movimiento político, el sionismo. Un movimiento impulsado y financiado casi desde sus orígenes (1897) por sectores de la burguesía judía y varios políticos imperialistas (dentro de Gran Bretaña, la Rusia zarista y otras potencias). Tal como lo han desentrañado serios estudiosos marxistas, los judíos no son una nacionalidad. Tampoco son una etnia o raza «especial».
Todos los judíos no profesan una única religión. Así como el sionismo no es igual a judaísmo, el movimiento político sionista NO es el vocero de todos los de origen judío. Los judíos, como “pueblo” o comunidad, se originan las sociedades pre-capitalistas. Representaban las formas “prehistóricas” del capital, como un “pueblo clase” en un mundo económica y socialmente feudal. Para ampliar este aspecto histórico desentrañado hace mucho por el marxismo, se puede consultar el texto de Abraham León (Ver el texto en este link).
Para desviar a los judíos de la lucha revolucionaria contra el antisemitismo y contra el sistema capitalista que lo originó, el movimiento sionista se fundó auspiciado por los grandes burgueses judíos de Europa, con el programa de agrupar a los judíos para llevarlos fuera de Europa a colonizar un territorio perteneciente a otros pueblos o naciones. Desde sus orígenes se fundó y desarrolló como un movimiento político profundamente reaccionario y contrarrevolucionario. Opuesto a organizar la lucha democrática de los judíos contra los nazis y proclive a pactar con ellos, así como posteriormente aliado y agente de las potencias capitalistas contra cualquier protesta, levantamiento en el mundo árabe y en diferentes latitudes.
Pero esa colonización sionista se inició en forma tardía en relación a las operaciones coloniales de los imperialismos y tuvo lugar en una región donde el desarrollo económico, social, político y cultural de los habitantes originales, no era, por ejemplo, el de los indígenas de América o Australia. Por lo que consumar el exterminio y/o desplazamiento se tornó muy difícil. Lo hicieron apoderándose y usurpando las tierras y bienes de los habitantes originales, de distintas religiones o creencias, musulmana, judía, cristiana, que siglos atrás vivían todos en paz. Así lograron ocupar Palestina y poblarla con colonos. Esos factores explican que la colonización sionista sea una historia sangrienta de nunca acabar.
Esa historia echó mano desde sus inicios de múltiples mitos místicos y religiosos. Pero además se fundamentó en unos pilares fundamentales, que el sionismo denominó: la conquista de la tierra, la conquista del trabajo y el producto de la tierra.
Algo explicado así: “El gradual fortalecimiento de este colonialismo marginante [de los árabes] —dice Jon Rothschild— se realizó bajo tres consignas, que fueron los pilares del movimiento sionista en Palestina desde el comienzo de la colonización hasta el establecimiento del Estado de Israel y aun después. Estas consignas fueron: kibush hakarka (conquista de la tierra), kibush haavoda (conquista del trabajo) y t’ozteret haaretz (producto de la tierra).
“Detrás de estas sonoras palabras había una negra realidad. Conquista de la tierra significaba que toda la tierra posible fuera adquirida (legalmente o de otras maneras) a los árabes, y que ninguna tierra poseída por judíos fuera vendida o de alguna manera retornada a los árabes. Conquista del trabajo significaba que en las fábricas y tierras poseídas por los judíos fueran empleados exclusivamente trabajadores judíos, en la medida de lo posible. El trabajador árabe era boicoteado. De hecho, la Histadrut, que hoy finge ser la “central obrera” en Israel, fue creada para… imponer el boicot a los trabajadores árabes… Producto de la tierra significaba practicar el boicot a la producción árabe por parte de los colonizadores judíos y sostener solamente la compra de productos de las tierras o negocios judíos.”[14]
Y para los trabajadores judíos se creó un presunto “sindicato” la Histadrut. No para la lucha de todos los obreros (cualquiera sea su nacionalidad, lengua o supuesta “raza”) contra los patrones, sino para la “conquista del trabajo”, es decir para expulsar a los obreros árabes de sus empleos.[15]
Estos pilares significaron la liquidación económica de la población árabe: “Cuando ocupemos la tierra… expropiaremos poco a poco la propiedad privada en los Estados que se nos asignen. Trataremos de desanimar a la población pobre alejándola más allá de la frontera, procurando empleo para ella en los países intermedios y negándole cualquier empleo en nuestro país… Tanto el proceso de expropiación como de eliminación (¡¡¡) de los pobres deberá ser llevado adelante discretamente y con circunspección.”[16]. Todo esto se reforzó con las llamadas “Ley de ausencia” según la cual el árabe que se hallara “ausente” perdía todos su bienes. Y la “Ley del retorno” que otorga a miembros de sus comunidades así se hallen cualquier país y sus antecesores hayan tenido que ver nada con Palestina, tienen derecho a “regresar” a Israel y ser sus ciudadanos.
Así, el sionismo fabricó “la tierra sin pueblo” que requería para fundamentar su operación colonial desde Europa, por medio del exterminio o expulsión de los habitantes de Palestina. Como esa descripción de «tierra sin pueblo» no correspondía a la realidad de la Palestina habitada, se la podía fabricar: El líder sionista Weitz, director durante muchos años del Departamento de Colonización de la Agencia Judía, anotaba en su Diario en 1940: “La única solución es una Palestina, o al menos una Palestina Occidental [al oeste del río Jordán] sin árabes… Y no hay otro camino que transferir todos los árabes desde aquí a los países vecinos, transferirlos a todos: ni una aldea, ni una tribu deben quedar.” Para realizar estos planes dignos de Hitler, sólo había un método: el que usaba Hitler. Y se usó.[17]
El camino entonces hacia la creación del Estado de Israel se abrió paso con las siguientes características:
- “Por una declaración unilateral de una gran potencia imperialista.
- Esa declaración imponía el destino de una región de Asia que jamás había pertenecido, ni pertenecía, a Inglaterra. Gran Bretaña regalaba generosamente a lord Rothschild el territorio de una nación ajena.
- No tomaba para nada en cuenta los deseos o la voluntad del pueblo palestino, el cual el 93% era árabe en 1917.
- Este 93% de árabes eran reducidos a la condición de “no judíos” en un “hogar nacional judío”, es decir, de extranjeros o casi extranjeros ¡en su propia tierra! Para salvar las apariencias, se hablaba de sus “derechos civiles y religiosos” al mismo tiempo que se les negaba el derecho número uno que tiene todo pueblo colonizado y oprimido: el de la autodeterminación, el de decidir por sí mismo y democráticamente los destinos de su país, sin interferencia de nadie y menos de una gran potencia imperialista”.[18]
Entonces si se mira directamente los hechos y se lo hace en forma seria y objetiva, la existencia de Israel se fundamenta, desde su inicio, en la ocupación de un territorio que nos les pertenece. Y para lograrlo, llevaron adelante un genocidio sistemático, del cual estamos presenciando en Gaza el más atroz y reciente episodio.
Genocidio entendido estrictamente como “el exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivos políticos o nacionalidad de raza, etnia o religión”. Y se trata entonces, de “Un genocidio sistemático de tipo racial. Eso es típico del nazismo más que del fascismo”[19] Esa es la única descripción objetiva de lo que sucede. Lo que está haciendo el sionismo hoy en Gaza, respaldado por EEUU, las demás potencias y los capitalistas del mundo, es una expresión moderna del barbarismo nazi. Como lo han denunciado por miles quienes se movilizan en solidaridad con palestina, y aunque tarde y de forma vacilante, Lula y Petro.
El apoyo de Biden o del gobierno alemán, que se oponen firmemente a cualquier tipo de exigencia de alto el fuego en Gaza y respaldo a lo que hace Israel, de casi todos los gobiernos burgueses del mundo y todos los políticos de extrema derecha (Trump, Milei, Bukele, Bolsonaro y uribistas en Colombia), así como la negación total del genocidio, es una conducta que desnuda su palabrería “en defensa de la democracia”, la “libertad, la “paz” o los valores de la “civilización”, que todos proclaman a diario.
¿Es Israel un país como los demás?
El carácter o la naturaleza del Estado de Israel es algo que muchas veces se deja de lado, cuando realmente debería ser el punto de partida de cualquier análisis de lo que sucede. Es algo indispensable para tomar una posición correcta ante la actual situación y algo decisivo para juzgar las acciones de Israel. Po eso algunos consideran que definir a Israel como un “Estado artificial” es una exageración u omiten la definición utilizada por los palestinos de Israel como la “Entidad sionista”.
Así, muchos aunque no se guíen por los mitos religiosos en que se escuda el sionismo, se refieren a Israel como si se tratara de la población originaria del territorio de Palestina, que por cientos o miles de años construyó una identidad como nación, con una historia, cultura y etnia comunes. Pero la región de la Palestina histórica es un territorio ajeno a los judíos de distintas etnias o lenguas que vivieron por dos mil años en Europa y otros lugares del mundo y que fueron trasladados desde esos diferentes países a Palestina en una operación colonial iniciada muchos años antes del Holocausto. Por eso entre los habitantes de Israel hay judíos alemanes, polacos, rusos, portugueses, españoles, latinos, etíopes, etc.
Esta “confusión” se debe a que el gobierno y los habitantes de Israel ocultan, tras una montaña de mitos religiosos y frases bíblicas, el origen colonial de su “estado”, en el territorio original de Palestina.
Israel es la institucionalización del hecho colonial. De una colonización organizada por el sionismo, apoyada y financiada por la gran burguesía judía de Europa e inicialmente por el imperialismo inglés, luego por EEUU y desde su “fundación” legitimada por la ONU y la URSS estalinista. Y hoy, por todos los gobiernos de derecha y de «izquierda», así como por todas las potencias del mundo incluida Rusia y China.
Por eso es vital precisar que todos los procesos de colonización NO siguieron el mismo camino. Como ejemplo, la colonización de los territorios que hoy constituyen América Latina por cuenta de España y Portugal, tomó formas muy distintas a la llevada adelante por ingleses y anglosajones en los territorios de la actual Norteamérica. Por otra parte la colonización realizada por los países imperialistas desde finales del siglo XVIII, la llevada a cabo casi 500 años después, nunca asumió una sola forma.
Una de ellas, por ejemplo, fue la dominación británica de la India que se hizo con un bajo número de ingleses (nunca llegaron a 40.000 o 50.000), pero que con base en la superioridad militar y económica -así como los acuerdos con las élites nativas– logró dominar esa nación por dos siglos y no se dio a la tarea de eliminar completamente a los nativos sino oprimirlos y explotarlos.
Otros proyectos coloniales fueron diferentes: se basaron en el asentamiento de colonos europeos y el desplazamiento y/o exterminio de la población originaria. La colonización sionista de Palestina fue una decisión consciente de ese segundo modelo de colonialismo. Ese modelo reviste esa característica particular definida como “colonización de colonos”.
Esa importante diferencia la describe Ilan Pappé así: “La idea de que el sionismo es colonialismo de asentamiento no es nueva. Los académicos palestinos de los años sesenta… ya comprendieron que a lo que se enfrentaban en Palestina no era un proyecto colonial clásico. No encuadraban a Israel sólo como una colonia británica o estadounidense, sino que lo consideraban un fenómeno que existía en otras partes del mundo; lo definían como colonialismo de colonos”[20].
Si se precisa esa diferencia, se aclara la muy difundida y confusa comparación de la colonización sionista con cualquier otra colonización o, peor aún, definir a Israel como una “colonia” o «semi colonia» de algún imperialismo, pues como señala Pappé, no se trató de “un proyecto colonial clásico”.
Y sobre el contexto de dicha empresa colonial, Pappé agrega: “La idea de que se puede eliminar por la fuerza a la gente de la tierra que uno quiere, es probablemente más comprensible -no justificada- en el contexto de los siglos XVI, XVII y XVIII, porque iba acompañada de un respaldo total al imperialismo y al colonialismo…”[21]
Así se puede “entender el esfuerzo y la energía invertidos por los sionistas y más tarde por el Estado de Israel en tratar de encubrir el verdadero objetivo de un movimiento colonial de colonos como el sionismo, que era la eliminación de los nativos”[22]. Y tener una comprensión más cabal de los sangrientos métodos empleados en para la colonización y para sostener la ocupación.
¿Se trata de una disputa territorial?
Otro argumento/justificación en boga, busca analizar el conflicto histórico como una “disputa territorial” entre “dos naciones” como si fueran equivalentes. Esa consideración parte de una base falsa. Israel y Palestina no son dos “naciones” de la misma naturaleza. Israel es el colonizador y Palestina es el colonizado. Y su relación no es una simple pelea por “territorios” que pertenecerían legítimamente a ambas naciones. Asombrosamente, esta simetría explicable entre comentaristas de televisión, académicos y “progresistas”, ha hecho carne entre algunos analistas marxistas serios.
Desde mucho antes de la proclamación del Estado de Israel en 1948 -por lo menos desde la insurrección palestina de 1936-39 contra el dominio británico, con su heroica Huelga General de seis meses- su modo de existencia ha sido el de un estado de guerra permanente, así varíe su nivel de intensidad, las características del enfrentamiento y los enemigos enfrentados.
Como producto de ser resultado de una operación llevada adelante por colonos, para imponer su dominio, Israel se comporta como cualquier fuerza de ocupación. Al servicio del despojo, desarrolla una discriminación racial, social, laboral e ideológica sistemática.
Su ocupación se basa en la explotación y negación de los derechos como nación -los derechos nacionales- y los derechos democráticos de la población nativa. Y para hacerlo emplea una violencia militar y paramilitar inusitada contra los palestinos para poder arrebatarles el territorio original y aplastarlos si se resisten. Esto es un resultado de que “…es absolutamente imposible ejercer en forma `pacífica` y `segura` el papel de colonizador…”.[23]
El movimiento sionista para ocultar ese origen colonial del carácter de Israel, se presenta como vocero de todos los judíos del mundo y como una “nación” o “nacionalidad”, para así reclamar un derecho que no poseen; el de, sin ser nativos asentarse y ocupar un territorio ajeno. Sus dirigentes políticos, voceros de los empresarios capitalistas y su población, encubren el hecho de ser descendientes de los colonos que ocuparon un territorio que no les pertenece. De una nación dónde ellos eran y son extranjeros. De lo que se deriva el hecho de que todos sus habitantes, más allá de sus diferentes clases sociales enfrentadas y contradicciones o fuertes luchas internas, comparten un programa sionista, que basa la existencia de «su» estado en el extermino y desalojo de los palestinos, como reafirmación del supuesto “derecho de Israel a existir”.
Definir la naturaleza colonial de Israel debe ser, entonces, el punto de partida para cualquier ubicación respecto de lo que sucede. Y este punto de partida frecuentemente es utilizado por los defensores de Israel e ignorado por sectores de los partidarios de la causa palestina. Esa falencia, además, sirve de apoyo a quienes se hacen eco de la propuesta de la ONU y las potencias con su “solución” de los dos estados, como salida supuestamente “realista”. Luego nos referiremos a ese aspecto.
Un enclave colonial
Hoy es claro que Israel actúa desarrollando un ataque militar racista y genocida. De arrasamiento, exterminio y limpieza étnica. El sionismo israelí lo ha construido desde el inicio a costa de la sangre y sufrimiento de los palestinos, sobre sus cadáveres, su expulsión y despojo. Por medio de una ocupación interminable. Dejaremos de lado el malicioso y falaz argumento empleado por los medios de comunicación que se refieren a la Franja de Gaza como un “enclave” contribuyendo a desprestigiar la causa palestina.
Una confusión muy difundida lleva a muchos que conocen muy bien del origen colonial de Israel, reclamándose marxistas dejen de lado su carácter de enclave colonial. Con una total falta de rigor, a la ligera lo definen como una “colonia”, como “imperialista” o peor aún como “enclave imperialista”. Sin embargo, si vemos lo que hace hoy, cómo ha actuado desde el inicio y las continuas contradicciones que afloran entre el sionismo y el imperialismo, se confirma completa y rigurosamente la espléndida definición del historiador y orientalista Maxime Rodinson[24], de Israel como un estado-enclave colonial.[25] Ese es el carácter o naturaleza de Israel construido como nación artificial enclavada en un territorio perteneciente a otra nación.
Si nos atenemos a los hechos y a la profundidad de la definición aportada por Rodinson, se trata de un enclave por ser construido con colonos trasladados del extranjero e insertados o «sembrados» en un territorio ajeno. Y colonial, por tratarse de un territorio dominado por no nacionales, trasladados allí, así fueran agenciados por una potencia extranjera –Reino Unido- al compás del pleno proceso de expansión colonialista de las potencias del momento, pero con una diferencia: el sionismo distinto a otros procesos de colonización, nunca contó con una metrópoli propia, un territorio continental que fuera su casa matriz.
Así, al ser un “estado” creado artificialmente, insertado en territorio ajeno perteneciente a un grupo étnico, político o ideológico de características diferentes, se trata de un enclave. Y como en sus iguales Sudáfrica y Rhodesia, la población nativa fue despojada por los ocupantes. Y que además, desarrolla el proceso de ocupación del territorio como una potencia regional, técnicamente avanzada, europeizada y militarista, que cuenta con el firme respaldo del campo imperialista.
Es algo semejante a las islas Malvinas o a Guantánamo en territorio cubano. Por ser una colonización con eliminación o expulsión de los nativos, a manos de extranjeros, no se trata de un territorio dominado y administrado por una potencia extranjera, por eso no se trata de una Colonia. Tampoco de una semicolonia, sometida a los dictados de la metrópoli o con gobiernos títeres agentes de los dictados de EEUU u otro imperialismo.
Entonces, si queremos hacer una definición precisa, se trata de un enclave colonial. Con el agravante de que, como enclave colonial, aspira a expandirse sistemáticamente. Por eso, desde su fundación en 1948, Israel se ha negado a definir sus fronteras y jamás precisa cuáles serían ellas.
Pero esa característica de enclave colonial es sólo la mitad del papel que cumple el Estado de Israel en esa región del mundo. La otra mitad es la de gendarme de los intereses económicos y geopolíticos de los imperialismos, empezando por los del yanqui.
¿Por qué EEUU y demás potencias apoyan a Israel?
Como Israel es armado y apoyado de manera firme por las potencias imperialistas, muchos de quienes se le oponen, de manera confusa tienden a definirlo como otro imperialismo o como “enclave imperialista” o, peor, como un simple “títere” de EEUU.
Dado su origen colonial y su naturaleza reaccionaria, Israel es el fiel guardián de los intereses de EEUU y demás potencias, en la región. Como ha demostrado con su conducta contraria ante las luchas o avances progresivos de algunos gobiernos nacionalistas en la región, Israel cumple el rol de gendarme contrarrevolucionario en esa conflictiva y estratégica región del mundo. Entonces, la otra mitad del papel de Israel es el de “gendarme contrarrevolucionario y cabecera de puente del imperialismo en el mundo árabe”.
Es su gendarme en Oriente Próximo. Un estado guardián de los intereses de los imperialismos y bastión de la contrarrevolución en esa región. Por eso, es perfecta la metáfora militar y política de que Israel constituye, como describió hace 40 años el Secretario de Estado del Ronald Reagan, un portaaviones del imperialismo: «es insumergible, no leva soldados estadounidenses y está ubicado en una región crítica paa la seguridad nacional de Estados Unidos» (BBC Mundo). Desde 1948 Israel actuó siempre unido a los ejércitos de los imperialismos francés e inglés y atacó a Egipto cuando el gobierno Nasser nacionalizó el Canal de Suez. Actuó contra los revolucionarios argelinos que luchaban por la independencia de Francia y ayudó a los fascistas de la OAS[26]. Siempre presto a atacar cualquier expresión de rebelión o lucha de los pueblos árabes e incluso cualquier actitud nacionalista de algún sector de las burguesías árabes. Existen cientos de ejemplos de ese comportamiento a favor de las políticas reaccionarias y contrarrevolucionarias de las potencias.
Que cumpla ese papel y lo haga como agente de los países más poderosos del mundo, desempeñando un rol activamente contrarrevolucionario, así como su política expansionista sobre los territorios palestinos y países limítrofes, no lo convierte en otro imperialismo. Consideramos una grave confusión definirlo así y también la determinación sin sentido de llamarlo “enclave imperialista” (sic) que desafortunadamente usan ahora algunos marxistas y muchos partidarios a la causa palestina.
¿Sería diferente si Netanyahu no fuera el jefe del gobierno?
Algunos, haciéndose eco de los argumentos democrático-liberales que esparcen los medios de prensa, dicen que esto sucede porque el primer ministro israelí es un radical de “extrema derecha”. Implícitamente afirman que si el gobierno de Israel fuera de “izquierda”, todo sería muy distinto. Así, con una falta completa de rigor, se refieren al primer ministro israelí como si fuera un político similar de cualquier otro país. Pasan por alto las radicales diferencias existentes entre Israel y cualquier otro país o nación. Comparan papas con manzanas.
Si bien es cierto que Netanyahu es vocero de los sectores más extremistas y “patrioteros” dentro del sionismo, que claman por construir el “Gran Israel desde el Nilo hasta el Éufrates” y proponen asesinar a todos los palestinos, esta monstruosa realidad que vemos hoy no es resultado sólo de la particular perversidad de Netanyahu y su coalición de gobierno. Quienes centran sus ataques en Natanyahu, ignoran u ocultan que todos los gobiernos de Israel durante años, al menos desde 1948, han actuado de manera similar frente a los palestinos. Y los gobiernos de Israel la mayoría del tiempo han estado en manos del Partido Laborista, es decir, del partido y sector de “izquierda” del sionismo, si se admite tal expresión.
Si bien este de Gaza tal vez sea el peor ataque, no es el primero que hace el sionismo contra el pueblo palestino. Por eso quienes atribuyen lo que ocurre a este Primer Ministro y su coalición ultra radical, incurren en una grave confusión al dejar de lado el carácter o naturaleza del Estado de Israel y referirse a ese gobierno y a Israel como si se tratara de otro país cualquiera. Pero ese no es el caso.
¿La política de los dos Estados es solución?
Esta es la política de EEUU y de todas las potencias, secundada por la ONU y todos los gobiernos de derecha pero también los denominados de «izquierda», como de manera lamentable hacen Lula, López Obrador, Petro y sus acólitos políticos y sindicales, Se basa en argumentar que la salida para acabar la violencia y que se alcance la paz, pasa por lograr un acuerdo para que los dos estados pacten co-existir en el mismo territorio de la palestina histórica. Defienden que, si “israelíes” y palestinos negocian y pactan, “podrán convivir pacíficamente en el mismo territorio”. Una política tramposa que secundan todos los gobiernos y corrientes, diseñada para legitimar la ocupación y la usurpación que hace Israel del territorio. Se trata de una política para admitir y ratificar la continuidad de la ocupación sionista.
Todos maliciosamente pasan por alto que esa salida realista significó el recrudecimiento del conflicto larvado, iniciado con la colonización sionista. Ocultan que es la política consignada en la Resolución de la ONU de 1948, que otorgó el 56% del territorio a los habitantes de origen judío (33% de la población), mientras que los árabes y palestinos 67% de los habitantes, tuvieron que conformarse con el 43% del territorio. Esa Resolución legitimó la ocupación y el desplazamiento a sangre y fuego de los palestinos. Por eso originó la Nabka o sea la gran tragedia. Y por eso es la única Resolución de la ONU que Israel acepta, pues le conviene.
Todos también aparentan ignorar que esa “solución de los dos estados” es la acordada por la Autoridad Palestina (OLP) y los sionistas del partido Laborista -el sector de “izquierda” del sionismo- en los Acuerdos de Oslo auspiciados por Clinton (1993). Acuerdo que en vez de detener el avance israelí, abrió campo a su ofensiva cuyos terribles efectos vemos hoy. La existencia y fortaleza de Hamas se debe precisamente a que se abrió paso recogiendo el sentimiento de los palestinos que vieron en esos acuerdos de 1993 una traición de la dirección palestina del momento, la OLP, a su lucha histórica. Pues en los hechos y aceptó reconocer el Estado de Israel al renunciar a su programa histórico y legitimó por primera vez la ocupación sionista.
Todos quienes abanderan esa política de los dos estados, desde los imperialistas hasta los demás gobiernos, pasando por las organizaciones oportunistas y sus gobiernos de “izquierda”, quieren tapar el sol con un dedo para no reconocer que el genocidio que presenciamos es el resultado concreto de tal política.
No sólo porque Israel no haya respetado ese acuerdo del 93, sino porque como señalan las últimas declaraciones de Netanyahu y el sionismo, los dos estados, significan algo imposible de implementar dado el carácter y política del enclave colonial. Israel nunca renunciará al control militar, al apartheid y a la expulsión violenta de los palestinos que no se sometan totalmente a su dominio, despojo del territorio y expulsión.
Desafortunadamente, muchos de quienes por cientos o miles se vuelcan a las calles y protestan, apuestan a esa salida. Eso es consecuencia de la influencia de las direcciones tradicionales que llaman a confiar en aquella política de los dos estados, impulsada por la ONU y los imperialistas. También, son llevados a ilusionarse en que a través de las resoluciones de instituciones de la ONU como la corte Penal Internacional de Justicia, se podría detener el genocidio israelí (ver artículo aquí – Link). O aspirar que con negociaciones y “treguas humanitarias” auspiciadas por los gobiernos de EEUU y la Unión Europea, que parten de legitimar la continuidad del Estado sionista, es posible alcanzar una duradera “paz en la región”. Como muestran los hechos actuales y recientes, lejos de ser “realistas” esas políticas sólo han servido para dividir y debilitar aún más la resistencia y la lucha palestina, fortaleciendo y legitimando la ocupación sionista.
Es un engaño decir que se pacificará al ocupante sionista, pues, aunque éste prometiera a los palestinos que podrán vivir en paz e incluso tranquilidad a los habitantes de Israel, es algo que riñe con la condición colonial que ejercen: “el sionismo es un grave peligro, no sólo para las masas árabes, sino también para los cientos de miles de judíos que fueron a Palestina creyendo honestamente en las promesas sionistas de seguridad y paz…es absolutamente imposible ejercer en forma “pacífica” y “segura” el papel de colonizador”[27] (subrayado nuestro).
En últimas porque opresor y oprimido no son iguales. La “paz” y coexistencia entre los opresores y los oprimidos, sólo significará la paz de los sepulcros, para estos últimos. El bienestar de los opresores depende de defender la existencia de la entidad sionista. Lo cual significa diezmar y aniquilar a los oprimidos, los nativos de la Palestina histórica. Esta situación demuestra que un pueblo que oprime a otro nunca podrá ser libre. Y eso incluye lamentablemente a los sectores más pobres de la población y a su clase obrera. Pues mientras los asalariados y la clase obrera israelí no rompa con el sionismo y asuma decididamente la causa del pueblo palestino, colocándose incondicionalmente al servicio de su lucha de liberación, seguirá siendo el instrumento de la ocupación sionista. Serán el nefasto rostro “humilde y obrero” del sionismo.
¿El sionismo o el nazismo alemán sólo una anomalía?
El presidente de Israel Isaac Herzog declaró: «Es una guerra que pretende, de verdad, salvar la civilización occidental, salvar los valores de la civilización occidental». Para este vocero del sionismo, el genocidio es en defensa de “los valores de la civilización occidental”. Y presentan a Israel como «la única democracia» del Medio Oriente. Esto que muchos pueden valorar como exabrupto, se apoya en efecto en el tipo de civilización que están empeñados en perpetuar. Una sociedad dominada por las leyes de incesante lucro que guían el sistema capitalista en su etapa imperialista de decadencia total y que domina la economía mundo actual.
Por lamentable o sorpresivo que parezca, la conducta genocida, la política de exterminio racial y apartheid, que algunos juzgan como una especie de anomalía contraria a este sistema social capitalista, surge de sus entrañas. Está en su naturaleza.
El sionismo y su maestro el nazismo alemán y europeo, es un avance de lo que están dispuestos a hacer quienes gobiernan y dominan el mundo, bajo este sistema de explotación y opresión que rige en el planeta. Una inicial muestra de la barbarie a la que los gobiernos capitalistas están dispuestos a llevar a la humanidad a fin de garantizar su lucro insaciable y para someter a la mayoría de la población a sus dictados.
Es por eso que bajo los escombros de Gaza están quedando sepultadas no sólo los miles de asesinados sino también las ilusiones en un mundo de amplia democracia, mayores libertades individuales, humanidad, paz y “prosperidad”, que los poderosos del mundo proclamaron para el siglo XXI con la “globalización”. O sea la circulación sin control de sus mercancías y sus capitales, para llenar a reventar las billeteras de sus trasnacionales y sus bancos.
Se está disipando ese momento, cuando reclamaron el triunfo absoluto del capitalismo como el mejor sistema económico posible y la democracia y sus mecanismos como un régimen político irremplazable, ante el fracaso del falso “socialismo” burocrático, de los gobiernos estalinistas que existían en la URSS, China, Cuba y demás países similares. Se está corriendo el velo del momento en que proclamaron que la única contradicción en este mundo se reduce a la lucha entre la “democracia” y la “dictadura”, en el que desafortunadamente muchos creyeron y aún creen firmemente.
El genocidio adelantado por el sionismo israelí está disipando ese espejismo de que las intituciones de la “democracia” y las elecciones, brillarían como alternativa para la humanidad. El genocidio israelí, está sacando a la luz el verdadero rostro de esa ilusión en la «democracia» -burguesa- que sirvió para amordazar y colocar un venda en los ojos a los inconformes con esta sociedad. Fué la cobertura para redicir las contradicciones a los partidarios de la «democracia» y los partidarios de las «dictaduras». Y así, sofocar y desviar las luchas de resistencia a las políticas que lograron destruir las conquistas sociales alcanzadas en los países conocidos como “socialistas” y, con la complicidad de los gobiernos “comunistas”, restablecer el capitalismo en ellos.
Desafortunadamente, desde las filas de los trabajadores y sus organizaciones políticas y sindicales, la mayoría de los dirigentes hace años se sumaron a ese coro capitalista. Apostaron y aún apuestan como parte de los gobiernos “de izquierda”, a que con tibias reformas se le puede dar un rostro humano y enderezar este sistema decadente. La dramática situación de los trabajadores y pueblos de Venezuela, Argentina, Nicaragua, Ecuador y Cuba, entre otros, dan prueba del desastroso resultado del experimento político de reformar el sistema en colaboración y estrecha alianza con los capitalistas democráticos, «anti neoliberales» y «progresistas».
Ante el genocidio israelí, todas estas organizaciones y partidos, no solo se han dividido y varios no apoyan la causa palestina, sino que todos se han mostrado completamente incapaces de trazar una alternativa política seria para enfrentar la ofensiva militar sionista o siquiera para aislar políticamnte a Israel. Es el resultado de la apuesta de quienes renunciaron a combatir este sistema y hace treinta y más años, sólo buscan “civilizarlo” para hacerse un lugar dentro de él. Pero como no hay peor ciego que el que no quiere ver, hoy buscan bajo el paraguas de la ONU y su Corte Penal Internacional llamar a los genocidas a que no se exedan y se moderen. A que respeten el «Derecho Interfnacional Humanitario» y falacias con las cuales sólo ilusionan y llenan de expectativas a los jóvenes o trabajadores, para que no hagan nada distinto a esperar las gestiones de la ONU y se logre “civilizar” o humanizar al sionismo y su conducta nazi. Deliberadamente ocultan que éste no respeta acuerdos, leyes, Resoluciones o distractores parecidos.
El genocidio de palestinos es un crudo baño de realidad para quienes hace años decidieron trabajar con la política llamada “realista” de combatir no el sistema, sino sólo el «modelo neoliberal» y sus excesos. Por eso, hoy tozudamente, esos gobiernos “progresistas” y las organizaciones de la izquierda que les dan sustento, siguen centrando sus expectativas en los fallos o Resoluciones de la ONU y demás instituciones de los gobiernos capitalistas del mundo. El portazo en la cara que el sionismo ha dado a la flamante Resolución de la Corte Penal Internacional, es una prueba de lo inocuo de esos organismos y de sus declaraciones o fallos [Link del artículo respectivo].
Una Palestina Libre si es posible
De nuestra parte, señalamos que la libertad, la paz y tranquilidad en esa zona -y otras regiones del mundo como hoy en Ucrania- sólo se conquistarán con la lucha y movilización triunfante de los pueblos y de la clase obrera, contra los sionistas, las potencias y los opresores.
En este caso, se logrará con la derrota del sionismo y sus aliados los imperialistas. Porque las guerras, la miseria y esta infame ocupación de Palestina, NO son una anomalía. Son consecuencia inevitable del sistema imperialista capitalista, del cual el sionismo isarelí y su accionar nazi constituyen una oscura avanzada de la reacción mundial. Por eso mismo, las negociaciones de tregua que realizan entre los gobiernos y los dirigentes en secreto, sólo sirven para desmovilizar y dejar las manos libres a la continuidad de la masacre y la ocupación colonial, la violencia y la explotación. En este caso sirven para dar tiempo al sionismo y legitimar su genocidio y que siga el despojo a los palestinos y la expulsión de su territorio.
Nuestra propuesta política, programa y consignas y su explicación, para dar una salida de fondo, progresiva y revolucionaria a la situación, se consigna en el texto “Israel: historia de una Colonización”, cuyo programa central y consignas, valoramos totalmente vigentes y actuales:
¡Abajo el Estado racista y colonial!
¡Por un Estado palestino laico, no racista y con amplios derechos democráticos para todos sus habitantes, árabes o judíos!.
Explicamos ese programa y sus consignas en el recuadro al final de este artículo. (Ver recuadro abajo) .
Lucha internacional amplia y unitaria para derrotar el genocidio
La realidad presente de la ofensiva nazi del sionismo hace imperiosa la necesidad de la solidaridad activa, el combate decidido y amplio para derrotar la agresión.
Tras más seis meses de infame genocidio consideramos equivocado fincar esperanzas en la llamada “comunidad internacional”, la ONU y demás instituciones que constituyen la careta “democrática” y amable de los imperios capitalistas. Tampoco en la inacción de los gobiernos de la burguesía árabe que tras declaraciones altisonantes, ocultan su complicidad con el genocidio de los palestinos. Menos aún de Rusia o China, definidas por muchos como “potencias alternativas” y de su sombra, los gobiernos burgueses de “izquierda”, que se han negado a tomar acciones políticas y económicas para aislar a Israel y menos para enfrentarlo o buscar la derrota del genocidio que éste lleva adelante con las manos libres.
El camino de la respuesta al genocidio sionista está claramente señalado para jóvenes, demócratas y trabajadores conscientes, por quienes en multitudinarias movilizaciones y bloqueos han salido a luchar contra el genocidio y en solidaridad con la causa palestina.
Valiosa expresión de lucha callejera a la que se sumó la acción de algunos sectores obreros, los pronunciamientos como el del poderoso sindicato automotriz de EEUU (UAW) o los sindicatos que han hecho bloqueos y boicot para impedir el envío de armas o suministros bélicos a Israel. Igualmente de los trabajadores y activistas que bloquearon fábricas de armas en Inglaterra y Escocia (GE Aviation Systems en Cheltenham y Leonardo UK en Edimburgo), que producen componentes para aviones de combate utilizados por el ejército sionista en sus bombardeo contra Gaza. Los trabajadores dijeron «No nos quedaremos quietos mientras se utilizan armas fabricadas en Gran Bretaña para cometer este genocidio«.
La vanguardia de esta lucha en favor de los palestinos la constituyen los trabajadores, jóvenes, intelectuales, demócratas, árabes y judíos no sionistas y la izquierda, quienes se han movilizado una y otra vez. Son los que más allá de sus propuestas políticas, siguen expresando en los hechos, con la lucha -más allá de palabras, declaraciones o discursos- su rechazo al genocidio israelí y su apoyo a los palestinos.
Esas masivas movilizaciones populares y democráticas no han menguado y no sin altibajos, continúan realizándose, tanto en los países árabes y de mayoría musulmana, como en las capitales de los países centrales y otras naciones. Yemen, Indonesia, Australia, Reino Unido, EEUU, Francia, Alemania, España, Barcelona, etc., en apoyo a los palestinos y contra la complicidad de los gobiernos de EEUU y Europa. Y pronunciamientos como los de 400 artistas y activistas de Hollywood (Mark Ruffalo, Ramy Youssef, etc.)[28] que enviaron una carta al presidente Joe Biden, en la cual piden el cese al fuego en la franja de Gaza,
No obstante, estas declaraciones, movilizaciones y protestas, son necesarias, pero al parecer no son suficientes. La agresividad de la ofensiva sionista e imperialista, impone escalar la solidaridad y la lucha. Es necesario que los pueblos árabes se hagan eco del llamado que expresó el comunicado de la entidad convocante a la huelga en Cisjordania y Jerusalén Este: “Esperamos que todo el mundo se una a la huelga, que se produce en el contexto de un amplio movimiento internacional que se opone al genocidio abierto en Gaza, la limpieza étnica y los asentamientos coloniales en Cisjordania”.
De allí la importancia de que las organizaciones sindicales y populares organicen la movilización para lograr que se generalice la decisión de Bolivia que dio el paso de romper relaciones con Israel. La acción de los pueblos árabes y musulmanes podría orientarse a obligar a sus gobiernos a pasar de las declaraciones a los hechos y agrupar fuerzas y acciones para dar todo el apoyo material necesario al pueblo palestino en la ruta de derrotar el genocidio israelí.
La situación exige una amplia campaña internacional unitaria. Se requiere una amplia y sistemática campaña internacional. Urge dar base amplia y democrática a las convocatorias de movilizaciones y acciones, yendo más allá de las convocatorias formales por arriba dirigidas sólo a los activistas. La creación o fortalecimiento de Comités de Solidaridad no limitados a activistas y militantes, sino que integren a las bases de las organizaciones palestinas, juveniles, obreras y populares, permitiría impulsar la respuesta.
La realidad de la desigual respuesta entre Europa y los países de América Latina, coloca sobre la mesa la urgente necesidad de una organización internacional decidida a llevar adelante una agresiva campaña de movilizaciones y huelgas obreras coordinadas a nivel internacional. Se necesita una organización internacionalista decidida a llevar esa tarea adelante. Las organizaciones del socialismo revolucionario podrían centrase en colocar en sus agendas como tarea prioritaria, antes que las tareas nacionales, la fundamental y decisiva tarea internacional que el pueblo palestino clama. ¡Ellos tienen la palabra!
RECUADRO
¡Abajo el Estado racista y colonial!
¡POR UNA PALESTINA LAICA, DEMOCRÁTICA Y NO RACISTA!
Entendemos que lo más correcto es apoyar la recuperación del territorio palestino hoy ocupado por el enclave colonial sionista, para construir un único Estado palestino, laico, no racista y con amplios derechos democráticos para todos sus habitantes.
Estado laico significa que no estará basado ni sostendrá ninguna religión ‘oficial’, ni islámica, ni judía, ni cristiana. Un Estado palestino laico no se basará ni en el ‘Antiguo Testamento y los profetas de Israel’ (como es el caso del actual Estado sionista), ni tampoco en el Corán (libro sagrado de la religión islámica y que regla la constitución y las leyes de varios Estados árabes). Al mismo tiempo, garantizará a cada uno de sus habitantes total libertad de practicar el culto que desee o de no tener ninguna religión si así lo prefieren.
Este Estado palestino laico suprimirá los privilegios, discriminaciones y persecuciones raciales que existen hoy en el Estado sionista y garantizará a todos sus ciudadanos —sean de origen árabe o judío— iguales derechos democráticos: libertad de hablar y enseñar su lengua natal y de publicar en ella su prensa y sus libros, no discriminación en los empleos públicos o privados e igualdad de salarios, igualdad de elegir y ser elegidos en cargos públicos o sindicales, árabe y hebreo como lenguas oficiales, etc.
Ante el panorama actual donde casi todas las organizaciones de “izquierda” y democráticas al avalar la política “de los dos estados” quieren reconocer a Israel, entregar la lucha contra el Estado sionista y pactar con el imperialismo, de nuestra parte nos colocamos como “demócratas consecuentes”, que retomamos el programa de lucha y movilización por los derechos democráticos de la nación palestina.
Seguimos dispuestos a alentar la lucha para conquistar el gran objetivo de las masas árabes y “…restituir al pueblo oprimido su tierra y sus derechos nacionales y democráticos. Al mismo tiempo, garantizar a todos los judíos que quieran vivir en paz y fraternidad con los árabes y sin explotarlos, a todos los judíos que no quieran ser carne de cañón del sionismo y el imperialismo yanqui, la completa igualdad de derechos democráticos como ciudadanos de un Estado palestino laico y no racista”.
¿Por qué una tarea democrática y no directamente socialista?
Ese programa democrático es el que podría conquistar la unidad y movilización revolucionaria del pueblo Palestino y árabe, para destruir el Estado sionista de Israel, en un proceso que puede abrir paso a la revolución socialista.
“Si el propósito decisivo y fundamental es la destrucción del Estado sionista, se trata de establecer cuáles son las fuerzas objetivas que en este momento están embarcadas en esa tarea progresiva, histórica, y cuáles las mejores consignas para apoyarlas y lograr que cumplan su cometido con el mayor entusiasmo y fuerza.
¿Acaso lo están haciendo los explotados y discriminados sabras y sefardíes de Israel? ¿O son los trabajadores asquenazis?
En este momento, esas fuerzas son baluarte del Estado sionista y no la vanguardia de su destrucción. La aristocracia obrera asquenazi, a través del Partido Laborista, está con todo en el sionismo. Los sabras y sefardíes le dieron la base electoral a Begin y apoyan con entusiasmo sus planes de colonización de las tierras árabes.
Esto deja actualmente como único sector social en lucha permanente contra Israel al movimiento árabe y mahometano, a cuya vanguardia indiscutida están los palestinos, arrojados de su patria por los sionistas. Desde hace 34 años, cuando se construyó el Estado racista, la forma de luchar por su destrucción es apoyar la justa guerra de los palestinos y musulmanes. No vemos otra, porque no hay otra fuerza en la realidad objetiva que se enfrente, armas en la mano, contra el sionismo.
Como trotskistas, debemos tratar de hallar entonces las consignas adecuadas a esa realidad objetiva, es decir, que ayuden a la movilización y al combate árabe. Ese es nuestro método…”[1]
Consideraciones precisas como estas, son necesarias para evitar sobrevolar con planteos supuestamente “obreros” o “super socialistas” esgrimidos por organizaciones y activistas reclamados marxistas, que consideran una conducta revolucionaria pretender ignorar las tareas democráticas que plantea la realidad y le importan a las masas.
Tal razonamiento de los sectarios incurables, hunde sus raíces en el reconocimiento de Israel como un país capitalista cualquiera, moderno o “desarrollado” que sólo admite tareas de clase y socialistas. Como no podía ser de otra manera, esta postura sectaria revela la otra cara de la moneda, su oportunismo que se desliza, así sea inconscientemente, en la ruta de legitimar la existencia de Israel, recorriendo una peligrosa ruta de capitulación al sionismo.
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[1] MORENO Nahuel, “Consigna democrática palestina que puede abrir paso a la revolución obrera”, publicado en Correspondencia Internacional [septiembre de 1982]. Polémica con las posturas sectarias y obreristas de algunos compañeros.
[1] https://www.eltiempo.com/mundo/medio-oriente/israel-evalua-como-responder-al-ataque-masivo-irani-que-opciones-hay-sobre-la-mesa-3333745
[2] Ídem.
[3] Ver Opción Marxista Internacional
[4] AFP Y EFE 29 de febrero 2024, El Tiempo.
[5] PAPPÉ Ilan historiador israelí. Charla en la Universidad de Berkeley, California, 19 de octubre de 2023. Pappé es director del Centro Europeo de Estudios Palestinos en la Universidad de Exeter y autor de diversos libros fundamentales sobre la cuestión palestina y la ocupación israelí.
[6] Ídem.
[7] TROTSKY León, Moralistas y aduladores contra el marxismo, 1939.
[8] MORENO Nahuel,
[9] Cuyo significado literal es ‘apartamiento´ o ´separación’ pero adquirió el sentido específico de ‘segregación racial’.
[10] Saul Yehuda, “Confesiones de un soldado israelí”.
[11] Periodista israelí Haaretz, calificado como “liberal”, relacionado con el Partido Laborista del sionismo.
[12] BEN GURIÓN David, Discurso en la Universidad Hebrea de Jerusalén, 1950.
[13] Informe Koening, SCHOENMAN Ralph, “La historia oculta del sionismo”, 1988.
[14] Jon Rothschild, “How the arabs were driven out of Palestine”, ob. cit., pág. 1207.
[15] Israel Historia de una Colonización, 1973, pág. 37
[16] The complete diaries of Theodor Herzl, Vol. I, pag. 88, citado por Fawwas Trabulsi, ob. cit., pág. 131.
[17] Publicado en Daavar del 29/9/67 y citados por Jon Rotschild, ob. cit., pág. 1206 y Nathan Weinstock, ob. cit., pág. 3.
[18] Israel Historia de una Colonización, 1973, pág. 29
[19] Conversaciones, entrevista a Nahuel Moreno, 1985.
[20] PAPPE Ilan. Transcripción de su conferencia de ante la Comisión Islámica de Derechos Humanos (IDHC) en Londres, 21 de enero 2024.
[21] Ídem.
[22] Ídem.
[23] Israel Historia de una Colonización, 1973, pág. 62
[24] Maxime Rodinson, Israel, a Colonial-Settler State?
[25] RODINSON, Maxime, Israel, a Colonial-Settler state? Monad Press, Nueva York, 1973.
[26] Organización terrorista francesa (1961) integrada por sectores fascistas y dirigida por sectores que habían estado en la Resistencia.
[27] Israel historia de una colonización, pág.
[28] Entre otras personalidades de la industria del entretenimiento como Mark Ruffalo, Ramy Youssef, Billie Eilish, Finneas, Ava DuVernay, Riz Ahmed, entre otros.
[29] MORENO Nahuel, “Consigna democrática palestina que puede abrir paso a la revolución obrera”, publicado en Correspondencia Internacional [septiembre de 1982]. Polémica con las posturas sectarias y obreristas de algunos compañeros.